Acabó la noche según lo previsto con una aceptable cena en el Cossio, junto al albergue degustando diversas carnes a la parrilla y después de pelear durante un buen rato con el sistema de distribución de la salsa barbacoa (la camarera nos asustó diciendo lo picante que estaba sin conocer nuestro origen junto a la Ría del Nervión).
Al llegar al albergue la habitación se había ido completando con varios peregrinos. En la puerta un grupo de ruidosos ingleses preguntaban sobre diversas cuestiones del camino a una pareja de españoles que ofrecían su mejor inglés versión «sihablofuertehastalosaustralianosmeentenderán. Entre grito y grito fui cumpliendo con mis últimas misiones de la noche en el ipad como son jugar a los Simpson y al Candy.
Poco antes de que me dejara acunar en los brazos de Morfeo vi un par de miserables mosquitos danzando en torno a mi cama así que cogí mi huevo nuevo (el antimosquitos de chico que me regalaron mis compas de insti) y lo encendí para comprobar si realmente funcionaba.
La noche ha sido típicamente peregrina con un mal dormir y con un despertar brusco. Mi compañero de viaje ha vuelto a sorprenderme justo en el momento en el que acababa de coger el sueño después de varias interrupciones. A las 6 me ha llamado ya con la mochila en la espalda para que me pusiera en marcha.
Ha sido un despertar espesito como es normal en el primer día: difícil organizar mochila con toda la ropa mojada porque ayer no había dado tiempo a secarla. He tenido que montar un tenderete de ropa durante la ruta dado que la impresión es que iba a ser un día de bastante calor.
Etapa complicada por lo largo y por el calor. Mucho asfalto (casi todo) y pocos pueblos en los que encontrar servicios.
En Cóbreces hemos parado, como siempre, a desayunar y he descubierto con asombro que estaba para comerme un toro de los que veíamos por cualquier prado. Luego parada en Comillas para cerveza y pincho de tortilla (seguía con un agujero en el estómago).
La ruta es un constante sube-baja que nos ha acumulado un desnivel de casi 400 metros de subida. Hemos cruzado valles y aldeas e incluso un campo de golf poco antes de llegar a San Vicente de la Barquera.
Joseba ha buscado por los diferentes pueblos una tienda para comprar un cable para cargar su móvil porque el que ha traído no le carga (el móvil). Estamos como el año pasado con mi cable para el iphone aunque espero que su teléfono no sea tan delicado con el mío. Ahora se ha marchado a recorrer el pueblo para ver si lo encuentra.
Después de mucho cansancio y mucha calor hemos llegado sin grandes problemas al albergue peregrino de San Vicente. Hemos tenido que esperar un ratito a que estuviera preparado todo y hemos podido tener una primera inmersión en la experiencia peregrina de la que tanto vamos escapando y que tan poco vamos a vivir en los caminos de este año.
Para comer nos hemos ido a los restaurantes de abajo y hemos acabado degustando un verdadero arroz con bogavante regado con una botella de riveiro a un precio razonable en «El Puerto». Luego siesta peregrina entre los comentarios plurilingües a gritos de los peregrinos de todo el dormitorio. Por cierto, hemos dado cuenta de nuestro primer orujo de hierbas.
Ahora bajaremos al pueblo a recuperar líquidos y preparar las próximas etapas ya que mañana nos salimos del camino del norte y nos lanzamos a la aventura del lebaniego y vadiniense.
Resumen de la etapa 32,7 km en 6 horas y 2 minutos a una media de 4,8 y con un desnivel acumulado de 454 metros de subida. Enlace a wikiloc
orujo hierbas
16ª Reliegos-León: última etapa del camino francés
Nada destacable ayer desde que terminé de escribir. La tarde fue bajando su intensidad en el calor pero demasiado despacio. La fui ayudando con un par de cervezas y algún vinito blanco.
Revisando la etapa de León busqué alojamiento en la guía y encontré el albergue y residencia Unamuno con habitación individual con baño por 20 euros y al lado de la catedral. Millán no quiso reservar porque dice que se va a quedar en las Carvajalas a vivir una nueva noche peregrina.
El menú de la cena algo simple y después un orujo para terminar de dejar caer la tarde. Por supuesto que mis excesos en el alcohol no se ven acompañados como cuando voy caminando con Joseba ya que Millán no pasa de la coca-cola, la clara de limón o, como mucho, el tinto con casera de la comida.
En la habitación acabé de ver el capítulo de Mastechef gracias a la wifi y sobre las doce y algo a dormir.
El despertador ha sonado a las seis y por un momento pensé que no era mío extrañado por no haber sido violentamente despertado por peregrinos de a partir de las 4 de la mañana.
Hemos salido en dirección a Mansilla por el último tramo de senda con árboles para abandonar definitivamente este monótono tramo leonés. La mañana estaba algo fresca comparado con estos días atrás y nos ha hecho estos 6 quilómetros como un agradable paseo.
Al entrar a Mansilla han abierto un nuevo albergue y bar. Es un local muy aséptico, industrial y modelo turigrino de nivel. Las tostadas las tienen en la barra y te las ofrecen frías.
