Noche de insomnio entre mosquitos


Lectura etapa del año pasado

Como la tarde había sido inmejorable nos dispusimos a poner el broche final al día con una suculenta cena y, después bañó nocturno bajo la luz de la luna, seguro que favorecedor de algún momento romántico.
Pero las cosas comenzaron a torcerse desde el momento que salimos a la calle a eso de las 7:30. La primera fue que Mar había lavado el pantalón con el dinero dentro y ahora llevamos los billetes de 50 euros más limpios de Portugal, era espectacular verlos tendidos junto a calcetines y bragas.
Al llegar al bar el calor apretaba de lo lindo. El sol daba en casi toda la terraza menos en un par de mesas de la parte derecha, una ocupada por los parroquianos y otra bajó la que dormitaba un chucho a pierna suelta. Mar, con su habitual delicadeza propinó una involuntaria patada al chucho que lo despertó inmediatamente de su placentera siesta. Pedimos dos cervezas y yo me dispuse a escribir la segunda entrada del día.
Pero el sol cada vez se nos acercaba más y los hisopillos de sudor comenzaron a recorrer mi frente. Para colmo el nutrido grupo de ingleses habían comenzado su particular fiesta de ingesta de alcohol y poco a poco iban levantando el tono de voz hasta hacer difícil la concentración para un escritor tan sensible como soy yo y tan necesitado de La Paz y la concentración.
Como era imposible mantenernos a pleno sol (el sol ya daba en toda la terraza) nos metimos dentro para cenar. Tres mesas se dispusieron, una para las cuatro parejas de ingleses, otra para nosotros y una tercera para un señor muy mayor con su hijo que nos recordó demasiado la escena del mediodía con la anciana.
La cena discurrión entre los vítores constantes de los ingleses a la victoria de Murray en Wimbledon, la voracidad del anciano ante una estupenda ensalada de bacalao (o algo parecido) y nuestros maravilloso bacalao cocido sobre un lecho de garbanzos.
Es verdad que la compañía no era la mejor pero todo estaba buenísimo, todo hasta que a mí se me ocurrió comerme un trozo de cebolla de la ensalada que me hizo reacción con el sofocante calor del lugar y que dio al traste con la cena. Ni el vino blanco medio caliente ni la posterior ensalada de frutas consiguieron recuperarme hasta que decidimos marchar a la casa a refrescar nos junto a la piscina.
Estaba anocheciendo, las luciérnagas revoloteaban por todo el lugar y junto a la piscina se estaba de miedo. Me dispuse a quitarme el pantalón cuando…. comenzaron a masacrarme miles de voraces mosquitos.
El presagio de una noche de infierno acabó de enterrar mis esperanzas románticas y nos tuvimos que subir corriendo a la habitación para intentar cerrar las ventanas antes de que se llenara también todo de mosquitos. Todo inútil porque ya estaban allí por cientos. La alternativa era o cerrar ventanas y derretiréis directamente o dejar abierto y asumir que cientos de voraces insectos asaetarían mi cuerpo sin piedad mientras mi compañera de cama no recibiría ni una sola de sus atenciones. Y casí ocurrió todo según el plan previsto. Nada más apagar la luz comencé a oír los zumbidos por todas direcciones y los picotazos sin fin. A eso de las doce ya no podía más y me levanté desesperado a por el Fenistil gel. Mi cuerpo era un rosario de picaduras desde las plantas de los pies hasta las zonas más recónditas. Ningún rincón de mi cuerpo se privó de sus atenciones.
Como a las 2 decidí declararles la guerra abierta y encendí la luz. Por las paredes se acumulaban tales y los iba matando con una toalla, algunos dejando un reguero de sangre al paso de la toalla fruto de su reciente alimentación en mi cuerpo. Sobre las cuatro a Mar se le ocurrió pensar que quizás había en la casa un insecticida y bajé a la cocina. Allí estaba mi salvación y con el dedo preparado rocié toda la habitación previo desalojo de mi compañera, que ya no sabía dónde meterse porque cada vez que se adormilaba yo veía un mosquito sobre su culo y lo mataba de un manotazo, con el consiguiente susto por su parte.
La desinfección fue milagros y conseguí conciliar el sueño medio mareado por el tufo del insecticida. A las seis, cuando ha sonado el despertador, aún quedaba cierta olor a matamoscas por todas partes aunque una nueva oleada de mosquitos comenzaban a tomar posiciones sobre las paredes y algunos ya habían comenzado a picarme otra vez. El resultado de la noche ha sido cuatro horas de sueño, mi compañera con el culo apaleado a mosquitazos (picaduras en su cuerpo cero), yo cientos de ronchas por todas partes y el bote del Fenistil casi vacío.
Nos hemos levantado a desayunar el pic-nic que nos preparó en el bar y hemos salido por la carretera a retomar el camino dejado ayer en Ribeira de Alcalamouche.
A partir de aquí el camino se pierde en varios lugares porque la señalización está fatal y yo, para colmo, no llevo mi propio track sino uno sacado de internet. Tras diversas dudas hemos llegado a Rabaçal y hemos desayunado.
A la salida nos hemos perdido porque había una flecha que indicaba hacia una carretera secundaria en dirección este muy rara. La guía y el track me indicaban seguir al norte por la general y tras recorrer casi un quilómetro por la indicación hemos decidido volver a Rabaçal y seguir la carretera general, a pesar de que había una señal de que ese no era el camino.
Allí nos hemos encontrado a la irlandesa como alma en pena buscando un bus porque se marchaba a Coimbra con los pies destrozados y el cuerpo abrasado por el calor. De su redondo compañero no hemos sabido nada aunque nos ha sorprendido verla aquí tras dejarla en Santarem hace varios día cuando nos dijeron que se tomarían dos días de descanso. Son los milagros del camino.
El resto de la etapa ha estado ya mucho mejor señalizada, sobre todo a partir de Zambujal. Mucho calor sobre todo el rato que hemos ido por un valle encajonados hasta Poço, pero el terreno fácil.Mar ha ido bastante molesta con sus pies porque las ampollas van en todo lo suyo. Hemos llegado a Conimbriga y hemos tomado una coca-cola en el quiosco de enfrente de las ruinas. Luego directos a Condeixa a nova a pasar por la farmacia a comprar compeeds y un repelente de insectos para mí (clave de 17 euros).
Para alojarnos hemos tomado el mismo del año pasado (mismas condiciones sobre la llave del señor mayor aunque no ha aparecido la muchacha, leer entrada del año pasado) todo limpio y sencillo.
Para comer hemos ido al mismo restaurante del año pasado pero no estaba abierto y nos hemos ido a otro que hay al principio de la calle en la que está nuestro residencial. Hemos comido muy bien y a un precio estupendo y después nos hemos retirado a recuperar algo del sueño perdido la noche anterior en la sauna de una habitación a la que durante toda la tarde ha estado dando el sol.
Ahora vamos a salir a dar un paseo si el tiempo nos lo permite y a cenar algo al mismo del año pasado, si está abierto, o al de esta mañana. Ya os contaré si no me derrito mientras.
Resumen de la etapa. Pinchar aquí

