Como no nos están pasando demasiadas cosas estos días, salvando los ligues septuagenarios (o más) de mi compañera y las múltiples canacas con las que regodeáramos nuestros sedientos cuerpos, voy a comenzar contando la última idea que se le ha ocurrido a mi pareja de camino. Desde hace tiempo le viene rondando la idea por la mente pero ha sido este año en Portugal donde se le ha convertido en obsesión. Cada vez que vamos por el camino y pasamos junto a un huerto, y puedo asegurar que son unas docenas de veces cada día, ella suelta siempre ineludiblemente el siguiente comentario: ohhhhhh, un huerto… ¿Por qué no me plantas uno en Oria?
Claro, yo las primeras veces lo tomaba a broma, solía hacer comentarios jocosos e intentaba razonarle que un huerto requiere mucha dedicación, mucho trabajo. Le comentaba que hay que regarlo, mover la tierra, cuidar las plagas. Pero ella insistía: ¡mira que calabacines! ¡Qué delicia de pepinos! Definitivamente yo quiero un huerto en Oria.
Por supuesto después de hacer el comentario varias veces al día el tono y el modo de mi respuesta ha ido cambiando hacia hortalizas más sórdidas y más de una vez he acabado mandándola a que se busque a alguien que le vaya a regar el huerto. El caso es que no hay manera y no descarto la posibilidad de acabar plantando unas tomateras en maceteros para colocarlos en las terrazas de la casa de Oria.
Eso y que después de cada comida su camiseta necesita un repaso por el lavabo para recuperarla de las manchas que ha ido recogiendo hacen mi camino mucho más entretenido y me hace recordar esos otros momentos entrañables con mi otro compañero de caminos en los que le pongo a parir su nacionalismo mientras él me echa en cara mi centralismo pepero, o peor.
He sustituido el llevar a Joseba siempre por delante diciendo ¡venga, Juanillo, que esto es una tachuela para alguien de Bilbao! Por llevar siempre detrás a Mar con la cantinela de los huertos.
Bueno, la cena de anoche fue estupenda, en el mismo restaurante del medio día, yo pedí una picanha (carne asada al estilo brasileño) y Mar se decantó por la ensalada de atún que tanta envidia le había dado. Descartamos la idea del pollo asado a pesar del buen olor que desprendía el puesto que hay cerca del Residencial en el que dormimos.
La noche ha sido cálida pero aceptable y sin mosquitos. A las 6 nos hemos levantado y hemos salido desayunando lo que compramos ayer en la pastelería a media tarde (una magdalena y un croissant)
La etapa eran 20 quilómetros sencillos, sin casi desnivel y por pequeños núcleos urbanos. Casi todo asfalto sorteando carreteras y autopistas que van hacia Coimbra. Hemos tomado un café al salir de Conímbriga y ya no hemos parado hasta el final.
En la terraza que hay justo pasado el puente en Coimbra hemos parado y Mar ha realizado las gestiones para buscar habitación en el residencial que hay allí mismo Residencial Larbelo
He dejado que ella hiciera todo el trámite al ver la edad del recepcionista y el éxito de mi compañera ante tales retos. Después de media hora de negociación mientras yo degustaba dos cervezas ha conseguido una estupenda habitación interior, fresquita, con aire acondicionado y wifi por 35 euros.
Ducha, lavado de ropa y a comernos el arroz con marisco reglamentario junto a varias mesas de turistas españoles que se dedicaban a devolver platos de comida por múltiples situaciones, para vergüenza patria. Ha resultado especialmente conmovedor ver a un señor solo comiendo en una mesa delante de nosotros e intentando pegar la hebra con los vecinos de mesa, una pareja de alemán y ucraniana (al menos eso han dicho). El señor resulta que es vasco que emigró de pequeño con su madre a Uruguay y ahora viene a visitar España pero ha pasado por Portugal (como podéis comprobar es que la comida no daba para mucho más y los dos andábamos pendientes de las conversaciones vecinas entre plato y plato de arroz.
