Ampollas para casi todos


A las 5:30 ha sonado el despertador para ponernos en marcha. Seguro que los de la habitación de al lado se han acordado de toda nuestra familia pero nosotros no hemos hecho nada por procurar guardar silencio para que vean lo bien que lo pasamos ayer en la siesta cuando se dedicaron a poner la tele y dejar a los niños discutir a todo volumen mientras nosotros descansábamos.
Hemos preparado todo sin mayores problemas aunque hoy teníamos dos novedades importantes: una sesión de preparación de pies para proteger ampollas y desayuno en el hotel, es decir, un cacaolat o un yogurt líquido para ponernos en marcha.
La etapa de hoy se anunciaba dura con una primera parte en constante subida y mucho calor, además de 30km hasta Nájera. Llevan las chicas arrastrando problemas en los pies y hoy ha sido un día duro en ese sentido. Mar hija sólo tiene una rozadura en el talón que no ha evolucionado y que le molesta pero no va a más. Isa tiene problemas en un talón en el que ya lleva dos compeed para proteger dos ampollas incipientes y otra dos en los dedos, una pequeña en la punta de uno y otra mayor en la parte exterior del dedo gordo. Ayer estuvo muy molesta toda la tarde y teníamos miedo de cómo evolucionarían hoy. La que va peor es Mar madre, tiene un talón tocado y una ampolla en la parte delantera de la planta del pie, allí donde molestan mucho para andar y con pinta de seguir evolucionando.
El problema de las ampollas esta vez está siendo el tremendo calor y la temperatura del suelo que les cuece los pies. La verdad es que están funcionando bien las protecciones de fieltro que le vendió el podólogo en Lorca y también los compeed que vamos colocando nada más se detecta la primera molestia. El resultado es que van saliendo algunas pero no suelen evolucionar a peor y además se protegen bien para caminar.

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Esta mañana Mar madre ha tenido un camino muy duro ya que le ha molestado mucho la ampolla de la planta del pie, estábamos muy preocupados porque ese tipo es de los más complicados y son las que en otros caminos le han hecho parar. A mitad de etapa hemos tenido que parar porque no podía aguantar el dolor, además de curar una nueva que le ha salido a Isa. Al llegar al hotel hemos visto que el problema de Mar es que la ampolla se le ha extendido a la zona entre los dedos y se le ha roto, por eso tenía tanto dolor. Eso es mejor porque no tiene una ampolla en la planta y esas de entre los dedos son muy molestas un par de días pero no suelen dar mucho problema y curan rápido.
El camino está muy mal señalizado en la salida de Logroño y hemos tenido incluso que preguntar alguna vez. Parece mentira que no se cuiden más este tipo de detalles. La mañana se anunciaba calurosa desde el comienzo.

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Al salir de la ciudad el camino pasa por un bonito parque que desemboca en un carril asfaltado que te lleva hasta el pantano de la Grajera. Todo el rato tiende hacia arriba sin un gran desnivel que sólo se hace más pronunciado en la última parte justo antes de alcanzar la autovía. Es una zona en la que sueles encontrar gente paseando, en bici o corriendo. Por allí nos han pasado muchos ciclistas. Lo de los ciclistas en el camino es un verdadero incordio porque suelen considerar que el camino es suyo y pretenden que todos nos apartemos a su paso. En lugar de usar la carretera se empeñan algunos en pasar por el camino, incluso por lugares intransitables para la bici y que les acaban haciendo descender para seguir a pie arrastrando su vehículo. Para colmo de males en las cuestas abajo se lanzan a toda máquina sin tener en cuenta que no podrían controlar la bici si se cruzara alguien despistado. Son un peligro y para colmo suelen pasar a toda leche sin molestaras siquiera en saludar a los demás.

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Entre bicis hemos subido toda la cuesta y en poco más de dos horas nos hemos puesto en Navarrete. El pueblo está en obras y hay un desvío para peregrinos. El bar de la plaza al que yo suelo ir estaba aún cerrado y hemos tenido que ir al de más abajo, el que está junto al albergue.

