Camino de la costa 2.015


Preparativos y primeras etapas

Como lo prometido es deuda y ahora tengo bastante tiempo libre mientras recupero mi rodilla voy a poner por escrito la descripción de las etapas que hice el verano pasado desde Oviedo hasta Santiago.

Una vez había completado con Joseba el camino desde Santander hasta León y después desde Ponferrada hasta Santiago realizando los caminos vadiniense, lebaniego y Camino de invierno regresé a casa unos días para recuperar algo y preparar mi nueva aventura.

Como mi prioridad era ir lo más ligero posible porque pretendía hacer etapas bastante largas dejé en casa el ipad y por eso no pude ir escribiendo y publicando a diario. De todos modos sí me llevé una libreta en la que fui escribiendo las cosas y ahora lo que hecho es pasar esas notas al blog para no olvidar ningún detalle.

Un recuerdo primero a nuestro camino de la costa de 2.010 con Joseba y Julio. Sobre todo a nuestro amigo y peregrino que hace algún tiempo se marchó a caminar a otro lugar en el que la mochila le pesa menos y el camino le resulta más ligero. Un recuerdo a aquel camino de alegrías, mundial de fútbol, mordidas de perro y demás aventuras.El día 5

Salgo de Oria con rumbo a Fuente Álamo para dejar en casa a mi madre que ha pasado unos días con nosotros. Sobre las 12 inicio camino desde allí y a las 7:30 llego a Benavente después de hacer el trayecto casi sin parar. Había reservado con Booking una habitación en el Hotel Santiago. Yo no había parado nunca aquí y tengo que decir que es un lugar que merece una visita más detenida. El casco histórico está muy bien y el ambiente de tiendas y de bares promete una buena sesión gastronómica. Yo, de todos modos, no tuve mucha suerte con lo de la cena ya que todas las terrazas estaban abarrotadas y el servicio no parecía ir muy rápido. Al final cené en el restaurante del Hostal Paraíso (aceptable, aunque nada del otro mundo).

El día 6

Sin grandes novedades me fui a dormir temprano para salir a la mañana siguiente hasta Santiago de Compostela: allí iba a dejar el coche en casa de mi amigo y luego tomaba un bus hasta Oviedo. Una visita al mercado y un agradable rato de charla dieron paso a un aperitivo-comida en La Bodeguilla de San Roque camino de la estación de autobuses.

El viaje a Oviedo fue una agradable sorpresa gracias al servicio Supra de Alsa con autobús de lujo con todo tipo de detalles como asientos individuales de cuero, auriculares, agua, WC, etc.

Entre tales comodidades llegué a Oviedo en 4 horas y media más descansado de lo esperado. La ciudad atardecía entre nubes y media lluvia (lo típico del terreno). Y desde la estación de autobuses me fui hasta el hotel que había reservado también en Booking.

Había cogido un hostal bien calificado en la página y que estaba muy céntrico: El hostal Arcos. Al llegar me llevé un buen susto ya que la entrada parecía la casa de los horrores y por un momento creí que había metido la pata hasta el fondo. La realidad fue que la pensión estaba bien situada y disponía de una limpieza y servicios mínimos y aceptables en su relación calidad precio. Nada del otro mundo aunque con una situación perfecta para lo que buscaba.

Tras una ducha bajé a cenar a la plaza Fontán para degustar un platito de sardinas asadas, una ración de bonito y una botellita de sidra bebida al ritmo que marcaba el camarero de turno. El final fueron unos mejillones a la plancha muy buenos.

Día 7: Oviedo-Avilés

Me puse en marcha a las 7 con la idea de encontrar en el camino algún lugar en el que desayunar antes de salir de la ciudad. Una panadería-bollería en el centro cumplió perfectamente su función con biografía incluida del dueño (sevillano afincado en Asturias por amor).

La salida de Oviedo no está muy bien señalizada ya que las marcas son viejas y algunas cuesta verlas. Hace tiempo que nadie las revisa y se hace imprescindible llevar el track guardado para evitar sustos. Los primeros 20 km son muy cómodos y se pasa por lugares preciosos, un verdadro paseo entre prados por la Asturias verde de verdad.

El encanto del camino se rompe en los últimos 10 km de ruta: una interminable recta por una acera paralela a una carretera con bastante tráfico que llega hasta la misma ciudad de Avilés. No estaría nada mal que las asociaciones del camino de la zona buscaran alguna alternativa algo más segura y atractiva. Parece que el camino no está muy bien cuidado por la zona de Avilés, incluido el albergue del que hablaremos ahora.

No he encontrado a nadie en toda la etapa salvo un chico que venía en sentido contrario, eso me ha hecho pensar que quizás encontraría un camino tranquilo sin mucho agobio de gente. Esta idea se ha disipado rápidamente nada más llegar a la puerta del albergue y ponerme en la cola de acceso.

El albergue de Avilés sigue igual que hace 5 años en todos los sentidos (incluidos los manchurrones de la pared y demás. Se trata de un local excesivamente básico que mantiene baños comunes abiertos (culos públicos). La humedad campa sin control y en todos estos años no se han realizado mejoras de ningún tipo. Es el albergue típico de los peregrinos «de verdad», esos que buscan el contacto cuerpo a cuerpo entre olores y ronquidos sin fin. Una verdadera pesadilla peregrina acrecentada porque mis vecinos de litera (demasiado cercanos) eran franceses, poco dados a la ducha y habladores sin descanso en la hora de siesta peregrina, no por ser franceses sino por ser algo básicos en el concepto de educación y de higiene.

Después de realizar mis labores peregrina de lavado personal y de ropa me he ido al centro a buscar un sitio para comer y mis pasos me han llevado a Casa Alvarín, una sidrería típica muy conocida en la ciudad. Pude degustar un estupendo menú por un precio razonable, hasta que mi cuerpo ha decidido parar en forma de mareo intenso que no me ha dejado terminar. La verdad es que en el restaurante se han portado muy bien e incluso no me han querido cobrar la comida ya que no había podido terminarla (todo un detalle de amabilidad).

He regresado al albergue a descansar y recuperarme un poco aunque la pareja de peregrinos franceses se han dedicado a hacer imposible cualquier intento de siesta moviendo colchones.

Desesperado y algo recuperado me he vuelto a marchar del albergue cada vez más lleno de gente y me largado a darme una vuelta por el centro de la ciudad. He llegado hasta el centro Niemeyer. Impresionante y muy adecuado complemento de la ciudad para unir la tradición con la innovación. He subido a la cafetería a tomar algo aunque no he podido quedarme porque estaba lleno.

La tarde se ha quedado gris y húmeda, típica de estos lugares y me ha permitido completar un estupendo paseo por el centro histórico de la ciudad parando en algún que otro lugar a tomar algo y ver las posibilidades de todo tipo que ofrece el lugar.

Aunque disponía de diversas posibilidades para cenar me he decidido sin dudarlo por repetir en Casa Alvarín dado el trato del mediodía y que consideraba debía hacer algo de gasto.  Era temprano y aún no había mucha gente por lo que he podido disfrutar de una cena tranquila con un estupendo pulpo amoriscado (tipo «al ajillo») regado con un alvariño estupendo.

