12ª Burgos – Hontanas

La jornada de ayer en Burgos fue una verdadera gozada. La cena en el Morito, el paseo por la ciudad y el buen ánimo que hay entre nosotros hace mucho más fácil el camino. La noche terminó con la ilustración de nuestro hostelero y sus aventuras y continuó con la típica estancia en un hostal de ciudad en un sábado por la noche con gente pasando durante todo el tiempo de fiesta y sin tener en cuenta el descanso de los demás. Varias han sido las ocasiones en que los gritos del borracho de turno o el timbrazo al portal de algún «gracioso» nos han despertado. A pesar de todo la distribución de camas ha funcionado bien. Mar hija, como siempre ha acabado aceptando la plaza de la cama de matrimonio junto a su madre, pero por la parte de la pared. Isa y yo hemos dormido en las otras dos camas pequeñas. Es evidente que en estas circunstancias la que mejor se amolda a todo es ella y todos se lo agradecemos.

A las 6 ha sonado el despertador y nos hemos puesto en pie. Mi trabajo en esos momentos es revisar ampollas, poner protecciones y acondicionar para que ellas vayan lo mejor posible. Hoy nos esperaba una dura etapa de más de 30 km y tenía mucho miedo al calor que podía hacer.

Cuando hemos salido del hostal hacía bastante fresco. Las calles aparecían casi desiertas salvo por algún que otro rezagado en la fiesta en un estado bastante avanzado de descomposición mental. Justo al retomar el camino nos hemos encontrado con una pareja de novios que regresaban de su fiesta, eran los mismos que ayer estaban a la puerta de la catedral y que nos dieron un susto de muerte porque tiraron un montón de petardos. Iban ya muy pasados y al vernos han hecho alguna que otra gracia que a Mar hija no ha sentado muy bien. Yo le he recordado que para aguantar las bromas de un borracho lo mejor es estar tan borracho como él, si no lo mejor es no hacerles caso.

Así hemos llegado hasta las puertas del albergue municipal. Hace unos cinco años que han abierto este nuevo albergue en sustitución del antiguo barracón que había en el parque, a la salida de Burgos. Se trata de un bonito edificio y debe estar bastante bien montado.

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Uno de los problemas que nos planteábamos hoy era el tema del desayuno. Domingo por la mañana es difícil encontrar en una ciudad un bar abierto y nosotros teníamos por delante muchos quilómetros y poca infraestructura. Por suerte nada más salir de la muralla había un bar abierto lleno de peregrinos como nosotros tomando un café. El señor nos ha guardado los croissants para las chicas y nos ha contado que es el único que abre porque los demás dicen que no les compensa. La verdad es que lo que no quieren es madrugar y él se aprovecha sacando un buen pellizco.

Hemos salido de la ciudad comentando el poco interés que en este país hay por el trabajo y el esfuerzo, tengo la sensación de que todo el mundo cree tener derecho a todo tipo de ventajas pero no quieren asumir el esfuerzo que se debe hacer para alcanzarlas. Lo vemos desde los jóvenes en clase y entre los negocios como este. Además tenemos la sensación de que algunos que creían que el camino les iba a hacer ricos a todos pero se les está complicando el tema porque no parece que haya negocio para tanto albergue y para tanto mesón. El camino sigue siendo casi lo mismo y la mayor parte de peregrinos siguen buscando dormir por 3 euros y no valoran una cama limpia y unos servicios en condiciones si con eso tienen que pagar ocho o diez. De hecho estamos viendo que la mayor parte de los albergue privados suelen llenarse de extranjeros y los españoles somos los menos. Es difícil de entender para mí pero hay gente que sólo busca en el camino un modo de viajar barato.

La salida de Burgos es muy bonita, va un buen rato paralela la río Arlanzón hasta que se adentra en un laberinto de camino que va sorteando vías del tren, autovías, carreteras y río. En el trayecto les he contado mi primera etapa a pie en el camino, fue de Burgos a Castrojeriz y me sirvió para saber todo lo que uno nunca debe hacer en una etapa. Salí después de desayunar tranquilamente, a eso de las nueve. Todo el camino lo fui haciendo muy despacio, como un paseo, charlando con todos los que me encontraba. Así llegué a Hontanas a algo más de las tres y seguí sin parar hasta Castrojeriz sin reponer ni agua. El resultado fue una etapa que me dejó matado y que me hizo recapacitar seriamente sobre el tema para no volver a cometer los mismos errores.

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Sin mucho más que contar hemos llegado a Tardajos y luego a Rabé. En el trayecto hemos ido adelantando a muchos peregrinos que iban despacio o que se paraban a tomar algo. Nuestra idea era continuar hasta Hornillos del camino y allí hacer un buen descanso para afrontar los últimos once quilómetros.

