Camí dels bons homes: 4ª Etapa. Bellver de Cerdeña – Porta


Y por fin la etapa reina de este camino con 36 km y 1.500 metros de subida y 1.000 de bajada: Pirineos en estado puro. Hemos llegado a Porta muy bien a pesar de todo aunque muy cansados porque tanto la subida como la bajada han sido muy duras y bastante técnicas. En esta etapa salimos de España para llegar un momento a Andorra y desde allí se pasa a Francia. El punto de unión de los tres países se producen en el Coll de la Portella Blanca a 2.600 metros de altitud. La etapa es sencilla de describir:  subida constante desde el inicio y casi sin descansos y después de coronar todo bajada muy complicada hasta Porta.

El camino está siendo verdaderamente impresionante. Todas las etapas tienen tramos preciosos y  está bastante bien de señalización y de limpieza. La verdad es que estamos viendo poca gente caminando aunque es normal dada la dificultad del terreno y los desniveles en los que nos estamos moviendo. No es este un camino para principiantes y cualquiera que lo haga debe tener muy en cuenta que se enfrenta con tramos muy técnicos de montaña que, además, pueden presentar dificultades climatológicas o problemas en algunos momentos por la acumulación de agua. Además es imprescindible organizarse bien para llevar algo de alimento y bebida suficiente, sobre todo en días de calor como los que estamos pasando. Por supuesto que conviene tener reservados los lugares para dormir ya que los finales de etapa no tienen demasiada infraestructura. Es conveniente llevar algo de fruta, frutos secos y mucho líquido.

Una de las etapas más bonitas, pero más duras que hemos hecho en nuestros caminos. Sabíamos que iba a ser complicada por el número de quilómetros y por los metros de subida y bajada, además de ir por encima de los 2.500 metros de altitud. En ninguna de las dos cosas nos ha defraudado, ni en la belleza ni en la dureza.

Sale el camino a 1.000 metros de altura por la parte alta del pueblo y durante un buen tramo va paralelo a la carretera N-260. Se va cerca del río por terreno cómodo en un suave descenso hasta llegar al cruce de la carretera que lleva hacia Prullans (1.150 m.). En ese punto se inicia el verdadero ascenso. Siempre subiendo por una pista bastante buena de andar y muy regular de nivel pero con fuertes tramos de subida, casi no tiene descansos. Al llegar a Ardovol se alcanzan los 1.300 metros. Desde aquí seguimos subiendo hasta alcanzar el valle del río de la Llosa a 1.400 metros.

Desde aquí ya no vamos a abandonar el río hasta llegar al final del valle: un precioso paseo por sendas de montaña cada vez más altas. Hay que tener cuidado porque hay zonas con mucha agua, sobre todo en las épocas de deshielo, nosotros no hemos tenido problemas de paso pero porque todo está muy seco.

Seguimos este precioso valle sin grandes novedades, el terreno es duro pero está muy bien indicado y no tiene pérdida. Al llegar a la cabaña dels Esparvers (2.068) el río se divide y tomamos el valle de la derecha por el Riu d’Engait. En este punto comienza la parte más dura de la ascensión. El cansancio acumulado puede pasar factura ya que esta ascensión última es bastante dura. El valle se va cerrando en un precioso circo glaciar mientras vamos pasando desde España a Andorra para acabar en Francia. En el pico es el lugar en el que se unen los tres países.

Entrados en Andorra por unos metros dejamos definitivamente el río y tomamos una senda a la derecha que nos lleva directos hacia el Coll de la Portella. Es el tramo más duro de la etapa en el que se une la dificultad del terreno, el desnivel de subida y el cansancio acumulado. La sensación arriba cuando coronas el coll y puedes contemplar los dos valles es maravillosa. Desde ese punto las vistas son increíbles tanto por la parte española como por la francesa.

Si la subida ha sido complicada hay que prepararse bien para la bajada: técnica, dura y muy larga. Es cierto que el desnivel es bastante constante, pero las sendas son muy irregulares, es fácil despistarse del camino y también hay que tener cuidado con las zonas de agua.

Vamos a descender por el valle de Campcardos siempre junto al río. El primer tramo es un fuerte descenso por una estrecha senda hasta el valle, desde aquí ya siempre hacia abajo entre impresionantes moles a ambos lados y el precioso río en medio. En este tramo hay que ir alternando la atención con el terreno que se pisa y el mirar de vez en cuando hacia arriba (adelante, atrás y a los lados) para disfrutar de toda la belleza que cada rincón nos ofrece.

El cansancio cada vez se hace más evidente y la última parte del descenso, ya por una zona mucho más arbolada del valle, se hace eterno: es momento de echar mano de la experiencia y pensar que el final está cada vez más cerca. A medida que vamos bajando la senda se va haciendo cada vez más ancha aunque las piedras siguen complicando la marcha.