Desde aquí directo a la pesadilla peregrina nocturna en un albergue abarrotado de peregrinos de todo tipo y color con todo completo. Destacan los peregrinos alemanes por su nivel de sonido y por el modo en que se aíslan del resto y van «a su bola» sin tener en cuenta a nadie.

Resumen de la etapa: 29,38 km en 5h y 33 min. Enlace en wikiloc

 

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18ª Rodeiro – Silleda


Cuando hablamos con la señora del restaurante al mediodía nos había comentado que en el albergue de Laxe había problemas con chinches y habían tenido que cerrarlo varios días para fumigar. Eso nos puso rápidamente en alerta y sobre la marcha comenzamos a ver otras posibilidades par no dormir en Laxe. En ese punto se une el camino de invierno y el Sanabrés, que viene del de la Plata. Además eso comenzaba a condicionar un poco todo porque las alternativas eran pocas y, además, el tema de los bichitos me pone los pelos de punta. Está claro que si hay chinches en un albergue pueden haberlas llevado después a cualquier otro sitio sea hotel, albergue o cualquier cosa.

Teníamos varias alternativas: la primera recortar la etapa y quedarnos en Lalín: se trataba de hacer 20 quilómetros pero eran muy llanitos y fáciles, lo que nos iba a hacer llegar pronto para estar todo el día tirados.

La siguiente opción lógica era irnos a Silleda pero estaba a 38 quilómetros. No es que nos diera miedo una etapa así porque sabíamos que el perfil no es muy complicado. El problema fundamental era que entonces nos quedarían dos etapas muy pequeñas hasta llegar a Santiago y eso tampoco nos gustaba mucho.

Las demás opciones pasaban por improvisar un poco sobre la marcha intentando alargar la etapa penúltima hasta los 30 y así que nos quedara a Santiago una pequeña de 10-15. A esas alturas yo ya comenzaba a rumiar la idea de hacer dos etapas en lugar de tres, lo que suponía hacer 80 quilómetros en dos días.

Estábamos viendo opciones y completando la información con la previsión meteorológica: dos etapas tan largas sólo eran posible si teníamos días no demasiado calurosos. Además, el perfil de los últimos 40 quilómetros  sí es un poco más complicado.

Decidimos dejar todo para la tarde siguiente.

A la hora de la cena la señora nos esperaba ya. Nos ofreció una cena sencilla con unos pimientos de su huerta y una ensalada para acompañar una tortilla. Pasamos una agradable velada hablando del camino y de otras muchas cuestiones. Tanto ella como su marido son gente amables y serviciales, concienciados con el tema del camino y que cuidan mucho todo lo relativo al restaurante y al alojamiento.

Mientras Joseba iba a dormir yo bajé a hablar por teléfono sin darme cuenta de que justo detrás de mí un señor estaba todo el rato pendiente de la conversación, nivel 6 que estaba teniendo.

A la mañana siguiente nos levantamos a las 6 para salir pronto y aprovechar la mañana. Habíamos comprado algo para desayunar antes de salir y con la idea de hacer parada más larga en Lalín. Todo el camino es muy sencillo, sin grandes desniveles y casi siempre picando hacia abajo. Va sorteando la carretera general dando un gran rodeo que hace que la ruta por la carretera sea casi 7 km más corta que por el camino. De cualquier modo merece la pena evitar esas carreteras con bastante tráfico y pasear por sendas y caminos mucho más tranquilos y menos transitados.

Salida de Rodeiro

Salida de Rodeiro

Iglesia en el Camino

Iglesia en el Camino

Esta última parte del camino pasa por lugares mucho más ricos que los primeros días. Hay muchas explotaciones ganaderas y agricultura. Las casas se ven mucho más arregladas y de un nivel económico más alto. En esta parte el campo no está abandonado. De cuando en cuando tomamos carreteras secundarias que aceleran nuestro paso y nos hacen mejorar la media en quilómetros.

En Lalín hemos encontrado una pastelería estupenda en la que hemos hecho un verdadero desayuno peregrino: yo me he metido un pedazo de croissant relleno de crema pastelera que daba miedo nada más verlo.

Allí mismo hemos mirado en internet y hemos reservado en Booking un hotel en Silleda: el Ramos, que era el que nos ofrecía un buen precio y buena pinta en las fotos (35 euros a peregrinos).

Entrada a Lalín

Entrada a Lalín

Iglesia en Lalín

Iglesia en Lalín

El camino ha seguido hasta Silleda sin novedad en la misma tónica: bosques y prados sin grandes desniveles alternando asfalto y camino.

Merece destacarse el paso por Taboada con su puente romano, la calzada y la iglesia románica de Santiago.

El hotel está al final del pueblo y hemos llegado a eso de las 2 de la tarde. El pueblo es grande y con todos los servicios aunque no parece que tenga mucha vida, por la hora y por la época del año.

Andadero a la salida de Lalín

Andadero a la salida de Lalín

Bosque de robles y castaños

Bosque de robles y castaños

Bajo el puente del Deza

Bajo el puente del Deza

Puente Romano Taboada

Puente Romano Taboada

Río Deza

Río Deza

Calzada romana

Calzada romana

Calzada

Calzada

Iglesia de Santiago de Taboada

Iglesia de Santiago de Taboada

Camino a Silleda

Camino a Silleda

Silleda

Silleda

Hemos cogido la habitación, muy digna, y después de ducha hemos bajado a comer al restaurante de enfrente, que nos ha aconsejado el del hotel. Al llegar nos hemos quedado algo parados porque no había nadie comiendo y sólo varias mujeres por allí más en labores cotidianas que en plan negocio de restauración. A pesar de todo la comida ha estado bastante bien con una buena ensalada y bacalao a la gallega (dos trozos considerables y muy ricos).

Después de la comida hemos lavado ropa y descansado un rato. Yo ha hablado también por face mientras Joseba reflexionaba sobre el sentido de la vida.

A media tarde hemos buscado un bar con wifi, hemos pedido un par de nestea y nos hemos puesto a hablar de la etapa siguiente. Yo le he propuesto a Joseba ya abiertamente hacerla de un tirón hasta Santiago: las guías marcan unos 42 km con cierto desnivel, sobre todo la subida de Ponte Ulla y la llegada a Santiago. La ventaja es que no tenemos que quedarnos tirados un día entero y aunque lleguemos más tarde podemos aprovechar la tarde en Santiago. Además he visto la posibilidad de cambiar mis billetes de tren y adelantar un día mi regreso. Lo que gano es un día pero en lugar de estar sólo todo el día 22 estamos la tarde del 20 y todo el 21 juntos hasta que yo me marche en el tren a las 22:30

Arreglado lo de los billetes tras pagar un recargo de 7 euros y un puñetero 902 que me ha añadido al gasto otros 5 y confirmada la reserva de un día más en La Salle hemos dado un paseo por el pueblo y buscado algo para cenar.

