Entrada en Galicia por el Cebreiro

El quedarnos en La Portela de Valcarce tenía la intención de hacer la subida al Cebreiro a primera hora, en lugar de hacerlo al final de la etapa con todo el calor. Eso y también evitar las aglomeraciones de peregrinos todo lo que podamos. La tarde pasó tranquila y después de cenar algo nos fuimos a la cama temprano noria íbamos a madrugar.
Como el bar iba a estar cerrado y no esperábamos encontrar nada abierto compramos unos batidos y unos donuts para tomar algo antes de salir. A las seis y media nos pusimos en marcha siendo aún de noche. Nuestra costumbre es no caminar de noche pero hicimos una excepción por adelantar algo la subida y al ser todo carretera fácil de seguir hasta Herrerías.
A buen ritmo fuimos haciendo quilómetros hasta acometer las duras rampas que llevan hasta la Faba, allí encontramos ya a michos peregrinos descansando del primer ataque pero nosotros seguimos porque desde allí hasta Cebreiro aún queda mucha subida y bastante dura.
Isa se ha ido recuperando muy bien de sus problemas en los pies y ya no lleva ninguna protección, Mar madre también ha mejorado mucho aunque desde hace tres días tiene una inflamación en el tobillo que cada vez se hace mayor y que le molesta bastante. Les siguen saliendo alguna que otra ampolla a las tres pero desde que compré las agujas nuevas en Carrión guardo la más grande, a la que he llamado «la tizona», para alguna ampolla de Isa que lo merezca por su tamaño sin poderla usar hasta día de hoy.
Isa y Mar madre van siempre en el furgón de cola, a su ritmo, mientras Mar y yo solemos acabar antes y las esperamos un poquito. La subida la hicimos a buen ritmo y con la suerte de que el sol no pegaba fuerte ya que esa parte más alta hasta Cebreiro está muy abierta y no tiene árboles para hacer sombra. La gente que hace este tramo a partir del mediodía suele pasarlo bastante mal, sobre todo en los días de mucho calor.
Poco después de la Laguna encontramos el primer mojón que nos indica el quilometraje porque entramos en Galicia.

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Y poco más adelante le tramos en Cebreiro por el aparcamiento que hay en la zona alta junto al cruceiro. Allí nos hemos hecho siempre fotos en todos los caminos. Cruzando el parque bajas hasta la iglesia y la zona de los mesones, tiendas y las cuatro pallozas que hay. La primera vez que llegué aquí sólo estaba el mesón junto a la iglesia y otro algo más abajo. El caldo gallego que ponían en el mesón era excelente y además te dejaban allí la olla para que te sirvieras todo lo que quisieras. Además de la empanada es típico comer el queso de allí. Se trata de un queso muy fresco que se suele com con miel, pero yo prefiero tomarlo con vino. Fue monumental el almuerzo con los catalanes y Joseba el mesón de abajo a base de vino del terreno, queso y demás. También cuando pasé con Mar hicimos otro homenaje que no faltó ayer con las niñas.

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Para completar la estancia encontré en la tienda un pañuelo de los que usamos para el camino, los de las conchas. El mío lo había perdido hacía unos días y fue una gran alegría poder encontrar uno de repuesto ya que desde que cambié de mochila en Burgos Mar no «ha tenido tiempo» de coserme la concha de Santiago.
Sin detenemos mucho tomamos la carretera para ir pasando por los dos puertos que aún nos quedaban. La subida a San Roque se hace fácil pero después de Hospital se abandona nuevamente la carretera y se llega hasta una parte final con una rampa purísima hasta El poio.

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Una cerveza de recuperación con una bolsa de patatas sirvió para lanzarnos a la bajada hasta Fonfría, nuestro objetivo final de etapa. Este albergue nos lo había recomendado M Antonia cuando hicimos el camino anterior y aún recordábamos la pallozas restaurante en la que tomamos uno de los mejores caldos de toda Galicia.
El albergue sigue siendo muy bonito, está limpio y las habitaciones tienen muy buen precio, pero han cerrado el restaurante y no dan comidas al mediodía. Preparan un menú peregrino a las siete de la tarde y al mediodía te tienes que conformar con un bocadillo.
Di un paseo hasta el final de la aldea de unos cinco minutos para ver la iglesia y las dos o tres vacas que estaban por los prados,un muchacho estaba en un Prado cazando algo que no conseguí saber lo que era y que metía en una botella de cerveza vacía, debían ser saltamontes, grillos o ranas porque saltaban.