Después siesta más larga de lo deseado, hablar con mi hija por FaceTime (creo que sólo tenemos una, de la otra no se sabe, no contesta) un paseo turístico que nos ha llevado al restaurante en el que pasamos una velada romántica hace 20 años a la orilla del río y que tuvo consecuencias para toda la vida (en forma de receptora de videoconfencia).
Sigue haciendo calor, pero menos y las ampollas de Mar evolucionan favorablemente, como algunos de sus alumnos.
arroz
Muchos quilómetros, mucho asfalto,mucho calor
De la noche pasada mejor no decir demasiado. El olor a fritanga que sube desde las cocinas del restaurante hace muy desagradable el ascenso y descenso por las escaleras así como el tránsito por los pasillos por las zonas en las que no hay una caja de madera que impide el paso. Al acostarnos y mientras yo me organizaba para leer un rato el grupo de peregrinos a Fátima se puso a hablar a gritos delante de nuestra habitación, de repente Joseba lanzó un grito de silencio que me dejó a mí más mudo que a los de fuera. Bajaron el tono pero mantuvieron la conversación un buen rato. Cinco minutos después Joseba roncaba a pierna suelta mientras yo vencía un nuevo juego de apalabrados y acababa las últimas páginas del volumen I de Juego de tronos y escuchaba a Mariza.
Como a las dos de la mañana nos despertaron las voces de gente que llegaba al hotel con bastante poco cuidado. El resultado ha sido una noche de pesadilla añadido que desde las 5 tenía ganas de ir al servicio y por no salir fuera de la habitación he esperado al despertador.
Resumir la etapa de hoy es sencillo: 38 quilómetros por terreno sube y baja casi todo el rato por carretera y bajo un sol abrasador a partir de las 9 de la mañana. Y eso que al principio parecía que el camino nos iba a dar un respiro cuando salimos de la casa de los horrores y vimos la mañana cubierta por una espesa niebla y además el camino comenzó llevando nuestros pasos por terreno de tierra entre eucaliptos.
Hoy la etapa no nos lo iba a poner fácil y ha añadido constantes tramos de fuerte subida, rodeos absurdos para llegar al mismo sitio y mala señalización que nos ha hecho dudar en muchas ocasiones y depender más de la cuenta del GPS del iPhone.
Al menos el desayuno ha sido el previsto, a unos 11 km de la salida y de primera calidad. Parece que le vamos pillando el truco también a esto y hemos comprobado que en las padarias se desayuna bien con buen café tostadas de bollos recién hechos con mantequilla y pasteles o magdalenas muy ricas.
Al salir del bar yo quería ir a ver la iglesia pero hemos tomado el camino directo así que nos hemos tenido que desviar algunos metros ante mi insistencia y la amenaza de Joseba de recordar este paseo si sus pies al final de la etapa pagaban este rodeo en forma de ampollas.
Pocas más anécdotas hasta cruzar Oliveira de Azemeis y Sao Joao de Madeira. Son dos enormes poblaciones que hacen que durante gran número de quilómetros las casas no desaparezcan del todo por urbanizaciones y polígonos que hacen ascender y descender el camino para castigo de nuestros cuerpos.
En Sao Joao hemos hecho parada técnica de cerveza y recarga de agua fresca puesto que yo había agotado la mía al entrar en la ciudad y Joseba también iba muy justo. La travesía la hemos hecho por un camino diferente al track ya que mi querido compañero ha decidido poner el turbo y sin mirar flechas ni señales se ha tirado adelante llevándome con la lengua fuera todo el rato. Al final he tenido que preguntar porque no sabía ni dónde andaba y yo ya estaba bastante retrasado.