Al llegar yo había visto de paso una Pulpería que me ha parecido buena. Hemos ido hacia allí y nos hemos sentado a cenar: ha sido un acierto por los pimientos, cosecha propia, el pulpo, las zamburiñas y el vino. Todo ha ido bien hasta que a Joseba le ha tocado el pimiento de padrón que sí pica y ya no le ha dejado disfrutar del resto de la comida.

Pulpo a feira

Pulpo a feira

30ª Friol-Boimorto: camino del norte


Esta segunda etapa de transición hacia el camino del Norte ha sido un poco decepcionante, sobre todo si la comparamos con la primera. Lo cierto es que tiene tramos muy bonitos, sobre todo al principio, pero también mucha carretera secundaria.
La etapa hasta O Mesón la he pasado siempre con la duda por tomar el camino correcto. Es verdad que las flechas están muy bien en todas partes y ayudan mucho. También me ha servido el PDF que me descargué del blog de Estradas e corredoiras y el track de Wikiloc. Por cierto, el track de Wikiloc no se sigue en un par de sitios: en Laxe se toma recto por pistas en lugar de la carretera y también hay una pequeña modificación en la primera parte de la etapa.
Sale el camino de Friol por un precioso paseo junto al río que hace muy agradable el inicio. Desde allí es un constante intercambio de pistas, caminos, sendas y carreteras secundarias. El único problema que he encontrado hoy han sido los perros sueltos. En algunas aldeas los he encontrado en la calle amenazantes y de mal rollo. En una de las aldeas se me ha lanzado uno a pesar de que estaba el dueño.
La última parte hasta Sobrado es por carretera y se hace muy pesado. He llegado al monasterio a sellar a las 11:30 y había una chavala italiana dando sus datos para quedarse en el albergue de los monjes. Ha puesto bastante nervioso al tranquilo monje cuando le ha regateado el precio para quedarse. Le decía que en todas las guías el precio que indicaba para este albergue era de 3 euros. El monje le ha respondido de muy mala gana asegurando que eran seis euros y se ha girado sin hacerle más caso para atenderme a mí.
Yo he salido a tomar algo en el bar de la plaza y he retomado ruta para llegar pronto al destino porque había quedado con José María y Beatriz. A las 13:30 he llegado al albergue y estaba lavando la ropa cuando han aparecido mis amigos para recogerme.
Hemos pasado un día estupendo desde la comida en casa Moncho. Es un restaurante de comida casera cien por cien en el que el menú no distingue entre primeros y segundos, te dicen todos y tú pides dos. Las raciones son abrumadoras y encima te proponen repetir. Yo no he podido resistir la tentación y me he regalado con un trozo extra de tortilla de patatas: patatas de la casa, huevos amarillo intenso de sus gallinas y cuajada como a mí me gusta, poco hecha. De postre queso de arzúa y café mojado con orujo.
Luego hemos hecho una ruta turística por los alrededores que ha incluido visita al monasterio de Sobrado, la preciosa iglesia de Santa María de Mezonzo. Después me han llevado a la playa fluvial de Mellide y hemos acabado comiendo pulpo en Garnacha (mucho mejor que Ezequiel, y José María dice que mucho más limpios).
Por cierto, me ha comentado José María que este es el pueblo en que nación Luz Casal y que hacen todos los años un festival muy chulo con muchos artistas que vienen.
Tras una parada en el bar de referencia de José María nos hemos despedido. Gracias de corazón a los dos, hemos pasado un día estupendo y habéis sido unos anfitriones perfectos.
He llegado al albergue a las nueve menos algo, me he puesto a charlar un momento con el hospitalero y he recogido la ropa, que aún estaba algo mojada.
Cuando todo parecía acabado el camino me ha brindado una experiencia peregrina de las de nivel. Me he acercado al grupo de peregrinos que también duermen esta noche en el albergue. Son dos chicos y dos chicas jóvenes que estaban terminando de preparar la cena. Yo creía que venían en bici pero resulta que vienen andando.
Hemos empezado a hablar de forma general hasta que la cosa se ha ido destapando. Son de Alicante y llevan ya algunos días haciendo el camino. Empezaron haciendo etapas largas de cerca de cuarenta pero pensaron que «no era cuestión» porque se cansaban y porque tenían molestias. Han decidido hacer etapas pequeñas y por eso van de 10 en 10 quilómetros. Hoy han hecho la etapa desde Sobrado hasta aquí (11 km). El caso es que son algo increíble porque se han ido al súper y se han traído cervezas y una botella de ron, coca cola y cúbitos de hielo. Están cenando un arroz blanco que se les ha quemado con trozos de salchichas y tomate de bote.
Nos han invitado a una copa y aquí estamos el hospitalero y yo haciendo tertulia con ellos. La verdad es que se ve gente maja con la historia muy clara: pasarlo bien en el camino sin castigarse. Con un par de cubatas hemos comenzado a hablar de las chicas en bikini haciendo voley playa. Os seguiré contando mañana como queda la noche porque de cualquier modo no puedo publicar hoy porque no tengo internet, mañana os término de contar una velada que promete.
La noche no se complicó más de la cuenta y a una prudente hora nos fuimos a dormir, suerte que el albergue estaba cerrado y no había posibilidad de traer otra botella de ron porque si no…
Resumen de la etapa: 35,9 km en 6h 44 min con un desnivel de 392 a una media de 5,45km/h. Enlace a Wikiloc.

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25ª Berducedo-Grandas: transición


