Muchos quilómetros, mucho asfalto,mucho calor


De la noche pasada mejor no decir demasiado. El olor a fritanga que sube desde las cocinas del restaurante hace muy desagradable el ascenso y descenso por las escaleras así como el tránsito por los pasillos por las zonas en las que no hay una caja de madera que impide el paso. Al acostarnos y mientras yo me organizaba para leer un rato el grupo de peregrinos a Fátima se puso a hablar a gritos delante de nuestra habitación, de repente Joseba lanzó un grito de silencio que me dejó a mí más mudo que a los de fuera. Bajaron el tono pero mantuvieron la conversación un buen rato. Cinco minutos después Joseba roncaba a pierna suelta mientras yo vencía un nuevo juego de apalabrados y acababa las últimas páginas del volumen I de Juego de tronos y escuchaba a Mariza.
Como a las dos de la mañana nos despertaron las voces de gente que llegaba al hotel con bastante poco cuidado. El resultado ha sido una noche de pesadilla añadido que desde las 5 tenía ganas de ir al servicio y por no salir fuera de la habitación he esperado al despertador.
Resumir la etapa de hoy es sencillo: 38 quilómetros por terreno sube y baja casi todo el rato por carretera y bajo un sol abrasador a partir de las 9 de la mañana. Y eso que al principio parecía que el camino nos iba a dar un respiro cuando salimos de la casa de los horrores y vimos la mañana cubierta por una espesa niebla y además el camino comenzó llevando nuestros pasos por terreno de tierra entre eucaliptos.
Hoy la etapa no nos lo iba a poner fácil y ha añadido constantes tramos de fuerte subida, rodeos absurdos para llegar al mismo sitio y mala señalización que nos ha hecho dudar en muchas ocasiones y depender más de la cuenta del GPS del iPhone.
Al menos el desayuno ha sido el previsto, a unos 11 km de la salida y de primera calidad. Parece que le vamos pillando el truco también a esto y hemos comprobado que en las padarias se desayuna bien con buen café tostadas de bollos recién hechos con mantequilla y pasteles o magdalenas muy ricas.
Al salir del bar yo quería ir a ver la iglesia pero hemos tomado el camino directo así que nos hemos tenido que desviar algunos metros ante mi insistencia y la amenaza de Joseba de recordar este paseo si sus pies al final de la etapa pagaban este rodeo en forma de ampollas.
Pocas más anécdotas hasta cruzar Oliveira de Azemeis y Sao Joao de Madeira. Son dos enormes poblaciones que hacen que durante gran número de quilómetros las casas no desaparezcan del todo por urbanizaciones y polígonos que hacen ascender y descender el camino para castigo de nuestros cuerpos.
En Sao Joao hemos hecho parada técnica de cerveza y recarga de agua fresca puesto que yo había agotado la mía al entrar en la ciudad y Joseba también iba muy justo. La travesía la hemos hecho por un camino diferente al track ya que mi querido compañero ha decidido poner el turbo y sin mirar flechas ni señales se ha tirado adelante llevándome con la lengua fuera todo el rato. Al final he tenido que preguntar porque no sabía ni dónde andaba y yo ya estaba bastante retrasado.
Tras la parada la última parte de la etapa ha sido lo más cercano al infierno que puede ser el camino, un calor insoportable que nos hacía sudar por lugares en los que yo pensaba que ni había glándulas sudoríparas, asfalto todo el tiempo que destrozaban nuestros ya machacados pies y junto a la carretera nacional pasando constantemente camiones, coches y demás haciendo un ruido terrible y que pasaban rozándolos. Al menos había una acera por la que transitar que nos protegía algo.
Casi al borde del colapso no hemos alcanzado a ver el hotel hasta casi el momento en el que ya estábamos allí. Se trata del hotel Pedra Bela en Malaposta, ciudad definida en la guía como «localidad de servicios en la N-1 que cruzamos por el arcén», es decir nada. El hotel es bonito y tiene delante un restaurante-marisquería. Nada más dejar las mochilas nos hemos ido a dar cuenta de un arroz con marisco estupendo regado con un vinho verde muy adecuado para la situación. De aperitivo una ensalada de pulpo estupenda de la que hemos dado cumplida cuenta delante de unas cervezas bien fresquitas. Después ducha, lavar ropa y mini siesta que yo he disfrutado mientras Joseba hacía zaping para no quedarse dormido.
Feo detalle el del hotel de cobrar 2,5 euros por un día de servicio wifi que además sólo sirve para un aparato y para colmo de males tienen en bar cerrado por lo que nos hemos tenido que venir a un bar enfrente en el que estoy pasando un calor que me hace recordar la etapa de hoy. Las perspectivas son, varias cervezas más en el hotel, si nos abre el camarero que se había ido a tomar algo, y cena en el restaurante en el que nadan los bueyes de mar entre bogavantes y otras delicias de mar a las que veremos de paso porque no creo que esta noche tengamos ganas de mucho tute para la cena después de lo cansados que vamos.
Resumen de la etapa: 37,73 km en 6:31 horas a una media de 5,8 km/h con sol de justicia, asfalto y carretera nacional.
Por cierto, he descubierto nuevas propiedades de la aplicación Maps 3D: puedes seleccionar llegada para saber los km que faltan y tiene un desplegable de datos que te da mucha información similar a un GPS de mano tipo Garmin. Cada día me gusta más y merece la pena comprarla para este tipo de actividad.

