Lo primero de todo felicidades Tere, que se me había olvidado en la entrada anterior.
Como lo prometido es deuda aquí os publico la segunda parte del comentario. Efectivamente al fin hemos cenado. Son las nueve y nuestro estómago se reconforta con la opípara cena a la que hemos tenido el placer de dar cuenta gracias a la generosidad de los esclavos de María.
Pero vayamos por partes: estaba yo esta tarde escribiendo la entrada cuando un olor insoportable impregnaba todo el ambiente, era un olor nauseabundo que yo he pensado que provenía de la caja de comida que estaba delante del ordenador. La verdad es que estaba tan metido en el comentario que no he pensado mucho al respecto, salvo por el hecho de que ya casi no se podía respirar. Le he comentado a Joseba, que estaba enfrente en la cama por medio de gestos, pero no me ha contestado. Cuando he terminado la entrada lo he llamado para que la leyera y entonces me dice: ¿cómo puedes soportar este olor?, el tipo de detrás huele que no se puede aguantar: efectivamente, un alemán que estaba tumbado en la cama desprende un olor corporal terrible, toda la sala apesta. Yo no había dado cuenta del origen hasta ese momento porque lo tenía a la espalda pero el olor era insoportable.
Hemos salido a dar una vuelta y el pueblo está desierto: todo el mundo se encuentra en la fiesta y parece un pueblo fantasma. En un bar cerrado hemos encontrado una máquina de la que hemos sacado una coca-cola para cada uno y una bolsa de pipas. A las siete de la tarde el hambre era ya enorme. Nos hemos sentado en un banco junto a la carretera y hemos comido las pipas y bebido la cola. Al poco rato han pasado dos en silla de ruedas, una a motor y otra no, procedentes del convento y gritando a los abuelos que estaban detrás que ellos podía ir sin problemas al convento por la carretera, que no eran tan tontos como los viejos. En realidad son disminuidos psíquicos y se estaban paseando por medio de la carretera por la que no paraban de pasar coches, pero no deja de ser increíble que estaban convencidos de que los viejos que les aconsejaban eran tontos de remate ¡el mundo al revés!
Al volver al albergue estaban todos los residentes en la calle: uno nos ha pedido un cigarro y ha empezado a darnos besos, otros cantaban… la escena era tremendamente dura por el nivel de deficiencia de los que estaban por aquí.
A las 8 menos cinco nos hemos juntado todos en la puerta para ir a cenar, nosotros hemos intentado evitar sentarnos junto al viejo alemán apestoso y además nuestra intención era evitar también al enterao. No os voy a hablar mucho de él porque estamos convencidos de que nos va a dar muchas más oportunidades de describirlo en los próximos días, sólo daremos algunas pinceladas: es el típico peregrino experto que va dando consejos a todo el mundo sobre lo que tiene que hacer, al tiempo que explica sus propias experiencias sobre sus múltiples caminos y organiza a todos según sus principios integristas: conoce las etapas palmo a palmo, los pueblos, los bares, las personas, las costumbres y todo eso sin haber hecho antes el camino porque es muy leído. Este tiene la particularidad de no saber idiomas, pero eso no es un problema: ha llegado al convencimiento de que un alemán puede entenderle si le repite la frase tres veces y lo hace muy despacio y dando voces: de ese modo nosotros oímos la misma historia tres veces cada vez que encuentra un nuevo peregrino al que aconsejar que mañana no vaya a Cáceres y se quede en Valdesálor (por cierto nosotros nos vamos a quedar allí y seguro que coincidimos). Lo dicho a la hora de la cena nuestra intención era evitar a ambos personajes y lo hemos conseguido: hemos podido disfrutar de los manjares con tranquilidad. Por fin la cena en platos de duralex blancos y jarras de agua. Primer plato una sopa de fideos (prometo no comentar nada sobre ella porque a esas alturas hubiéramos comido cualquier cosa y esto estaba hasta aceptable. De segundo ensalada y una especie de hamburguesa con tomate, al menos regada con un vasito de vino tinto. Postre una naranja tamaño mandarina.

Cena peregrina
Yo no puedo decir nada porque cenar hemos cenado, entre nosotros: sigo teniendo hambre, pero al menos podré aguantar hasta mañana y Joseba me anima diciendo ¡y lo que vamos a ahorrar hoy!
Hemos estado un ratito en la calle con la pareja que nos quitó la cama de matrimonio en Villafranca y hemos estado hasta simpáticos con ellos, ella es francesa afincada en España y él de Mallorca, según dice Joseba. Seguro que en los próximos días tendremos más relación con ellos.
Del resto de gente que está por aquí os nombro a los dos gordos que van con la portuguesa, el enterao, Giulio, las dos señoras mayores alemanas… y un montón de gente, casi todos tedescos, que vemos hoy por primera vez.
En este momento se han subido todos aquí y mientras yo escribo están haciendo un botellón: han aparecido varias botellas de vino no sabemos de dónde y todos charlan animadamente en inglés, francés, alemán, italiano, e incluso hay alguien que habla español: menuda nochecita de ronquidos nos espera. Voy a publicar e intentar dormir algo. Besos y buenas noches.