De Santarem a Golega y más calor


etapa del año pasado

A estas alturas podemos confirmar que está haciendo aún más calor que el año pasado. Es insufrible terminar las etapas y los últimos 10km se convierten en un verdadero infierno. Aunque hemos mejorado mucho en la primera parte y también encontramos algunos,lugares para recuperar fuerzas, el resultado final es llegar al borde de la deshidratación. Lo mejor de Todo quizás sea que seguimos caminando, a pesar del calor y que los problemas que van surgiendo son superables. Así mis picaduras siguen su evolución normal gracias a la pomada con cortisona que compré hace dos años en Mansilla y que afortunadamente aún no ha caducado. A Mar le ha,salido un sarpullido en los tobillos por el calor y el roce de los calcetines que ha tenido que medicar con un producto comprado en la farmacia.
El descenso de Santarem fue muy fácil gracias a que yo llevaba el track grabado del año pasado y gracias a eso está vez no nos hemos perdido. Hemos salido dichos por la puerta del sol.

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La primera parte de la etapa ha sido una delicia entre campos de maíz junto a carreteras secundarias sin mucho tráfico y abiertas para permitir que llegue la brisa de la mañana. El único inconveniente han sido los charcos del camino, algunos nos,impedían pasa y en uno de ellos Mar ha metido el pie con avaricia hasta mojar toda la bota y el calcetín. De todos modos no hay problema, con el calor que va haciendo se ha ido secando todo rápido.

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Las paradas han sido las previstas aunque antes de Azinhaga han modificado el trazado del camino y eso nos ha despistado un poco. Nosotros hemos seguido nuestro propio itinerario porque queríamos descansar algo en Azinhaga y hacer alguna foto junto a la estatua de Saramago, porque esté es su pueblo de nacimiento.

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Desde aquí hasta el final un desierto sobre asfalto. Así hemos llegado a la charca que hay antes de Golega. Le he dicho a Mar qué le parecía la laguna y ella, ciega de calor ha respondido ¡pero si está todo seco! Lo que ha ocurrido es que la charca está cubierta de vegetación y ella ha pensado que era campo y estaba medio seco, así íbamos de ciegos a esas alturas de etapa.
La llegada al camping bien y habitación por 29,12 euros la doble. Está algo más descuidado que el año pasado pero bien.
Lo mejor de la etapa volver a comer el arroz con langosta del restaurante central. Sobremesa con bagazo incluido y con ingesta de cervezas varias que nos han hecho un consumo total de líquidos en todo el día de más de 6 litros.

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Después lavar, pequeña siesta y escribir entrada hasta las 6:30 porque no se podía salir a la calle.
Hemos ido al súper a comprar algo para el desayuno y un par de botellas de agua y hemos encontrado a los peregrinos franceses tomando algo en el café central junto a otro peregrino belga y un paisano. Tertulia interesante sobre diversos temas y nos han contado que,están haciendo algunas etapas en bus por el calor. Están alojados en los bombeiros.
Luego han llegados dos chicos de Alicante en bici, uno de ellos, Javier resulta que estuvo trabajando en el instó de mar hace muchos años, en mecánica, es de Crevillente. El otro vive en Barcelona por cuestiones de trabajo y los dos van hasta O Porto.
El señor mayor de Golega ha estado hablando un buen rato con Mar, es un tipo interesante que conoce mundo y que nos aconsejado encargar pollo asado para cenar porque lo hacen muy bueno.
Nosotros hemos ido a dar un paseo de 10 mn y luego otra vez en el café hasta la cena. Ha sido una cena peregrina regada con anécdotas y risas, y algo de vino y cerveza.