Tras la parada la última parte de la etapa ha sido lo más cercano al infierno que puede ser el camino, un calor insoportable que nos hacía sudar por lugares en los que yo pensaba que ni había glándulas sudoríparas, asfalto todo el tiempo que destrozaban nuestros ya machacados pies y junto a la carretera nacional pasando constantemente camiones, coches y demás haciendo un ruido terrible y que pasaban rozándolos. Al menos había una acera por la que transitar que nos protegía algo.
Casi al borde del colapso no hemos alcanzado a ver el hotel hasta casi el momento en el que ya estábamos allí. Se trata del hotel Pedra Bela en Malaposta, ciudad definida en la guía como «localidad de servicios en la N-1 que cruzamos por el arcén», es decir nada. El hotel es bonito y tiene delante un restaurante-marisquería. Nada más dejar las mochilas nos hemos ido a dar cuenta de un arroz con marisco estupendo regado con un vinho verde muy adecuado para la situación. De aperitivo una ensalada de pulpo estupenda de la que hemos dado cumplida cuenta delante de unas cervezas bien fresquitas. Después ducha, lavar ropa y mini siesta que yo he disfrutado mientras Joseba hacía zaping para no quedarse dormido.
Feo detalle el del hotel de cobrar 2,5 euros por un día de servicio wifi que además sólo sirve para un aparato y para colmo de males tienen en bar cerrado por lo que nos hemos tenido que venir a un bar enfrente en el que estoy pasando un calor que me hace recordar la etapa de hoy. Las perspectivas son, varias cervezas más en el hotel, si nos abre el camarero que se había ido a tomar algo, y cena en el restaurante en el que nadan los bueyes de mar entre bogavantes y otras delicias de mar a las que veremos de paso porque no creo que esta noche tengamos ganas de mucho tute para la cena después de lo cansados que vamos.
Resumen de la etapa: 37,73 km en 6:31 horas a una media de 5,8 km/h con sol de justicia, asfalto y carretera nacional.
Por cierto, he descubierto nuevas propiedades de la aplicación Maps 3D: puedes seleccionar llegada para saber los km que faltan y tiene un desplegable de datos que te da mucha información similar a un GPS de mano tipo Garmin. Cada día me gusta más y merece la pena comprarla para este tipo de actividad.
12 Albergaria Malaposta
EveryTrail – Find trail maps for California and beyond
Coimbra, a la universidad a pie
Pasó la tarde ayer sin pena ni gloria entre la música insoportable del pseudo circo de la plaza y las lascivas miradas de mi compañero a una parroquiana de muy buen ver ataviada de una envoltura color blanco que dejaba poco a la imaginación y que debió consumir poca tela cuando se diseñó.
Poco más de interés salvo los esfuerzos de la camarera por no dejar al descubierto sus senos con constantes manos sobre el escote generoso, esfuerzo vano dada la carencia sustancial de dichos atributos. Lo dicho, que como no había nada nos dedicamos a contemplar el panorama.
La cena consistió en una sopa para mí, menuda novedad, y cordero muy bueno; Joseba tomó un bacalao de la casa que tenía mejor pinta que la vecina de la mesa de enfrente, la compañera del vestido blanco.
Y sin más a la habitación, mi compañero a planchar la oreja mientras yo perdía al apalabrados con un nuevo rival que me ha salido en el camino, a pesar de tener los dos comodines desde el principio, y al que había ya dado buenas palizas en esta primera semana. Luego un buen ratito de juego de tronos mientras van cargándose hasta al apuntador. He de reconocer que el libro está muy bien escrito y es muy fiel a la película.
A las 6 en pie aunque desde las cuatro y pico ya dábamos vueltas en la cama. Una etapa fácil con un tiempo agradable y por un entorno precioso siempre entre bosques de encinas, algún pino y demasiados eucaliptos.
