3ª Poladura de Tercia – Pajares

Hoy casi he tocado el cielo subiendo el puerto de Pajares. Está sea probablemente una de las etapas más bonitas que he hecho en todos mis caminos y encima he tenido buen tiempo casi toda la etapa para poder disfrutarlo.

Anoche fui a recoger la comida a la casa rural porque les había pedido algo ligero. El menú fue una ensalada enorme y una fuente de carne en salsa sobre un manto de patatas y calabacines asados, para completar con un yogurt especial de leche de cabra que se hace por aquí. Me fui con la comida al albergue y me encontré con que habían llegado dos peregrinos ciclistas a última hora. Se trata de una pareja en la que ella no paró de hablar en todo el rato que estuve sentado con ellos. Me contó todos sus caminos, sus enfermedades deportivas, su profesión y mil cosas más. Yo apenas podía decir nada mientras intentaba comerme aquella monstruosidad de cena y la chica se empeñaba en que me guardara las sobras para hoy. Después de un rato de cortesía y de haber dado cuenta de una parte importante de la cena me fui a dormir sin más.

La mañana ha amanecido a las 6:30 aunque he oído levantarse al holandés a las 6. Me he preparado y me he comido un sobao de los que compré el día anterior para desayunar (ya sólo me quedan 3 en la mochila). La mañana estaba muy fresca y me he tenido que poner de inico la camiseta de manga larga. La mañana estaba completamente despejada y eso me ha permitido disfrutar de una bellísima subida al puerto que empieza nada más salir del pueblo.

En los primeros dos quilómetros se asciende con cierta suavidad pero a partir de aquí las rampas se hacen muy duras hasta el 7, luego una bajada de algo menos de un quilómetro y otros dos de una muy dura subida.

La subida es verdaderamente impresionante con los picos rodeando todo y con una niebla baja que cubría el fondo del valle en el que está Poladura. La llegada hasta la cruz de San Salvador es espectacular sobre un risco desde el que las vistas hacia León son impresionantes.

Pero si es bonita esta primera parte lo que sigue es ya algo increíble. Los picos de Europa aparecen en todo su esplendor poblados de una verde y densa vegetación que alterna con prados de mil tonos de verde en el que pastan apaciblemente las vacas. Varias han sido las ocasiones en que he tenido que cruzarme con ellas con cierta intranquilidad porque casi siempre se retiran al paso del hombre pero a una le ha costado bastante quitarse y se me ha encarado un poco.

El camino de hace muy duro por la dificultad del terreno ya que los senderos suelen se muy estrechos, de suelo irregular y con mucha piedra suelta. Si la subida se complica mucho, la bajada se hace verdaderamente peligrosa. Apenas algunos tramos de camino ancho permiten descansos a la atención con la que tenemos que caminar.

Casi llegando a la carretera en el Puerto de Pajares me he encontrado con el holandés que iba «bramando en arameo» por las piedras y las bajadas. Para colmo ha seguido la carretera en lugar del camino y creo que ha dado una vuelta. Iba con un dedo ensangrentado porque se ha cortado con un alambre de espinos de los que hay que saltar en varios lugares del camino.

En el bar del puerto he tomado un café con leche y unas galletas caseras muy ricas que me ha ofrecido la señora. Repuesto he continuado camino detrás del bar siguiendo las indicaciones de la señora. En realidad no las he seguido porque me he liado y he comenzado a subir un pedazo de monte y luego a bajarlo de un modo absurdo. Desde aquí se toma una bajada terrible al cruzar un cercado de espino junto a una torreta de la luz que lleva directo a la carretera para cruzarla.

El camino de bajada hasta el pueblo de Pajares es uno de los tramos más bonitos que he hecho en todos los caminos. La bajada es dura pero muy variada en todo: sendas, caminos, bosques, prados… En medio de todo he encontrado una pareja de paisanos que subían dos vacas con sus terneros. Hemos hablado un buen rato sobre muchas cosas como lo duro del clima aquí, lo bonito o la proliferación de lobos que matan terneros y el aumento de osos. Mientras hablaba con ellos he visto pasar a lo lejos al holandés por la carretera y he pensado que iba a seguir ruta hacia Campomanes por lo menos.

Disfrutando del resto de camino y con las lágrimas en los ojos contemplando tal maravilla ha comenzado a chispear un poco y a bajar las nubes hasta hacerme poner el chubasquero. Nada grave hasta llegar al albergue.

Al llegar estaba cerrado y he llamado a Marisa que es la hospitalera con la que hablé ayer para decir que venía. Al poco rato ha venido y me ha mostrado algo que es mucho más que un albergue: limpio, cuidado, con wifi, ordenadores para usar, calefacción encendida y todo ese tipo de lujos peregrinos que un caminante agradece de verdad. Duchas limpias y servicios impecables. Marisa es una señora muy amable y atenta que te ofrece posibilidades de menú casi a la carta y te atiende en todo lo que necesites.

Uno de los mejores albergues en los que he pernoctado.

El contraste lo pone el bar del pueblo: he ido a tomar un vino al medio día y estaba lleno pero cuando he regresado a media tarde ha cerrado, y eso que el día de descanso es los martes. Parece que no tienen muchas ganas de vender y hay que tener en cuenta eso sí eres peregrino de paso y te confías.

De comer Marisa me ha puesto unas estupendas fabes y un bonito en salsa con una ensalada, todo muy rico.
Después he aprovechado la wifi para hablar por Skipe con la familia y hacer tiempo porque la tarde está cubierta con una niebla muy densa que no deja ver nada. Acaba de llegar Marisa a prepararme la cena: sopa y pollo guisado, me ha dicho. «Esto sí que es vida»

Resumen de la etapa: 16,34 km en 4h 11min con 618 metros de subida acumulada a una media de 4,22 km/h. Enlace a Wikiloc.
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