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Justo a la entrada se encuentran las ruinas del hospital en donde vi por primera vez a Estíbaliz y Maxi. Acababan de dejar a su amigo después de haberse perdido porque un señor les aconsejó tomar un atajo para subir a Navarrete que se acabó convirtiendo en una enorme vuelta que destrozó a uno de sus amigos que abandonó.
Las chicas han dado cuenta de unos bocatas de tortilla mientras yo he tomado un café y he ido al súper a por un par de botellas de agua frescas ya que la que habíamos cogido en el hotel estaba muy caliente. Este es el bar en el que el año que hice el camino con Joseba llegamos y yo pedí una caña en el recipiente más grande que tuvieran y la chica me ofreció el cubo de la basura.
Cuando estábamos pidiendo nos han llegado dos turigrinos de los fuertes. Él viste pantalón de deporte que enseña una parte del muslo más allá de lo deseable y que acompaña con camiseta de algodón de alguna publicidad de su pueblo. Lleva deportivas y calcetines blancos a juego. Ella lleva una blusa a cuadros y una minifalda tipo Coronel Tapioca de mercadillo. Nada más llegar ha pedido un bocata de chorizo y han discutido entre ellos porque ella lo prefería de tortilla. Cuando la chica del bar se lo ha ofrecido le ha soltado él, alzando bastante la voz, «es para llevar, que vamos hasta Nájera». La camarera les ha mirado con cara de asombro, ha bajado la cabeza y les ha envuelto el bocata en papel de aluminio para prepararlo bien ante semejante kilometrada.
Reconfortados con el desayuno, unos más que otros, hemos salido a buen ritmo Isa y yo mientras Mar madre pasaba por su peor momento. En el cruce de Ventosilla les hemos esperado y llegaba con lágrimas en los ojos por el dolor. Nos hemos compuesto un poco mientras comentábamos indignados cómo los del bar han cambiado las flechas para que la gente se desvíe y pase por el pueblo. El camino real sigue paralelo a la carretera pero ellos han pintado una flecha en sentido contrario en la indicación del camino para que se pase por el pueblo, la bromista puede suponer un par de quilómetros entre una cosa y otra. Es una pena que no se tomen medidas ante esta gente que desvirtúa el camino y lo convierte en simple mercancía.

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Un poco más adelante hemos encontrado un merendero con zonas de descanso cubiertas y hemos parado a descansar y arreglar una nueva ampolla a Isa. Cuando pensábamos que la cosa iría a peor ha ocurrido algo curioso: el cielo se ha comenzado a nublar y a correr algo de viento que han hecho los últimos diez quilómetros bastante agradables. Cuando creían que todo iría peor hemos llegado en bastantes buenas condiciones.
La llegada a Nájera es bastante cabrona porque vas viendo dos pueblos mucho rato y piensas que puede ser el final pero resulta que los dos se dejan atrás, uno a la derecha y otro a la izquierda. Nájera no se ve casi hasta el final y parece que no vas a llegar nunca porque además los trazados de las carreteras provocan desvíos constantes del camino. Yo les había avisado a las chicas y eso les ha hecho ser pacientes.
Así hemos llegado hasta el hotel que tenemos reservado, el Duques de Nájera. Tenemos una habitación cuádruple muy bien equipada y muy bonita por 90 euros. Los placeres del camino.
Después de una buena ducha hemos dado cuenta de un estupendo menú riojano en un restaurante frente al río y luego hemos ido a descansar al hotel. Mientras las chicas siguen allí yo me he bajado a una terraza a escribir mientras doy cuenta del segundo pacharán. Ahora llamaré a Maxi y daremos una vuelta mientras les cuento las veces que hemos visitado Sta. María, cuando conocí a Julio en el albergue antiguo o nuestra estancia en una casa casi en ruinas en el camino anterior con Mar.

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La tarde está cubierta y amenaza lluvia, las chicas acaban de llamar y yo voy a pagar antes de que contabilicen el número de pacharanes, que les he dicho que voy mucho mejor desde que me tomo estas pastillas y ya casi no tengo mono, les diré que me he tomado un té con hielo y no les permitiré que me huelan la boca,como yo hacía con Joseba en nuestros caminos.

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Resumen: 29,6km en 6 horas y 1 minuto a una media de 4,9km/h.

