18ª Rodeiro – Silleda


Cuando hablamos con la señora del restaurante al mediodía nos había comentado que en el albergue de Laxe había problemas con chinches y habían tenido que cerrarlo varios días para fumigar. Eso nos puso rápidamente en alerta y sobre la marcha comenzamos a ver otras posibilidades par no dormir en Laxe. En ese punto se une el camino de invierno y el Sanabrés, que viene del de la Plata. Además eso comenzaba a condicionar un poco todo porque las alternativas eran pocas y, además, el tema de los bichitos me pone los pelos de punta. Está claro que si hay chinches en un albergue pueden haberlas llevado después a cualquier otro sitio sea hotel, albergue o cualquier cosa.

Teníamos varias alternativas: la primera recortar la etapa y quedarnos en Lalín: se trataba de hacer 20 quilómetros pero eran muy llanitos y fáciles, lo que nos iba a hacer llegar pronto para estar todo el día tirados.

La siguiente opción lógica era irnos a Silleda pero estaba a 38 quilómetros. No es que nos diera miedo una etapa así porque sabíamos que el perfil no es muy complicado. El problema fundamental era que entonces nos quedarían dos etapas muy pequeñas hasta llegar a Santiago y eso tampoco nos gustaba mucho.

Las demás opciones pasaban por improvisar un poco sobre la marcha intentando alargar la etapa penúltima hasta los 30 y así que nos quedara a Santiago una pequeña de 10-15. A esas alturas yo ya comenzaba a rumiar la idea de hacer dos etapas en lugar de tres, lo que suponía hacer 80 quilómetros en dos días.

Estábamos viendo opciones y completando la información con la previsión meteorológica: dos etapas tan largas sólo eran posible si teníamos días no demasiado calurosos. Además, el perfil de los últimos 40 quilómetros  sí es un poco más complicado.

Decidimos dejar todo para la tarde siguiente.

A la hora de la cena la señora nos esperaba ya. Nos ofreció una cena sencilla con unos pimientos de su huerta y una ensalada para acompañar una tortilla. Pasamos una agradable velada hablando del camino y de otras muchas cuestiones. Tanto ella como su marido son gente amables y serviciales, concienciados con el tema del camino y que cuidan mucho todo lo relativo al restaurante y al alojamiento.

Mientras Joseba iba a dormir yo bajé a hablar por teléfono sin darme cuenta de que justo detrás de mí un señor estaba todo el rato pendiente de la conversación, nivel 6 que estaba teniendo.

A la mañana siguiente nos levantamos a las 6 para salir pronto y aprovechar la mañana. Habíamos comprado algo para desayunar antes de salir y con la idea de hacer parada más larga en Lalín. Todo el camino es muy sencillo, sin grandes desniveles y casi siempre picando hacia abajo. Va sorteando la carretera general dando un gran rodeo que hace que la ruta por la carretera sea casi 7 km más corta que por el camino. De cualquier modo merece la pena evitar esas carreteras con bastante tráfico y pasear por sendas y caminos mucho más tranquilos y menos transitados.

Salida de Rodeiro

Salida de Rodeiro

Iglesia en el Camino

Iglesia en el Camino

Esta última parte del camino pasa por lugares mucho más ricos que los primeros días. Hay muchas explotaciones ganaderas y agricultura. Las casas se ven mucho más arregladas y de un nivel económico más alto. En esta parte el campo no está abandonado. De cuando en cuando tomamos carreteras secundarias que aceleran nuestro paso y nos hacen mejorar la media en quilómetros.

En Lalín hemos encontrado una pastelería estupenda en la que hemos hecho un verdadero desayuno peregrino: yo me he metido un pedazo de croissant relleno de crema pastelera que daba miedo nada más verlo.

Allí mismo hemos mirado en internet y hemos reservado en Booking un hotel en Silleda: el Ramos, que era el que nos ofrecía un buen precio y buena pinta en las fotos (35 euros a peregrinos).

Entrada a Lalín

Entrada a Lalín

Iglesia en Lalín

Iglesia en Lalín

El camino ha seguido hasta Silleda sin novedad en la misma tónica: bosques y prados sin grandes desniveles alternando asfalto y camino.

Merece destacarse el paso por Taboada con su puente romano, la calzada y la iglesia románica de Santiago.

