8ª Condeixa a nova – Coimbra

Pasó la tarde ayer sin pena ni gloria entre la música insoportable del pseudo circo de la plaza y las lascivas miradas de mi compañero a una parroquiana de muy buen ver ataviada de una envoltura color blanco que dejaba poco a la imaginación y que debió consumir poca tela cuando se diseñó.

Poco más de interés salvo los esfuerzos de la camarera por no dejar al descubierto sus senos con constantes manos sobre el escote generoso, esfuerzo vano dada la carencia sustancial de dichos atributos. Lo dicho, que como no había nada nos dedicamos a contemplar el panorama.

La cena consistió en una sopa para mí, menuda novedad, y cordero muy bueno; Joseba tomó un bacalao de la casa que tenía mejor pinta que la vecina de la mesa de enfrente, la compañera del vestido blanco.

Y sin más a la habitación, mi compañero a planchar la oreja mientras yo perdía al apalabrados con un nuevo rival que me ha salido en el camino, a pesar de tener los dos comodines desde el principio, y al que había ya dado buenas palizas en esta primera semana. Luego un buen ratito de juego de tronos mientras van cargándose hasta al apuntador. He de reconocer que el libro está muy bien escrito y es muy fiel a la película.

A las 6 en pie aunque desde las cuatro y pico ya dábamos vueltas en la cama. Una etapa fácil con un tiempo agradable y por un entorno precioso siempre entre bosques de encinas, algún pino y demasiados eucaliptos.

Aunque hoy era domingo y las expectativas de un café de la moral se nos antojaban lejanas nuestra suerte nos ha llevado a un local mejor de apariencia que de resultados. Una señora de edad indescriptible y con unas mallas blancas que dejaban demasiado poco a la imaginación nos ha servido unos cafés con apariencia de cariño del que se compra. Joseba se ha pedido un donut para acompañar a su medicación, esa que le deja como efectos secundarios una incapacidad a reaccionar a los estímulos del placer carnal, y sin mucho más hemos acompañado nuestros pasos hasta la muy noble y universitaria ciudad de Coimbra, de grato recuerdo para mí ya que su visita hace unos 20 años trajo como resultado un regalo en forma de hija.

Entre «putas ratas voladoras» hemos recorrido la ciudad casi desierta a esas horas de la mañana cuando los comercios se comenzaban a preparar para el turismo que iba a llegar.

San Google ha guiado nuestros pasos hacia un hostal de aspecto siniestro al que no hemos podido acceder porque la puerta a la que hemos llamado no se ha abierto aunque tras ella era perfectamente audible el parloteo de un loro. Ante la siniestra perspectiva del lugar hemos decidido buscar algún otro espacio en el que dejar descansar nuestros hoy no demasiado cansados cuerpos y mientras deambulábamos por un callejón una voz nos ha increpado desde la altura ofreciéndonos camas a muy buen precio.

El hostal tiene una entrada algo extraña ya que está llena de estanterías con toda clase de objetos marinos: conchas, corales y demás. Algo tan poco adecuado para una ciudad de interior como ésta da paso a un ascensor que nos conduce a un lugar limpio, agradable y sencillo en el que por 30 euros nos ofrece cama limpia, baño y wifi gratis. El amable señor nos ha facilitado incluso tendederos portátiles para colocar la ropa en la ducha y una palangana para nuestra colada. Está claro que en este camino el hospedaje no está siendo un problema.

Luego hemos subido por las callejas de la ciudad hasta la zona de la universidad, inmersos entre turistas de todo tipo entre los que hemos vuelto a escuchar las voces de españoles por el mundo (más o menos). Tras el paseo nuestros hambrientos cuerpos han llegado hasta la plaza de comercio, antiguo circo romano, en el que hemos degustado un suculento arroz con marisco regado con abundante vino rosado del país, un par de cafés, dos bagazos, unas putas ratas voladoras y la insoportable presencia de dos mocosos de origen francés que nos han amargado la sobremesa apenas compensado por las vistas humanas que por los contornos transitaban.

Después siesta, apalabrados, ver algún vídeo de niña repelente y cerveza para escribir. La tarde tiene como objetivo completarse con un chuletón que hemos visto en el restaurante de esta mañana y que tiene una pinta estupenda, ya os contaré.

Resumen de la etapa: 20,42 en 3:47 a 5,4 km/h con mañana fresquita y nublada muy agradable para andar.

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