Millán ha encontrado por fin un cajero con el que poder recuperar su liquidez peregrina (yo le ofrecí una ayuda de urgencia que rechazó amablemente), y salimos de Mansilla por el puente del Esla por un tramo muy desagradable pegado a la carretera general con un tráfico horrible. Lo peor es que es sólo el principio de lo insoportable que es la entrada a León.
Al menos la entrada a Puente Villarente la han cambiado ya que han hecho una pasarela sobre el río y ya no hay que pasar por la carretera.
En seguida se abandona un rato la carretera y nos dirigimos en suave ascenso hasta Arcahueja donde hemos parado a tomar algo y descansar un momento. Yo he aprovechado para llenar agua,porque me había quedado sin ninguna. Un borracho de pueblo nos ha amenizado la estancia entre tirarle los tejos a la camarera y llevarse el vaso con el cubata ya vacío.
Desde aquí hay una fuerte subida que corona en un polígono industrial y ya, paralelo a la carretera llegamos hasta Puente de Castro y León.
El largo paseo por las avenidas nos ha dejado a Millán en las Carvajalas y a mi en el Unamuno.
Tras la ducha y el lavado de ropa me he dado una vuelta buscando cajero BBVA con el que preparar mi tránsito por el camino del Salvador a partir de mañana, ya que creo que no voy a encontrar muchas cosas.
Luego cerveza en el barrio húmedo haciendo tiempo y mandando mensajes a los amigos. Sobre la 13:30 ha aparecido Millán y nos hemos tomado un vino (él cerveza) y unos pimientos de padrón. Luego hemos ido a comer al restaurante La pintona, en la Plaza San Martín. Buen menú por 12 euros con sopa de lentejas y codillo asado (mejorable).
Después he regresado al Unamuno con charlas por Skipe con Mar y con Isabel, ver el capítulo de ayer de Cocinados y… Me voy al húmedo a tomar unas Cañas y cenar
Hasta mañana, gente.
Resumen de la etapa: 25,2 en 4h 56 min a 5,75 de media. Enlace en Wikiloc
9ª Briviesca-Monasterio de Rodilla: entre camiones y trenes
Una corta etapa que nos ha permitido llegar a destino antes de las 11 de la mañana. Casi todo el camino transita paralelo a la nacional I, la autopista y la vía del tren lo que hace que se convierta casi en un infierno. Para colmo de males están de obras en la N-I y el camino alternativo está sin señalizar haciendo el tramo entre Prádanos de Bureba y Castil de Peones un verdadero suplicio cuando los camiones pasan a centímetros de distancia de nosotros.
Ayer intentamos buscar alternativas para alargar un poco la etapa de hoy y hacer la de llegada a Burgos mañana algo menor pero no hubo manera ya que desde aquí hasta Burgos no queda nada, sólo el consuelo de que los 28 km que marcan las guías finalmente se reduzcan algo según parecen indicar los googlee maps que hemos consultado.
Como tampoco es que haya mucho que contar hoy comenzaré por algo que olvidé contar de la comida de ayer. Fuimos a un restaurante en el que nos habían dicho que ponían buenos chuletones, al entrar tomamos un vinito para ir haciendo boca y a las dos pasamos al restaurante. La camarera (prima hermana de alguno de la familia monster) nos ofreció la carta con los platos del menú y le pedimos la otra carta para comer carne. Sin mediar palabra al pedir la carne y el vino de carta nos retira el mantel de papel y las servilletas y ante nuestras atónitas miradas nos coloca un mantel de tela con sus respectivas servilletas. La imagen era de llamar la atención puya que todo el comedor nos veía en el centro con manteles diferentes y la plancha de la carne haciendo humo.
La cena fue en el mismo restaurante y nos acompañaba Millán, que se ha convertido en nuestro compañero de tardes y contemplador de nuestros excesos etílicos delante de su coca cola, como mucho diversificada con el vino con casera de las comidas. Un menú bastante aceptable y muy bien de precio sació nuestras urgencias y nos condujo a una plácida noche en el sencillo albergue del número siete.
Hoy estamos alojados en otro albergue muy bien equipado, limpio y cuidado, lo llevan los de la taberna del final del pueblo y está en el ambulatorio del pueblo. Está muy bien arreglado y lo cuidan y mantienen limpio. Además ofrecen en el bar menús a buen precio y tiene wifi tanto en el albergue como en el bar.
Gracias a la wifi del albergue he podido ver el final del Tour a media tarde. El resto está pasando entre alguna llamada de teléfono, un paseo por el pueblo y escribir la entrada delante de una cerveza (Millán con su coca cola). El pueblo está bastante bien, es de los que mejor se conservan y parece que vive bastante gente, la iglesia es enorme y lo cruza un arroyo canalizado que pasa por debajo de las casas.
Mañana es nuestra última etapa juntos por lo que no voy a meterme hoy con mi compañero de fatigas.
Bueno, ahora que lo pienso sí que me voy a meter. Lleva casi la mitad del camino diciendo que Olmos de Atapuerca está en lo alto de un monte y cuando hoy ha visto que al otro lado de la carretera hay un grupo de piedras amontonadas me dice ¿ves como Olmos está ahí detrás de esa montaña? Lo dicho, estos bilbaínos son lo suficientemente bestias como para levantar en peso San Mamés y girarlo 90 grados pero no es capaz de aceptar que tenga razón una vez más.