El hotel está al final del pueblo y hemos llegado a eso de las 2 de la tarde. El pueblo es grande y con todos los servicios aunque no parece que tenga mucha vida, por la hora y por la época del año.

Andadero a la salida de Lalín

Andadero a la salida de Lalín

Bosque de robles y castaños

Bosque de robles y castaños

Bajo el puente del Deza

Bajo el puente del Deza

Puente Romano Taboada

Puente Romano Taboada

Río Deza

Río Deza

Calzada romana

Calzada romana

Calzada

Calzada

Iglesia de Santiago de Taboada

Iglesia de Santiago de Taboada

Camino a Silleda

Camino a Silleda

Silleda

Silleda

Hemos cogido la habitación, muy digna, y después de ducha hemos bajado a comer al restaurante de enfrente, que nos ha aconsejado el del hotel. Al llegar nos hemos quedado algo parados porque no había nadie comiendo y sólo varias mujeres por allí más en labores cotidianas que en plan negocio de restauración. A pesar de todo la comida ha estado bastante bien con una buena ensalada y bacalao a la gallega (dos trozos considerables y muy ricos).

Después de la comida hemos lavado ropa y descansado un rato. Yo ha hablado también por face mientras Joseba reflexionaba sobre el sentido de la vida.

A media tarde hemos buscado un bar con wifi, hemos pedido un par de nestea y nos hemos puesto a hablar de la etapa siguiente. Yo le he propuesto a Joseba ya abiertamente hacerla de un tirón hasta Santiago: las guías marcan unos 42 km con cierto desnivel, sobre todo la subida de Ponte Ulla y la llegada a Santiago. La ventaja es que no tenemos que quedarnos tirados un día entero y aunque lleguemos más tarde podemos aprovechar la tarde en Santiago. Además he visto la posibilidad de cambiar mis billetes de tren y adelantar un día mi regreso. Lo que gano es un día pero en lugar de estar sólo todo el día 22 estamos la tarde del 20 y todo el 21 juntos hasta que yo me marche en el tren a las 22:30

Arreglado lo de los billetes tras pagar un recargo de 7 euros y un puñetero 902 que me ha añadido al gasto otros 5 y confirmada la reserva de un día más en La Salle hemos dado un paseo por el pueblo y buscado algo para cenar.

Al llegar yo había visto de paso una Pulpería que me ha parecido buena. Hemos ido hacia allí y nos hemos sentado a cenar: ha sido un acierto por los pimientos, cosecha propia, el pulpo, las zamburiñas y el vino. Todo ha ido bien hasta que a Joseba le ha tocado el pimiento de padrón que sí pica y ya no le ha dejado disfrutar del resto de la comida.

Pulpo a feira

Pulpo a feira

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15ª Sahagún-Reliegos: derretidos