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Desde allí a dormir porque mañana espera un día duro y de mucho calor otra vez, penúltima etapa de 30.
Resumen de la etapa. Pinchar aquí

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Santarem, igual pero con más calor


La etapa del año pasado

Las previsiones para el día eran de mucho calor y se han cumplido de sobra.
Desde primera hora se ha visto claro que la etapa iba a ser muy dura por el tema del calor y a esto se añadía mi temor, cada vez más evidente de que los bichitos de cama se habrían empleado a fondo sobre mi sabroso cuerpo.
Aunque al levantarme no notaba casi nada yo recordaba de la vez anterior en el camino francés que esas picaduras se empiezan a notar a partir de las doce horas de haberte acostado.
El desayuno fue un café en el bar de la esquina, sencillo aunque no tan marrano como parecía desde fuera. Mar intentó comprar un bollycao pero el amable-simpáticoconella-senil camarero le aconsejó, con la mayor de sus desdentadas sonrisas que no se lo pidiera porque estaba caducado (como él pensé yo en un arrebato de celos no por ella sino porque todas las alabanzas de este camino son para mi compañera cuando siempre estoy acostumbrado a ser yo el objeto de tales situaciones cuando viajo con Joseba).
Cogimos un par de botellas de agua y con todo listo nos lanzamos al polvo del camino tras cruzar la carretera y las vías del tren por un paso elevado, demasiado para tan poco pueblo.
Nada más salir vimos a lo lejos la silueta de dos peregrinos a los que poco después alcanzamos y con los que pude poner en práctica mi oxidado francés. Se trataba de dos señores entrados en años (el tipo de mi compañera) que ya habían hecho varios caminos juntos (la plata, el francés y desde París, que son de esa región). Tras un ratito de charla nos adelantamos con la idea de que Mar pudiera retirarse a un recodo del camino a satisfacer las necesidades básicas de su condición humana lejos de las miradas indiscretas de paseantes y demás. A tales urgencias coincidió una recuperación milagrosa de los franceses en su ritmo de marcha que casi pilla a mi compañera en situación de desventaja de pantalón. El caso es que poco después los volvimos a adelantar porque se pararon a almorzar en el sitio en el que empieza el muro de contención del Tajo. Se trata de un muro de dos o tres metros de altura que separa el río de las poblaciones y campos y que vamos a llevar hoy al lado durante casi todo el resto de etapa, algunas veces incluso transitando sobre él.

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Al llegar a Valada paramos a tomar un café qué incluyó tostadas. Había en la puerta una pareja de peregrinos de los que nos habían hablado los franceses, se trata de irlandeses, una pareja peculiar en la que ella toma te y él todo lo demás del bar, podríamos,decir que la barriga de él eclipsa toda la figura de ella.
El caso es que nosotros vamos a lo nuestro: tras desayunar convenientemente nos dispusimos a afrontar los 20 km que nos quedaban en medio de una llanura sin fin entre el muro y cañaverales que impedían el paso de cualquier brisa y caminos interminables de polvo.
Para colmo de males el final de etapa lleva regalo puesto que los últimos dos quilómetros tienes una subida bastante fuerte hasta el pueblo. Poco antes de llegar a la cuesta no le rompí un bastón en la espalda a Mar porque no los llevo. Resulta que en medio de ningún sitio y abrasados de calor me dice que si podemos parar un momento. Yo le respondo que claro, que qué le pasa, si tiene una piedra en el zapato o le molesta algo. Entonces ella me responde: no, sólo es por descansar un poco… 40 grados a la sombra, ni una pequeña brisa, casi 30 km hechos y ella quiere parar en mitad de ningún sitio. Son las cosas de llevar tantos km bajo el sol.
Subiendo hemos encontrado una fuente en la que refrescar nuestros cuerpos y finalmente, sobre la s 13:30 hemos llegado.
He llamado al residencial del año pasado pero han subido hasta 45 euros desde los 30 del año pasado, así que hemos,buscado otra cosa y en el lugar de una antigua pensión hemos encontrado un apartamento para alquilar con cocina y todo por 50 euros.
La comida ha sido tarde y recalentada, una chuleta de cerdo y arroz que estaba buena a pesar de llevar hecha todo el día.
Una cosa que me ha sorprendido ha sido que hoy sí había gente por la calle en Santarem, he llegado a la conclusión de que la otra vez no había porque era agosto pero, craso error: a las 7 en punto todo se ha despejado y Santarem se ha convertido otra vez en una ciudad fantasma.
Nosotros hemos dado un paseo hasta el castillo y desde allí a cenar.

