De Lisboa a Alberca de Ribatejo


Como veo que no acabo de poner,e al día y se acumulan las experiencias, sobre todo tras el éxito de mi compañera entre los portugueses, como ya contaré al detalle, escribo esta triple entrada desde Santarem, la tercera etapa del camino.
Esta primera semana esté previsto realizar etapas de más de 30 km y la experiencia del año pasado nos avisaba de mucho calor. Para colmo la primera etapa con Joseba fue un verdadero suplicio porque salimos muy tarde por el tema desayuno y además recorrimos un trozo muy largo desde el hotel hasta la Sé, punto de inicio del camino.
A las seis de la mañana, perdiendo el desayuno , con el cabreo del fútbol de la noche anterior y Mar también cabreada por la falta de atención en el hotel nos pusimos en marcha. Lo primero que detecté fue la falta de organización de Mar, poco acostumbrada últimamente a la vida de mochila. Mientras yo lo tenía todo dispuesto en 10 minutos, pastilla incluida, ella estaba con todo fuera después de 25 minutos. No lleva nada en bolsas, casi no tiene espacio en la mochila y además detecto siento espesor mental de quien tiene oxidados los hábitos del camino.
Evitando los errores del año pasado con Joseba nos pusimos rápido en marcha, café en tránsito por la Baixa y comprar agua fresca porque la del hotel tenía un sabor insufrible y estaba caliente.
El paseo por Alfama fue agradable entre chiringuitos de fiesta aún montados pero sin vida alguna (deben haber tenido uso en días pasados porque ahora parece todo muerto.

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Hasta el Parque de las naciones un paseo muy agradable y desde allí a Sacavem estupendo y fresquito. Hicimos una breve parada para tomar café, reponer fuerzas y demás miserias peregrinas.
El paseo desde Sacavem transita junto a un riachuelo por una zona bastante abandonada y metida entre montes, lo que hace que poco a poco suba la temperatura hasta tener sensación de mucho calor. Lo pero es que ya no hay nada hasta Póvoa ya que el pueblecito anterior no tiene ningún bar. No obstante Mar hizo parada técnica para cambiar de calcetines y calzado y así nos encaminamos hacia Póvoa con la duda de si ir hacia atrás al pueblo, quedarnos a comer aquí o seguir hasta Alberca. Incluso se me pasó por la cabeza la posibilidad de hacer 10 km más hasta Vila Franca de Xira y evitar el residencial cutrecillo de Alberca, lo que desechamos de inmediato ante la hora, el calor y la acumulación de cansancio tras 30 km.
Parados en todo esto nos saludó un señor que pasaba y nos preguntó, porque era cubano y nos había oído hablar español.
Hago un alto en el camino para explicar dos diferencias fundamentales entre mi camino del año pasado con Joseba y el cambio este año a Mar. Lo primero es el nivel de lo que yo llamo «teorías». Ambos son muy dados a ellas aunque tengo que reconocer que para eso Mar le saca una ventaja enorme. Una teoría consiste en la respuesta que dan ante cualquier situación del mundo sin estar basada en ninguna realidad ni tener ninguna justificación para elaborarla. Un ejemplo sería encontrar en un bar dos personas en la barra con mala cara y a partir de esa imagen construir que son pareja, que el hijo ha suspendido todas las asignaturas ese año y que