Hemos decidido terminar la etapa en Reliegos y no seguir hasta Mansilla de las Mulas dado que hoy ha hecho mucho calor, mucho más que ayer incluso. Pero vayamos por partes.
Cuando la tarde ayer parecía que se refrescaba un poco, a eso de las 8, decidimos salir Millán y yo a dar una vuelta y tomar algo antes de cenar. El albergue lo cerraban a las 11 y eso nos daba algo de margen por lo que nos fuimos a la plaza y nos pedimos nuestras respectivas bebidas: yo mi vino y Millán su coca-cola. Al poco de estar allí me di cuenta de que en la mesa de la lado habían pedido unos pimientos y no pude resistir la tentación de degustar los primeros de la temporada. Estaban mal fritos pero, qué le vamos a hacer…
Mientras pasaba el rato mirando en Facebook un ratito vi alguna que otra falta de ortografía: a ver, tú que te das de escritor y gran hombre de letras, en general, el uso del infinitivo en lugar de la forma correcta del imperativo es un vulgarismo que no pega nada en alguien que pretende aspirar al trono de los elegidos. Oídlo y pasadla bien (la tarde, claro). Es preferible escuchar y aprender en vez de rebuznar con disfraz (ejemplo de uso correcto del infinitivo en una frase).
Bueno, a lo mío. La noche ha sido tranquila hasta las 4:30 porque a partir de ese momento ha comenzado el concierto. La gente se levantaba y al ir al servicio se ponía en marcha un ventilador que hacía un ruido infernal. También usaban la máquina de los cafés y retumbaba toda la iglesia. El resultado, no dormir hasta que a las seis nos hemos levantado. Está claro que esto de los horarios nocturnos fue uno de los motivos por los que dejé de usar los albergues.
Al salir todo estaba cerrado y no hemos podido tomar nada hasta llegar a Bercianos, 10 quilómetros más allá del inicio.
Hoy la etapa se planteaba con varias incógnitas: ir por el trazado normal o por la calzada romana y llegar hasta Mansilla o quedarnos en Reliegos. En vistas del día que se presentaba, porque ya hacía calor cuando hemos salido, hemos optado por la ruta normal ya que la calzada te obliga a llegar a Mansilla con más de 35 quilómetros. De lo de quedarse en Reliegos dependería de la hora de llegada y del calor entonces.
Etapa monótona por el andador paralelo a la carretera junto a la autovía y la vía del tren. El ruido de coches no se pierde hasta el Burgo Ranero y hace aún más pesado el camino. Los árboles siguen sin crecer y dan la sombra hacia la parte del campo en lugar del camino.
Hasta Bercianos sin novedad, nuevos albergues y bares como en todos los pueblos de esta zona, más de los que se necesitan y presagio de fracasos ante lo que parece una evidente bajada de peregrinos haciendo el camino.
En Burgo Ranero hemos parado en el bar junto a la iglesia, en el camino. Muy básico y regular atención. El servicio estaba atascado y la camarera no parecía mucho por la labor así que he tenido que usar el de mujeres, que tampoco estaba mucho más allá.
El último tramo hasta Reliegos se nos ha hecho muy pesado con un calor terrible y por la monotonía del paisaje con la constante hilera de árboles como única compañía.
Hemos llegado directos al albergue Gil y nos hemos instalado en una doble limpia y sencilla con baño por 30 euros. Menú peregrino aceptable y cervezas disponibles junto a wifi y tapa.
He pasado la tarde viendo MasterChef, hablando pro Skipe con Mar y quitándome el sudor de la frente.