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Y lo de cenar es un decir porque era pollo recalentado enfrente justo de nuestra habitación. Allí estaban también los irlandeses y la pareja de italianos que habíamos visto el primer día y que creemos que van en coche. Es normal porque ese cutre-restaurante es lo único abierto en todo el pueblo, incluido casa de putas y frontón, como diría Joseba.
Todos los peregrinos están en un hostal de peregrinos que estaba anunciado por el camino, todos menos nosotros que no lo hemos encontrado y por eso fuimos a este otro lugar.
Después de cenar hemos hablado con las niñas y yo me he dedicado a recontar todas las picaduras que llevo por el cuerpo y que han ido saliendo a lo largo del día, son más de 30 y molestan mucho aunque mi pomada especial está arreglando algo el tema de los picores.
Terminar la entrada y a dormir, que mañana nos ponemos en pie a las 5:30 para evitar el calor.
Para resumen de etapa pinchar aquí

Regalo de quilómetros y arroz con marisco


Una de las cosas que más valoro de la compañía de mi amigo Joseba es lo que aprendo caminando junto a él. Es cierto que sus clases de euskera no dieron el fruto esperado porque yo no entiendo bien eso de una lengua que se habla de atrás hacia adelante, y para eso me pongo con el inglés. Pero lo que me enseña sobre vicios y demás faltas no tiene precio para alguien como yo tan dado al mundo contemplativo y la virtud, como bien sabéis aquellos que me conocéis. En este camino de penitencia él aporta esa parte de pecado que falta en mi vida cotidiana y yo le doy algo de la vida contemplativa y de acercamiento a la divinidad de la que tanto carece su mundanal existencia.
Después de la clase magistral de ayer sobre los tipos de cerveza en Portugal he llegado a la conclusión de que este no será nuestro camino de abstinencia previsto y he decidido acompañarlo en tan sórdido vicio por aquello de que no se pierda sólo. Así apuramos nuestras garrafas mientras yo escribía la entrada y él contemplaba el paisaje en forma de un fornido tipo que había junto a nuestra mesa y al que él atribuyó el oficio de guardaespaldas de un tipo que pelaba la pava en otra mesa cual teoría al estilo Mar (ella sabe a qué me refiero).
Lo del tema de la cena fue algo más complicado. Seguimos teniendo problemas con el tema de restaurantes en Portugal, no le pillamos el truco. O todo está siempre cerrado o nosotros no encontramos los lugares por pura mala suerte. El caso es que después de muchas vueltas por todo Santarem acabamos en un restaurante de la zona centro sin mucha variedad,no mucha calidad y clientela más bien básica. Tras una sopa de varias cosas poco definidas y garbanzos para mí y medio escalope que no,lo era, para los dos, nos fuimos con fresquito más que razonable en dirección al hotel. Al llegar recogimos las ropas del tendedero y Joseba se lanzó directamente contra la almohada mientras una jauría de perros ladraban bajo la ventana como presagio de una noche movida. Yo me puse a leer los comentarios del blog de nuestros seguidores más entusiastas y poco a poco la noche se nos fue hacia el espacio de los sueños, que las pesadillas ya las tenemos por la mañana bajo el sol.
El día nos ha amanecido a las seis aunque desde el principio hemos visto que todo se iría complicando. Yo me he retrasado más de la cuenta y hemos salido media hora después. En la recepción nos esperaba para la despedida un siniestro personaje al estilo de toda la familia del hotel , lento y denso.
Para comenzar nos hemos equivocado de camino porque en lugar de seguir las indicaciones de la guía y las flechas amarillas que nos llevaban hacia las puertas del sol, hemos seguido las del camino de Fátima, como había ocurrido en los días anteriores. Parece ser que en Santarem ambos caminos, Fátima y Santiago se separan pero lo hacen sin decirle nada a peregrinos que como nosotros nos hemos chupado dos km extra de regalo por esta tontería.
Además de esto el camino también nos ha regalado un par de kw más extras que no vienen en la guía hasta completar los 34 de hoy.