Íbamos charlando animadamente cuando nos ha pasado un peregrino al que hemos reconocido inmediatamente como Patxi, un peregrino al que conocimos hace un par de años en el camino del norte. Le hemos saludado y nos ha contado que venía haciendo el camino desde Vezelay. Nos ha alegrado mucho verlo y hemos hablado un poco sobre nuestros últimos caminos, él ha continuado más rápido y lo hemos perdido. No parece muy interesado en nuestra compañía porque él prefiere peregrinos a los que poder impresionar con sus aventuras y nosotros no somos de esa clase. Patxi es un tipo curioso de peregrino «enterao» al que le gusta contar sus experiencias e impresionar, la diferencia con el tipo clásico es que él sí que ha hecho el camino de verdad un montón de veces y lo conoce bien. Yo no soy muy amigo de esa manera de relacionarse con la gente pero allá cada uno.

Les contaba también a las chicas la salida desde Tardajos con Joseba, como diluviaba durante todo el tramo y nos resguardamos en Hornillos cuando vimos que todo estaba cerrado y no podíamos tomar nada. Les contaba que encontramos a Gerard, Patrick y Julián resguardados en un mísero hueco y nos ofrecieron un trozo de pan duro con un pedazo de chorizo: ese fue uno de los momentos más bonitos que recuerdo de todos mis caminos.

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Las chicas han ido hoy como motos, Isa sube ya las cuestas a mi ritmo y cada día está mejor, y eso que los pies los tiene bastante cascados. Así hemos llegado a la cuesta Matamulas desde donde se divisa Hornillos. La vista es espectacular y recuerdo la visión de hace algunos años cuando encontramos un grupo de sudamericanos procesionando a una virgen y en dirección contraria.

La parada en Hornillos ha sido estupenda, una buena ración de queso de la tierra con un trozo de empanada después de 21km sin parar aunque el tiempo nos ha acompañado hasta aquí.

De entre todos los peregrinos con los que hemos coincidido destaco el equipaje de un señor mayor que iba en bici y parecía llevar la casa a cuestas. En el camino hay un poco de todo.

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El sol nos ha dado bastante más en la última parte. Se trata de campos de cereal interminables que sólo tienen como único aliciente Arroyo Sambol. Han quitado el cartel que antes invitaba a un albergue con piscina. En realidad era un antro infecto con una balsa de agua helada en la que enfriaban las botellas de vino.

Al llegar a Sambol nos ha alcanzado nuestro peregrino de los 50km, hoy ya parece algo más discreto y se limita a las etapas normales de todo el mundo. He recorrido un trozo del camino con él y nos ha contado que paraba en Hontanas, como nosotros.

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La llegada a Hontanas es curiosa. No ves el pueblo hasta que estás encima. Después de un montón de quilómetros que se hacen eternos y un calor abrasador que te nubla los sentidos parece que no llegarás nunca.

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Sin verlo llegas a Hontanas cuando ya crees que no lo vas a lograr. El pueblo está abajo en un valle y destaca su iglesia en medio de un grupo de casas, abajo de todo la piscina.

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Nada más llegas destaca la guerra de albergues del pueblo, carteles anunciando camas y menú del peregrino. Cuando estuve aquí hace ya algunos años no había nada más que el albergue que atendían unas señoras mayores del pueblo con mucho cariño. Además daban la cena. Hoy hay tres o cuatro restaurantes y la prosperidad del pueblo se hace evidente por todas partes. Mientras escribo esto acaba de aparcar en la casa de enfrente un pedazo de Mercedes de los de cortar la respiración. Hay quien ha aprovechado bien el camino.

El albergue está bien aunque de servicios muy básicos. Mucho peregrino italiano y poca atención personalizada. Está montado sólo por el negocio y lo ves en cosas como que sólo dan cenas en turnos de 7:30 ó 8.

Mañana otra etapa larga y los pies de Isa siguen acumulando ampollas, menos mal que se lo toma con ánimo y que hace el camino contenta. Las chicas hoy merecen un 10 por actitud y por fortaleza mental, son unas auténticas caminantes a la altura de los mejores. Es un placer compartir camino aunque a cambio lo más cercano a la carne que disfruto es de la visión constante de sus pies y sus ampollas. Así es el camino.

Hoy estamos por primera vez compartiendo dormitorio con otros peregrinos, sus olores, sus ronquidos. Mientras nos duchábamos en las duchas comunes Mar y yo ha aparecido un rudo y obeso alemán que ha podido disfrutar de la visión de nuestros cuerpos casi desnudos mientras acabábamos de vestirnos. La terraza llena de las conversaciones ruidosas de los italianos, los alemanes bebiendo cerveza y los ingleses y franceses buscando comer. Arriba unos cuantos preparan en la cocina algo de pasta y calientan alguna lata de comida precocinada. Los tendederos llenos de ropa de todo tipo en la que se mezclan calzoncillos, bragas, y camisetas de todo tipo de color, diseño y deterioro. En definitiva, hoy estamos en una verdadera inmersión peregrina.

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