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Una pena la cena que fue muy flojita, aunque bien de precio. Después estuvimos charlando con un chico sevillano al que le han picado chinches ya dos veces en el camino y está hasta los h… Y otro madrileño que le robaron dinero. Son muy simpáticos y hemos pasado un buen rato comentando anécdotas del camino. Luego se nos ha unido un señor mayor bastante extraño que hablaba de todo, sabía de todo y daba lecciones de todo. No paraba de hablar por teléfono con sus muchos hijos, esposa y amigos entre afirmaciones del tipo «el camino no pasaba por esos lugares por los que nos han hecho pasar porque no caben los carros y los peregrinos de entonces eran todos ricos y necesitaban caminos anchos para pasar con los carruajes», ahí queda eso.
Una exhuberante cubana de senos visibles entre los que sitúa un teléfono móvil que deja sonar más de la cuenta cada vez que se le pone en marcha con el vibrador, era la encargada de atender al bar y cobrar los precios. El primer orujo de hierbas me ha cobrado 1,5 y el segundo 2.
Se me olvidaba contar que al llegar al mediodía una pareja de peregrinos franceses habían montado un infiernillo para cocer pasta de fideuá y preparar una especie de salsa indescriptible que comieron con deleite mientras nosotros dábamos cuenta de los bocadillos. El tipo lleva una mochila con unos 20 quilos y lleva el infiernillo, platos, cacerola, cubiertos y hasta una guitarra.
Esta mañana hemos recuperado el horario normal para desayunar cuando ya habían salido casi todos. Café y tostadas para afrontar los 9km de bajada a Triacastela. Cómoda y agradable con sólo una pequeña iglesia muy bonita en medio del camino.

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Llegando a Triacastela nos ha comenzado a llover y hemos tenido que sacar el cubremochilas y los chubasqueros aunque ha parado enseguida.
Precioso el camino de llegada entre bosques de castaños enormes y robles.

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Hemos parado a tomar un café en Triacastela y mientras tanto ha caído un chaparrón enorme que no nos ha pillado por minutos. Hemos esperado a que acabar y hemos continuado camino. Al salir de Triacastela se pueden tomar dos alternativas, se puede ir por Samos o por San Xil. Nosotros hemos escogido la segunda porque es cinco quilómetros más corta.

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El camino de Samos va paralelo a la carretera por valle muy bonito pero no tiene mayor atractivo que el de ver el impresionante monasterio. La otra vez lo hicimos con Mar pero no nos detuvimos a visitaron porque se pierde mucho tiempo. Yo lo vi el año del camino en bici con Emilio y no merece mucho la pena salvo por la visita que nos hizo un monje que debía haber tenido voto de silencio ya que no paraba de hablar.
El caminopor San Xil pasa por un valle poco habitado, silencioso y muy bello. Comienza subiendo todo el rato sin grandes desniveles pero que acaba agotando. Hemos encontrado una pobre italiana en bici que ha hecho casi toda la subida a pie porque el camino no es apto para la bici por la pendiente y por las piedras sueltas en muchos tramos. Después de un par de aldeas se llega a Furela donde hay un pequeño bar en el que hemos encontrado a unos italianos que estaban anoche en Fonfría. Nos han contado que les han robado el dinero. También estaba el chico de Madrid que ha confirmado que también han robado a los irlandeses que eran sus amigos. Mal recuerdo llevamos de Fonfría.
Al pasar por Calvor hemos visto el albergue en el que me alojé en mi primer camino a pie, sigue sin tener nada de nada salvo un bar unos cientos de metros más abajo. Allí hemos encontrado al sevillano

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A la entrada de Sarria he encontrado un bonito carro que me ha recordado al valenciano, aunque este no es de los que transportaban ricos hacia Santiago.

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Hemos pasado por la farmacia para que Mar comprara unos antiinflamatorios para lo de su tobillo y corriendo al albergue porque eran ya más de las dos. Hemos bajado a comer a los mesones que hay junto al río un menú típico a base de caldo sin que faltara muestra primera ración de pimientos fritos, picaban poco y estaban mal fritos, pero algo es algo.
después de la siesta hemos bajado a la tienda que hay sobre el camino en la que siempre compramos un montón de cosas estupendas. Isa ha montado su particular número cuando se ha caído redonda al suelo mareada, esta vez no ha dicho aquello de «me estoy mareando» que se hico famoso hace dos años en el camino del norte. Después del espectáculo de cuerpo tumbado en el suelo con los pies sobre una cesta llena de calabazas peregrinas hemos vuelto al mesón de mediodía a tomar algo, preparar la entrada y cenar. Esta noche toca pulpo y pimientos y mi primer ribeiro.
¡Qué gusto da estar en Galicia!

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Resumen: etapa 25: 26,7km en 6 horas 23 minutos a 4,2km/h.
Etapa 26: 27,3km en 5 horas 56 minutos a 4,6km/h.

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