Una etapa corta y sencilla la de hoy con apenas 20 km. La realidad es que esconde alguna trampa ya que desde inicio presenta subidas y una dura bajada hasta la presa del pantano. Luego la subida por carretera hasta Grandas se lleva bien salvo el regalito del final.
Pero debo comenzar por comentar la noche peregrina que vivimos ayer. Eran ya algo más de las 10 y yo estaba acostado en la habitación con cuatro camas que me había ofrecido el dueño del albergue y que no se habían ocupado. Como yo iba a dormir solo pero el dormitorio daba directamente a la cocina les pregunté la hora de levantarse a todos y quedamos con poner despertador a partir de las 6. Cuando comenzaba a visitarme Morfeo de repente abren la puerta y me aparecen dos chicas francesas que se meten en la cocina y empiezan a hablar y llorar sin parar. Parece que acaban de llegar y quieren quedarse a dormir pero sin avisar al dueño. En esas están cuando aparece una tercera chica y yo ya no entiendo nada. A esas alturas estoy un poco mosca porque cada vez hay más gente en la cocina y yo a verlas venir. Poco rato después aparece el dueño del albergue y pregunta por la situación: las chicas piden ducharse pero no quedarse a dormir y el dueño les dice que no hay problema. Pero nada más irse el dueño siguen allí en la cocina con movimientos muy raros.
En resumen: el dueño aparece varias veces mosqueado porque cree que los chicos que van con estas francesas quieren quedarse a dormir cuando él se vaya. Cierra la puerta del albergue por fuera y me dice que la llave está colgada dentro por sí hay que salir. Me dice también que si veo movida por la noche a la mañana le toque el timbre para que venga a ver lo que ha pasado. Se marcha y al momento se abre la puerta del albergue y entra alguna gente nueva. Yo, a esas alturas, cierro los ojos y pienso que ya veremos lo que pasa después de varias nuevas visitas a la cocina y algún que otro movimiento extraño en las chicas .
Me he levantado a las 6:15 y todo parecía tranquilo. He tomado un zumo que me quedaba y después la pareja de Barcelona me ha ofrecido un café que he tomado con ellos. Ella sigue sin parar de hablar sobre su hijo que le ha pedido en matrimonio a su novia y ella nos enseña constantemente las fotos del acto oficial de pedida (retransmitido por whatsapp y con rodilla en tierra).
Nada más salir el camino sube por una empinada cuesta que se repite aún con mayor desnivel al salir de La Mesa. He pasado a las dos parejas de chicos lorquinos en la segunda cuesta y poco después he comenzado la tremenda bajada hasta el pantano. En el trayecto he adelantado a algunos peregrinos y así he llegado hasta el bar que hay al comienzo de la subida junto a la carretera. Este bar lleva abierto 4 ó 5 años y está muy bien tanto para tomar algo como para un posible fin de etapa.
Desde ahí todo subida hasta Grandas casi sin ver a nadie.
El albergue estaba cerrado y yo era el primero. Abren a las 12:30 y aún faltaba más de una hora por lo que he cogido el iPad y me he organizado para comprar los billetes de tren para el regreso. Tomaré el tren nocturno el 4 y luego enlazo con un tren a Murcia a las 9. Todo comprado y arreglado.
El día ha pasado tranquilo compartiendo espació con los peregrinos. Hemos comido en el restaurante la pareja de catalanes y un señor francés de Marsella que con el que había ya coincidido un par de veces. Por la tarde he tomado una cerveza con los chicos de lorca y a media tarde han llegado mis amigos polacos. Me han saludado algo molestos y además por la circunstancia que la chica de ese grupo que habla español y con la que había tenido el enfrentamiento el otro día en hospitales, esta durmiendo en la litera de arriba de la mía.
He cenado en el mismo restaurante mi primer pulpo del camino y al salir había una buena fiesta de peregrinos bebiendo y bailando con un lugareño que toca una gaita. Esta noche se presenta de baile y alcohol, movidita, ya veremos.
Resumen de la etapa: 20,45 km desnivel de 630 metros en 4h 10 min a una media de 5,23 km/h. Enlace a Wikiloc

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Fin del camino


Por fin tengo un rato tranquilo para poder escribir sobre el final de nuestra aventura. Tenéis que entender que desde la llegada a casa han sido muchas las obligaciones a las que hemos tenido que atender tras haber dejado «abandonadas» a nuestras familias por tan largo período de tiempo. Eran muchas las ganas por el reencuentro y hasta que las aguas no han vuelto a su cauce no hemos tenido oportunidad de reflexionar sobre el final de la aventura.

La última etapa nos llevaba desde Padrón a Santiago y nos dispusimos a hacerla a buen ritmo porque sabíamos que íbamos a estar poco tiempo en Santiago y teníamos mucho por hacer. A las 6:45 nos levantamos con la mañana aún oscura y además nublada. Las calles de Padrón estaban sin luces, imagino que debe ser o bien cuestión de la crisis o de estampar peregrinos contra las paredes. El único bar abierto era el que está junto al puerto que un señor «peculiar» nos había ofrecido la tarde anterior para el desayuno. Así fue, café, tostadas, anécdotas, escribir en el libro del bar, foto de recuerdo que nos hizo y salida a toda máquina.

La etapa está muy mal señalizada en algunos tramos y eso nos hizo incluso perdernos para cabreo de ambos. Para colmo la pérdida fue en un tramo que va paralelo a una carretera nacional llena de tráfico, ruido y escaso arcén.

La entrada a Santiago acaba dando un tremendo rodeo de esos que ves que te añaden un par de quilómetros «gratis» al final de la etapa. Es la entrada más fea de las que hemos hecho a Santiago y encima no paras de bajar y subir en todo el camino. Para colmo de males a mi querido compañero le entraron las prisas y después de una pequeña parada técnica para descargar líquido me encontré cada vez más lejos puesto que decidió llegar el primero. Decidí dejarle engañarse y no le llamé por el móvil para decirle que por mucho que corriera seguro que ya habrían llegado algunos peregrinos a Santiago antes que él. El resultado fue que yo iba a 6 km/h de media y cada vez lo tenía más lejos. Le vi intentar entrar a un Mercadona a comprar las cremas (cuestión privada) pero como había corrido tanto aún estaba sin inaugurar. Al cruzar una vía de ferrocarril y verlo ya al otro lado comencé a tirarle piedras y a proferir todo tipo de maldiciones para regocijo del repartidor de pan que estaba a mi lado en el camino con su furgoneta.

Y llegamos finalmente a Santiago pero todo fue muy deprisa a partir de ese momento. Llegamos a la Plaza del Obradoiro, nos abrazamos y yo le pedí un beso en los labios tal y como hacían las parejas alrededor nuestro a lo que él se negó bruscamente (cuando se me pasó la euforia inicial se lo agradecí). De la plaza nos fuimos directamente a la oficina de atención al peregrino para gestionar lo de la Compostela y tuvimos la suerte de arreglarlo todo en unos 20 minutos. Luego nos fuimos al mercado a Saludar a mi amigo José y su mujer. Se trata de unos amigos a los que conocimos hace ya algunos años y que son nuestros proveedores de ternera gallega así como informadores de todo lo que se mueve en Santiago ya que José conoce a todo el mundo y se maneja por todas partes. Tras besos y abrazos y saludos reiterados quedamos para el día siguiente para coger las cosas y nos invitó a un vino, o dos, en una tasca cercana.

A la 1 nos fuimos al Hostal La Salle donde teníamos reservada habitación. Ducha y corriendo a comernos un arroz con bogavante a O Fornos, para mantener la tradición. Allí coincidimos con un grupo de peregrinos con los que intercambiamos algunas charlas mientras degustábamos algún que otro orujito de hierbas.

Sobre las 4 nos fuimos directamente de compras: joyas Joseba (que os cuente él) y yo orujo en As Monxas, tarta de Santiago en la calle Rua da Algalia de arriba (una panadería escondida que tiene las mejores tartas Ancano caja azul) y visita a tienda de Sargadelos para deleitarnos la vista con las maravilla de allí y comprar un juego de ribeiro para la casa de Oria porque enfría el vino de una forma increíble, comprobado. No nos faltó una paradita en el Casino para reponer líquidos.

Sobre las 6 nos fuimos a la estación de autobuses para subir a Lavacolla a recoger los coches alquilados y allí comenzó una aventura de terror prevista: el precio fijado por goldcar en la reserva me lo incrementaban en 100 euros porque iba a dejar el coche en otro lugar distinto, encima me cobraban el depósito de gasóil a 100 euros más y así de los 82 euros iniciales pasó acostar la broma más de 300 euros. Joseba les dijo directamente que se metieran el coche por la zona trasera en la que tienen algo de espacio y yo acepté ya que no tenía otra alternativa a esas alturas y sabía que ni había coches en otras compañías ni eran más baratos.

