Los últimos días del camino están siendo la confirmación de lo que el camino representa para nosotros. Cuando piensas que las cosas se van a complicar todo acaba saliendo rodado y, por contra, cuando crees que todo te vendrá derecho se tuerce.
El día pasado en Pontevedra fue estupendo y el final lo puso un concierto en la plaza del ayuntamiento por las fiestas de la peregrina. El concierto de Budiño y Kepa Junkera fue un verdadero goce que tuvimos la suerte de ver completo. Y lo curioso es que esa misma tarde al salir de la habitación del hotel Joseba había reconocido a Kepa que bajaba en el ascensor.
Antes del concierto habíamos ido a cenar al mismo restaurante del mediodía y picoteamos algunas cosillas tipo pulpo y demás. También dimos un paseo por las casetas de feria ya las tómbolas para deleite de Joseba que me pidió varias veces dinero para jugar unos boletos que yo le negué evidentemente, que se está volviendo muy gastoso últimamente.
Las etapas de estos últimos días Siguen siendo similares, entre lugares muy bonitos, bosques, pequeñas aldeas y carreteras secundarias. Normalmente suele ir paralelo a alguna vía del tren o carretera más importante. El terreno es abierto aunque algo quebrado y el tiempo es caluroso, aunque se puede llevar bien porque llegamos pronto a los finales.
Ayer tocaba Caldas de Reis. Al llegar miramos en la guía y nos dejamos aconsejar hasta el Hotel O Cruceiro, a las afueras algo a desmano. El aspecto era bueno y al entrar un señor muy amable nos agasajó con una cerveza reparadora invitación de la casa. Al poco rato me saca unos pinchos de tortilla y me dice que vayamos haciendo tiempo porque la señora está friendo unos pimientos, nosotros alucinábamos en color ante la perspectiva que nos venía: una habitación estupenda y limpia, buena cocina, gente amable y 45 euros con desayuno incluido.
Al ir a hacer el registro me di cuenta de que no me habían devuelto el DNI en el hotel de Pontevedra. Tras llamar varias veces acabaron confirmando que me lo enviarían a un hotel de Padrón hoy.
A partir de aquí todo fue de bien a mejor. Tras una cerveza en la plaza del pueblo nos fuimos a comer un menú sencillito al restaurante del hotel. Pero al entrar encontramos una mesa montada para unas 10 personas llena de fuentes con nécoras y cigalas. La tentación pudo con nosotros (más conmigo, todo hay que decirlo) y cambiamos la idea del menú por unos bichitos de esos con muchas patitas, pimientos, mejillones vapor, almejas y… 2 botellas de alvariño porque una se quedó corta. Mientras dábamos cuenta de tales manjares nos atendía el hijo del dueño, simpático y muy atento que al final nos ofreció unos orujos tostados para completar la sesión. Y para colmo estuvo muy bien de precio. La conclusión de todo esto fue una siesta monumental para dormir las dos botellas de vino y los orujos.
Después dimos una vuelta por Caldas para acabar cenando en el restaurante del mediodía junto a la pareja de peregrinos franceses con los que habíamos estado en Sao Roque, el día del diluvio. Sólo una botella de vino pero al final la «liamos parda» con los orujos tostados.
Resumen etapa 21: 22,66 km en 3:53 a una media de 5,8 km/h.