¡Qué cruz! Menos mal que le he enseñado la aplicación que llevo en el móvil del camino de Santiago y lleva toda la tarde jugando con él mientras yo escribo, así no se me emborracha.
Resumen de la etapa 21 km en 3h 28 min a 6,05 de media. Os dejo enlace en wikiloc
8ª Pancorbo-Briviesca: primer chuletón de este camino
Hoy no tengo mucho que contar. Hemos hecho aun etapa sencilla, casi llana, cortita y bastante fresca, en momentos casi rozando el frío. El trayecto transcurre todo el tiempo paralelo a la nacional I con algunos tramos bastante desagradables por el constante paso de vehículos.
Al salir hemos ido a tomar un café a un bar junto a la nacional en el que un camarero de los de «estoyhastalosmismísimosdevivir» nos ha arrojado un café con leche casi a la cara y ha discutido conmigo porque la máquina expendedora de botellas de agua no aceptaba mis monedas.
Poco después de salir hemos encontrado a nuestro nuevo compañero peregrino que se llama Millán y los tres hemos completado la etapa charlando y disfrutando en los ratos en los que el camino se alejaba del ruido de la carretera.
Hemos tomado un café sin acompañamiento en Griselaña y así, sin más hemos llegado a Briviesca entre obras que hacen casi perder la entrada y después de una absurda vuelta en Cameno.
El albergue de Briviescas es algo especial ya que están habilitando uno nuevo a la entrada del pueblo y mientras tanto está en un piso en un barrio de la ciudad. Hay que preguntar en la oficina de información y turismo en la plaza. Aunque podría parecer que es algo chungo lo cierto es que está muy bien cuidado y bastante limpio y atendido por una asociación del camino en Bureba. Sencillo, limpio y cuidado: el paraíso para un peregrino y una lección para gente como el que lleva el de Pancorbo.
Como el día parecía dar de sí hemos encaminado nuestros pasos hacia un restaurante en el que hemos disfrutado de un buen pedazo de vaca inaugurando nuestra entrada carnívora en territorio castellano. La carne ha sido regada con un aceptable «Pago de los Capellanes» y encima hemos pagado una muy aceptable cantidad.
Tras la comida Joseba se ha pegado una buena «plancha oreja» mientras yo me cabreaba escuchando cómo Contador se iba a freír buñuelos en el Tour.
Pequeña ruta turística por Briviescas y parada en el bar de la plaza para escribir mientras de gustamos algún que otro líquido amarillo-verdoso con hielo.
Si la cosa se pone muy fea siempre nos quedara ir al circo que hemos visto a la entrada del pueblo.
Resumen de la etapa: 24,2 km a 5,7 de media. Enlace a etapa en wikiloc
7ª Puebla de Arganzón-Pancorbo. La puerta de Castilla
La tarde de ayer no ido para mucho más dado que las posibilidades del pueblo pasaban por el bar del centro, el restaurante de la carretera y poco más. Al menos coincidimos con nuestro primer peregrino en este camino con el que nos fuimos a cenar después de haber dado cuenta de alguna que otra cerveza.
Dormir y callar esperando que no aparecieran los bichitos nocturnos a los que suelo evitar rociando de repelente de insectos la cama nada más llegar al albergue y luego a la hora de ir a dormir otra vez.
Esta mañana se presentaba tranquila porque nuestro objetivó era llegar a Miranda de Ebro así que nos hemos levantado a las 6:30 para desayunar en un bar que nos había dicho que abría a las 7.
La etapa se aventuraba plácida sin novedades por terreno sencillo, pistas de tierra bajo un cielo cubierto de nubes que hacia muy agradable nuestro paseo.
Pero al llegar a Armiñón se nos han encendido todas las alertas porque los indicadores nos marcaban a Miranda 5 km. menos de lo que marca la guía, eso suponía llegar en una etapa muy pequeña a Miranda con el consiguiente peligro etílico para nuestras vidas. Ante las perspectivas de otra jornada corta y teniendo en cuenta que Pancorbo está a unos 16 km de Miranda hemos empezado a meditar la idea de doblar etapa aunque eso supusiera para Joseba tener que regresar un día antes a casa y que Tere tuviera que aguantarlo antes de lo previsto y casi sin medicación paliativa de su presencia.
Hemos llegado a Miranda a las 10:30 y ya estaba claro que íbamos a seguir. Hemos parado a tomar cerveza y pincho en un bar de la plaza (el 7 nos persigue). En la barra una enorme variedad nos esperaba y yo me he decidido por unos pimientos rellenos de carne que tenían una pinta estupenda. He tenido que decidir entre picantes o no picantes decidiendo por los primeros, evidentemente. Joseba ha degustado una tortilla de chorizo para regocijo de su colesterol.