De Santarem se sale por un sendero que baja en picado desde el parque frente a las puertas del Sol y que está muy mal indicado hasta habernos hecho equivocar dos veces. Un caminito poco practicado y peligroso nos baja directamente hasta la zona de la Vega, de la que ya no saldremos en todo el día. Hoy hemos sustituido los tomates por el maíz lo que hace que el viento sea aún más raro de percibir. Al menos casi toda la etapa transcurre por caminos de tierra sólo transitados por tractores que van a la labor y por algún que otro coche que pasan a toda leche dejando un reguero de polvo que tragamos mientras lanzamos sobre el conductor todo tipo de improperios. Al ser caminos rurales algunos tramos van cambiando y eso dificulta seguirlos, junto con la mala señalización y lo difícil de localizar de algunas señales. El resultado ha sido un calor sofocante, varias equivocaciones y algún que otro tramo casi impracticable por el barro que se forma por el riego por aspersión que abunda por esta Vega junto al Tajo: está claro que aquí el agua no falta.
En algunas de las pocas explotaciones de tomate que hemos visto le he preguntado a Joseba cómo es que en Portugal los tomates se producen en matas bajas pero que no llevan incorporadas las latas para conserva, tal misterio ha sido soslayado ante el recuerdo de aquella máxima que recorrió nuestro anterior camino común de la plata y que rezaba eso de que no es más limpio quien más limpia sino quien menos ensucia.
Recordando nuestras anteriores aventuras y caminos hemos llegado al km 13 en el que hemos parado en un bar a desayunar. El primer problema ha sido el de entrar por una puerta demasiado pequeña para nosotros con nuestras mochilas y ha hecho que tengan que abrir la otra hoja de la puerta entre todos los parroquianos que allí se encontraban, con el consiguiente espectáculo provocado.
La siguiente parada ha sido ya en el km 26 con el revalido de los dos km y en un bar al que atendía un señor que en todo el rato que hemos estado no ha dejado de mirar la tele con una,prueba de natación de los juegos olímpicos, ni siquiera cuando nos servía las cavacas que Joseba ha pedido en nuestra nueva situación de borrachos conocidos, eso sí yo he pedido limón para rebajar los 500 cc de cerveza ya que llevaba demasiado tiempo sin beber y además tenía que volver conducir, la mochila.
Y así nos hemos enfrentado a los últimos 7 km entre asfalto, calor y coches con ganas de afeitarnos las piernas a las que yo había dejado al descubierto por primera vez en muchos,años tras quitar a los pantalones las extensiones largas. Un hermoso estanque sale al encuentro del caminante a la entrada de Golega pero nosotros a esas alturas apenas si llegábamos para buscar el lugar en que alojarnos. Tras dudar alguna vez hemos llegado a la entrada del camping a preguntar por los apartamentos con habitaciones. Una gran señora nos ha atendido y nos ha dicho que el precio era,de 76 euros a lo que yo he replicado que en la guía ponía un precio más barato. Ella ha llamado entonces por tf a alguien para confirmar precio y al final Joseba ha hablado con ella para confirmar que el precio era de 25 euros más o menos. Como la recepcionista había ido a comer no podíamos entrar a la habitación hasta después de las dos así que nos han ofrecido dejar las mochilas e ir nosotros a comer.
En la plaza del pueblo hemos encontrado un restaurante bastante majo en el que hemos dado cuenta de alguna cerveza más (no es por vicio sino por recuperar líquidos), una botella de vino blanco del terreno mientras nos hacían un arroz con marisco tamaño familiar. Así nos hemos recuperado de los desastres de la mañana recordando que sólo una cosa nos,faltaba para acabar de pensar que estábamos en el paraíso (se trata de una buena ducho y no lo que estáis pensando malditos, que este es un camino de recogimiento y abstinencia).
Al llegar ya sí estaba la recepcionista que nos ha dado las llaves, las tarjetas de acceso al camping, los mandos del aire acondicionado y la tele, nos ha dicho el sitio para lavar y nos ha conformado que la wifi es abierta y gratuita, y todo eso por algo más de 24 euros.

