Camino Olvidado Etapa 18ª Congosto – Columbrianos


Con la etapa de hoy concluye nuestro camino olvidado y la primera parte de mi viaje, es hora de despedidas, de reencuentros y de balance de lo vivido y lo caminado. Para empezar un recuerdo muy especial para mi compañero de siempre, Joseba que ahora está en un tren rumbo al punto de destino y su remanso de paz: Mundaka. Hemos disfrutado, como siempre del camino, de la amistad y de todo lo que nos ofrece nuestra cita anual. Este año tampoco ha defraudado y esperamos nuestro próximo camino el verano próximo.También un recuerdo especial para José, nuestro caminante experto. Ha sido todo un placer compartir camino, mesa y bromas durante todos estos días. Eres un compañero de viaje estupendo y hemos aprendido mucho de tu experiencia, pero sobre todo, hemos disfrutado de tu compañía. Tómate una coca-cola a nuestra salud mientras esperas tu tren de regreso a casa y espero que pronto nos veamos por cualquiera de los muchos caminos que nos quedan por hacer a los tres.

Bueno, vamos a hacer una pequeña descripción de la etapa de hoy. Habíamos quedado a las 7:25 en la habitación de José para dejar nuestras cosas porque íbamos a andar sin peso y nosotros dejábamos la habitación pero él no. El plan era dejarlo todo y poder tomar una ducha al regresar de andar, lo que seguro que agradecerían nuestros compañeros de viaje en el tren. 

A las 7:30 hemos bajado a desayunar y después un taxi nos ha llevado hasta el principio de la etapa, justo donde ayer lo dejamos en el bar de Congosto.

La etapa de hoy era sencillita y corta así que nos lo hemos tomado con tranquilidad pero sin olvidar que el día iba a apretar de calor a medida que nos acercáramos al final de la mañana. Un agradable paseo hasta la presa de Bárcena por carreteras secundarias casi sin tráfico, apenas una conductora que nos ha parado para echarnos en cara que no habíamos subido a no sé qué cerró en el que ganabas indulgencia como en Santiago y decirnos que somos unos peregrinos blanditos por no haber hecho el auténtico camino. 

En todo este tramo sólo una pequeña subida rompe la monotonía de andar con el pantano y la central térmica como paisaje de fondo.

A partir de la presa se sigue por la carretera pero se abandona pronto para entrar en una pista grande y sencilla. Es un tramo duro porque el desnivel es fuerte, sobre todo al principio. Una vez tomada la pista todo el tiempo se va bien menos en un tramo en el que el bosque se ha quemado y el camino está sin limpiar. Se trata de una zona cubierta de ramas y árboles quemados que te llevan hasta un campo en el que el camino ha sido arado hasta hacerlo desaparecer. Aquí es imprescindible llevar el track para evitar problemas. No es un terreno difícil de pisar pero debemos tener en cuenta esta circunstancia.

Desde aquí ya todo pistas hasta San Andrés de Montejos y a continuación Columbrianos, lugar de destino de nuestro camino al ser el punto en el que el camino Olvidado y el camino francés se unen.

Hemos tomado algo en Columbrianos y hemos continuado andando haciendo el camino francés en dirección contraria hasta Ponferrada para llegar hasta el hotel. La relajación de haber terminado el camino, el paso constante de peregrinos en dirección contraria a la nuestra (o nosotros a la suya) ha hecho que nos equivoquemos en varias ocasiones hasta que yo he decidido tomar las riendas y he puesto en marcha el Google maps para llevarnos directamente al hotel.

Luego ya todo ha sido seguir lo planificado: nos hemos dado una ducha en la habitación de José y hemos acompañado a Joseba a la estación porque su tren salía a las 2. Nosotros hemos regresado a comer al restaurante y después he sido yo el que he puesto rumbo a la estación tras despedirme de José y desearle un buen regreso a casa, ya que él sale a las 10.

Como conclusión podemos decir que el camino olvidado es una ruta con muchas posibilidades pero a la que le falta mucho para estar a nivel de poder realizarla sin problemas. Para aventurarse a caminar estos 503 km desde Bilbao a Columbrianos hay que tener algo de experiencia y hacer una buena planificación. El terreno es sencillo y hay tramos muy bonitos pero la infraestructura es escasa y el camino está mal señalizado y mal trazado en algunos lugares.