La entrada a Miranda es un horror absoluto ya que tenemos que seguir la nacional I paralela a la enorme estación de Miranda, núcleo de comunicación ferroviaria entre Castilla y el País vasco, dos de las más bonitas regiones de nuestra preciosa y extensa piel de toro. Aprovecho para decir que ya estamos en Castilla, hemos abandonado el bilingüismo y recuperamos las banderas constitucionalistas en los balcones de los ayuntamientos. Hemos dejado esa preciosa parte de nuestro país llena de verde, lluvia y gente que que prefiere que en un partido de fútbol España-Camerún ganen los segundos. En la plaza del ayuntamiento de Miranda casi se me saltan las lágrimas aunque no se muy bien si ha sido una cuestión de la emoción por ver su balcón constitucional o por el efecto del pimiento picante relleno de carne.
La etapa la hemos continuado hasta el paso de Pancorbo ante el vuelo de los buitres entre peñas y en medio de las vías,del tren, la autovía y la nacional. Salvo por el ruido de coches y trenes el trayecto es algo espectacular y viene a suponer un maravilloso colofón a nuestro periplo por tierras vascas.
Pancorbo es un pueblo grande y bonito en otro tiempo aunque destrozado entre los trenes y las carreteras, una pena que esté en tal estado de abandono ocupando un lugar privilegiado entre riscos, peñas y una naturaleza que seguro merece recorridos variados.
Estamos en un albergue que regentan los «listillos» del pueblo que también llevan el restaurante y el bar. Algo descuidado ya que es un refrito de mil cosas diversas con literas por todas partes, estamos en una habitación que fue cocina y en la que aún queda algún armario. Cobran 9 euros por persona que me parece algo desmesurado ya que los colchones dejan bastante que desear y además está sucios. Las duchas muy pequeñas y poco cómodas además de limpias, lo justo. La comida sí está bastante bien y tiene un menú por diez euros muy interesante, además tiene wifi y eso me ha permitido ver el final de la etapa del tour en mi iPad arriba, tumbado en la cama entre cerradas de ojos.
Ahora tomamos un orujo acompañados por nuestro compañero peregrino de ayer que ya ha llegado también aquí y ahora esperamos a la cena descansando de una etapa dura por los quilómetros recorridos y alegrando nos de que el tiempo nos esté resultando tan favorable.
Resumen de la etapa: 35,4 km a 5,7 de media, os dejo enlace a wikiloc.
6ª Vitoria-Puebla de Arganzón: sobre el barro
Un oasis nos acoge esta tarde entre radicales y demás fauna justo en ese espacio en el que Burgos se adentra en el territorio vascuence, el Condado de Treviño. Es un paréntesis ficticio porque la denominación de kalea sigue colocada junto a nuestra patriota «calle» de toda la vida.
Vamos por partes y retomemos el relato justo al marchar nuestros amigos de Portu, nuestro Goliat particular y su bella compañera.
Al dejarnos Maxi y Estíbaliz el agua caía como sí le hubiéramos hecho algo malo al que controla el grifo allí en lo alto. Era más que llover intentar que las barcas sustituyeran a los demás medios de transporte. Ante semejante aguacero y animados por el influjo del dios Baco, al que habíamos rendido culto un par de veces cada uno en forma de orujo de hierbas, dirigimos nuestros pasos rumbo a la catedral vieja para ver sí llegábamos a tiempo de una visita turística. El resultado fue una guarda jurado dándonos un portazo en las narices y nosotros calados hasta los huesos. Así decidimos regresar al albergue juvenil a cambiarnos de ropa y hacer algo de tiempo.
Al pasar el rato y tras una charla con la familia por Skipe, gentileza de la wifi del albergue, nos fuimos dispuestos a cenar algo ligero to en forma de pincho acompañado de alguna que otra copa de txacolí y así además escribir mi entrada del día.
Nuestros pasos se dirigieron hasta el 7, tal y como os conté ayer y mientras yo escribía y Joseba leía el periódico y le miraba el escote a la amable mesonera una pareja detrás de nosotros manifestaba su pasión en forma de magreo descarado con «pillateta» incluido.
A medida que la tarde avanzaba iban cayendo los txikitos (o los grandecitos) con unas patatas bravas por aquí, una tortilla de hongos por allí, y algún piropo que otro a la amable camarera que venía a limpiarnos la mesa más de lo habitual encandilada por nuestros encantos.
Después de un buen rato y de haber degustado verdaderas delicias Joseba se acercó a la barra a pagar: 12 euros con propina incluida. Es evidente que mientras salíamos del lugar y digeríamos lo ocurrido pudimos entrever que aquello había sido más barato de lo normal o que la mesonera nos proponía algún negocio. Tras cinco minutos esperando consideramos que de mesonera nada y que todo debía ser un error en la cuenta.
Con la alegría de lo barato decidimos celebrarlo con unas nuevas rondas en otro bar de tendencia radical pero de vino amigable y pinchos saciadores.
Con la noche ya avanzada regresamos al albergue entre la alegría del ahorro de la cena y la complicidad alcohólica (Joseba iba mucho peor que yo, como es evidente). Él se puso a dormirla y yo me metí en la cama a ver el documental de canal plus de la mentira de Amstrong mientras me comía el paquete de pipas que habíamos comprado el día anterior.
