La tarde de ayer no ido para mucho más dado que las posibilidades del pueblo pasaban por el bar del centro, el restaurante de la carretera y poco más. Al menos coincidimos con nuestro primer peregrino en este camino con el que nos fuimos a cenar después de haber dado cuenta de alguna que otra cerveza.
Dormir y callar esperando que no aparecieran los bichitos nocturnos a los que suelo evitar rociando de repelente de insectos la cama nada más llegar al albergue y luego a la hora de ir a dormir otra vez.
Esta mañana se presentaba tranquila porque nuestro objetivó era llegar a Miranda de Ebro así que nos hemos levantado a las 6:30 para desayunar en un bar que nos había dicho que abría a las 7.
La etapa se aventuraba plácida sin novedades por terreno sencillo, pistas de tierra bajo un cielo cubierto de nubes que hacia muy agradable nuestro paseo.
Pero al llegar a Armiñón se nos han encendido todas las alertas porque los indicadores nos marcaban a Miranda 5 km. menos de lo que marca la guía, eso suponía llegar en una etapa muy pequeña a Miranda con el consiguiente peligro etílico para nuestras vidas. Ante las perspectivas de otra jornada corta y teniendo en cuenta que Pancorbo está a unos 16 km de Miranda hemos empezado a meditar la idea de doblar etapa aunque eso supusiera para Joseba tener que regresar un día antes a casa y que Tere tuviera que aguantarlo antes de lo previsto y casi sin medicación paliativa de su presencia.
Hemos llegado a Miranda a las 10:30 y ya estaba claro que íbamos a seguir. Hemos parado a tomar cerveza y pincho en un bar de la plaza (el 7 nos persigue). En la barra una enorme variedad nos esperaba y yo me he decidido por unos pimientos rellenos de carne que tenían una pinta estupenda. He tenido que decidir entre picantes o no picantes decidiendo por los primeros, evidentemente. Joseba ha degustado una tortilla de chorizo para regocijo de su colesterol.
La entrada a Miranda es un horror absoluto ya que tenemos que seguir la nacional I paralela a la enorme estación de Miranda, núcleo de comunicación ferroviaria entre Castilla y el País vasco, dos de las más bonitas regiones de nuestra preciosa y extensa piel de toro. Aprovecho para decir que ya estamos en Castilla, hemos abandonado el bilingüismo y recuperamos las banderas constitucionalistas en los balcones de los ayuntamientos. Hemos dejado esa preciosa parte de nuestro país llena de verde, lluvia y gente que que prefiere que en un partido de fútbol España-Camerún ganen los segundos. En la plaza del ayuntamiento de Miranda casi se me saltan las lágrimas aunque no se muy bien si ha sido una cuestión de la emoción por ver su balcón constitucional o por el efecto del pimiento picante relleno de carne.
La etapa la hemos continuado hasta el paso de Pancorbo ante el vuelo de los buitres entre peñas y en medio de las vías,del tren, la autovía y la nacional. Salvo por el ruido de coches y trenes el trayecto es algo espectacular y viene a suponer un maravilloso colofón a nuestro periplo por tierras vascas.
Pancorbo es un pueblo grande y bonito en otro tiempo aunque destrozado entre los trenes y las carreteras, una pena que esté en tal estado de abandono ocupando un lugar privilegiado entre riscos, peñas y una naturaleza que seguro merece recorridos variados.
Estamos en un albergue que regentan los «listillos» del pueblo que también llevan el restaurante y el bar. Algo descuidado ya que es un refrito de mil cosas diversas con literas por todas partes, estamos en una habitación que fue cocina y en la que aún queda algún armario. Cobran 9 euros por persona que me parece algo desmesurado ya que los colchones dejan bastante que desear y además está sucios. Las duchas muy pequeñas y poco cómodas además de limpias, lo justo. La comida sí está bastante bien y tiene un menú por diez euros muy interesante, además tiene wifi y eso me ha permitido ver el final de la etapa del tour en mi iPad arriba, tumbado en la cama entre cerradas de ojos.
Ahora tomamos un orujo acompañados por nuestro compañero peregrino de ayer que ya ha llegado también aquí y ahora esperamos a la cena descansando de una etapa dura por los quilómetros recorridos y alegrando nos de que el tiempo nos esté resultando tan favorable.
Resumen de la etapa: 35,4 km a 5,7 de media, os dejo enlace a wikiloc.