Ahora estoy en la parte del bar descargando los mapas de las etapas del camino del Salvador en el maps3D y escribiendo mientras hago tiempo para la cena.
Menos mal que he aprovechado para dar la clase que espero sea recibida con el buen espíritu que se merece ya que la he dado desde el cariño sincero y casi sin sentir la espalda.
Resumen de la etapa: 31 km en 6h 8min a 5,8 de media. Por cierto en wikiloc hay un pequeño lapsus a la salida de Bercianos que no afecta casi al trazado porque es todo recto pero sí a los tiempos totales. Enlace a la ruta en Wikiloc

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Santiago menos una, bajo la lluvia


Estamos en Padrón la víspera de Santiago y a una etapa de llegar a nuestra meta, hemos podido comer unos estupendos pimientos de Herbón-Padrón (que así es la denominación nueva según creo) y al final ha decidido acompañarnos la lluvia para recordarnos dónde estamos.
La tarde ayer terminó de una forma tranquila y relajada. Un paseo por el pueblo nos permitió cambiar nuestros compañeros habituales peregrinos por el otro tipo de visitantes que campan por las calles de Caldas: los jubiletas de balneario. Tropeles de orondos maduritos y maduritas poblaban las terrazas contando sus experiencias en el agua, sus compras de mercadillo y demás experiencias culturales. Varias conversaciones sobre el colesterol, la tensión, el sintrón y la dieta para adelgazar de la alcachofa (creo que nadie nombró la del cucurucho, pero no estoy seguro) poblaron nuestra tarde mientras yo escribía y Mar terminaba de leer su cuarto o quinto libro del camino (ha rentabilizado bien el traerse el iPad para sus ratos de ocio mientras yo dedico mi tiempo a jugar al jueguecito de las golosinas y demás).
La cena repitió lugar y menú en nuevo alarde de buen precio y excelente calidad y luego un paseo nocturno junto al río nos llevó hasta la cama.
La etapa de hoy ha sido más de lo mismo: bonito paisaje entre aldeas poco pobladas, multitud de peregrinos por todas partes, tiempo fresquito y camino fácil. Hemos coincidido con un grupo de chicos jóvenes que empezaron en Tui y que van un poco verdes en esto del camino y luego hemos encontrado a Felipe, un peregrino francés que es profesor de español y que vinos por primera vez en el desayuno de Sao Roque y desde entonces hemos visto varias veces.
Nos alojamos también este año en la Pensión Jardín. Muy bien en relación calidad-precio y atendida por gente muy amable.
Hoy he decidido resarcirme del desastre del año pasado y hemos buscado un mesón en el que tomar una ración de pimientos en condiciones (al final nos hemos quedado a comer y ha caído otra).
Corta visita a una decepcionante casa de Rosalía de Castro y poco más porque casi todo está cerrado, hasta el jardín botánico, y además se ha puesto a llover. No parece que la cosa vaya a complicarse pero parece que peligra la carrera de burros que está programada en el pueblo para las fiestas de Santiaguiño. La tarde discurre tranquila y sólo nos queda confirmar si la lluvia irá a más, si veré el partido del Barça, si la cena en una pulpería que hemos visto será todo lo estupenda que esperamos y si coincidiremos con los italianos Antonio y Luisa para despedirnos. Ya os contaré mañana o después, que el día en Santiago puede ser intenso y demorar mi relato unas horas.

