Las mochilas que caminan solas


Leer etapa del año pasaado

Una de las ideas que más claras me está quedando en este camino, aparte de la transformación de Mar hacia terrenos peregrinos, es que este camino corre serio riesgo de convertirse en un segundo parque temático al más puro estilo del francés. Tiene dos ventajas que le hacen acercarse peligrosamente al modelo de desarrollo de su hermano mayor: la belleza de su recorrido y la facilidad de la orografía.
En estos últimos días venimos observando cómo los errores en la gestión que llevaron a una masificación absurda se repiten en demasiados lugares a partir de Tui. Lejos quedan la hospitalidad de los portugueses, la tranquilidad de sus caminos y lo ajustado de sus precios en una relación de calidad más que aceptable.
Es verdad que existe mucho listillo que intenta aprovechar el tirón peregrino pero no es menos cierto que los propios caminantes suelen ponerlo fácil buscando una aventura de selva amazónica limitada por el saldo de la visa. El resultado es una variada serpiente multicolor de razas, lenguas costumbres que viven el espíritu peregrino detrás de una tortilla de patatas precocinada y un vino de brick servido en taza cutre de riverio, eso sí a precio de marisco de ría.
Un ejemplo de las guerras entre bares lo hemos vivido hoy en el camino en San Amaro: lo típico de uno que monta un cutre bar y se forra un tiempo porque está colocado justo el único en 10 quilómetros sin nada y con una buena cuesta para abrir apetitos y de pronto otro más listo que le monta la competencia cinco casas más arriba y se lleva a todos los peregrinos porque está antes. Ejemplos de esto los hemos visto en el francés desde hace más de 20 años. Recuerdo uno de los más célebres entre dos bares el Cowboy en El Ganso.
Una chica nos espera justo delante del primer bar para decirnos que el segundo es mejor y más barato. Mi primera intención ha sido pasar de largo de los dos pero ha prevalecido la necesidad de sellar a mitad de etapa y hemos tomado café en el segundo.
El camino está lleno de peregrinos y la etapa de hoy es quizás la más sencilla de las hechas hasta ahora. No tiene casi desnivel y es muy cómoda de terreno, salvo por algún que otro tramo por la general muy peligroso y los desvíos por obras de la línea de tren que imagino que estarán acondicionando para el AVE.
A buena hora hemos llegado a Caldas y allí hemos vuelto a comprobar lo de las guerras del camino. Nosotros teníamos claro que nos íbamos a quedar en el hotel del año pasado O Cruceiro y hemos ido directos. Nos llamaba la atención la guerra de pegatinas entre un albergue llamado O Cruceiro que es del mismo hotel y otro que decía ser un albergue oficial del camino. El caso es que en Caldas no hay albergue público de peregrinos desde hace años y sorprendía ver cómo algunos de los carteles estaban arrancados en clara señal de guerra.
Al llegar al hotel nos lo han contado todo, tras saludar a esta estupenda gente y recordar nuestra visita del año pasado. El Cruceiro es un hotel estupendo, trato genial, amable y muy profesional. Ofrece unos precios estupendos para el peregrino y para cualquier otro que venga aquí y además ha montado un albergue. Se trata de una parte del hotel que han habilitado con los servicios fundamentales para el peregrino a un precio de 12 euros muy bien invertidos. Son las habitaciones del mismo hotel con su baño incluido con 2, 4 y 6 plazas. Todo está muy limpio y cuidado y además con wifi, salón, cocina básica y demás.
El otro albergue es un antro infecto, La posada de doña Urraca, pinta deprimente y no hay más que leer los comentarios en la guía Eroski Consumer. Parece que los segundos intentan llevar peregrinos a toda costa allí y han plagado todo el pueblo de pegatinas diciendo que es un albergue oficial. Que cada uno decida lo que quiera pero nosotros nos quedamos en O Cruceiro donde además la cocina del restaurante es excelente y tienen un menú de 9 euros digno de restaurante de primera y en el que te dejan servirte todo el caldo gallego que quieras y no son rácanos con el vino de mesa del menú, que además está bastante bueno.
Como conclusión decir que este es el camino, un lugar en el que algunos disfrutamos del paisaje, de la cultura, del aire libre, de caminar o de una conversación entre nosotros o con cualquiera que se molesta en saludarte. Este es el lugar en el que otros se machacan los pies con botas imposibles, duermen en antros de dudosa condición higiénica o se obsesionan buscando un transporte para la mochila (algunos llevan maletas de más de 30 quilos que parecen tener vida propia porque aparecen en cada albergue día a día esperando a sus dueños).