Aunque hoy era domingo y las expectativas de un café de la moral se nos antojaban lejanas nuestra suerte nos ha llevado a un local mejor de apariencia que de resultados. Una señora de edad indescriptible y con unas mallas blancas que dejaban demasiado poco a la imaginación nos ha servido unos cafés con apariencia de cariño del que se compra. Joseba se ha pedido un donut para acompañar a su medicación, esa que le deja como efectos secundarios una incapacidad a reaccionar a los estímulos del placer carnal, y sin mucho más hemos acompañado nuestros pasos hasta la muy noble y universitaria ciudad de Coimbra, de grato recuerdo para mí ya que su visita hace unos 20 años trajo como resultado un regalo en forma de hija.
Entre «putas ratas voladoras» hemos recorrido la ciudad casi desierta a esas horas de la mañana cuando los comercios se comenzaban a preparar para el turismo que iba a llegar.
San Google ha guiado nuestros pasos hacia un hostal de aspecto siniestro al que no hemos podido acceder porque la puerta a la que hemos llamado no se ha abierto aunque tras ella era perfectamente audible el parloteo de un loro. Ante la siniestra perspectiva del lugar hemos decidido buscar algún otro espacio en el que dejar descansar nuestros hoy no demasiado cansados cuerpos y mientras deambulábamos por un callejón una voz nos ha increpado desde la altura ofreciéndonos camas a muy buen precio.
El hostal tiene una entrada algo extraña ya que está llena de estanterías con toda clase de objetos marinos: conchas, corales y demás. Algo tan poco adecuado para una ciudad de interior como ésta da paso a un ascensor que nos conduce a un lugar limpio, agradable y sencillo en el que por 30 euros nos ofrece cama limpia, baño y wifi gratis. El amable señor nos ha facilitado incluso tendederos portátiles para colocar la ropa en la ducha ya una palangana para nuestra colada. Está claro que en este camino el hospedaje no está siendo un problema.
Luego hemos subido por las callejas de la ciudad hasta la zona de la universidad, inmersos entre turistas de todo tipo entre los que hemos vuelto a escuchar las voces de españoles por el mundo (más o menos). Tras el paseo nuestros hambrientos cuerpos han llegado hasta la plaza de comercio, antiguo circo romano, en el que hemos degustado un suculento arroz con marisco regado con abundante vino rosado del país, un par de cafés, dos bagazos, unas putas ratas voladoras y la insoportable presencia de dos mocosos de origen francés que nos han amargado la sobremesa apenas compensado por las vistas humanas que por los contornos transitaban.
Después siesta, apalabrados, ver algún vídeo de niña repelente y cerveza para escribir. La tarde tiene como objetivo completarse con un chuletón que hemos visto en el restaurante de esta mañana y que tiene una pinta estupenda, ya os contaré.
Resumen de la etapa: 20,42 en 3:47 a 5,4 km/h con mañana fresquita y nublada muy agradable para andar.
Regalo de quilómetros y arroz con marisco
Una de las cosas que más valoro de la compañía de mi amigo Joseba es lo que aprendo caminando junto a él. Es cierto que sus clases de euskera no dieron el fruto esperado porque yo no entiendo bien eso de una lengua que se habla de atrás hacia adelante, y para eso me pongo con el inglés. Pero lo que me enseña sobre vicios y demás faltas no tiene precio para alguien como yo tan dado al mundo contemplativo y la virtud, como bien sabéis aquellos que me conocéis. En este camino de penitencia él aporta esa parte de pecado que falta en mi vida cotidiana y yo le doy algo de la vida contemplativa y de acercamiento a la divinidad de la que tanto carece su mundanal existencia.
Después de la clase magistral de ayer sobre los tipos de cerveza en Portugal he llegado a la conclusión de que este no será nuestro camino de abstinencia previsto y he decidido acompañarlo en tan sórdido vicio por aquello de que no se pierda sólo. Así apuramos nuestras garrafas mientras yo escribía la entrada y él contemplaba el paisaje en forma de un fornido tipo que había junto a nuestra mesa y al que él atribuyó el oficio de guardaespaldas de un tipo que pelaba la pava en otra mesa cual teoría al estilo Mar (ella sabe a qué me refiero).
