1ª Lisboa – Alverca do Ribatejo

Después de escribir ayer tarde junto a unas respectivas cervezas, sin alcohol claro, salimos a dar un paseo por el barrio altos contemplar las vistas de la ciudad al caer el sol. Como dos enamorados cogidos de la mano… Vimos pasar varias parejas de turistas enamorados bajo el cielo azul del mirador (mal pensados). Joseba había intentado ligar con unas turistas en la plaza del Comercio ofreciendo sus servicios como fotógrafo pero sin resultado, para variar (hay testimonio gráfico).
Esperando mesa para cenar nos tomamos un mosto verde en una tabernita muy coqueta y después de gustamos una frugal aunque selecta cena en compañía de una buena botella,de agua verde claro, mientras cogidos de la mano… Nos contemplaban los vecinos de mesa con envidia (otra vez mal pensados). Por cierto la conversación fue derivando hacia la política como sustituto obligatorio del sexo mientras los vapores del agua iban llenando nuestras cabezas.
Regresamos al hotel tras una breve parada en el bar de detrás de la estación para tomar un refrigerio sin alcohol y dormir.
Esta mañana levantados a las 7 para desayuno a las 7:30 y salir disparados para hacer la etapa porque ya hacía bastante calor y nos quedaban muchos quilómetros. La salida de Lisboa no ha sido tan fea como esperábamos y tras callejear por Alfama hemos salido por carriles paralelos al Tajo en dirección al Parque de las Naciones. Allí he os podido comprobar que no sólo en España se ha despilfarrado el dinero en proyectos faraónicos que luego quedan abandonados, véase su prima la Expo de Sevilla. Así nos va a un lado y a otro de esta vieja piel de toro, como diría mi sabio compañero Joseba después de dar cuenta de media botella de bagazo  (yo no sé lo que es pero me ha dicho que es agua sin gas típica de Portugal).
Pasado un aparcamiento el camino gira hacia la derecha para ir paralelo al río Trancao, afluente del Tajo. Un sendero de tierra se adentra por un valle caluroso al que cada vez menos le entra la brisa y que va sorteandolos núcleos de población cercanos con el único propósito de que el peregrino vaya agotando el agua y los ánimos hasta ser pasto de los buitres, es decir, no hay nada de nada en 15 quilómetros.
Joseba decía que el agua que habíamos llenado en el hotel tenía mal sabor pero llegando a Póvoa de Santa Iria y tras haber acabado con mis reservas del líquido elemento habría dado mi reino por refrescar mi boca con un trago de ese elixir.

El caso es que en un cruce con la carretera que desviaba el camino hacia la nada y después de 25 quilómetros sin para más que regar el campo con nuestros restos líquidos y cada vez menos, hemos parado a dejarnos aconsejar por la tecnología que llevamos haciendo honor a nuestra nueva denominación de wifigrinos. La alternativa era girar a la derecha abandonando la civilización para seguir una senda junto la Tajo de 4 ó 5 km hasta el fin de etapa sin agua, muertos de calor, hasta el gorro de todo y con los pies adquiriendo vida propia. La otra opción era seguir la carretera nacional unos 3 ó 4 km hasta llegar al final con la esperanza de encontrar algún lugar en el que tomar algo al atravesar Póvoa. San Google nos ha confirmado restaurante a la vista por la nacional y hacia allí hemos encaminado nuestros pasos sin dilación hasta un verdadero oasis en el camino.

Si bien es cierto que los muchos quilómetros nos han machacado, todo se ha tornado placidez junto al restaurante No sé qué de Rodizio. Se trata de un tipo de restaurante con buffet libre para las guarniciones y un plato único de variedad de carnes por 10 euros. Junto a un par de cervezas,sin alcohol por supuesto, hemos llenado un plato con los entrantes mientras nos ponían un tubo rojo por arriba y verde pálido por abajo: se trata de que cuando te has comido el primero le das la vuelta al rollo y comienza el desfile de carnes. Varios camareros comienzan a ofrecer todo tipo de carnes asadas pinchadas en un palo metálico del que van cortando lonchas. Comienza el festival con banana frita y patatas de las de verdad y así van pasando vacas,toros,bueyes, corazones y otros tipos hasta perder la cuenta. El final son unas lonchas de piña caliente deliciosa.

Con mejor ánimo que al entrar hemos afrontados los últimos tres quilómetros por carretera nacional hasta la suite que nos esperaba en Alverca do Ribatejo. Al llegar un siniestro lugar cerrado a cal y canto atendía al nombre descrito en la guía. Hemos llamado al teléfono de la puerta y un tipo. Nos ha dicho que estaba en Lisboa y que teníamos que esperar dos horas para que regresara. Tras colgarle el teléfono de bastante mala leche me ha llamado otra vez para decirme que en 15 minutos llegaba. Así ha sido y nos ha ofrecido por 30 euros una sencilla habitación con dos camas bastante incómodas y baño sencillo aunque aceptablemente limpio. Tras ducha, lavada de ropa y descanso nos hemos venido para el pueblo a tomar algo y escribir. Estamos algo alejados del centro así que tras un largo paseo hemos llegado a un bar a la sombra en el que nos hemos sentado yo a escribir y Joseba a leer el periódico portugués. Por desgracia el camarero está algo sordo y no ha entendido bien la comanda así que a mí me ha traído un agua sin gas pero con Joseba se ha equivocado y le ha traído una cerveza de casi un litro a la que se ha agarrado como si le fuera la vida con la inconfesable intención de derramarla sobre su estómago,por dentro. No he podido hacer nada por impedirlo puesto que me ha dado miedo verle sacar los dientes así que me he dispuesto a escribir y disfrutar de los gritos histéricos de una hija de… Que se ha sentado detrás y que no para de vociferar no sé que cosas sin parar (para colmo lo hace en portugués y yo no entiendo nada).
Por cierto ya le he contado a Joseba que Mar invita a sus amigos a cortar jamón en casa y Raúl os especificará en qué condiciones.
Hoy hemos hecho 31,2 km en 5:48 a 5,4 km/h. Sol de justicia, mucho asfalto y casi deshidratación.

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