Por cierto, ayer disfrutamos de una cena estupenda en compañía de mi compa de Insti Inma y su marido, que están pasando unos días en Combarros. Me mandó un mensaje y quedamos para cenar en Pontevedra. Una agradable velada lejos de de nuestros queridos niños del PCPI y demás.
A Mar esto de ir caminando sin ampollas, sin molestias y con buena forma física, además de comer todo lo que pilla (incluidas mis patatas fritas) y beber a mi ritmo… le está sentando muy bien. Ya incluso me pide subir el ritmo cuando pillamos cola de peregrinos hasta haber superado la media de 5,5 en la etapa de hoy. Y eso que con este programa las medias son más bajas que las mediciones de otros años por lo que sí los comparamos aún será mayor. Sólo le tengo que decirle que se adelante un par de veces al día (creo que se queda atrás para verme ese culete que se me está quedando de tanto andar) e incluso se saca las piedras de las sandalias en marcha. Ya sólo le falta evacuar sin pararse y será como Joseba, eso y lo de dormir con mochila, que por las mañanas le cuesta ponerse en marcha. Tanto es así que hoy incluso le he lavado la ropa mientras ella se duchaba compensando que el otro día ella hizo lo mismo por mí, sin que sirva de precedente, que no se acostumbre.

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Mezclando ideas y caminos


Durante estos últimos días he andado muy liado con esto de adaptarme a este nuevo país por el que transitamos. Son muchos cambios desde que mi compañera de fatigas cada vez se parece más a Joseba. Ahora que así nos habíamos hecho a las sopas con verduras, al bacalao tamaño familiar y a los peregrinos en dosis moderadas llega Tui y nos devuelve a la pura y dura realidad del camino.
Antes de nada quiero hacer un alegato general sobre el mundo peregrino. Quiero dejar claro mi máximo respeto a cualquier forma de hacer el camino a pesar de mis comentarios. Quiero dejar claro que respeto profundamente a cada uno en su forma y en sus modos. Me parece igual de bien el que viene con lo puesto a vivir de la hospitalidad peregrina como el que viaja con maletas sansonite de hotel en hotel sin mochila a la espalda. Creo que todos tenemos derecho a caminar como nos da la gana y yo mismo hace tiempo que me declaré caminante más que peregrino. Lo que censuro en el camino es la falta de coherencia, no entiendo a los que van de puros y esconden los coches de apoyo, no entiendo a esos españoles que pasan a Portugal y desprecian el país como tercermundista (tendrían que darse una vuelta por su barrio). Yo creo que si vienes al camino a sufrir te vale cualquier cosa y las ampollas son como medallas que enseñar a las generaciones futuras junto a la Compostela que te diga «yo hice el Camino de Santiago», aunque sea los 100 quilómetros mínimos con coche de apoyo, llevando las mochilas en transporte. No entiendo el que esconde el coche para pillar sitio en el albergue público sin importarle que después llegará gente mayor, cansada y sin posibilidades. No entiendo el que busca albergue para ahorrarse unos euros en el hospedaje pero luego se gasta un pastón en vino y cervezas. No entiendo al que sale a las cuatro de la mañana corriendo para buscar sitio en el albergue siguiente aunque luego ni vea los paisajes ni los lugares por los que pasa. No entiendo al peregrino que no se para a charlar, a disfrutar, a pensar…
Dicho esto comienzo por manifestar que estoy hasta el gorro de frikigrinos, de turigrinos, de bicigrinos y de peregrinos puros en el camino. Desde qué llegamos a Tui esto es como un parque temático en el que las atracciones son la montaña rusa de la cuesta y la bajada puñetera entre piedras, la cola de espera el al albergue, la fila India en el camino con mil paradas con los pies cada vez más masacrados por las ampollas. Alucinas viendo a esos caminantes con botas de cuero enormes y mochilas de más de 15 quilos arrastrando sus pies por esos caminos de Galicia. Alguien debería explicarles que al camino se viene a disfrutar, a andar, a pensar y a hablar. Alguien debería contarles que los albergues son lugares de acogida en los que se ofrece un servicio y el peregrino agradece, no exige.