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A 25 km del infierno, el paraíso


Hoy no puedo referenciar la etapa del año pasado porque esta fue la que hicimos en coche hasta Condeixa. Era por tanto una incógnita para mí y no nos ha defraudado. Con diferencia ha sido la etapa más bonita hasta ahora. Discurre por senderos y pistas de tierra evitando la carretera casi siempre. Además teníamos 25 km sólo y encima un pueblo a los 12 km, Anziao, y otro a los 22, Alvorge.
Nos lo hemos tomado con calma porque la etapa lo merecía y porque nosotros también necesitábamos una jornada así. Aunque sigue haciendo calor la situación es completamente distinta cuando caminas entre bosques. Hemos visto ya pinos, encinas, nogales e incluso castaños, además de los omnipresentes eucaliptos. Es frecuente encontrar conejos a primera hora de la mañana y la variedad de aves es enorme. Esta mañana hemos visto perfectamente un faisán por mitad del campo. Los pica pinos, jilgueros y muchas otras aves de los bosques han ido substituyendo a cigüeñas y garcetas.
Todo perfecto hasta Anziao y allí la primera etapa hacia el paraíso: una pastelería estupenda donde hemos podido tomar un buen café acompañado de un croissant delicioso. Hemos llenado las bolsas de agua con litro y medio cada uno y hemos seguido la etapa.
A las 11 hemos llegado a Alvorge y hemos tomado una cerveza en compañía de unos peregrinos portugueses que venían en bici y era su primer día. Uno de ellos hablaba español tan bien que nos hemos confundido hasta que nos ha contado que era por cuestiones de faldas eso de aprender la lengua.
Y desde allí a 2 quilómetros por un precioso camino hemos llegado a Vale Florido, donde teníamos reservada habitación.

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Al llegar el dueño estaba comiendo y le hemos esperado con una cerveza. Estamos en una casita rural bastante bonita , muy bien arreglada y….CON PISCINA.
Nos ha dicho que si íbamos en coche porque la casa está un poco retirada pero al preguntarle que cuánto nos ha respondido que 200m. No es demasiado para nosotros después de 25 km bajo el sol.
Nada más llegar Mar se ha ido a la ducha pero yo me he lanzado a darme un baño. Este año no llevamos bañadores y yo he usado el culote. Ya le dije a Mar la posibilidad de que se comprara un bañador en Tomar porque había visto en internet lo de la piscina pero no me hizo caso.
Tras un baño rápido hemos regresado al restaurante-bar-tienda para comernos una estupenda parrillada de variado de carne con arroz, ensalada y patatas fritas de verdad por 15 euros los dos.
Pero el verdadero espectáculo en la comida estaba en la mesa de al lado. Una señora de unos 100 años, acomodada entre almohadones y que parecía al borde del último momento compartía mesa con dos señoras que parecían sus hijas. El caso es que aunque parecía moribunda la señora se ha metido en el cuerpo la ensalada, el arroz y la carne troceada por las hijas. La señora no hablaba sino que parecía ladrar porque cada vez que las hijas no le hacían caso en algo les montaba un cirio de gritos que nos asustaba a todos. Como postre ha pedido un flan pero debió parecerle poco porque no ha parado de gritar hasta que una de las hijas le ha dado su mousse de chocolate.

Luego pequeña siesta viendo el tour y leyendo la carrera de Fernando Alonso (una pena que no lo retrasmiten en Portugal).
Y tarde de piscina. Mar ha decidido lanzarse a la aventura y se ha bañado en tetas, para regocijo del vecindario (si es que a esas horas había alguien mirando) Unas «braguitas» han hecho el papel principal y el resto al fresquito. Comenzó con sujetador pero luego pensó que no se le iba a secar y dicho y hecho. Está claro que después de la semana de calor que llevamos el baño era fundamental al precio que fuera.
Toda la tarde al fresquito, con bañitos varios me han dado para escribir una entrada completa y preparar la segunda. Por fin estoy al día.

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Ahora hemos vuelto al restaurante, tomamos una canaca haciendo tiempo mientras acaba de llegar un grupo de ingleses tipo a los de Oria, bebiendo como cosacos y colorados como gambas. Esperamos una cena suculenta y un descanso reparador aunque no descarto aventura nocturna en la piscina…

Resumen de la etapa

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