la clienta que está en la mesa junto a la nuestra le tira los tejos al de la barra, con el consiguiente cabreo de la mujer, que tiene la regla y se ha peleado esta mañana con su hermana. Una teoría no tiene que ser verdad, ni siquiera debe parecerse a la realidad pero a ellos les sirve incluso para tomar decisiones de todo tipo en su vida. Lo peor de las teorías es que ellos las toman como verdades absolutas sin más, sobre todo si el resultado les interesa. Teorías se pueden dar en cualquier tema dentro y fuera del camino y llegan desde traducir a boleo a un portugués del que no ha entendido ni papa hasta aventurarse en la actualidad política del país desde un titular de informativo luso. Más adelante iré poniendo ejemplos de teorías para que podáis comprobar el nivel de Mar a la hora de inventarlas.
La otra gran diferencia es el grado de aceptación entre el personal luso, sobre todo el masculino y, especialmente entré los más maduritos (algunos mucho). Ir con Mar supone que al llegar a los bares los camareros sonrían (las camareras miren con odio porque yo no despierto en ellas el mismo nivel de seducción que ella en ellos). Por la calle nos saludan con una sonrisa y siguen mirando tras nosotros cuando pasamos hasta que nos perdemos al doblar la siguiente curva en el camino. Incluso el martes un señor se nos paró en mitad de la carretera porque al pasar con su coche nos vio de espaldas y nos dijo que pensó: seguro que son españoles. No sé muy bien que parte de la anatomía trasera de ella fue la que le hizo pensar así porque lo que sí tengo claro es que no vio sus pendientes españoles tal y como él nos dijo (lleva dos perlas pequeñas que no creo que viera desde el otro lado de la carretera con el coche en marcha). El caso es que nada más pasarnos paró su coche, hizo marcha atrás en la carretera y lució la mejor de sus sonrisas para contarnos lo estupendo que era encontrar españoles haciendo el camino portugués. La edad del caballero sigue la media de rompe-corazones al mismo nivel de nuestro barrio en Lorca.
La decisión final fue la de ir al residencial del año pasado y acertamos: todo está renovado y las habitaciones por 30 euros la doble disponen de baño, aire acondicionado, TV e incluso el canto de un loro.
Tras ducha rápida fuimos a comer al bar de al lado un menú flojo pero bien de precio salvo porque nos quisieron cobrar 3 servicios en lugar de dos, no sabemos si por error o por demasiado listos.
Luego lavar ropa y descansar un rato y nos fuimos al pueblos tomar algo y cenar. Largo paseo de 2 km hasta el centro de ninguna parte con un peligro terrible por los coches que van por esa carretera sin aceras en algunos trozos. Cerveza en el mismo bar del año pasado y cena estupenda a base de bacalao. El consumo de vino se redujo a mi media botella ya que Mar sigue en eso de beber cerveza y agua y no seguir los alcohólicos pasos de mi anterior compañero.
La vuelta al residencial fue tranquila y allí nos encontramos todo lleno, sobre todo trabajadores de los polígonos industriales cercanos. Nos recibió un señor con la ventana abierta de par en par y con el culo al aire a la altura de nuestra vista, visión que dificultó un buen rato que pudiera conciliar el sueño.
Resumen de la etapa. Pulsar aquí