Estos días he visto gente hacer el camino con perros y dan ganas de decir que un perro sufre mucho en el camino. He visto una pareja con un niño de unos dos años haciendo el camino y alguien debería decirles que es una inconsciencia. En fin, ves gente de todo y te callas y saludas con cortesía, son las cosas del camino.
Nuestro camino ha transcurrido entre todas estas cosas y gentes sin grandes novedades, vamos físicamente muy bien y el tiempo nos acompaña. Galicia es un regalo para nuestros estómagos aunque un castigo para los bolsillos.
La etapas son duras por el constante sube y baja del terreno aunque no muy largas, salvo la de Tui a Redondela. El paisaje es una maravilla salvo excepciones.
Al salir de Sao Roque el camino va paralelo a la carretera casi todo el tiempo por el trazado de la antigua calzada romana XIX. Evita casi siempre la carretera aunque la llegada a Valença do Minho se hace un poco pesada. La inmersión en Valença es un anticipo a lo que nos viene encima: miles de turistas regateando toallas de origen más chino que portugués casi todos españoles. Es una preciosa ciudad a la que si le quitaras los turistas quedaría de lujo.
Nuestra pesadilla comenzó en Tui al buscar alojamiento. Tras varios sustos de más de 65 euros por habitación nuestros pasos nos llevaron al hostal Scala en el centro. 30 euros la habitación sirven para pagar un antro difícil de describir más allá de el tópico de casa de los horrores. Pese a todo hay que reconocer que el sitio está bastante limpio a pesar de las apariencias y da para ducharse sin crocs y cagar sentado (salvo mi esposa, que para eso es muy suya).
La comida en el mesón junto al albergue privado que están al inicio de la calle que baja a la playa no fue todo lo bueno que esperábamos. Mi recuerdo era de una velada estupenda con Joseba pero acabó siendo una comida entre sudores, pimientos de chinchón (porque de padrón no eran) y poca amabilidad de la camarera, que debe ser que le gustó más Joseba que Mar.
La cena sí fue un acierto en O Vello Cabalo Furado, lugar trasnochado pero con una cocina tradicional al mejor estilo gallego, con el permiso de las peleas entre las cocineras. Allí de gustamos nuestro primer pulpo a feira y demás lindezas gallegas.
La noche en Tui fue una odisea porque era domingo y la fiesta se prolongó toda la noche. A la mañana siguiente aún quedaban grupos de jóvenes riendo sin sentido, meando por las esquinas con la complacencia de todos y enseñando la «churra» sin pudor.
Una familia vecina llegó a las 3 y media de la madrugada con niños y todo y nos despertó de nuestros plácidos sueños peregrinos aunque la venganza se sirvió a las 6:30 con nuestro despertar peregrino.
El contrapunto justo lo ha puesto el día siguiente la ciudad de Redondela. 33 quilómetros por duro terreno entre peregrinos y fresquito auguraban problemas de alojamiento ya que ni en la guía ni en Google dice nada sobre hoteles aquí. La salida de Tui es una maravilla y la etapa transcurre entre preciosas aldeas gallegas llenas de encanto con subidas y bajadas entre bosques en los que sigue habiendo demasiado eucalipto. Si te paras un momento puedes oír a los ruiseñores, ver los petirrojos y los picapinos. Si no pasan peregrinos por las inmediaciones puedes incluso disfrutar de los sonidos del bosque e incluso los lugareños te saludan.
Pero Santiago es caprichoso y ha decidido compensar las fatigas del Scala con un verdadero lujo peregrino. Cuando más agobiados estábamos comprobando las carencias de alojamiento nos ha surgido en el camino el verdadero paraíso: Apartamentos Alvear. Un verdadero lujo para los peregrinos con cocina, lavadora, frigorífico y demás lujos a un precio de 55 euros para dos. Verdaderamente aconsejable por la calidad, por lo bonito del lugar, por los detalles y por el amable trato.
Para completar el día hemos,derivado nuestros pasos hacia el mesón de Mucha para degustar todo tipo de especialidades gallegas incluido el gin tonic con cerezas y con la tónica servida con embudo para evitar que rompa la burbuja (merece la pena probarlo).