Pasado el cabreo nos bajamos en mi coche de alquiler y Joseba se fue a la estación a sacar el billete de autobús para el día siguiente, salía a las 8:30 y se pasaba todo el día recorriendo el norte de España.

Después de todo este lío por fin nos dispusimos a sentarnos tranquilamente a cenar y despedirnos del camino como es debido. La elección fue, por supuesto el Entrerruas. Vinito, pimientos, pulpo, caldo…, lo de siempre.

Tras una cena tranquila y agradable encaminamos nuestros cansados cuerpos hacia el último lugar típico de nuestro camino: Momo. Una copa y a dormir que estábamos cansados.

El resto es fácil imaginarlo. La mañana amaneció de camino (a las 5 y pico). Joseba estaba preparado para marchar desde ese instante con su mochila a la espalda (yo creo que por eso dijo que había dormido tan mal). Desayuno rápido y despedida de estos dos viejos amigos caminantes que esperan hacer pronto otra de estas.

Yo me fui hacia el mercado a comprar el resto de productos con la ayuda de José y su mujer: ternera gallega maravillosa de su carnicería, algo de marisco, pimientos de padrón de los que las señoras seleccionan magistralmente entre los que pican y los que no, y un buen trozo de empañada gallega que luego me sirvió de comida (pasas y bacalao).

Tras 10 horas de coche casi sin parar y meter la pata en Madrid (acabé pasando por la M-40 por un error tonto al coger la radial), llegué a casa sobre las 7:30. Joseba llegó algo más tarde a su casa ambos sin novedad, para tranquilidad de familias (la tranquilidad les duró sólo unas horas) y para tristeza de todos aquellos que habéis seguido nuestras aventuras a lo largo de estos días.

Muchas gracias a mi querido compañero por aguantarme (el placer ha sido mutuo), cada vez que hago un camino con Joseba pienso que el próximo será aún mejor. Ahora nos esperan unos meses duros hasta el próximo camino aunque allá por enero empezaremos con la preparación de nuestras próximas aventuras. Queda pendiente esa ruta por Italia que caerá tarde o temprano y yo me quedo con la idea de repetir el portugués el próximo año.

Muchas gracias también a los que nos habéis seguido en todo este tiempo que habéis sido muchos, hemos recibido más de 100 visitas muchos días. Espero no haberos cansado mucho con nuestras historias y recordad: todo esto es fruto de mi delirante imaginación, por supuesto que no es nada real y en este blog no se describen personas sino personajes.

Un abrazo y, hasta pronto

Resumen de la etapa: 25,23 km en 4:13 a una media de 6 km/h

 

A las puertas de Santiago


Los últimos días del camino están siendo la confirmación de lo que el camino representa para nosotros. Cuando piensas que las cosas se van a complicar todo acaba saliendo rodado y, por contra, cuando crees que todo te vendrá derecho se tuerce.
El día pasado en Pontevedra fue estupendo y el final lo puso un concierto en la plaza del ayuntamiento por las fiestas de la peregrina. El concierto de Budiño y Kepa Junkera fue un verdadero goce que tuvimos la suerte de ver completo. Y lo curioso es que esa misma tarde al salir de la habitación del hotel Joseba había reconocido a Kepa que bajaba en el ascensor.
Antes del concierto habíamos ido a cenar al mismo restaurante del mediodía y picoteamos algunas cosillas tipo pulpo y demás. También dimos un paseo por las casetas de feria ya las tómbolas para deleite de Joseba que me pidió varias veces dinero para jugar unos boletos que yo le negué evidentemente, que se está volviendo muy gastoso últimamente.
Las etapas de estos últimos días Siguen siendo similares, entre lugares muy bonitos, bosques, pequeñas aldeas y carreteras secundarias. Normalmente suele ir paralelo a alguna vía del tren o carretera más,importante. El terreno es abierto aunque algo quebrado y el tiempo es caluroso, aunque se puede llevar bien porque llegamos pronto a los finales.
Ayer tocaba Caldas de Reis. Al llegar miramos en la guía y nos dejamos aconsejar hasta el Hotel O Cruceiro, a las afueras algo a desmano. El aspecto era bueno y al entrador un señor muy amable nos dijo agasajó con una cerveza reparadora invitación de la casa? Al poco rato me saca unos pinchos de tortilla y me dice que vayamos haciendo tiempo porque la señora está friendo unos pimientos, nosotros alucinábamos en color ante la perspectiva que nos venía: una habitación estupenda y limpia, buena cocina, gente amable y 45 euros con desayuno incluido.
Al ir a hacer el registro me di cuenta de que no me habían devuelto el DNI en el hotel de Pontevedra. Tras llamar varias veces acabaron confirmando que me lo enviarían a un hotel de Padrón hoy.
A partir de aquí todo fue de bien a mejor. Tras una cerveza en la plaza del pueblo nos fuimos a comer un menú sencillito al restaurante del hotel. Pero al entrar encontramos una mesa montada para unas 10 personas llena de fuentes con nécoras y cigalas. La tentación pudo con nosotros (más conmigo, todo hay que decirlo) y cambiamos la idea del menú por unos bichitos de esos con muchas patitas, pimientos, mejillones vapor, almejas y… 2 botellas de alvariño porque una se quedó corta. Mientras dábamos cuenta de tales manjares nos atendía el hijo del dueño, simpático y muy atento que al final nos ofreció unos orujos tostados para completar la sesión. Y para colmo estuvo muy bien de precio. La conclusión de todo esto fue una siesta monumental para dormir las dos botellas de vino y los orujos.
Después dimos una vuelta por Caldas para acabar cenando en el restaurante del mediodía junto a la pareja de peregrinos franceses con los que habíamos estado en Sao Roque, el día del diluvio. Sólo una botella de vino pero al final la «liamos parda» con los orujos tostados.
Y esta mañana tocaba Padrón, 19 km con más de lo mismo aunque esta mañana íbamos algo más espesos mentalmente. Hemos ido adelantando peregrinos hasta un pueblecito a un par de quilómetros de Padrón. Allí hemos parado a hacer un descanso, tomar una cerveza y reponer agua yo porque no me quedaba nada. El enorme camarero nos ha ofrecido unos callos con garbanzos y nos ha informado de que hoy había un gran mercado en Padrón, nada más entrar por el camino.
Así ha ocurrido y nada más ver las pulperías del mercado hemos decidido ir a comer allí porque el día de hoy prometía.
Para completar las buenas perspectivas hemos ido hacia la pensión el Jardín ya que es allí donde me habían dicho que enviarían el DNI. Se trata de un lugar precioso, muy limpio y mejor atendido por una señora muy amable. Nos hemos quedado una habitación por 45 euros que nos parece un precio muy bueno.
Pero el camino es así y no siempre te da lo que crees. Hemos ido al mercado dispuestos a deleitarnos con los productos típicos de nuestro camino pero todo ha salido mal. El pulpo y el churrasco caro y escaso, los pimientos cocidos en aceite y el vino tan insoportable que ni nos lo hemos podido tomar. En definitiva, un desastre de comida.
Sin más hemos regresado al hotel tras saludar a los peregrinos franceses que acababan de llegar allí.
La tarde se presenta deportiva, entre las motos, el partido del Atlhetic y a las 9 el Barça. Todo eso antes de que mañana culminemos nuestra aventura en la plaza del Obradoiro.
Resumen etapa 21: 22,66 km en 3:53 a una media de 5,8 km/h.
Etapa 22: 20,43 km en 3:33 a 5,7 km/h.