El final del camino ha sido, sin embargo, el principio de el suplicio en la Gite la Pastorale de Porta: no hemos comido casi nada, la atención nada del otro mundo, la limpieza ni se la esperaba y los bichos nos han machacado el cuerpo: colección de chinches. Encima nos han cobrado más de lo que me dijeron en el e-mail y cuando les he pedido explicaciones sobre todas estas incidencias encima se han puesto «flamencos». El problema es que actualmente no hay alternativa de alojamiento en Porta porque la otra gite está cerrada (parece que estaban trabajando para abrirla). En Porta no hay ningún otro servicio ni de bar, ni tienda, ni nada más por lo que no teníamos más remedio que quedarnos. Es aconsejable buscar alguna alternativa aunque sea buscando transporte para ir a otro sitio.

Resumen de la etapa: 34,9 km en 11h 11 min a 3,12 km/h con 1.554 metros de subida y 1.059 de bajada. Etapa en wikiloc.

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Un pequeño respiro entre asfalto


Las previsiones eran de mucha dureza por el calor y por el asfalto. Una gran parte de la etapa transcurre en la carretera nacional I por el arcén, muchas veces casi inexistente. Sólo hay un pequeño respiro antes de llegar a Vila Franca de Xira que lleva al camino junto al río por,un carril bici que es una delicia, siempre y cuando no transites por la parte de las bicis que ya sabemos que aquí tiene licencia para atropellar si te metes en su terreno.

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La suerte ha sido que el calor no ha apretado, tal y como había visto en la previsión del tiempo de mi teléfono.
Aprovecho para decir que toda la tecnología,está funcionando muy bien. El galaxy note me lleva todas las aplicaciones estupendas y puedo usarlo todo el tiempo porque llevo una batería de repuesto, además de la externa auxiliar. Otra cosa es el tema mochilas que van muy bien por el peso pero un poco justas de espacio, sobre todo Mar que encima todavía no ha terminado de organizar su mente.
Mar sigue desgranando teorías sobre situaciones sentimentales de la gente que nos cruzamos, o de la actualidad política en Portugal (hemos visto algo de dimisiones, prima de riesgo, bolsa, bancos y demás cosas iguales a lo que oímos en España.
El final de la etapa fue lo peor entre coches y con calor pero llegamos a Azambuja sin novedad.
Para dormir nos fuimos al mismo lugar del año pasado pero no conseguimos contactar con el teléfono que estaba en la puerta. Decidimos ir a comer primero y volver luego a resolver el problema. Acabamos en una pequeña tasca regentada por una señora mayor que capta los clientes casi a tirones en la calle para meterlos en un antro con no más de cuatro mesas. Para colmo Mar se sentó en una que estaba preparada para un señor,que acababa de llegar, el tipo la miró con una cara de asesinar terrible pero no dijo nada y se sentó en otra mesa después de un buen rato de charla tensa con la dueña.
El menú fueron primero sardinas asadas, luego no y luego sí: vamos, que la señora no se aclaraba ni nos aclaraba a nosotros. El resultado fueron unas sardinas estupendas, cerveza y piña natural por la módica cantidad de 15 euros.
Al regresar al hotel conseguí hablar finalmente con la señora y me dijo que la llave la tenían en el bar de abajo, que nos instaláramos nosotros y ella se pasaría a cobrar los 30 euros a media tarde. Justo en ese momento apareció en una moto de hace casi un siglo un señor mayor (al olor del deseo, imagino) y nos abrió la puerta tras exigirnos los 30 euros para que él se lo diera después a la dueña. No nos sonó aquello muy convincente dado que no sabía nada del precio (de hecho nos comenzó pidiendo 30 por cabeza. Yo no estaba muy seguro pero me daba algo de confianza pensar que llevaba la llave del edificio, pero Mar directamente me dijo que no se me ocurriera pagarle por si salía corriendo, lo que yo dudaba dada su evidente ancianidad. El caso es que yo le pagué y luego descubrimos que era el peluquero del local al otro lado de la puerta del residencial.
Mar se quedó descansando mientras yo me duché y lavé la ropa, luego estuve escribiendo y jugando a mi juego de este camino, el candy crush.
Justo en ese momento Mar descubrió entre sus sábanas un sospechoso bichito similar a aquellos,que me machacaron hace un par de años en el camino Francés. Revisamos,todo sin encontrar nada y yo con la certeza de que amanecería picado por todo dada mi natural tendencia a que mi sangre atraiga a todo tipo de bichos, sobre todo si pican mucho. Es lo mismo que Mar con los viejos lo mío con los insectos chupadores de sangre.
El paseo al pueblo a ver la iglesia duró 10 minutos, igual que el año anterior. Como el hambre nos atacaba ya de buena tarde decidimos darnos una alegría en forma de plato enorme de caracoles «chupaeros» que estaban de muerte.
Luego la cena en el único restaurante abierto, sencilla y lenta, yo lenguado y Mar una cola de bacalao que supuso una decepción tras haber visto a nuestro vecino de mesa meterse un pedazo de bacalao tamaño familiar. Mi media de vino y Mar su botella de agua. Tras 15 euros pagados nos fuimos a dormir y yo a disfrutar de mis vecinos nocturnos.
PD. Mar me obliga a escribir que ella también lavó la ropa y se duchó después de la siesta.