Por la tarde hemos coincidido una vez más con Antonio y Luisa. Son los peregrinos italianos con los que llevamos coincidiendo todo el camino desde que los vimos en la primera etapa en el Residencial de Alverca do Ribatejo. Se trata de una pareja de napolitanos que viven en Torino y que desbordan buen humor, alegría y verdadero espíritu peregrino. Antonio habla todo el rato y Luisa canta canciones napolitanas llena de buen humor y alegría. Dice Antonio que ella hace una pasta estupenda al mejor estilo de Torre del Greco y muchos han sido ya los peregrinos que han podido disfrutar de su cocina. Es cierto que los primeros días no habíamos coincidido pero ahora todos los días nos vemos y compartimos un ratito de alegrías y experiencias peregrinas.
La etapa de hoy nos ha traído hasta Pontevedra. Cuestas duras y bajadas pronunciadas que hacen que la etapa sea dura a pesar de lo corta. La subida primera junto a la ría de Vigo es espectacular. Los paisajes que van dejando a un lado la Cesantes son de lo más bello del camino. Lástima que la llegada a Pontevedra peque de demasiado asfalto.
Estamos en el hotel Boavila, céntrico a buen precio y atendido por gente amable.
Hemos ido a comer al restaurante del año pasado, las 5 calles pero ha sido un fracaso. Los productos bien pero elaboración floja. Para colmo hemos asistido al espectáculo que han montado una pareja en la mesa de al lado, unos señores de unos 60 años que han montado un verdadero número porque no les ha gustado nada. Es cierto que la calidad es regular pero ellos se han cebado y al final la dueña les ha rebajado el precio de los chipriotes porque iban bañados en aceite en lugar de fritos.
Para variar Mar se ha perjudicado seriamente hasta el punto de pasarse media tarde buscando un pastel de chocolate para hacer no sé qué historia que he preferido ignorar. Al menos no se ha manchado y hemos conseguido llegar al hotel sin pastel para que ella lograra que la habitación dejara de moverse en círculos.
Tras la resaca nos hemos ido a pasear y nos ha contactado Inma, mi compi del Insti. Hemos quedado para cenar porque están alojados en Combarros, seguro que la velada será aprovechada.

A las puertas de Santiago


Los últimos días del camino están siendo la confirmación de lo que el camino representa para nosotros. Cuando piensas que las cosas se van a complicar todo acaba saliendo rodado y, por contra, cuando crees que todo te vendrá derecho se tuerce.
El día pasado en Pontevedra fue estupendo y el final lo puso un concierto en la plaza del ayuntamiento por las fiestas de la peregrina. El concierto de Budiño y Kepa Junkera fue un verdadero goce que tuvimos la suerte de ver completo. Y lo curioso es que esa misma tarde al salir de la habitación del hotel Joseba había reconocido a Kepa que bajaba en el ascensor.
Antes del concierto habíamos ido a cenar al mismo restaurante del mediodía y picoteamos algunas cosillas tipo pulpo y demás. También dimos un paseo por las casetas de feria ya las tómbolas para deleite de Joseba que me pidió varias veces dinero para jugar unos boletos que yo le negué evidentemente, que se está volviendo muy gastoso últimamente.
Las etapas de estos últimos días Siguen siendo similares, entre lugares muy bonitos, bosques, pequeñas aldeas y carreteras secundarias. Normalmente suele ir paralelo a alguna vía del tren o carretera más,importante. El terreno es abierto aunque algo quebrado y el tiempo es caluroso, aunque se puede llevar bien porque llegamos pronto a los finales.
Ayer tocaba Caldas de Reis. Al llegar miramos en la guía y nos dejamos aconsejar hasta el Hotel O Cruceiro, a las afueras algo a desmano. El aspecto era bueno y al entrador un señor muy amable nos dijo agasajó con una cerveza reparadora invitación de la casa? Al poco rato me saca unos pinchos de tortilla y me dice que vayamos haciendo tiempo porque la señora está friendo unos pimientos, nosotros alucinábamos en color ante la perspectiva que nos venía: una habitación estupenda y limpia, buena cocina, gente amable y 45 euros con desayuno incluido.
Al ir a hacer el registro me di cuenta de que no me habían devuelto el DNI en el hotel de Pontevedra. Tras llamar varias veces acabaron confirmando que me lo enviarían a un hotel de Padrón hoy.