Pimientos de padrón, pulpo a feira y alvariño


Con esta dieta creo que he sobrevivido varios caminos ya en Galicia y este no parece que vaya a ser una excepción. Joseba me mira con cierta resignación cada vez que llegamos a cualquier lugar y, tras pedir la carta añado, ¿Tienen pimientos para freír una racióncita mientras llega la comida? Lo siguiente es esperar a quién de los dos será el primero al que le toque el que pica mientras el otro tiembla pensando que será el siguiente.
Todo este preámbulo lo que viene a decir es que hemos llegado a Galicia, atrás ha quedado el vinho verde, el bagazo y las sopas de verduras para acabar la comida. Han sido unos días estupendos que hemos aprovechado al máximo y de los que nos quedan recuerdos y momentos precisos que nos hacen plantearnos una vuelta a no muy largo plazo por estas tierras quizás ya cada uno por nuestra cuenta. Nuestra próxima aventura creo que se desarrollará por tierras Italianas, pero para eso faltan algunos años aún, ya hablaremos.
Estar en Galicia tiene también su parte negativa: los peregrinos van saliendo de todas partes como el musgo a las piedras, por poner una imagen algo más suave a la realidad. Los peregrinos que encuentras son de todos los tipos aunque abunda, sobre todo el «yovoydeperegrinoporqueenelalberguemecomounosespaguetisconlacuchipandi» es decir, se van agrupando por afinidades, por grado de lavarse, por número de vinos que te bebes antes de los orujos, y por el tema de quién acabará en la cama con quién. Nosotros hace mucho tiempo que dejamos ese tipo de drogas y eso nos hace mantenernos muy desconectados del ambiente «peregrino» en general. Es cierto que de vez en cuando encuentras gente normal, majos, divertidos y con ganas de pasar un buen rato sin complicaciones.
Vayamos por partes, es día de ayer nos sorprendió con un maravilloso sol cuando pensábamos que íbamos a tener que usar barca para salir. Desayunamos con dos parejas de peregrinos que estaban también alojados allí, una francesa y otra española. Ya habíamos cenado con los franceses porque los españoles son algo más reservados aunque por la mañana hemos estado en buen ambiente y yo,para variar, he gastado alguna broma y contado alguna historia.
Un camino maravilloso que hace honor a la despedida de Portugal nos llevó hasta Valença do Minho, preciosa ciudad amurallada que es el contrapunto perfecto a la española Tui. Una pequeña ascensión y un brusco descenso nos ha llevado entre alegría y la conexión a telefonía española hasta nuestro destino final portugués.
Un paseo breve dentro de las murallas entre turistas españoles mayoritarios nos ha dejado la sensación de que Valença merece ser final de etapa en otra ocasión. La anécdota la han ofrecido dos señoronas españolas sentadas en la mesa junto a nosotros porque han pedido una tapa de pulpo ya otra de bacalao y al traerlas le han dicho al camarero que no las querían poque eran muy grandes (y caras). El camarero se ha marchado bramando en portugués y al verme detrás para pagarle se me ha escapado en mi mejor castellano un «es que son españolas, qué esperabas. El comentario ha supuesto el despiporre general de todo el personal y ha roto la situación.
Lo demás ha sido llegar a Tui, ciudad desierta a esas horas hasta el hostal que hemos reservado y que se encuentra en la salida de la ciudad. Lugar sencillo pero limpio. Nada más llegar el tiempo ha cambiado y ha comenzado a diluviar. Nosotros ducho, ropa y comida, por fin Gallega. Lástima que no había pimientos pero sí hemos dado cuenta del primer pulpo a feira, una merluza de pincho a la gallega y un orujito de hierbas con hielo para el desengrase. Hemos comido muy bien y la gente es muy amable.
Tras un breve paso por la habi junto a varias jugadas de apalabrados y disfrutando por fin de mi whatsapp recuperado, hemos salido a ver la catedral y todo lo demás. Allí había un cartel prohibiendo hacer fotos que yo, por supuesto, me he pasado por el forro porque pago la restauración de este tipo de edificios con mis impuestos.
Después las calles se han ido llenando porque había procesión, cientos de personas alumbraban una pequeña imagen de un Santiago que ha recorrido la ciudad al compás de una bande de gaitas y otra de música.
La noche ha sido una agradable cena en un mesón junto al albergue privado subiendo la cuesta que viene de la playa fluvial, un verdadero espectáculo al atardecer frente al Miño y con Portugal enfrente.
Hemos amenizado los pimientos correspondientes (dos platos para recuperarle mediodía) con dos botellines de un vinito gallego del terreno muy suavecito. Una tapita de oreja y una brocheta maxi de ternera, pimientos rojos y más. Contentos y tras charlar amigablemente con la mesonera del local hemos encaminado nuestros pasos hacia la cama con mayor alegría de lo habitual, imagino que por lo agradable de la noche y por el sentimiento de patria que a ambos nos embarga, a Joseba sobre todo después de haber recuperado como español a su teléfono que había decidido independizarse y seguir siendo portugués.
Noche plácida y fresquita que nos ha levantado para un camino completamente gallego por un terreno bastante bonito en la primera parte pero que luego atraviesa varios polígonos industriales de la cercana Vigo.
Al llegar hemos entrado en el albergue de peregrinos pero una marea de turigrinos abarrotaba sus instalaciones. Ante tal situación hemos buscado alternativa en forma de albergue privado al que habíamos visto anunciado en la carretera. Al llegar no había nadie y hemos llamado al tf que aparecía y un señor me ha dicho que nos instaláramos que ya aparecería. Sitio sencillo, básico, elemental y poco cuidado aunque con lo mínimo confortable. Ducha, lavar ropa y buscar restaurante para comer.
Un mesón muy aceptable nos ha ofrecido un menú por 10 euros al que no le ha faltado el añadido de unos pimientos y dos orujos al final. Esta noche promete ser lugar de tapeo para nuestros agradecidos estómagos. Luego siesta y espera para ver si venía el del albergue, nada de nada.
Al final hemos ido a dar un paseo hasta la ría observando los espectaculares puentes metálicos para el tren y una parte de la Ría de Vigo. Redondela es una ciudad agradable llena de rincones bonitos, plazas llenas de terrazas y callejas. En una de esas terrazas es donde ahora escribo mientras Joseba ha ido a pagar el albergue y pedir licencia para ir a dormir algo después,de las 10, según reza en un cartel a la entrada.
Resumen etapa 18: 22,9 km en 5:33 a una media de 4,1 km/h, porque dejé conectado el GPS durante el paseo por Valença.
Etapa 19: 32,29 en 5:19 a una media de 6,0 km/h gracias a que mi querido compañero ha decidido que nos dejemos los pies tirados por la cuneta,antes de llegar a Santiago.