Puebla de Arganzón
6ª Vitoria-Puebla de Arganzón: sobre el barro
Un oasis nos acoge esta tarde entre radicales y demás fauna justo en ese espacio en el que Burgos se adentra en el territorio vascuence, el Condado de Treviño. Es un paréntesis ficticio porque la denominación de kalea sigue colocada junto a nuestra patriota «calle» de toda la vida.
Vamos por partes y retomemos el relato justo al marchar nuestros amigos de Portu, nuestro Goliat particular y su bella compañera.
Al dejarnos Maxi y Estíbaliz el agua caía como sí le hubiéramos hecho algo malo al que controla el grifo allí en lo alto. Era más que llover intentar que las barcas sustituyeran a los demás medios de transporte. Ante semejante aguacero y animados por el influjo del dios Baco, al que habíamos rendido culto un par de veces cada uno en forma de orujo de hierbas, dirigimos nuestros pasos rumbo a la catedral vieja para ver sí llegábamos a tiempo de una visita turística. El resultado fue una guarda jurado dándonos un portazo en las narices y nosotros calados hasta los huesos. Así decidimos regresar al albergue juvenil a cambiarnos de ropa y hacer algo de tiempo.
Al pasar el rato y tras una charla con la familia por Skipe, gentileza de la wifi del albergue, nos fuimos dispuestos a cenar algo ligero to en forma de pincho acompañado de alguna que otra copa de txacolí y así además escribir mi entrada del día.
Nuestros pasos se dirigieron hasta el 7, tal y como os conté ayer y mientras yo escribía y Joseba leía el periódico y le miraba el escote a la amable mesonera una pareja detrás de nosotros manifestaba su pasión en forma de magreo descarado con «pillateta» incluido.
A medida que la tarde avanzaba iban cayendo los txikitos (o los grandecitos) con unas patatas bravas por aquí, una tortilla de hongos por allí, y algún piropo que otro a la amable camarera que venía a limpiarnos la mesa más de lo habitual encandilada por nuestros encantos.
Después de un buen rato y de haber degustado verdaderas delicias Joseba se acercó a la barra a pagar: 12 euros con propina incluida. Es evidente que mientras salíamos del lugar y digeríamos lo ocurrido pudimos entrever que aquello había sido más barato de lo normal o que la mesonera nos proponía algún negocio. Tras cinco minutos esperando consideramos que de mesonera nada y que todo debía ser un error en la cuenta.
Con la alegría de lo barato decidimos celebrarlo con unas nuevas rondas en otro bar de tendencia radical pero de vino amigable y pinchos saciadores.
Con la noche ya avanzada regresamos al albergue entre la alegría del ahorro de la cena y la complicidad alcohólica (Joseba iba mucho peor que yo, como es evidente). Él se puso a dormirla y yo me metí en la cama a ver el documental de canal plus de la mentira de Amstrong mientras me comía el paquete de pipas que habíamos comprado el día anterior.
A las 6:30 ha sonado el despertador y hemos completado nuestro ritual diario hasta llevar la mochila sobre nuestros hombros. Hemos desayunado en un bar del centro y nos hemos puesto en ruta intentando salir de Vitoria entre parques, avenidas y coches.
La etapa de hoy ha sido corta y sencilla. La lluvia ha estado amenazando todo el día aunque no ha llegado a descargar. El camino de salida ha sido muy fácil hasta Subijana, luego subida muy embarrada que ha hecho el camino duro y resbaladizo. Al menos va entre bosque y por un ratito hemos abandonado la sensación de cereal y llanura.
Sin mayores dificultades hemos llegado a Puebla de Arganzón, pequeño pueblecito junto a la antigua nacional 1 con los servicios básicos y poco más. El albergue está muy descuidado y sucio aunque no es muy viejo, parece que no está atendido y que acumula demasiada suciedad que podría ser mayor si por aquí pasarán muchos peregrinos.
Hemos ido a comer a un asador al otro lado de la carretera nacional, «La legua», con un menú bastante aceptable. El resto de la tarde orujos con hielo, saludos a un peregrino que ha llegado y escritura de blog. También he podido ver el final del Tour en mi iPad gracias a la wifi del bar.
Las expectativas que se presentan son: cerveza en el bar del pueblo, vino de aperitivo y cena en el asador para regresar al albergue a dormir la moña esperemos que sin la compañía de bichitos nocturnos. Mañana os cuento.
Resumen de la etapa 19,4 km a 5,2 de media. Os dejo el enlace a wikiloc