A las puertas de Santiago


Los últimos días del camino están siendo la confirmación de lo que el camino representa para nosotros. Cuando piensas que las cosas se van a complicar todo acaba saliendo rodado y, por contra, cuando crees que todo te vendrá derecho se tuerce.
El día pasado en Pontevedra fue estupendo y el final lo puso un concierto en la plaza del ayuntamiento por las fiestas de la peregrina. El concierto de Budiño y Kepa Junkera fue un verdadero goce que tuvimos la suerte de ver completo. Y lo curioso es que esa misma tarde al salir de la habitación del hotel Joseba había reconocido a Kepa que bajaba en el ascensor.
Antes del concierto habíamos ido a cenar al mismo restaurante del mediodía y picoteamos algunas cosillas tipo pulpo y demás. También dimos un paseo por las casetas de feria ya las tómbolas para deleite de Joseba que me pidió varias veces dinero para jugar unos boletos que yo le negué evidentemente, que se está volviendo muy gastoso últimamente.
Las etapas de estos últimos días Siguen siendo similares, entre lugares muy bonitos, bosques, pequeñas aldeas y carreteras secundarias. Normalmente suele ir paralelo a alguna vía del tren o carretera más,importante. El terreno es abierto aunque algo quebrado y el tiempo es caluroso, aunque se puede llevar bien porque llegamos pronto a los finales.
Ayer tocaba Caldas de Reis. Al llegar miramos en la guía y nos dejamos aconsejar hasta el Hotel O Cruceiro, a las afueras algo a desmano. El aspecto era bueno y al entrador un señor muy amable nos dijo agasajó con una cerveza reparadora invitación de la casa? Al poco rato me saca unos pinchos de tortilla y me dice que vayamos haciendo tiempo porque la señora está friendo unos pimientos, nosotros alucinábamos en color ante la perspectiva que nos venía: una habitación estupenda y limpia, buena cocina, gente amable y 45 euros con desayuno incluido.
Al ir a hacer el registro me di cuenta de que no me habían devuelto el DNI en el hotel de Pontevedra. Tras llamar varias veces acabaron confirmando que me lo enviarían a un hotel de Padrón hoy.
A partir de aquí todo fue de bien a mejor. Tras una cerveza en la plaza del pueblo nos fuimos a comer un menú sencillito al restaurante del hotel. Pero al entrar encontramos una mesa montada para unas 10 personas llena de fuentes con nécoras y cigalas. La tentación pudo con nosotros (más conmigo, todo hay que decirlo) y cambiamos la idea del menú por unos bichitos de esos con muchas patitas, pimientos, mejillones vapor, almejas y… 2 botellas de alvariño porque una se quedó corta. Mientras dábamos cuenta de tales manjares nos atendía el hijo del dueño, simpático y muy atento que al final nos ofreció unos orujos tostados para completar la sesión. Y para colmo estuvo muy bien de precio. La conclusión de todo esto fue una siesta monumental para dormir las dos botellas de vino y los orujos.
Después dimos una vuelta por Caldas para acabar cenando en el restaurante del mediodía junto a la pareja de peregrinos franceses con los que habíamos estado en Sao Roque, el día del diluvio. Sólo una botella de vino pero al final la «liamos parda» con los orujos tostados.
Y esta mañana tocaba Padrón, 19 km con más de lo mismo aunque esta mañana íbamos algo más espesos mentalmente. Hemos ido adelantando peregrinos hasta un pueblecito a un par de quilómetros de Padrón. Allí hemos parado a hacer un descanso, tomar una cerveza y reponer agua yo porque no me quedaba nada. El enorme camarero nos ha ofrecido unos callos con garbanzos y nos ha informado de que hoy había un gran mercado en Padrón, nada más entrar por el camino.
Así ha ocurrido y nada más ver las pulperías del mercado hemos decidido ir a comer allí porque el día de hoy prometía.
Para completar las buenas perspectivas hemos ido hacia la pensión el Jardín ya que es allí donde me habían dicho que enviarían el DNI. Se trata de un lugar precioso, muy limpio y mejor atendido por una señora muy amable. Nos hemos quedado una habitación por 45 euros que nos parece un precio muy bueno.
Pero el camino es así y no siempre te da lo que crees. Hemos ido al mercado dispuestos a deleitarnos con los productos típicos de nuestro camino pero todo ha salido mal. El pulpo y el churrasco caro y escaso, los pimientos cocidos en aceite y el vino tan insoportable que ni nos lo hemos podido tomar. En definitiva, un desastre de comida.
Sin más hemos regresado al hotel tras saludar a los peregrinos franceses que acababan de llegar allí.
La tarde se presenta deportiva, entre las motos, el partido del Atlhetic y a las 9 el Barça. Todo eso antes de que mañana culminemos nuestra aventura en la plaza del Obradoiro.
Resumen etapa 21: 22,66 km en 3:53 a una media de 5,8 km/h.
Etapa 22: 20,43 km en 3:33 a 5,7 km/h.