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Lavar ropa, pequeña siesta que ha interrumpido este escrito por un breve lapsus de sueño y el resto entre atender apalabrados, twitter, Facebook y demás comentarios de blog. El resto de la tarde se prevee tranquila, paseo por el pueblo de turismo (10 min.), preparar etapa de mañana y resto del tiempo hacer tiempo para cenar delante de una, o varias cervezas con las que amortiguar nuestros dolores de cuerpo u espíritu.
Joseba tiene el tobillo izquierdo algo fastidiado y sigue teniendo molestias, esta mañana ha pasado la primera parte algo fastidiada aunque luego parece que se ha ido recuperando y creemos que ahora mejorará mucho con la desinfección interior que supone su dosis diaria de alcohol.
Tranquilo amigo de la Dehesa, no me he comido a tu hermano, preferiría ir comiendo barro desde aquí hasta Santiago y además si quisiera hacerlo desaparecer sería suficiente con pedirle un par de cavacas en cualquier bar del camino para después empujarle sobre cualquier cuneta en el que nadie se molestaría en recogerlo al no saber si colocarlo para reciclar en el lugar de orgánicos o plástico, además de que creo que Tere debe seguir con su penitencia durante muchos años más para así pagar sus pecados y ganarse el cielo que tantos años se lleva ya trabajando al aguantar a semejante culoinquieto.
Y ya ves, Julio e Inma que vuestras oraciones no han sido suficientes y al final hemos caído de nuevo en el vicio, lo peor es que tendremos que hacer nuevos caminos en el futuro para intentar quitarnos aunque empezamos a pensar que quizás no sea el método más adecuado. Da igual porque la verdad es que acabamos disfrutando tanto como para empezar a hacer planes de los nuevos caminos que nos esperan.
Hoy hemos hecho 34,1 km en 6:05 a una media de 5,6 km/h. Bajo un sol de justicia y entre maizales.

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Como ves sigue igual que siempre, no está más guapo porque el camino no hace milagros, aunque te aseguro que limpio sí que va.