Aunque hay gente interesada en lanzar el camino hace falta coordinación y, sobre todo, apoyo institucional. Hay mucho trabajo que realizar sobre trazados, señalizaciones e infraestructuras básicas. Por lo demás es un camino precioso con tramos muy bonitos desde el valle de salida de Bilbao hasta el paso por la montaña leonesa. Una aventura en la que también hemos conocido a gente muy maja como Chuchi y Nerea, Angels, Patri, la gente de la Fasgarecha y todos los que nos han ayudado de una o de otra forma a hacer que nuestro camino haya sido estupendo.

Ahora voy en el tren rumbo a Santiago para mañana comenzar mi segundo camino del verano desde Ribadeo hasta Finisterre por la costa. Además de cambiar de camino y de paisaje cambio de compañero de ruta y retomo después de algunos años a la peregrina lorquina que más quilómetros lleva recorridos con un servidor. Nos reunimos en Santiago y desde allí continuaré escribiendo las nuevas aventuras y desventuras.

Resumen de la etapa: 14,8 km en 3 h 4 min con 139 metros acumulados subiendo. Etapa en wikiloc.

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Fin del camino


Por fin tengo un rato tranquilo para poder escribir sobre el final de nuestra aventura. Tenéis que entender que desde la llegada a casa han sido muchas las obligaciones a las que hemos tenido que atender tras haber dejado «abandonadas» a nuestras familias por tan largo período de tiempo. Eran muchas las ganas por el reencuentro y hasta que las aguas no han vuelto a su cauce no hemos tenido oportunidad de reflexionar sobre el final de la aventura.

La última etapa nos llevaba desde Padrón a Santiago y nos dispusimos a hacerla a buen ritmo porque sabíamos que íbamos a estar poco tiempo en Santiago y teníamos mucho por hacer. A las 6:45 nos levantamos con la mañana aún oscura y además nublada. Las calles de Padrón estaban sin luces, imagino que debe ser o bien cuestión de la crisis o de estampar peregrinos contra las paredes. El único bar abierto era el que está junto al puerto que un señor «peculiar» nos había ofrecido la tarde anterior para el desayuno. Así fue, café, tostadas, anécdotas, escribir en el libro del bar, foto de recuerdo que nos hizo y salida a toda máquina.

La etapa está muy mal señalizada en algunos tramos y eso nos hizo incluso perdernos para cabreo de ambos. Para colmo la pérdida fue en un tramo que va paralelo a una carretera nacional llena de tráfico, ruido y escaso arcén.

La entrada a Santiago acaba dando un tremendo rodeo de esos que ves que te añaden un par de quilómetros «gratis» al final de la etapa. Es la entrada más fea de las que hemos hecho a Santiago y encima no paras de bajar y subir en todo el camino. Para colmo de males a mi querido compañero le entraron las prisas y después de una pequeña parada técnica para descargar líquido me encontré cada vez más lejos puesto que decidió llegar el primero. Decidí dejarle engañarse y no le llamé por el móvil para decirle que por mucho que corriera seguro que ya habrían llegado algunos peregrinos a Santiago antes que él. El resultado fue que yo iba a 6 km/h de media y cada vez lo tenía más lejos. Le vi intentar entrar a un Mercadona a comprar las cremas (cuestión privada) pero como había corrido tanto aún estaba sin inaugurar. Al cruzar una vía de ferrocarril y verlo ya al otro lado comencé a tirarle piedras y a proferir todo tipo de maldiciones para regocijo del repartidor de pan que estaba a mi lado en el camino con su furgoneta.