Lo del tema de la cena fue algo más complicado. Seguimos teniendo problemas con el tema de restaurantes en Portugal, no le pillamos el truco. O todo está siempre cerrado o nosotros no encontramos los lugares por pura mala suerte. El caso es que después de muchas vueltas por todo Santarem acabamos en un restaurante de la zona centro sin mucha variedad,no mucha calidad y clientela más bien básica. Tras una sopa de varias cosas poco definidas y garbanzos para mí y medio escalope que no,lo era, para los dos, nos fuimos con fresquito más que razonable en dirección al hotel. Al llegar recogimos las ropas del tendedero y Joseba se lanzó directamente contra la almohada mientras una jauría de perros ladraban bajo la ventana como presagio de una noche movida. Yo me puse a leer los comentarios del blog de nuestros seguidores más entusiastas y poco a poco la noche se nos fue hacia el espacio de los sueños, que las pesadillas ya las tenemos por la mañana bajo el sol.
El día nos ha amanecido a las seis aunque desde el principio hemos visto que todo se iría complicando. Yo me he retrasado más de la cuenta y hemos salido media hora después. En la recepción nos esperaba para la despedida un siniestro personaje al estilo de toda la familia del hotel , lento y denso.
Para comenzar nos hemos equivocado de camino porque en lugar de seguir las indicaciones de la guía y las flechas amarillas que nos llevaban hacia las puertas del sol, hemos seguido las del camino de Fátima, como había ocurrido en los días anteriores. Parece ser que en Santarem ambos caminos, Fátima y Santiago se separan pero lo hacen sin decirle nada a peregrinos que como nosotros nos hemos chupado dos km extra de regalo por esta tontería.
Además de esto el camino también nos ha regalado un par de kw más extras que no vienen en la guía hasta completar los 34 de hoy.
De Santarem se sale por un sendero que baja en picado desde el parque frente a las puertas del Sol y que está muy mal indicado hasta habernos hecho equivocar dos veces. Un caminito poco practicado y peligroso nos baja directamente hasta la zona de la Vega, de la que ya no saldremos en todo el día. Hoy hemos sustituido los tomates por el maíz lo que hace que el viento sea aún más raro de percibir. Al menos casi toda la etapa transcurre por caminos de tierra sólo transitados por tractores que van a la labor y por algún que otro coche que pasan a toda leche dejando un reguero de polvo que tragamos mientras lanzamos sobre el conductor todo tipo de improperios. Al ser caminos rurales algunos tramos van cambiando y eso dificulta seguirlos, junto con la mala señalización y lo difícil de localizar de algunas señales. El resultado ha sido un calor sofocante, varias equivocaciones y algún que otro tramo casi impracticable por el barro que se forma por el riego por aspersión que abunda por esta Vega junto al Tajo: está claro que aquí el agua no falta.
En algunas de las pocas explotaciones de tomate que hemos visto le he preguntado a Joseba cómo es que en Portugal los tomates se producen en matas bajas pero que no llevan incorporadas las latas para conserva, tal misterio ha sido soslayado ante el recuerdo de aquella máxima que recorrió nuestro anterior camino común de la plata y que rezaba eso de que no es más limpio quien más limpia sino quien menos ensucia.
Recordando nuestras anteriores aventuras y caminos hemos llegado al km 13 en el que hemos parado en un bar a desayunar. El primer problema ha sido el de entrar por una puerta demasiado pequeña para nosotros con nuestras mochilas y ha hecho que tengan que abrir la otra hoja de la puerta entre todos los parroquianos que allí se encontraban, con el consiguiente espectáculo provocado.
La siguiente parada ha sido ya en el km 26 con el revalido de los dos km y en un bar al que atendía un señor que en todo el rato que hemos estado no ha dejado de mirar la tele con una,prueba de natación de los juegos olímpicos, ni siquiera cuando nos servía las cavacas que Joseba ha pedido en nuestra nueva situación de borrachos conocidos, eso sí yo he pedido limón para rebajar los 500 cc de cerveza ya que llevaba demasiado tiempo sin beber y además tenía que volver conducir, la mochila.