A partir de aquí todo fue de bien a mejor. Tras una cerveza en la plaza del pueblo nos fuimos a comer un menú sencillito al restaurante del hotel. Pero al entrar encontramos una mesa montada para unas 10 personas llena de fuentes con nécoras y cigalas. La tentación pudo con nosotros (más conmigo, todo hay que decirlo) y cambiamos la idea del menú por unos bichitos de esos con muchas patitas, pimientos, mejillones vapor, almejas y… 2 botellas de alvariño porque una se quedó corta. Mientras dábamos cuenta de tales manjares nos atendía el hijo del dueño, simpático y muy atento que al final nos ofreció unos orujos tostados para completar la sesión. Y para colmo estuvo muy bien de precio. La conclusión de todo esto fue una siesta monumental para dormir las dos botellas de vino y los orujos.
Después dimos una vuelta por Caldas para acabar cenando en el restaurante del mediodía junto a la pareja de peregrinos franceses con los que habíamos estado en Sao Roque, el día del diluvio. Sólo una botella de vino pero al final la «liamos parda» con los orujos tostados.
Y esta mañana tocaba Padrón, 19 km con más de lo mismo aunque esta mañana íbamos algo más espesos mentalmente. Hemos ido adelantando peregrinos hasta un pueblecito a un par de quilómetros de Padrón. Allí hemos parado a hacer un descanso, tomar una cerveza y reponer agua yo porque no me quedaba nada. El enorme camarero nos ha ofrecido unos callos con garbanzos y nos ha informado de que hoy había un gran mercado en Padrón, nada más entrar por el camino.
Así ha ocurrido y nada más ver las pulperías del mercado hemos decidido ir a comer allí porque el día de hoy prometía.
Para completar las buenas perspectivas hemos ido hacia la pensión el Jardín ya que es allí donde me habían dicho que enviarían el DNI. Se trata de un lugar precioso, muy limpio y mejor atendido por una señora muy amable. Nos hemos quedado una habitación por 45 euros que nos parece un precio muy bueno.
Pero el camino es así y no siempre te da lo que crees. Hemos ido al mercado dispuestos a deleitarnos con los productos típicos de nuestro camino pero todo ha salido mal. El pulpo y el churrasco caro y escaso, los pimientos cocidos en aceite y el vino tan insoportable que ni nos lo hemos podido tomar. En definitiva, un desastre de comida.
Sin más hemos regresado al hotel tras saludar a los peregrinos franceses que acababan de llegar allí.
La tarde se presenta deportiva, entre las motos, el partido del Atlhetic y a las 9 el Barça. Todo eso antes de que mañana culminemos nuestra aventura en la plaza del Obradoiro.
Resumen etapa 21: 22,66 km en 3:53 a una media de 5,8 km/h.
Etapa 22: 20,43 km en 3:33 a 5,7 km/h.

Fiesta en Pontevedra entre peregrinos


Se nota que estamos en los últimos días de camino, las ganas de llegar a Santiago se mezclan con la pena de acabar una aventura como la que hemos llevado durante estas tres últimas semanas. Pero somos caminantes estacionales y el otoño se acerca con la cosecha de problemas que ofrece el inicio de un nuevo ciclo que nos llevará hasta el próximo camino.
Las etapas del final están siendo muy agradables por la belleza del paisaje y por lo cortitas que son, pero eso no quiere decir que no tengan su dificultad puesto que se trata de un sube y baja constante muy al estilo de lo que ocurre en toda Galicia.
En la etapa de hoy pasamos de la Ría de Vigo a la de Pontevedra. Las vistas de las rías desde lo alto de los montes que hemos subido es espectacular. Vamos encontrando cada vez más peregrinos lo que nos recuerda que hace ya demasiado que acabó la soledad del campo junto al Tajo para llegar a las calles llenas de mochilas pegadas a todo tipo de personajes en Santiago.
Sin detenernos hemos hecho la etapa a buen ritmo hasta llegar a Pontevedra. he de decir que me ha sorprendido muy gratamente la ciudad, había venido una vez hace muchos años y tenía la imagen de una ciudad pequeña. La realidad es que es una hermosa ciudad llena de plazas ya rincones por los que deambular o pararse a tomar algo en cualquiera de sus terrazas.
Al llegar hemos buscado hotel y estamos alejados en el Rías Baixas, un sitio agradable y confortable muy céntrico.