Y llegamos finalmente a Santiago pero todo fue muy deprisa a partir de ese momento. Llegamos a la Plaza del Obradoiro, nos abrazamos y yo le pedí un beso en los labios tal y como hacían las parejas alrededor nuestro a lo que él se negó bruscamente (cuando se me pasó la euforia inicial se lo agradecí). De la plaza nos fuimos directamente a la oficina de atención al peregrino para gestionar lo de la Compostela y tuvimos la suerte de arreglarlo todo en unos 20 minutos. Luego nos fuimos al mercado a Saludar a mi amigo José y su mujer. Se trata de unos amigos a los que conocimos hace ya algunos años y que son nuestros proveedores de ternera gallega así como informadores de todo lo que se mueve en Santiago ya que José conoce a todo el mundo y se maneja por todas partes. Tras besos y abrazos y saludos reiterados quedamos para el día siguiente para coger las cosas y nos invitó a un vino, o dos, en una tasca cercana.

A la 1 nos fuimos al Hostal La Salle donde teníamos reservada habitación. Ducha y corriendo a comernos un arroz con bogavante a O Fornos, para mantener la tradición. Allí coincidimos con un grupo de peregrinos con los que intercambiamos algunas charlas mientras degustábamos algún que otro orujito de hierbas.

Sobre las 4 nos fuimos directamente de compras: joyas Joseba (que os cuente él) y yo orujo en As Monxas, tarta de Santiago en la calle Rua da Algalia de arriba (una panadería escondida que tiene las mejores tartas Ancano caja azul) y visita a tienda de Sargadelos para deleitarnos la vista con las maravilla de allí y comprar un juego de ribeiro para la casa de Oria porque enfría el vino de una forma increíble, comprobado. No nos faltó una paradita en el Casino para reponer líquidos.

Sobre las 6 nos fuimos a la estación de autobuses para subir a Lavacolla a recoger los coches alquilados y allí comenzó una aventura de terror prevista: el precio fijado por goldcar en la reserva me lo incrementaban en 100 euros porque iba a dejar el coche en otro lugar distinto, encima me cobraban el depósito de gasóil a 100 euros más y así de los 82 euros iniciales pasó acostar la broma más de 300 euros. Joseba les dijo directamente que se metieran el coche por la zona trasera en la que tienen algo de espacio y yo acepté ya que no tenía otra alternativa a esas alturas y sabía que ni había coches en otras compañías ni eran más baratos.

Pasado el cabreo nos bajamos en mi coche de alquiler y Joseba se fue a la estación a sacar el billete de autobús para el día siguiente, salía a las 8:30 y se pasaba todo el día recorriendo el norte de España.

Después de todo este lío por fin nos dispusimos a sentarnos tranquilamente a cenar y despedirnos del camino como es debido. La elección fue, por supuesto el Entrerruas. Vinito, pimientos, pulpo, caldo…, lo de siempre.

Tras una cena tranquila y agradable encaminamos nuestros cansados cuerpos hacia el último lugar típico de nuestro camino: Momo. Una copa y a dormir que estábamos cansados.

El resto es fácil imaginarlo. La mañana amaneció de camino (a las 5 y pico). Joseba estaba preparado para marchar desde ese instante con su mochila a la espalda (yo creo que por eso dijo que había dormido tan mal). Desayuno rápido y despedida de estos dos viejos amigos caminantes que esperan hacer pronto otra de estas.

Yo me fui hacia el mercado a comprar el resto de productos con la ayuda de José y su mujer: ternera gallega maravillosa de su carnicería, algo de marisco, pimientos de padrón de los que las señoras seleccionan magistralmente entre los que pican y los que no, y un buen trozo de empañada gallega que luego me sirvió de comida (pasas y bacalao).

Tras 10 horas de coche casi sin parar y meter la pata en Madrid (acabé pasando por la M-40 por un error tonto al coger la radial), llegué a casa sobre las 7:30. Joseba llegó algo más tarde a su casa ambos sin novedad, para tranquilidad de familias (la tranquilidad les duró sólo unas horas) y para tristeza de todos aquellos que habéis seguido nuestras aventuras a lo largo de estos días.

Muchas gracias a mi querido compañero por aguantarme (el placer ha sido mutuo), cada vez que hago un camino con Joseba pienso que el próximo será aún mejor. Ahora nos esperan unos meses duros hasta el próximo camino aunque allá por enero empezaremos con la preparación de nuestras próximas aventuras. Queda pendiente esa ruta por Italia que caerá tarde o temprano y yo me quedo con la idea de repetir el portugués el próximo año.