A las 6:30 ha sonado el despertador y hemos completado nuestro ritual diario hasta llevar la mochila sobre nuestros hombros. Hemos desayunado en un bar del centro y nos hemos puesto en ruta intentando salir de Vitoria entre parques, avenidas y coches.
La etapa de hoy ha sido corta y sencilla. La lluvia ha estado amenazando todo el día aunque no ha llegado a descargar. El camino de salida ha sido muy fácil hasta Subijana, luego subida muy embarrada que ha hecho el camino duro y resbaladizo. Al menos va entre bosque y por un ratito hemos abandonado la sensación de cereal y llanura.
Sin mayores dificultades hemos llegado a Puebla de Arganzón, pequeño pueblecito junto a la antigua nacional 1 con los servicios básicos y poco más. El albergue está muy descuidado y sucio aunque no es muy viejo, parece que no está atendido y que acumula demasiada suciedad que podría ser mayor si por aquí pasarán muchos peregrinos.
Hemos ido a comer a un asador al otro lado de la carretera nacional, «La legua», con un menú bastante aceptable. El resto de la tarde orujos con hielo, saludos a un peregrino que ha llegado y escritura de blog. También he podido ver el final del Tour en mi iPad gracias a la wifi del bar.
Las expectativas que se presentan son: cerveza en el bar del pueblo, vino de aperitivo y cena en el asador para regresar al albergue a dormir la moña esperemos que sin la compañía de bichitos nocturnos. Mañana os cuento.
Resumen de la etapa 19,4 km a 5,2 de media. Os dejo el enlace a wikiloc
5ª Salvatierra-Vitoria: con los amigos del camino
De esta etapa podemos señalar varias cosas interesantes a la par que enriquecedoras en nuestra ruta. Vitoria era el punto de encuentro previsto con nuestros amigos peregrinos Maxi (Goliat de Portu) y Estíbaliz, su sufrida compañera de fatigas.
Desgraciadamente el paisaje ha cambiado definitivamente y hemos dejado los maravillosos bosques de hoja caduca para adentrarnos en un mar llano de cereal. Nuestro camino se hace plano y algo aburrido recorriendo pistas asfaltadas que comunican pequeños pueblecitos con iglesia y poco más.
Además nos acompaña la lluvia sin descanso. Es cierto que está mañana las previsiones de tiempo.es se han ido cumpliendo y hemos ido salvando la lluvia hasta llegar a Vitoria salvó algunas pequeñas gotas que nos han obligado a poner en chubasquero. Pero el diluvio ha caído, según lo previsto, a partir de las 3. También es verdad que para esa hora los efectos amortiguadores del alcohol han suavizado mucho el impacto del agua, sobre todo a partir del segundo orujo de hierbas con hielo.
Hemos comido estupendamente en el bar el 7, en la calle cuchillería porque nos han aconsejado el lugar una pareja que Maxi ha encontrado por la calle. Pero lo cierto es que nosotros ya conocíamos el sitio, ahora os cuento.
Para llegar hasta aquí tuvimos que hacer frente anoche a uno de esos momentos «especiales» del camino. Habíamos decidido cenar en el albergue comprando algunas cosas en el súper. A la entrada encontramos una máquina expendedora de leche fresca y decidimos usarla para proveer nuestro desayuno matinal. En el súper compramos nuestros berberechos, tomates, espárragos (chinos), jamón York, bonito para Joseba y un par de botellines de cerveza (Alhambra 1925). Tras poner cara de buena persona desesperada logré que nos regalaran algo de azúcar para el café con leche y también añadimos unas galletas a precio de saldo.
En el albergue encontramos a una peregrina que había llegado hacia un rato y que salió al poco rato hasta regresar sobre las 9, ducha rápida y a dormir. Nosotros nos pusimos a cenar y a disfrutar del concierto. Resulta que el albergue está junto a un campo de fútbol que además debe ser centro social o algo así. Tienen un bareto en el que varios lugareños se habían juntado y disfrutaban de la típica fiesta «metomounascopasypongomusicapachanga». Hasta ese momento todo parecía normal hasta que Joseba me avisa de que uno de los festivos trae un altavoz enorme. A partir de ese momento los acontecimientos se precipitaron entre sevillanas, música del Fari y demás españoladas tipo «tengotalcogorzaquemedalomismoloquepongan». Resultaba curioso escuchar el «torito bravo», «amigos para siempre» y similares en zona Komantxe tan alejada del reino de Felipe «uve palito». Asombrado de tales manifestaciones de fervor etílico patrio en tierra hostil acompañamos nuestros cansados cuerpos hasta la litera esperando un fin de fiesta a la altura del momento bailando los lugareños «pakito el txokolatero» en plan provincias vascongadas.
La verdad es que Morfeo vino a visitarnos antes de llegar al clímax festivo y nos hemos quedado sin saber si el fin de fiesta estuvo a la altura del proceso.
Esta mañana hemos despertado ante la amenaza de nada para tomar en 28 km y lluvia a partir de las 9. A la hora marcada hemos puesto al aire nuestros chubasqueros pero los cielos han sido generosos con nuestro camino y nos han evitado el diluvio que parecía llegar en cualquier momento.