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Variedad de peregrinos


Hoy voy a centrar la entrada en describir algunos de los peregrinos con los que vamos compartiendo albergues y camino. Los hay de muy diversas clases y condiciones, unos más simpáticos y otros menos, pero lo mismo deben pensar de nosotros.
Ayer pasamos la tarde en al albergue La casa de la abuela charlando con el dueño, una persona muy amable y atento, gente que conoce el camino y saben lo que tienen entre manos. Charlamos sobre cómo ha cambiado el camino y le conté la primera, y única vez que dormí en Los Arcos Al hacer mi primer camino con mi hermano en bicicleta hace ya casi veinte años. Entonces no había nada en el pueblo y tuvimos que dormir en un pabellón a las afueras cubierto por un tejado de uralita. Dormimos sobre las colchonetas en el suelo y recuerdo lo del detalle del techo de uralita porque a última hora de la tarde cayó una tormenta tremenda y no paró de llover en toda la noche. No pudimos pegar ojo entre lo incómodo de dormir en el suelo y el estruendo que la lluvia producía sobre el tejado.
Esta vez recordaré el pueblo por una estancia mucho más agradable entre la amabilidad de la gente del albergue, la invitación a chistorras del mediodía y la cena que os contaré.
En el albergue estaban también el grupo de franceses que hace el camino con la furgoneta de apoyo y que vienen coincidiendo con nosotros desde Puente la Reina. Estos son el prototipo de peregrino que ayer describía como franceses-franceses, esta mañana los hemos adelantado y no han contestado ni siquiera al buenos días que le hemos lanzado tanto Mar como yo. Llevan una furgoneta enorme cargada con maletas de todo tipo e incluso comida. Ayer se prepararon unos macarrones en la cocina del albergue. Durante la marcha uno de ellos, al menos, lleva la furgoneta hasta el siguiente punto en el que el camino cruza con la carretera. Allí espera a los que van andando y se turnan en función de lo cansados que van. Los que andan llevan unas pequeñas mochilitas con agua y poco más. Cuando van andando no paran de hablar entre ellos y en los albergues no se relacionan con nadie.
También venimos coincidiendo desde Zubiri con un señor mayor que va con su hija adolescente. Ella va más despacio porque tiene bastantes problemas en los pies. Siempre va con el móvil en la mano y cuando llega a los bares pide gazpacho. Él debe ser un peregrino experimentado porque conoce bastante bien los sitios. Nos vamos saludando a lo largo de todo el dìa y estoy convencido de que acabaremos relacionándonos si el camino nos lo permite.
También coincidimos con la familia de «Jasper». Así ha sido bautizada por Isa porque dice que el chico se parece a no sé qué protagonista de alguna de esas películas que le gustan se trata de un matrimonio mayor y su hijo. Él padre tiene el pelo muy blanco, es muy alto y siempre anda muy tieso, la madre es morena y también se ve marchadora, va con una blusa azul. El chico debe tener unos 20 años y siempre va con una camisa a cuadros de color rojo además de un pantalón con un enorme roto en el culo. Al muchacho siempre nos lo encontramos sin mochila, parado y mesando sus cabellos al viento. Deben ser holandeses, o algo así y parecen simpáticos, aunque creo poco probable que nos podamos relacionar dado el tema de la lengua.
El día de la subida del Perdón coincidimos con un trío de chavales catalanes de los que ya he hablado. Nos los vamos encontrando todos los días y hoy estaban en Viana dando cuenta de un enorme bocata de tortilla. Parece que les ha sentado bien el reconstituyente porque les hemos dejado sentados en el bar y nos han adelantado poco antes de llegar a Logroño.
El que también estaba ayer en el albergue es el señor que nosabesivaoviene al que ya describí el día de Zubiri. Se pasa el día llamando por teléfono a la que debe ser su mujer para contarle cómo van evolucionando sus ampollas ensangrentadas, que no puede continuar pero que intentará un día más de camino. Al día siguiente aparece otra vez por el albergue y yo creo que hace muchos trozos del camino en autobús o en taxi. Cuando no habla con su mujer pilla al peregrino que esté por los alrededores y le cuenta la misma historia de sus pies, sus ampollas, sus dificultades al caminar y lo hecho polvo que va.
También están los dos de los pantalones psicodélicos, la francesa que no lleva bragas (es que lleva un culote muy ajustado que no deja casi nada a la imaginación) las dos locas inglesas que no paran de hablar en todo el camino, el peregrino que se para para fumar en todas partes, el de los bancos (se para en todos los bancos que encuentra a descansar), el italiano y la japonesa-italiana, las cuatro inglesas desmelenadas de la cena de anoche… Poco a poco hablaremos de ellos en función del protagonismo que adquieran en esta historia porque algún asesino en serie debe esconderse entre ellos.
A la hora de la cena fuimos al Museo del Peregrino, sobre el hotel Mónaco. Los guiris lo tenían lleno por aquello de que empiezan a comer a las seis de la tarde. Cuando nosotros subimos nos dijeron que teníamos que esperar media hora. Al final no fue tanto y nos acomodaron en una mesa junto a la ventana en la que hacía mucho fresquito. En la mesa de al lado estaban las cuatro inglesas desmelenadas en plena actividad post-etílica montando el espectáculo. También estaba el señor con su hija y los italiano-japonesa.
El camarero no paraba de pedir disculpas por la dificultad de atender bien a todo el mundo aunque la verdad es que estuvo bastante bien. El menú es abundante y rico y a un precio bastante aceptable. Poco a poco se fueron marchando todos y nos quedamos los últimos. Aprovechamos para charlar con ellos sobre el camino, las ganas que él tiene de hacerlo y la vida en Los Arcos. Nos preguntaron sobre la situación en Lorca y quedamos en volver para saludarnos la próxima vez que pasemos por aquí.
Sin más nos fuimos a dormir, el albergue estaba cerrado ya y todos en la cama. Había música en la calle pero esta noche no nos ha molestado para dormir bastante bien.
El despertador ha sonado a las 5:30 y a las 6 estábamos abajo desayunando. Desayuno sencillo pero bueno, sobre todo el bizcocho casero. Yo he puesto una cafetera que estaba preparada y hemos dado cuenta de varios trozos de pan tostado con mantequilla.