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Mucho calor junto al Tajo


Después de escribir ayer tarde junto a unas respectivas cervezas, sin alcohol claro, salimos a dar un paseo por el barrio altos contemplar las vistas de la ciudad al caer el sol. Como dos enamorados cogidos de la mano… Vimos pasar varias parejas de turistas enamorados bajo el cielo azul del mirador (mal pensados). Joseba había intentado ligar con unas turistas en la plaza del Comercio ofreciendo sus servicios como fotógrafo pero sin resultado, para variar (hay testimonio gráfico).
Esperando mesa para cenar nos tomamos un mosto verde en una tabernita muy coqueta y después de gustamos una frugal aunque selecta cena en compañía de una buena botella,de agua verde claro, mientras cogidos de la mano… Nos contemplaban los vecinos de mesa con envidia (otra vez mal pensados). Por cierto la conversación fue derivando hacia la política como sustituto obligatorio del sexo mientras los vapores del agua iban llenando nuestras cabezas.
Regresamos al hotel tras una breve parada en el bar de detrás de la estación para tomar un refrigerio sin alcohol y dormir.
Esta mañana levantados a las 7 para desayuno a las 7:30 y salir disparados para hacer la etapa porque ya hacía bastante calor y nos quedaban muchos quilómetros. La salida de Lisboa no ha sido tan fea como esperábamos y tras callejear por Alfama hemos salido por carriles paralelos al Tajo en dirección al parque de las naciones. Allí he os podido comprobar que no sólo en España se ha despilfarrado el dinero en proyectos faraónicos que luego quedan abandonados, véase su prima la Expo de Sevilla. Así nos va a un lado y a otro de esta vieja piel de toro, como diría mi sabio compañero Joseba después de dar cuenta de media botella de bagazo, yo no sé lo que es pero me ha dicho que es agua sin gas típica de Portugal.
Pasado un aparcamiento el camino gira hacia la derecha para ir paralelo al río Trancao, afluente del Tajo. Un sendero de tierra se adentra por un valle caluroso al que cada vez menos le entra la brisa y que va sorteandolos núcleos de población cercanos con el único propósito de que el peregrino vaya agotando el agua y los ánimos hasta ser pasto de los buitres, es decir, no hay nada de nada en 15 quilómetros.
Joseba decía que el agua que habíamos llenado en el hotel tenía mal sabor pero llegando a Póvoa de Santa Iria y tras haber acabado con mis reservas del líquido elemento habría dado mi reino por refrescar mi boca con un trago de ese elixir. El caso es que en un cruce con la carretera que desviaba el camino hacia la nada y después de 25 quilómetros sin para más que regar el campo con nuestros restos líquidos y cada vez menos, hemos parado a dejarnos aconsejar por la tecnología que llevamos haciendo honor a nuestra nueva denominación de wifigrinos. La alternativa era girar a la derecha abandonando la civilización para seguir una senda junto la Tajo de 4 ó 5 km hasta el fin de etapa sin agua, muertos de calor, hasta el gorro de todo y con los pies adquiriendo vida propia. La otra opción era seguir la carretera nacional unos 3ó 4 km hasta llegar al final con la esperanza de encontrar algún lugar en el que tomar algo al atravesar Póvoa. San Google nos ha confirmado restaurante a la vista por la nacional y hacia allí hemos encaminado nuestros pasos sin dilación hasta un verdadero oasis en el camino.
Si bien encierro que los muchos quilómetros nos han machacado todo se ha tornado placidez junto al restaurante No sé qué de Rodizio. Se trata de un tipo de restaurante con buffet libre para las guarniciones y un plato único de variedad de carnes por 10 euros. Junto a un par de cervezas,sin alcohol por supuesto, hemos llenado un plato con los entrantes mientras nos ponían un tubo rojo por arriba y verde pálido por abajo: se trata de que cuando te has comido el primero le das la vuelta al rollo y comienza el desfile de carnes. Varios camareros comienzan a ofrecer todo tipo de carnes asadas pinchadas en un palo metálico del que van cortando lonchas. Comienza el festival con banana frita y patatas de las de verdad y así van pasando vacas,toros,bueyes, corazones y otros tipos hasta perder la cuenta. El final son unas lonchas de piña caliente deliciosa.
Con mejor ánimo que al entrar hemos afrontados los últimos tres quilómetros por carretera nacional hasta la suite que nos esperaba en Alverca do Ribatejo. Al llegar un siniestro lugar cerrado a cal y canto atendía al nombre descrito en la guía. Hemos llamado al teléfono de la puerta y un tipo. Nos ha dicho que estaba en Lisboa y que teníamos que esperar dos horas para que regresara. Tras colgarle el teléfono de bastante mala leche me ha llamado otra vez para decirme que en 15 minutos llegaba. Así ha sido y nos ha ofrecido por 30 euros una sencilla habitación con dos camas bastante incómodas y baño sencillo aunque aceptable ente limpio. Tras ducha,lavada de ropa y descanso nos hemos venido para el pueblo a tomar algo y escribir. Estamos algo alejados del centro así que tras un largo paseo hemos llegado a un bar a la sombra en el que nos hemos sentado yo a escribir y Joseba a leer el periódico portugués. Por desgracia el camarero está algo sordo y no ha entendido bien la comanda así que a mí me ha traído un agua sin gas pero conJoseba se ha equivocado y le ha traído una cerveza de casi un litro a la que se ha agarrado como si le fuera la vida con la inconfesable intención de derramarla sobre su estómago,por dentro. No he podido hacer nada por impedirlo puesto que me ha dado miedo verle sacarlos dientes así que me he dispuesto a escribir y disfrutar de los gritos histéricos de una hija de… Que se ha sentado detrás y que no para de vociferar no sé que cosas sin parar (para colmo lo hace en portugués y yo no entiendo nada).
Por cierto ya le he contado a Joseba que Mar invita a sus amigos a cortar jamón en casa y Raúl os especificará en qué condiciones.
Hoy hemos hecho 31,2 km en 5:48 a 5,4 km/h. Sol de justicia, mucho asfalto y casi deshidratación.

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