Y así nos hemos enfrentado a los últimos 7 km entre asfalto, calor y coches con ganas de afeitarnos las piernas a las que yo había dejado al descubierto por primera vez en muchos,años tras quitar a los pantalones las extensiones largas. Un hermoso estanque sale al encuentro del caminante a la entrada de Golega pero nosotros a esas alturas apenas si llegábamos para buscar el lugar en que alojarnos. Tras dudar alguna vez hemos llegado a la entrada del camping a preguntar por los apartamentos con habitaciones. Una gran señora nos ha atendido y nos ha dicho que el precio era,de 76 euros a lo que yo he replicado que en la guía ponía un precio más barato. Ella ha llamado entonces por tf a alguien para confirmar precio y al final Joseba ha hablado con ella para confirmar que el precio era de 25 euros más o menos. Como la recepcionista había ido a comer no podíamos entrar a la habitación hasta después de las dos así que nos han ofrecido dejar las mochilas e ir nosotros a comer.
En la plaza del pueblo hemos encontrado un restaurante bastante majo en el que hemos dado cuenta de alguna cerveza más (no es por vicio sino por recuperar líquidos), una botella de vino blanco del terreno mientras nos hacían un arroz con marisco tamaño familiar. Así nos hemos recuperado de los desastres de la mañana recordando que sólo una cosa nos,faltaba para acabar de pensar que estábamos en el paraíso (se trata de una buena ducho y no lo que estáis pensando malditos, que este es un camino de recogimiento y abstinencia).
Al llegar ya sí estaba la recepcionista que nos ha dado las llaves, las tarjetas de acceso al camping, los mandos del aire acondicionado y la tele, nos ha dicho el sitio para lavar y nos ha conformado que la wifi es abierta y gratuita, y todo eso por algo más de 24 euros.
Lavar ropa, pequeña siesta que ha interrumpido este escrito por un breve lapsus de sueño y el resto entre atender apalabrados, twitter, Facebook y demás comentarios de blog. El resto de la tarde se prevee tranquila, paseo por el pueblo de turismo (10 min.), preparar etapa de mañana y resto del tiempo hacer tiempo para cenar delante de una, o varias cervezas con las que amortiguar nuestros dolores de cuerpo u espíritu.
Joseba tiene el tobillo izquierdo algo fastidiado y sigue teniendo molestias, esta mañana ha pasado la primera parte algo fastidiada aunque luego parece que se ha ido recuperando y creemos que ahora mejorará mucho con la desinfección interior que supone su dosis diaria de alcohol.
Tranquilo amigo de la Dehesa, no me he comido a tu hermano, preferiría ir comiendo barro desde aquí hasta Santiago y además si quisiera hacerlo desaparecer sería suficiente con pedirle un par de cavacas en cualquier bar del camino para después empujarle sobre cualquier cuneta en el que nadie se molestaría en recogerlo al no saber si colocarlo para reciclar en el lugar de orgánicos o plástico, además de que creo que Tere debe seguir con su penitencia durante muchos años más para así pagar sus pecados y ganarse el cielo que tantos años se lleva ya trabajando al aguantar a semejante culoinquieto.
Y ya ves, Julio e Inma que vuestras oraciones no han sido suficientes y al final hemos caído de nuevo en el vicio, lo peor es que tendremos que hacer nuevos caminos en el futuro para intentar quitarnos aunque empezamos a pensar que quizás no sea el método más adecuado. Da igual porque la verdad es que acabamos disfrutando tanto como para empezar a hacer planes de los nuevos caminos que nos esperan.
Hoy hemos hecho 34,1 km en 6:05 a una media de 5,6 km/h. Bajo un sol de justicia y entre maizales.
Como ves sigue igual que siempre, no está más guapo porque el camino no hace milagros, aunque te aseguro que limpio sí que va.