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12 Albergaria Malaposta

EveryTrail – Find trail maps for California and beyond
 

 

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Cuestiones de infraestructura doméstica


Como habréis podido comprobar llevo dos días sin escribir en el blog, las causas han sido varias pero la más importante ha sido un repentino ataque de gandulitis que me ha asaltado en las últimas horas. De cualquier modo también es cierto que no es que estemos viviendo un carrusel de aventuras y además hemos ocupado buena parte del tiempo en resolver algunos asuntillos domésticos que teníamos que arreglar y que os contaré ahora.
Para empezar os diré que la noche acabó tranquila cenando en el mismo restaurante en el que habíamos dado cuenta del arroz al mediodía. Por la noche un plato de sopa fue generosamente acompañado de cabrito mientras Joseba se lanzaba por bacalao. Lo único destacado fue que ligué: una pareja de atractivos caballeros cenaban en una mesa frente a la nuestra a la suficiente distancia para que el que tenía enfrente no parara de hacerme ojitos, imagino que su frustración debió ser grande al ver a mi apuesta pareja charlar amigablemente conmigo todo el tiempo sin darle el menor signo de tener alguna oportunidad conmigo (la realidad es que Joseba no dejó de hablar en todo el rato y el otro debió pensar que después de tal rollo no estaría yo para aventuras extra conyugales).
De ahí a la cama a rezar nuestras oraciones y mi ratito de lectura mientras mi compañero de cama plancha la oreja a ritmo de bolero cantado por voz cazallera de estibador portuario.
La mañana se levantó fresquita y la niebla cubría casi todo el valle. El camino sale paralelo a las vías del tren entre canales y agua por todas partes, la etapa transcurre por paisajes bonitos con mucho asfalto y población muy dispersa.
Según el plan previsto encontramos un café de la moral a la distancia adecuada en una de las aldeas perdidas por las que el amigo nos hacía ir y venir sin mucho sentido, allí yo me quité la camiseta de manga larga que llevaba desde el inicio porque comenzaba a subir la temperatura. El local no habría pasado ningún control de sanidad y la mezcla de agua turbia con leche que nos tomamos en café de «a cuarto» para lo que sí vendría bien es para facilitar la evacuación intestinal, algo que Joseba sufre de manera muy especial casi cada día y ese mucho más. La clientela también era de lo más pintoresca con una señora de mediana edad, o de total edad, que no paraba de fumar mientras nos enseñaba el culo tras unas mallas color negro que el tiempo habían llevado a no dejar casi nada a la imaginación. Para colmo llegó una anciana a comprar pan con atuendo tipo postguerra mundial (la española se queda corta) y que como característica tenía un calcetín en la pierna izquierda a medio caer y pierna descubierta a la derecha. Dos parroquianos animaban la fiesta en portugués profundo que no entendíamos ni para el «obrigado».
Lo que más nos está sorprendiendo del camino en estos últimos días son las casas que vemos por todas partes, se trata de verdaderas mansiones preciosas, nuevas y de diseño creadas por arquitectos muy modernos. Son construcciones impresionantes, grandes, bonitas, con mucho terreno y materiales de primera calidad. Están por todas partes, sobre todo en el campo, en los caminos… Están por todos lados y llaman verdaderamente la atención sobre todo a alguien como yo tan a la última en el tema de la carpintería de aluminio y el monocapa desde hace unos meses. El tema es que si sorprendentes son las construcciones más lo es que casi todas parecen vacías y cuando vemos a gente en ellas suele tratarse de parroquianos nada acordes con la modernez del lugar (se diría que ellos estaban ya allí antes y que las casas las hicieron a su alrededor). Para colmo aparecen urbanizaciones rodeadas de nada, en medio de nada, y los pueblos suelen mantener un estado de pobreza que llama mucho la atención con las casas estas que describo.
Sin mucho más llegamos a Mealhada con tiempo de tomar una cerveza y unas patatas fritas mientras buscábamos lugar para dormir. Tras varias vueltas encontramos en la carretera un residencial de muy buena pinta por 30 euros y con wifi que estaba cerrada pero a la que vino el dueño en 5 minutos largos tras llamarle al teléfono que estaba en la puerta. Habitación estupenda con wifi y a la que hasta media tarde y dos duchas por medio se podía entrar sin necesidad de barca. Y digo esto porque mi querido Joseba tuvo la ocurrencia de ducharse por segunda vez mientras yo bajaba a buscar wifi y al llegar noté que los pantalones los llevaba empapados por los bajos. La ducha tenía una cortina hasta abajo y mi compañero no sé qué había hecho pero el agua había inundado el baño y salía por el pasillo hacia las camas. Después de utilizar todas las toallas disponibles para secar de desastre nos dispusimos a organizar las etapas que nos quedan. Pero antes he de contar la comida porque resulta que al llegar al restaurante descubrimos que en ese pueblo es típico el leitao o, lo que es lo mismo, el cochinillo. Una oportunidad así no puede ser desperdiciada por dos veteranos peregrinos como nosotros con el siguiente resultado.