Pimientos de padrón, pulpo a feira y alvariño


Con esta dieta creo que he sobrevivido varios caminos ya en Galicia y este no parece que vaya a ser una excepción. Joseba me mira con cierta resignación cada vez que llegamos a cualquier lugar y, tras pedir la carta añado, ¿Tienen pimientos para freír una racióncita mientras llega la comida? Lo siguiente es esperar a quién de los dos será el primero al que le toque el que pica mientras el otro tiembla pensando que será el siguiente.
Todo este preámbulo lo que viene a decir es que hemos llegado a Galicia, atrás ha quedado el vinho verde, el bagazo y las sopas de verduras para acabar la comida. Han sido unos días estupendos que hemos aprovechado al máximo y de los que nos quedan recuerdos y momentos precisos que nos hacen plantearnos una vuelta a no muy largo plazo por estas tierras quizás ya cada uno por nuestra cuenta. Nuestra próxima aventura creo que se desarrollará por tierras Italianas, pero para eso faltan algunos años aún, ya hablaremos.
Estar en Galicia tiene también su parte negativa: los peregrinos van saliendo de todas partes como el musgo a las piedras, por poner una imagen algo más suave a la realidad. Los peregrinos que encuentras son de todos los tipos aunque abunda, sobre todo el «yovoydeperegrinoporqueenelalberguemecomounosespaguetisconlacuchipandi» es decir, se van agrupando por afinidades, por grado de lavarse, por número de vinos que te bebes antes de los orujos, y por el tema de quién acabará en la cama con quién. Nosotros hace mucho tiempo que dejamos ese tipo de drogas y eso nos hace mantenernos muy desconectados del ambiente «peregrino» en general. Es cierto que de vez en cuando encuentras gente normal, majos, divertidos y con ganas de pasar un buen rato sin complicaciones.
Vayamos por partes, es día de ayer nos sorprendió con un maravilloso sol cuando pensábamos que íbamos a tener que usar barca para salir. Desayunamos con dos parejas de peregrinos que estaban también alojados allí, una francesa y otra española. Ya habíamos cenado con los franceses porque los españoles son algo más reservados aunque por la mañana hemos estado en buen ambiente y yo,para variar, he gastado alguna broma y contado alguna historia.
Un camino maravilloso que hace honor a la despedida de Portugal nos llevó hasta Valença do Minho, preciosa ciudad amurallada que es el contrapunto perfecto a la española Tui. Una pequeña ascensión y un brusco descenso nos ha llevado entre alegría y la conexión a telefonía española hasta nuestro destino final portugués.
Un paseo breve dentro de las murallas entre turistas españoles mayoritarios nos ha dejado la sensación de que Valença merece ser final de etapa en otra ocasión. La anécdota la han ofrecido dos señoronas españolas sentadas en la mesa junto a nosotros porque han pedido una tapa de pulpo ya otra de bacalao y al traerlas le han dicho al camarero que no las querían poque eran muy grandes (y caras). El camarero se ha marchado bramando en portugués y al verme detrás para pagarle se me ha escapado en mi mejor castellano un «es que son españolas, qué esperabas. El comentario ha supuesto el despiporre general de todo el personal y ha roto la situación.
Lo demás ha sido llegar a Tui, ciudad desierta a esas horas hasta el hostal que hemos reservado y que se encuentra en la salida de la ciudad. Lugar sencillo pero limpio. Nada más llegar el tiempo ha cambiado y ha comenzado a diluviar. Nosotros ducho, ropa y comida, por fin Gallega. Lástima que no había pimientos pero sí hemos dado cuenta del primer pulpo a feira, una merluza de pincho a la gallega y un orujito de hierbas con hielo para el desengrase. Hemos comido muy bien y la gente es muy amable.
Tras un breve paso por la habi junto a varias jugadas de apalabrados y disfrutando por fin de mi whatsapp recuperado, hemos salido a ver la catedral y todo lo demás. Allí había un cartel prohibiendo hacer fotos que yo, por supuesto, me he pasado por el forro porque pago la restauración de este tipo de edificios con mis impuestos.
Después las calles se han ido llenando porque había procesión, cientos de personas alumbraban una pequeña imagen de un Santiago que ha recorrido la ciudad al compás de una bande de gaitas y otra de música.
La noche ha sido una agradable cena en un mesón junto al albergue privado subiendo la cuesta que viene de la playa fluvial, un verdadero espectáculo al atardecer frente al Miño y con Portugal enfrente.
Hemos amenizado los pimientos correspondientes (dos platos para recuperarle mediodía) con dos botellines de un vinito gallego del terreno muy suavecito. Una tapita de oreja y una brocheta maxi de ternera, pimientos rojos y más. Contentos y tras charlar amigablemente con la mesonera del local hemos encaminado nuestros pasos hacia la cama con mayor alegría de lo habitual, imagino que por lo agradable de la noche y por el sentimiento de patria que a ambos nos embarga, a Joseba sobre todo después de haber recuperado como español a su teléfono que había decidido independizarse y seguir siendo portugués.
Noche plácida y fresquita que nos ha levantado para un camino completamente gallego por un terreno bastante bonito en la primera parte pero que luego atraviesa varios polígonos industriales de la cercana Vigo.
Al llegar hemos entrado en el albergue de peregrinos pero una marea de turigrinos abarrotaba sus instalaciones. Ante tal situación hemos buscado alternativa en forma de albergue privado al que habíamos visto anunciado en la carretera. Al llegar no había nadie y hemos llamado al tf que aparecía y un señor me ha dicho que nos instaláramos que ya aparecería. Sitio sencillo, básico, elemental y poco cuidado aunque con lo mínimo confortable. Ducha, lavar ropa y buscar restaurante para comer.
Un mesón muy aceptable nos ha ofrecido un menú por 10 euros al que no le ha faltado el añadido de unos pimientos y dos orujos al final. Esta noche promete ser lugar de tapeo para nuestros agradecidos estómagos. Luego siesta y espera para ver si venía el del albergue, nada de nada.
Al final hemos ido a dar un paseo hasta la ría observando los espectaculares puentes metálicos para el tren y una parte de la Ría de Vigo. Redondela es una ciudad agradable llena de rincones bonitos, plazas llenas de terrazas y callejas. En una de esas terrazas es donde ahora escribo mientras Joseba ha ido a pagar el albergue y pedir licencia para ir a dormir algo después,de las 10, según reza en un cartel a la entrada.
Resumen etapa 18: 22,9 km en 5:33 a una media de 4,1 km/h, porque dejé conectado el GPS durante el paseo por Valença.
Etapa 19: 32,29 en 5:19 a una media de 6,0 km/h gracias a que mi querido compañero ha decidido que nos dejemos los pies tirados por la cuneta,antes de llegar a Santiago.

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