Nos levantamos con la idea de completar la etapa aunque las previsiones de lluvia eran claras. La realidad fue que nada más salir comprendimos que era imposible continuar. Al menos teníamos la opción de llegar a Puigcerdá en tren y así no perder un día.
Entre todas las opciones de alojamientos elegimos La Fonda Prat por la ubicación y por las referencias que habíamos visto en las redes. Fue un verdadero acierto en todos los sentidos. La gente que lo lleva es muy atenta, nos ofrecieron una información muy interesante para disfrutar de la ciudad durante todo el día y el precio del alojamiento está muy bien. Está situada cerca de la estación de ferrocarril y también a poca distancia del centro de la ciudad.
Para las comidas optamos por el Restaurante Kennedy, en la Plaza de los Héroes, céntrico y muy buena relación calidad-precio. En la terraza se como muy bien y la atención del servicio fue estupenda.
Para el aperitivo nos fuimos a un bar en la calle Miquel Bernades en el que degustamos un estupendo vermú. Y la visita gastronómica cerró con un vinito en el Tap de Suro. El resto de la jornada pasó recuperando el cuerpo, reponiendo existencias y preparando las etapas de los días siguientes.