Después de 5 horas de ruta sin parar hemos llegado a Vitoria con idea de tomar una cerveza y un pincho antes de llegar al albergue. Aquí comienza nuestra historia con el 7. Hemos visto un bar abierto y hemos entrado para disfrutar de una regeneradora cerveza y un pincho de tortilla especial consistente en una tortilla rodeada de todo tipo de maravillosos productos de consumo que han hecho que rápidamente recuperáramos el tono muscular y alcohólico mientras en la tele daban rienda suelta al chuponas o pamplonica: era «el 7».
El siete ha sido lugar reparador tras el camino, punto de reencuentro gastronómico con Maxi y Estíbaliz y ahora se convertirá en lugar de cena «algo sencillito».
La tarde ha pasado contando aventuras y anécdotas del camino los cuatro entre adelantamientos de Fernando Alonso y ha acabado con más orujos de los recomendables, aunque no tantos como demasiados.
Ahora escribo en «el 7» sobre una etapa bajo la lluvia, pero menos, recordando a nuestros amigos que ya se han marchado y mientras en la calle diluvia hasta las 3 de la mañana, según nos asegura tiempo.es.
Estamos como cuando el sobrino de Noé le dijo a su tío: «no te preocupes, que esto son cuatro gotas».
Resumen de la etapa: 27,8 km a 5,56 de media en 5 horas. Os dejo enlace en wikiloc
Fin del camino
Por fin tengo un rato tranquilo para poder escribir sobre el final de nuestra aventura. Tenéis que entender que desde la llegada a casa han sido muchas las obligaciones a las que hemos tenido que atender tras haber dejado «abandonadas» a nuestras familias por tan largo período de tiempo. Eran muchas las ganas por el reencuentro y hasta que las aguas no han vuelto a su cauce no hemos tenido oportunidad de reflexionar sobre el final de la aventura.
La última etapa nos llevaba desde Padrón a Santiago y nos dispusimos a hacerla a buen ritmo porque sabíamos que íbamos a estar poco tiempo en Santiago y teníamos mucho por hacer. A las 6:45 nos levantamos con la mañana aún oscura y además nublada. Las calles de Padrón estaban sin luces, imagino que debe ser o bien cuestión de la crisis o de estampar peregrinos contra las paredes. El único bar abierto era el que está junto al puerto que un señor «peculiar» nos había ofrecido la tarde anterior para el desayuno. Así fue, café, tostadas, anécdotas, escribir en el libro del bar, foto de recuerdo que nos hizo y salida a toda máquina.
La etapa está muy mal señalizada en algunos tramos y eso nos hizo incluso perdernos para cabreo de ambos. Para colmo la pérdida fue en un tramo que va paralelo a una carretera nacional llena de tráfico, ruido y escaso arcén.
La entrada a Santiago acaba dando un tremendo rodeo de esos que ves que te añaden un par de quilómetros «gratis» al final de la etapa. Es la entrada más fea de las que hemos hecho a Santiago y encima no paras de bajar y subir en todo el camino. Para colmo de males a mi querido compañero le entraron las prisas y después de una pequeña parada técnica para descargar líquido me encontré cada vez más lejos puesto que decidió llegar el primero. Decidí dejarle engañarse y no le llamé por el móvil para decirle que por mucho que corriera seguro que ya habrían llegado algunos peregrinos a Santiago antes que él. El resultado fue que yo iba a 6 km/h de media y cada vez lo tenía más lejos. Le vi intentar entrar a un Mercadona a comprar las cremas (cuestión privada) pero como había corrido tanto aún estaba sin inaugurar. Al cruzar una vía de ferrocarril y verlo ya al otro lado comencé a tirarle piedras y a proferir todo tipo de maldiciones para regocijo del repartidor de pan que estaba a mi lado en el camino con su furgoneta.
Y llegamos finalmente a Santiago pero todo fue muy deprisa a partir de ese momento. Llegamos a la Plaza del Obradoiro, nos abrazamos y yo le pedí un beso en los labios tal y como hacían las parejas alrededor nuestro a lo que él se negó bruscamente (cuando se me pasó la euforia inicial se lo agradecí). De la plaza nos fuimos directamente a la oficina de atención al peregrino para gestionar lo de la Compostela y tuvimos la suerte de arreglarlo todo en unos 20 minutos. Luego nos fuimos al mercado a Saludar a mi amigo José y su mujer. Se trata de unos amigos a los que conocimos hace ya algunos años y que son nuestros proveedores de ternera gallega así como informadores de todo lo que se mueve en Santiago ya que José conoce a todo el mundo y se maneja por todas partes. Tras besos y abrazos y saludos reiterados quedamos para el día siguiente para coger las cosas y nos invitó a un vino, o dos, en una tasca cercana.
A la 1 nos fuimos al Hostal La Salle donde teníamos reservada habitación. Ducha y corriendo a comernos un arroz con bogavante a O Fornos, para mantener la tradición. Allí coincidimos con un grupo de peregrinos con los que intercambiamos algunas charlas mientras degustábamos algún que otro orujito de hierbas.