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A las 6:30 nos hemos puesto en marca y hemos hecho el primer tramo hasta Torres a muy buen ritmo. Se trataba de hacer rápido el camino hasta llegar a Viana sin parar y allí hacer un buen descanso para afrontar el tramo final. Pensábamos que haría mucho calor y por eso era imprescindible llegar lo más pronto posible. Hemos ido adelantando gente toda la mañana por un camino de constantes subidas y bajadas que te acaba machacando las piernas. Estaba algo nublado y corría una brisa agradable que ha hecho el camino muy llevadero.

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En Viana hemos dado cuenta de un buen pincho de tortilla con una cerveza y así nos hemos dispuesto a afrontar el último tramo del camino que nos baja al valle del Ebro en el que se encuentra Logroño. Hace algunos años que hicieron un andadero que hace la llegada más larga aunque bastante cómoda. Poco antes del final se encuentra Felisa, uno de los hitos del camino. Cuando hace muchos años casi no existía nada para los peregrinos Felisa se colocaba a la puerta de su casa y allí atendía a los agotados peregrinos que llegaban después del largo y pesado tramo desde Viana en el que no hay nada.

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Felisa ofrecía higos agua y amor a todos los que pasaban por allí y llevaba la cuenta de todos. Hace ya algunos años que Felisa murió y ahora es su hija la que se coloca con su mesita delante de casa y ofrece su sello a los que quieren detenerse un momento. Muchos de los actuales peregrinos pasan de largo sin fijarse siquiera en el puesto de Felisa y ella se queja amargamente de cómo han cambiado los peregrinos desde entonces. Cuando pasan los ciclistas bajando la cuesta a toda velocidad ella les grita y les increpa sin que parezca tener mucho éxito. Felisa es uno de los personajes de siempre en el camino y merece la pena pararse un momento a saludaría y pedirle el sello.
Así hemos llegado a Logroño y nos hemos encaminado al hostal que ayer nos aconsejó el hospitalero, «la numantina» en pleno centro de la ciudad. Hemos comido en una de las terrazas junto a la catedral y luego hemos vuelto a descansar un rato. La tarde la hemos pasado organizando las próximas etapas y reservando sitios para dormir. Ya tenemos hasta Carrión de los Condes.
Sobre las 7 hemos salido a comprar algo en la farmacia y unos calcetines para mí ya que se me han roto unos que traía. Fuera hace un calor pegajoso insoportable y no se puede estar en ningún sitio. Al final y después de varias vueltas hemos acabado en una cafetería tomando algo y yo he aprovechado para escribir parte de la entrada.

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Para cenar nos hemos ido de tapas a la calle Laurel y hemos pasado un rato estupendo, a pesar del sofocante calor. Luego un helado y al hotel a terminar de escribir y publicar. Mañana toca madrugar también porque la etapa se prevee larga y dura por el calor.
Resumen de la etapa: 28,7km en 5 horas y 46 minutos a una media de 5km/h.