Muchas gracias también a los que nos habéis seguido en todo este tiempo que habéis sido muchos, hemos recibido más de 100 visitas muchos días. Espero no haberos cansado mucho con nuestras historias y recordad: todo esto es fruto de mi delirante imaginación, por supuesto que no es nada real y en este blog no se describen personas sino personajes.

Un abrazo y, hasta pronto

Resumen de la etapa: 25,23 km en 4:13 a una media de 6 km/h

 

El final del camino


Escribo esta última entrada desde casa una vez hemos completado nuestro camino. No he tenido mucho tiempo en estos días con el regreso y la preparación de la vuelta a la vida normal. Ahora hago un hueco para contar las últimas horas de nuestra aventura.
Dejamos la metan en Arzúa una. Vez instalados en la habitación del Don Quijote y después de que Mar madre tuviera que llamar la atención a los vecinos de la habitación contigua. Eran los mismos que cenaban al lado nuestro en Portomarín y que echaban todo el humo sobre Isa y sobre mí sin una pizca de educación. Hubiéramos entendido su actitud en jóvenes des ere raros de esos que tanto abundan, también en el camino, pero lo grave es que se trataba de tipos de más de 40 años.
Nosotros habíamos comido en la pulpería que nos aconsejó Albert desde Lorca y disfrutamos de una estupenda mesa y sobremesa. Por la noche visita al restaurante de siempre para degustar un maldito gallego y una merluza a la gallega con algo de pulpo, para variar. La cena estuvo amenizada por un grupo de inglesas desenfrenadas y borrachas que ya estaban así cuando llegamos y a las que los camareros no tenían forma de echar. Después de montar un buen espectáculo tipo despedida de soltera sin instrumentos en la cabeza a modo de diadema, se marcharon para que pudiéramos terminar tranquilos.
Así nos fuimos a dormir a la espera de una etapa larga y dura hasta Monte do Gozo. Pero nada más comenzar Isa y yo hablamos de la posibilidad de seguir hasta Santiago en lugar de parar allí. En realidad se trataba de hacer 4km más pero el problema es que nos montábamos en los 40. Aún así pensamos que era la última y que eso nos permitía ganar unas horas. Lo planteamos al resto del comando y, salvadas las reticencias iniciales quedamos que sólo nos lo plantearíamos una vez llegados a Monte do Gozo y siempre que tuviéramos garantizado sitio en La Salle.
La etapa fue muy bien aunque dura. Constantes subidas y bajadas siempre rodeados de todo tipo de peregrinos y demás fauna. Hicimos paradas técnicas casa 10 ó 12 km llegando a Monte do Gozo a las tres y… Lloviendo. Efectivamente se confirmaba que no nos íbamos a librar de la lluvia y todo pronosticaba una llegada a Santiago bajo el líquido elemento.
Tras comer y descansar un rato todos estábamos ya convencidos de hacer los últimos km y sin grandes dificultades llegamos a la plaza del Obradoiro bajo una lluvia no muy fuerte pero constante.
El resto fue lo de siempre: Compostela, visita a la catedral con mochila, llegada al hotel para ducha rápida, vuelta por Santiago, cena en el callejón de entre ruas, copa en el casino y a la cama.
La mañana siguiente la dedicamos a hacer las compras y encargar las cosas que nos íbamos a llevar a nuestra carnicero del mercado, José. Cada vez que vamos allí nos traemos un cargamento de carne de ternera y algunas esquisiteces del terreno y esta vez incluyen los pimientos.
La tarde anterior encontramos casualmente a Feli y Paco, dos peregrinos con los que había yo hecho parte del camino del norte hace tres años. Estuvimos con ellos y coincidimos también en O Fornos cuando fuimos a comernos nuestro tradicional arroz con marisco de cada final de camino. Un par de orujos más tarde y quedamos para cenar juntos.
A la mañana siguiente fuimos a recoger las cosas que habíamos encargado y el resto fue camino hasta casa: más de 10 horas de coche sin novedad.
Ahora toca seguir con el otro blog, dejo reposando este hasta otra nueva aventura, seguramente el camino portugués el verano próximo con Joseba.
Gracias a todos por seguir nuestras andanzas y espero no haber aburrido mucho al personal.
HASTA PRONTO!