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Una verdadera noche peregrina


No hace falta decir mucho para que todo el mundo entienda que el día de ayer fue uno de esos en los que recuerdas por qué vienes al camino. Es verdad que te duelen los,pies, que pesa la mochila y que tienes calor pero todo eso lo olvidas en cuanto llegas a un lugar agradable, te das una ducha y la gente con la que coincides son estupendas.
Después de comer regresamos al albergue y yo me puse a escribir la entrada del día y a hablar por Skype con la familia puesto que tenía wifi en el patio. Poco a poco el albergue se había ido llenando de gente, primero dos parejas de jóvenes italianos que ocuparon la litera de matrimonio de abajo y una habitación aparte con dos camas. No puedo decir nada más de ellos porque no se molestaron ni en dirigirnos la palabra y ya contaré más sobre como ha sido la madrugada peregrina.
Luego llegó un señor francés con el que intercambié breves palabras de cortesía general y que marchó rápido al pueblo a tomar algo. Ya nos pareció que sería el típico francés de albergue que se mete en la cama a las ocho y no deja moverse a nadie pero que luego a las 5 está de punta molestando a todo el mundo. Este se colocó en la litera de arriba de la mía que yo había elegido por su cercanía a un enchufe con el que recargar todos mis aparatos.
Después llegó una chica joven a colocarse sobre la litera de matrimonio, esa estaba justo al lado de la que tenía Joseba de modo que sólo quedaba libre la de encima suyo para completar la habitación. De la chica no sabemos nada porque ni abrió la boca en todo el rato.
Y ya avanzada la tarde se presentó una pareja de alemanes bastante mayores y gruesos. En ese momento la chica que estaba a cargo del albergue me pidió el favor de que dejara mi litera a la señora ya que su volumen le dificultaba subir a la litera sobre Joseba. Como os podéis imaginar me sentó regular (tampoco hay que ser grosero). Joseba les entendió decir que finalmente la pareja dormiría fuera pero al ir a preguntar a la chica si la cama había que dejarla confirmó que sí.
De este modo tuve que reorganizar las cosas para acabar durmiendo sobre,mi compañero por segundo día consecutivo.
La cena fue otra historia. Nos fuimos a la plaza a la feria gastronómica y en la caseta de los coros y danzas tenían como plato especial sardinas asadas. No que decir tiene que nos dispusimos a disfrutar de una buena ración junto a una botella ta de vino.
En este punto del relato debo hacer una aclaración, podéis comprobar que en los últimos días no he hecho alusión alguna al «problema» de Joseba. En realidad lo de beber alcohol es una terapia para curar las ampollas, me ha dicho que tiene que beber mucho porque sólo de esa forma el alcohol para desinfectar sus heridas en los pies le llega desde dentro. Como lleva todo vendado la única forma de ponerle alcohol es desde dentro. Yo no lo tengo muy claro pero eso es mucho mejor porque con la medicación con la que se está tomando tengo la impresión de que le están creciendo tetas. Claro, mientras tanto yo tengo que hacer un esfuerzo por acompañarle y acabo atún todas las noches: «lo que hay que hacer por la amistad…»
Pues eso, que una botella ta de vinho verde estupenda acompañó a una docena de sardinas, una ensalada grande y un caldo verde para mí. Para conseguir que la chica me vendiera doce sardinas tuve que hacer malabares porque ella no entendía la cantidad, en realidad es que las raciones eran de cuatro sardinas por plato y no comprendía que yo quisiera 3 raciones para dos. Después de convencerla también descubrimos otra cosa curiosa de Portugal. En esta zona el caldo verde se lo toman después de comer. Ya me había extrañado que la noche que pedí el buey de mar y el caldo el señor no lo trajo antes, al pedirlo me miró con extrañeza y me preguntó si es que lo quería antes del buey a lo que le contesté que por supuesto y él me lo llevó con cara de extrañeza. Ahora entiendo el tema, se toma al final.
Al llegar al albergue ya estaban todos en sus camas y la luz encendida. Al mirar hacia el techo descubrí con horror unos veinte mosquitos que estaban esperando ansioso a picarme por todo el cuerpo sin piedad. Horrorizado ante la noche que me esperaba supliqué a Joseba que apagara la luz para que no vinieran más y me tapé con la sábana hasta mitad de la cabeza para intentar cubrir la mayor parte de mi cuerpo de los miserables enemigos.
La noche ha sido tan infernal como imaginaba. Para colmo la sábana era pequeña y apenas cubría mi cuerpo. A cada momento escuchaba volar los miserables insectos picando en la frente, las orejas y hasta en los párpados. Si casualmente me daba la vuelta y dejaba al descubierto una pequeña parte de una pierna o un brazo al instante los cabrones me lo recordaban con un picotazo sin piedad. Para colmo hacía un calor insoportable que se acrecentaba con tener que estar tapado hasta los ojos. Así he pasado toda la noche con la única esperanza de que quizás en algún momento todos se hubieran llenado con mi sangre y ya dejaran de picarme para permitirme dormir aunque fuera un ratito.
Y cuando parecía que los mosquitos se habían saciado completamente para semanas con mi sangre con sabor a vinho verde porque dejaron de picarme entonces los italianos han decidido que era la hora de actuar como auténticos peregrinos de los que salen de noche para luego alcanzarlos al poco rato, mueven todas las bolsas varias vece, encienden las linternas, se les cae todo, hacen risitas y tú acordándote de toda su parentela.
Por fin se han marchado, han cerrado la puerto entonces Joseba me ha dicho que eran las seis y que teníamos que salir.
Hoy el camino ha sido muy agradable, la primera parte por sendas entre bosques y pequeñas calzadas con adoquinado. Una tremenda niebla nos ha acompañado durante una buena parte de la etapa refrescando bastante el ambiente. Al poco de salir hemos cruzado el Río Ave por un lugar precioso.
Al llegar a Sao Pedro de Rates la gente salía de misa. Eran las 8 de la mañana y aquello parecía una fiesta. Es una ciudad preciosa con una iglesia románica excelente típica del camino con su ajedrezado y todo. El ábside me ha recordado al de Frómista.
Hemos desayunado en el bar, lugar de gran acogida a peregrinos en el que hay dos paneles llenos de fotos de gente que ha pasado por allí.
Una pequeña visita a la ciudad y ruta hasta el final de etapa. El camino transcurre por un paisaje que ha ido cambiando mucho en los últimos días. Cada vez se parece más a Galicia, a la Galicia abierta de Coruña más que a la lucense. Las casas son de piedra y todo está muy bien cuidado. Se nota un poder adquisitivo alto con casas estupendas, muy arregladas en general. Todo está muy limpio y cuidado por esta zona y las referencias al camino son cada vez más evidentes. El único problema es que sigue habiendo mucha carretera secundaria por la que transitar los peregrinos es una verdadera aventura dada la velocidad a la que van los coches.
Tras mil vueltas y desvíos hemos llegado a Barcelos, ciudad de gran tradición y mucha historia en Portugal y que es origen de una leyenda de gallo que canta similar a Sto. Domingo de la Calzada.
La guía nos aconsejaba el Hotel do Terço por hacer precios especiales a los peregrinos. Para entrar debes cruzar un centro comercial que te descolora completamente pero que lo que hace es evitar que des un gran rodeo a toda la manzana. Efectivamente por 35 euros habitación estupenda y cómoda en la que resarcirnos de la pesadilla de la noche anterior y en la que poder ver la final de baloncesto de los JJOO.
Para comer nos hemos decantado por el restaurante Solar Real que nos aconsejaba la guía y hemos acertado de pleno: botellita de vinho verde (la uña del dedo gordo del pie de Joseba mejora día a día con la desinfección) y arroz con polvo de lo mejor que hemos comido en todo el camino y que iba aliñado con hierba buena.
Luego partido de baloncesto en el hotel disfrutando del equipo nacional y su juego (unos más que otros) y paseo turístico por la ciudad, hoy algo más que de costumbre aunque tampoco para matarse.
Ahora en una plaza en la que no paran de pasar zumbados gritando porque están borrachos y hay una fiesta de baile tipo tercera edad en la plaza de al lado. Mucho ambiente festivo que se acompaña de unos 14 grados de temperatura que invitan a ponernos el polar para envidia de nuestros lectores españoles que creo que ya estaràn cocidos a fuego lento.
Resumen del día: 28,82 km en 5:09 aúna media de 5,6 km/h mientras otros dos zumbados se pelean delante de nosotros.