Entre canacas, garrafas y mucho sol


Tras escribir ayer la entrada el resto del tiempo lo pasamos haciendo una visita turística a Azambuja (10 minutos, no tiene más) y una terraza en la que reconfortar nuestros sedientos gaznates con el dorado elemento. como casi nadie nos lee tengo que hacer una confesión: creo que Joseba ha vuelto a beber. Lo llevo sospechando desde que nos tomamos el bagazo ese que no me creo que sea agua.
Preparamos la etapa de hoy y reservamos la habitación en Santarem. Después nos dispusimos a buscar algún restaurante en el que tomar algo de cena después de descartar comernos un pollo a las brasas que olía bastante bien y que lo preparaban para llevar por no disponer de cubiertos y tener que acudir a las manos o a robarlos a la señora del residencial, cosa que descartamos ante el aspecto fiero de dicha dama.
Tras mil vueltas entre la nada, risas, confidencias y bromas acabamos en el bar de debajo de la habitación aconsejados insistentemente por la señora del residencial cuando fuimos a recoger la ropa del tendedero. No he comentado que Joseba tuvo que hacer verdaderos equilibrios colgando medio cuerpo de la ventana para tender la ropa en una cuerdas que daban a la calle y a una altura de tres o cuatro pisos, menos mal que para recogerla se había jugado la vida la señora.
A pesar del consejo la cena fue bastante floja: carne tipo suela de alpargata para mí y visita al capitán Pescanova para Joseba.
Sin mayor entretenimiento y tras otra agüita portuguesa sin alcohol que se pidió Joseba de esas que tanto le gustan nos subimos a la habitación él directo a dormir sin pasar por la casilla salida y yo a leer un par de capítulos de juego de tronos, que tengo que terminar los dos primeros tomos antes de llegar.
La mañana ha amanecido a las 6 y a las 6:20 tomábamos un café en el bar frente a la estación, bar por llamarlo de alguna manera.
Así hemos iniciado el camino del día: 33 quilómetros por pistas de tierra junto al Tajo entre plantaciones de tomates hasta donde la vista se perdía. De ver en cuando algunas vides, maíz y poco más. Parte del camino corre sobre el dique del Tajo que protege de inundaciones. El camino es casi completo de tierra y hoy por fin hemos visto poco asfalto. Mucho calor ya que no se movía ni una brisa y menos mal que nos hemos puesto las pilas desde el principio para llegar antes de que el calor definitivamente nos derritiera por esos caminos de Satanás.
Para colmo hoy sólo teníamos la aldea de Valada a unos 12 km de salida. Poco más de un Bareto en el que tomar un café con leche. El lugar era de los de notearrimesaningúnsituionosetevayaapegaralgo en versión marrana. En la terraza una pareja discutía apasionadamente despreciando nuestra presencia. Mientras Joseba se arreglaba las zapatillas yo me he recorrido el pueblo en busca de un súper para coger agua fresca porque en el bar no había. Tras patear todo he encontrado algo parecido y una «amable» señorita me ha hecho volver a salir a la calle para entrar por la puerta del bar anexo en el que reparten agua porque deben tener prohibido mezclar ventas entre bebidas y pimientos.
El resto de la etapa eran 19 km sin nada de nada: polvo (y no del que se come), tomates y mucho calor.
Para colmo Joseba se ha sentido algo molesto en un pie y ha tomado un antiinflamatorio que le he ofrecido para pasar sopado el resto de la etapa (tranqui, Mar, que le he obligado a tomar también el protector estomacal).
Hasta la cuesta final de subida a Santarem nada nuevo, discusión política sobre tema vasco, algo de la prima esa que nos tiene bien puteados y:
Hotel Vitoria en el que tras fichar en recepción a ritmo de Caracol (la señora no fotocopia los DNI, se los aprende) mientras su orondo esposo, imagino, la miraba con cara de todo, menos de deseo, hemos tomado ducha, cada uno la suya, y nos hemos ido a la otra punta del pueblo a buscar algo que comer.
Al menos hemos tenido suerte relativa y yo me he comido una gallina estofada, bueno un trozo, tras una sopa a camponesa y Joseba un plato con patatas, arroz, huevo y ternera bajo el título de bifana.
Luego regreso al hotel porque tenemos wifi y tras lavar ropa he dado cuenta de toda la tecnología actualizando AppStore, jugando a apalabrados, hablando con viber con la familia, contestando a twitter y todo lo demás mientras Joseba me miraba con cara de asombro.
Hemos ido a dar una vuelta hasta las puertas del sol y luego nos hemos sentado a tomar una par de cervezas en una terraza para que yo escribiera la entrada.
Aquí ha sido donde Joseba me ha demostrado que ha vuelto a beber dando una lección sobre la diferencia en canaca y garrafa: la canaca es una cerveza marca imperial de barril de medio litro mientras que la garrafa es Súper bock de sólo 300, se ha marcado dos y media del tipo garrafa porque de la otra no había. El resto del tiempo se lo ha pasado comentando la pelea de una pareja que está en la mesa vecina entre peleas y recocimientos de amor. Voy a cortar ya esto para intentar encontrar algo para cenar, mala pinta tiene la cosa pero, al menos nos tenemos el uno al otro y ya se sabe, el roce hace el camino y el cariño nos alimenta. Por cierto hasta ahora,no había dicho eso de que los árboles no nos dejan ver el bosque.
Hasta ahora el balance de peregrinos que hemos visto es Joseba y Juanmacapa. En 90 km ni uno.
Resumen de la etapa: 32,94 a 5,5 km/h en 6:31 horas.

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