Sobre las 4 nos fuimos directamente de compras: joyas Joseba (que os cuente él) y yo orujo en As Monxas, tarta de Santiago en la calle Rua da Algalia de arriba (una panadería escondida que tiene las mejores tartas Ancano caja azul) y visita a tienda de Sargadelos para deleitarnos la vista con las maravilla de allí y comprar un juego de ribeiro para la casa de Oria porque enfría el vino de una forma increíble, comprobado. No nos faltó una paradita en el Casino para reponer líquidos.
Sobre las 6 nos fuimos a la estación de autobuses para subir a Lavacolla a recoger los coches alquilados y allí comenzó una aventura de terror prevista: el precio fijado por goldcar en la reserva me lo incrementaban en 100 euros porque iba a dejar el coche en otro lugar distinto, encima me cobraban el depósito de gasóil a 100 euros más y así de los 82 euros iniciales pasó acostar la broma más de 300 euros. Joseba les dijo directamente que se metieran el coche por la zona trasera en la que tienen algo de espacio y yo acepté ya que no tenía otra alternativa a esas alturas y sabía que ni había coches en otras compañías ni eran más baratos.
Pasado el cabreo nos bajamos en mi coche de alquiler y Joseba se fue a la estación a sacar el billete de autobús para el día siguiente, salía a las 8:30 y se pasaba todo el día recorriendo el norte de España.
Después de todo este lío por fin nos dispusimos a sentarnos tranquilamente a cenar y despedirnos del camino como es debido. La elección fue, por supuesto el Entrerruas. Vinito, pimientos, pulpo, caldo…, lo de siempre.
Tras una cena tranquila y agradable encaminamos nuestros cansados cuerpos hacia el último lugar típico de nuestro camino: Momo. Una copa y a dormir que estábamos cansados.
El resto es fácil imaginarlo. La mañana amaneció de camino (a las 5 y pico). Joseba estaba preparado para marchar desde ese instante con su mochila a la espalda (yo creo que por eso dijo que había dormido tan mal). Desayuno rápido y despedida de estos dos viejos amigos caminantes que esperan hacer pronto otra de estas.
Yo me fui hacia el mercado a comprar el resto de productos con la ayuda de José y su mujer: ternera gallega maravillosa de su carnicería, algo de marisco, pimientos de padrón de los que las señoras seleccionan magistralmente entre los que pican y los que no, y un buen trozo de empañada gallega que luego me sirvió de comida (pasas y bacalao).
Tras 10 horas de coche casi sin parar y meter la pata en Madrid (acabé pasando por la M-40 por un error tonto al coger la radial), llegué a casa sobre las 7:30. Joseba llegó algo más tarde a su casa ambos sin novedad, para tranquilidad de familias (la tranquilidad les duró sólo unas horas) y para tristeza de todos aquellos que habéis seguido nuestras aventuras a lo largo de estos días.
Muchas gracias a mi querido compañero por aguantarme (el placer ha sido mutuo), cada vez que hago un camino con Joseba pienso que el próximo será aún mejor. Ahora nos esperan unos meses duros hasta el próximo camino aunque allá por enero empezaremos con la preparación de nuestras próximas aventuras. Queda pendiente esa ruta por Italia que caerá tarde o temprano y yo me quedo con la idea de repetir el portugués el próximo año.
Muchas gracias también a los que nos habéis seguido en todo este tiempo que habéis sido muchos, hemos recibido más de 100 visitas muchos días. Espero no haberos cansado mucho con nuestras historias y recordad: todo esto es fruto de mi delirante imaginación, por supuesto que no es nada real y en este blog no se describen personas sino personajes.
Un abrazo y, hasta pronto
Resumen de la etapa: 25,23 km en 4:13 a una media de 6 km/h
Pimientos de padrón, pulpo a feira y alvariño
Con esta dieta creo que he sobrevivido varios caminos ya en Galicia y este no parece que vaya a ser una excepción. Joseba me mira con cierta resignación cada vez que llegamos a cualquier lugar y, tras pedir la carta añado, ¿Tienen pimientos para freír una racióncita mientras llega la comida? Lo siguiente es esperar a quién de los dos será el primero al que le toque el que pica mientras el otro tiembla pensando que será el siguiente.
Todo este preámbulo lo que viene a decir es que hemos llegado a Galicia, atrás ha quedado el vinho verde, el bagazo y las sopas de verduras para acabar la comida. Han sido unos días estupendos que hemos aprovechado al máximo y de los que nos quedan recuerdos y momentos precisos que nos hacen plantearnos una vuelta a no muy largo plazo por estas tierras quizás ya cada uno por nuestra cuenta. Nuestra próxima aventura creo que se desarrollará por tierras Italianas, pero para eso faltan algunos años aún, ya hablaremos.
Estar en Galicia tiene también su parte negativa: los peregrinos van saliendo de todas partes como el musgo a las piedras, por poner una imagen algo más suave a la realidad. Los peregrinos que encuentras son de todos los tipos aunque abunda, sobre todo el «yovoydeperegrinoporqueenelalberguemecomounosespaguetisconlacuchipandi» es decir, se van agrupando por afinidades, por grado de lavarse, por número de vinos que te bebes antes de los orujos, y por el tema de quién acabará en la cama con quién. Nosotros hace mucho tiempo que dejamos ese tipo de drogas y eso nos hace mantenernos muy desconectados del ambiente «peregrino» en general. Es cierto que de vez en cuando encuentras gente normal, majos, divertidos y con ganas de pasar un buen rato sin complicaciones.