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No creo que sea necesario contar más.
Después de la inundación nos pusimos a comprobar las etapas porque tenemos un problema: para llegar a Oporto la guía marca una etapa de 35 km pero las dos anteriores son de 24 y 16 respectivamente. Hemos intentado cambiar el quilometraje con la intención de hacer la pequeña para Oporto pero no es posible, no encontramos nada para dormir que nos permita alterarlas y ayer, tras varias horas de dar vueltas tuvimos que desistir de modificarlas porque no hay nada. La cosa fue que se nos pasó la tarde entre el paseo en barca y la etapa y sólo tuvimos tiempo de dar una vuelta para ver el pueblo (10 min. y cerveza en la plaza), luego cena en el mismo sitio de la comida para un bacalao tamaño familiar para mí (antes la sopa de verduras con fideos familiares para mí) y Joseba cordero.
Y hoy más de lo mismo hasta Águeda. Casi todo asfalto, no demasiado calor y casas dispersas por todas partes muchas del estilo súper lujo con bicho dentro. Quizás sólo ha sido algo diferente que la zona está llena de polígonos industriales en los que se hacen muebles. El café de hoy en una gasolinera y ha incluido tostada con mantequilla como lujo añadido a una apuesta camarera a la par que simpática y que ha ofrecido esta alternativa al bollo que Joseba le había pedido y que tenía apariencia de prehistórico.
Al llegar a Águeda nuestros pasos nos han llevado hacia el Hotel Conde de Águeda puesto que la alternativa no nos ha parecido muy allá, juzgad vosotros mismos:

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Al llegar me han pedido 75 euros por habitación pero al decirles que se lo iba a comentar a mi compa que estaba fuera mientras ponía carita de pena me ha dicho «espera un momento» y se ha metido a hablar con alguien dentro a comentarle que éramos peregrinos. Al salir el precio era 65 euros y el desayuno incluido. Así hemos aparecido al momento con nuestras mochilas para meternos en una estupenda habitación con wifi estupenda que me ha permitido incluso videoconferencia con la familia por skype y que Joseba no ha inundado.
Comida tipo portugués en un sitio sencillito del pueblo con sopa y pollo (por cierto que aquí se ve que los pollos sólo tienen pechuga porque no vemos un muslo ni a las camareras).
Después hemos vuelto al hotel a ver el tema del coche de alquiler para la vuelta. De todas las opciones parece que lo más barato es Goldcarque se recoge el en aeropuerto de Santiago y yo lo puedo dejar en Águilas. Por 83 euros puedo alquilar un clase D (no Mercedes, que conste) que es mucho mejor precio que Avis y Atesa.
En eso hemos pasado la tarde salvo pequeña excursión por el pueblo con visita a la iglesia y resto en unos 15 minutos. Lo más llamativo que el pueblo está lleno de colores por todos lados desde los paraguas tipo toldos hasta el vía crucis psicodélico.
Resumen de las etapas: 09 Coimbra-Malhadada, 23,7 en 4:08 a una media de 5,7km/h y casi lana. Hoy hasta Águeda aún más llana 24,7 km en 4:17 minutos a 5,7 km/h.

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