Nada más terminar nuestras labores domésticas cotidianas hemos salido a dar un paseo y a buscar sitio para comer. Toda la ciudad está en fiestas y en las plazas hay escenarios en los que a lo largo de la tarde y la noche se ofrecen espectáculos musicales y de otros géneros. La comida ha sido un éxito siguiendo hoy el acertado instinto de Joseba, que ha sido el que ha elegido el local por lo bien que olía. Frutos de la tierra y el mar han completado una deliciosa comida que, sin embargo ha acabado de destrozar nuestro presupuesto del día. A aquellos que se pregunten por si hemos tomado pimientos tendré que decirles que sí, que por supuesto que hemos pedido una ración, y hoy, además eran de a buenos.
La tarde la hemos pasado con la wifi del hotel, Joseba abajo y yo en la habitación hablando con el skype.
Luego pasito por la ciudad con polar, que ha refrescado mucho. El ambiente en las calles es muy festivo con escenarios por todos lados que ofrecen conciertos y espectáculos diversos. Hemos pagado casi 8 euros por dos cervezas y ahora hacemos tiempo para cenar algo.
Seguimos al margen de los peregrinos, los,encontramos por la mañana y los adelantamos pero luego no nos aparecen en todo el día. Un camino extraño en el que las mochilas aparecen y desaparecen con o sin garrapata pegada delante nada más encontrar la primera cuesta. Mucho turigrino llevamos comido.
Resumen de la etapa 20: 19,74 km en 3:27 a una media de 5,7 km/h

Fiesta en Pontevedra entre peregrinos


Se nota que estamos en los últimos días de camino, las ganas de llegar a Santiago se mezclan con la pena de acabar una aventura como la que hemos llevado durante estas tres últimas semanas. Pero somos caminantes estacionales y el otoño se acerca con la cosecha de problemas que ofrece el inicio de un nuevo ciclo que nos llevará hasta el próximo camino.
Las etapas del final están siendo muy agradables por la belleza del paisaje y por lo cortitas que son, pero eso no quiere decir que no tengan su dificultad puesto que se trata de un sube y baja constante muy al estilo de lo que ocurre en toda Galicia.
En la etapa de hoy pasamos de la Ría de Vigo a la de Pontevedra. Las vistas de las rías desde lo alto de los montes que hemos subido es espectacular. Vamos encontrando cada vez más peregrinos lo que nos recuerda que hace ya demasiado que acabó la soledad del campo junto al Tajo para llegar a las calles llenas de mochilas pegadas a todo tipo de personajes en Santiago.
Sin detenernos hemos hecho la etapa a buen ritmo hasta llegar a Pontevedra. he de decir que me ha sorprendido muy gratamente la ciudad, había venido una vez hace muchos años y tenía la imagen de una ciudad pequeña. La realidad es que es una hermosa ciudad llena de plazas ya rincones por los que deambular o pararse a tomar algo en cualquiera de sus terrazas.
Al llegar hemos buscado hotel y estamos alejados en el Rías Baixas, un sitio agradable y confortable muy céntrico.
Nada más terminar nuestras labores domésticas cotidianas hemos salido a dar un paseo y a buscar sitio para comer. Toda la ciudad está en fiestas y en las plazas hay escenarios en los que a lo largo de la tarde y la noche se ofrecen espectáculos musicales y de otros géneros. La comida ha sido un éxito siguiendo hoy el acertado instinto de Joseba, que ha sido el que ha elegido el local por lo bien que olía. Frutos de la tierra y el mar han completado una deliciosa comida que, sin embargo ha acabado de destrozar nuestro presupuesto del día. A aquellos que se pregunten por si hemos tomado pimientos tendré que decirles que sí, que por supuesto que hemos pedido una ración, y hoy, además eran de a buenos.
La tarde la hemos pasado con la wifi del hotel, Joseba abajo y yo en la habitación hablando con el skype.
Luego pasito por la ciudad con polar, que ha refrescado mucho. El ambiente en las calles es muy festivo con escenarios por todos lados que ofrecen conciertos y espectáculos diversos. Hemos pagado casi 8 euros por dos cervezas y ahora hacemos tiempo para cenar algo.
Seguimos al margen de los peregrinos, los,encontramos por la mañana y los adelantamos pero luego no nos aparecen en todo el día. Un camino extraño en el que las mochilas aparecen y desaparecen con o sin garrapata pegada delante nada más encontrar la primera cuesta. Mucho turigrino llevamos comido.
Resumen de la etapa 20: 19,74 km en 3:27 a una media de 5,7 km/h