Vayamos por partes, es día de ayer nos sorprendió con un maravilloso sol cuando pensábamos que íbamos a tener que usar barca para salir. Desayunamos con dos parejas de peregrinos que estaban también alojados allí, una francesa y otra española. Ya habíamos cenado con los franceses porque los españoles son algo más reservados aunque por la mañana hemos estado en buen ambiente y yo,para variar, he gastado alguna broma y contado alguna historia.
Un camino maravilloso que hace honor a la despedida de Portugal nos llevó hasta Valença do Minho, preciosa ciudad amurallada que es el contrapunto perfecto a la española Tui. Una pequeña ascensión y un brusco descenso nos ha llevado entre alegría y la conexión a telefonía española hasta nuestro destino final portugués.
Un paseo breve dentro de las murallas entre turistas españoles mayoritarios nos ha dejado la sensación de que Valença merece ser final de etapa en otra ocasión. La anécdota la han ofrecido dos señoronas españolas sentadas en la mesa junto a nosotros porque han pedido una tapa de pulpo ya otra de bacalao y al traerlas le han dicho al camarero que no las querían poque eran muy grandes (y caras). El camarero se ha marchado bramando en portugués y al verme detrás para pagarle se me ha escapado en mi mejor castellano un «es que son españolas, qué esperabas. El comentario ha supuesto el despiporre general de todo el personal y ha roto la situación.
Lo demás ha sido llegar a Tui, ciudad desierta a esas horas hasta el hostal que hemos reservado y que se encuentra en la salida de la ciudad. Lugar sencillo pero limpio. Nada más llegar el tiempo ha cambiado y ha comenzado a diluviar. Nosotros ducho, ropa y comida, por fin Gallega. Lástima que no había pimientos pero sí hemos dado cuenta del primer pulpo a feira, una merluza de pincho a la gallega y un orujito de hierbas con hielo para el desengrase. Hemos comido muy bien y la gente es muy amable.
Tras un breve paso por la habi junto a varias jugadas de apalabrados y disfrutando por fin de mi whatsapp recuperado, hemos salido a ver la catedral y todo lo demás. Allí había un cartel prohibiendo hacer fotos que yo, por supuesto, me he pasado por el forro porque pago la restauración de este tipo de edificios con mis impuestos.
Después las calles se han ido llenando porque había procesión, cientos de personas alumbraban una pequeña imagen de un Santiago que ha recorrido la ciudad al compás de una bande de gaitas y otra de música.
La noche ha sido una agradable cena en un mesón junto al albergue privado subiendo la cuesta que viene de la playa fluvial, un verdadero espectáculo al atardecer frente al Miño y con Portugal enfrente.
Hemos amenizado los pimientos correspondientes (dos platos para recuperarle mediodía) con dos botellines de un vinito gallego del terreno muy suavecito. Una tapita de oreja y una brocheta maxi de ternera, pimientos rojos y más. Contentos y tras charlar amigablemente con la mesonera del local hemos encaminado nuestros pasos hacia la cama con mayor alegría de lo habitual, imagino que por lo agradable de la noche y por el sentimiento de patria que a ambos nos embarga, a Joseba sobre todo después de haber recuperado como español a su teléfono que había decidido independizarse y seguir siendo portugués.
Noche plácida y fresquita que nos ha levantado para un camino completamente gallego por un terreno bastante bonito en la primera parte pero que luego atraviesa varios polígonos industriales de la cercana Vigo.
Al llegar hemos entrado en el albergue de peregrinos pero una marea de turigrinos abarrotaba sus instalaciones. Ante tal situación hemos buscado alternativa en forma de albergue privado al que habíamos visto anunciado en la carretera. Al llegar no había nadie y hemos llamado al tf que aparecía y un señor me ha dicho que nos instaláramos que ya aparecería. Sitio sencillo, básico, elemental y poco cuidado aunque con lo mínimo confortable. Ducha, lavar ropa y buscar restaurante para comer.
Un mesón muy aceptable nos ha ofrecido un menú por 10 euros al que no le ha faltado el añadido de unos pimientos y dos orujos al final. Esta noche promete ser lugar de tapeo para nuestros agradecidos estómagos. Luego siesta y espera para ver si venía el del albergue, nada de nada.
Al final hemos ido a dar un paseo hasta la ría observando los espectaculares puentes metálicos para el tren y una parte de la Ría de Vigo. Redondela es una ciudad agradable llena de rincones bonitos, plazas llenas de terrazas y callejas. En una de esas terrazas es donde ahora escribo mientras Joseba ha ido a pagar el albergue y pedir licencia para ir a dormir algo después,de las 10, según reza en un cartel a la entrada.
Resumen etapa 18: 22,9 km en 5:33 a una media de 4,1 km/h, porque dejé conectado el GPS durante el paseo por Valença.
Etapa 19: 32,29 en 5:19 a una media de 6,0 km/h gracias a que mi querido compañero ha decidido que nos dejemos los pies tirados por la cuneta,antes de llegar a Santiago.