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Muchos quilómetros, mucho asfalto,mucho calor


De la noche pasada mejor no decir demasiado. El olor a fritanga que sube desde las cocinas del restaurante hace muy desagradable el ascenso y descenso por las escaleras así como el tránsito por los pasillos por las zonas en las que no hay una caja de madera que impide el paso. Al acostarnos y mientras yo me organizaba para leer un rato el grupo de peregrinos a Fátima se puso a hablar a gritos delante de nuestra habitación, de repente Joseba lanzó un grito de silencio que me dejó a mí más mudo que a los de fuera. Bajaron el tono pero mantuvieron la conversación un buen rato. Cinco minutos después Joseba roncaba a pierna suelta mientras yo vencía un nuevo juego de apalabrados y acababa las últimas páginas del volumen I de Juego de tronos y escuchaba a Mariza.
Como a las dos de la mañana nos despertaron las voces de gente que llegaba al hotel con bastante poco cuidado. El resultado ha sido una noche de pesadilla añadido que desde las 5 tenía ganas de ir al servicio y por no salir fuera de la habitación he esperado al despertador.
Resumir la etapa de hoy es sencillo: 38 quilómetros por terreno sube y baja casi todo el rato por carretera y bajo un sol abrasador a partir de las 9 de la mañana. Y eso que al principio parecía que el camino nos iba a dar un respiro cuando salimos de la casa de los horrores y vimos la mañana cubierta por una espesa niebla y además el camino comenzó llevando nuestros pasos por terreno de tierra entre eucaliptos.
Hoy la etapa no nos lo iba a poner fácil y ha añadido constantes tramos de fuerte subida, rodeos absurdos para llegar al mismo sitio y mala señalización que nos ha hecho dudar en muchas ocasiones y depender más de la cuenta del GPS del iPhone.
Al menos el desayuno ha sido el previsto, a unos 11 km de la salida y de primera calidad. Parece que le vamos pillando el truco también a esto y hemos comprobado que en las padarias se desayuna bien con buen café tostadas de bollos recién hechos con mantequilla y pasteles o magdalenas muy ricas.
Al salir del bar yo quería ir a ver la iglesia pero hemos tomado el camino directo así que nos hemos tenido que desviar algunos metros ante mi insistencia y la amenaza de Joseba de recordar este paseo si sus pies al final de la etapa pagaban este rodeo en forma de ampollas.
Pocas más anécdotas hasta cruzar Oliveira de Azemeis y Sao Joao de Madeira. Son dos enormes poblaciones que hacen que durante gran número de quilómetros las casas no desaparezcan del todo por urbanizaciones y polígonos que hacen ascender y descender el camino para castigo de nuestros cuerpos.
En Sao Joao hemos hecho parada técnica de cerveza y recarga de agua fresca puesto que yo había agotado la mía al entrar en la ciudad y Joseba también iba muy justo. La travesía la hemos hecho por un camino diferente al track ya que mi querido compañero ha decidido poner el turbo y sin mirar flechas ni señales se ha tirado adelante llevándome con la lengua fuera todo el rato. Al final he tenido que preguntar porque no sabía ni dónde andaba y yo ya estaba bastante retrasado.
Tras la parada la última parte de la etapa ha sido lo más cercano al infierno que puede ser el camino, un calor insoportable que nos hacía sudar por lugares en los que yo pensaba que ni había glándulas sudoríparas, asfalto todo el tiempo que destrozaban nuestros ya machacados pies y junto a la carretera nacional pasando constantemente camiones, coches y demás haciendo un ruido terrible y que pasaban rozándolos. Al menos había una acera por la que transitar que nos protegía algo.
Casi al borde del colapso no hemos alcanzado a ver el hotel hasta casi el momento en el que ya estábamos allí. Se trata del hotel Pedra Bela en Malaposta, ciudad definida en la guía como «localidad de servicios en la N-1 que cruzamos por el arcén», es decir nada. El hotel es bonito y tiene delante un restaurante-marisquería. Nada más dejar las mochilas nos hemos ido a dar cuenta de un arroz con marisco estupendo regado con un vinho verde muy adecuado para la situación. De aperitivo una ensalada de pulpo estupenda de la que hemos dado cumplida cuenta delante de unas cervezas bien fresquitas. Después ducha, lavar ropa y mini siesta que yo he disfrutado mientras Joseba hacía zaping para no quedarse dormido.
Feo detalle el del hotel de cobrar 2,5 euros por un día de servicio wifi que además sólo sirve para un aparato y para colmo de males tienen en bar cerrado por lo que nos hemos tenido que venir a un bar enfrente en el que estoy pasando un calor que me hace recordar la etapa de hoy. Las perspectivas son, varias cervezas más en el hotel, si nos abre el camarero que se había ido a tomar algo, y cena en el restaurante en el que nadan los bueyes de mar entre bogavantes y otras delicias de mar a las que veremos de paso porque no creo que esta noche tengamos ganas de mucho tute para la cena después de lo cansados que vamos.
Resumen de la etapa: 37,73 km en 6:31 horas a una media de 5,8 km/h con sol de justicia, asfalto y carretera nacional.
Por cierto, he descubierto nuevas propiedades de la aplicación Maps 3D: puedes seleccionar llegada para saber los km que faltan y tiene un desplegable de datos que te da mucha información similar a un GPS de mano tipo Garmin. Cada día me gusta más y merece la pena comprarla para este tipo de actividad.

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12 Albergaria Malaposta

EveryTrail – Find trail maps for California and beyond