14ª Villlamartín de Valdeorras . Quiroga

Una de las cosas que más me gusta de hacer el camino es que nunca puedes prever lo que va a ocurrir. Por mucho que planifiques las cosas al final todo se desarrolla siguiendo los propios criterios del Apóstol Santiago. Para Joseba el problema es que «El Santi» tiene muchos peregrinos a los que joderles en el camino francés y eso nos permite pasar desapercibidos hasta que gira un poco la cabeza, nos ve y nos la lía.
Otra característica del camino es que cuando peor parecen ponerse las cosas al final mejor salen, nunca llega la sangre al río y al final los árboles sí nos permiten ver el bosque.
Las perspectivas de esta mañana eran nefastas anoche al irnos a la cama. El albergue cutre de Villamartín (cutre es poco) despedía fuego y calor sin límites. La ventaja de esa temperatura es que seguro que cualquier bicho que campara por los lugares habría muerto frito sin compasión. Al calor tenemos que unir que la gente que lleva la piscina campa a sus anchas por todo el lugar y de vez en cuando un niño entra con su bici y recorre el albergue «como Pedro por su casa». Ni fuera se podía estar del calor que hacía y Joseba seguía preocupado por si nos dejaban la puerta de salida cerrada y teníamos que acabar saltando más de dos metros con la mochila para abandonar tal cutrerío.
Pero la realidad ha sido bien distinta: a media noche comenzó a refrescar hasta el punto que tuve que taparme con la sábana (tampoco hay que exagerar) y esta mañana estaba cubierto y con casi fresquito de camiseta de manga larga.
La programación de etapa era hacer camino rápido para evitar el calor y hemos salido poco más allá de las 6:30 con la intención de parar a desayunar en A Rua de Valdeorras, a 6 quilómetros. A esas horas el camino se ha convertido en un precioso paseo entre el fresco con alegrias y chascarrillos mientras esperábamos con ansia el café de la moral y rellenar las botellas de agua, sobre todo yo que la llevaba casi vacía. La parada en A Rua era obligatoria porque algo nos decía que después no íbamos a encontrar nada hasta el final, como así ha sido.
Pero todo se ha comenzado a torcer al entrar en A Rúa. El camino de forma incomprensible se divide en dos ramales: el de la izquierda marca al albergue y apunta directamente al centro de la ciudad mientras que el otro indica claramente el camino, un punto de información al peregrino y albergue privado. Por supuesto que hemos tomado esta segunda opción. El camino comienza entonces a subir alejándose del centro de la ciudad hasta sacarnos completamente por un lateral y mantenernos fuera todo el tiempo hasta dejar atrás A Rúa. Nada de bares, nada de casas, nada de nada salvo una cuesta enorme de subida y otra de bajada para evitar cualquier contacto humano y, eso sí, el albergue privado señalado todo el tiempo.
Una vez en esto las cosas han comenzado a complicarse. Subidas y bajadas que lo único que hacen es evitar carreteras secundarias y que llevan hasta aldeas deshabitadas para nuevamente volver a bajar. Es cierto que a esas horas aún el fresco de la mañana los llevaba bien pero poco a poco tanta cuesta añadida a las etapas últimas que hemos hecho han empezado a pasar factura.
Como casi no llevaba agua he ido economizando todo lo que he podido pero a falta de unos 12 quilómetros se me ha acabado. Desde allí a pelo hasta el final de etapa cuando además el calor empezaba a apretar de verdad y las cuestas seguían apareciendo por todas partes.
Al menos el paisaje ha ido cambiando y hemos entrado en Lugo por una carretera con vistas estupendas sobre todo el valle y el río con sus meandros y demás. Una zona de poco bosque pero más bonita que lo que vimos ayer.
Como no había más hemos apretado el culo y nos hemos puesto sin parar en Quiroga a las 12:30 para dejarnos caer sobre el primer bar que hemos encontrado. Yo he pedido una botella de litro y medio de agua que me he empinado sin parar hasta la mitad, luego un nestea y una clara. Para entonces había caído también una buena porción de tortilla recién hecha de huevos amarillos y una tapa de oreja al estilo de por aquí.
Luego hemos ido directos al albergue en el que nos espera otra sauna acompañados de 100 adolescentes que están de campamentos aquí. Al menos tenemos la suerte de que todos están en la planta primera y baja y nosotros solos en la segunda, esperamos que la noche no sea muy movida. El albergue es bastante viejo pero lo cierto es que está muy cuidado y limpio
Hemos comido en el Chapakuña 3 un menú muy bien en la relación precio-calidad y después hemos ido a descansar al albergue.
Mientras Joseba hacía sangre al colchón (pero tenemos hasta sábanas limpias) yo he estado un rato charlando con whatsapp.
Sobre las 7 hemos salido para comprar algo para el desayuno, agua y tomar algo fresco. En la puerta hemos encontrado un grupo de unos cincuenta adolescentes queriendo entrar al albergue pero no les hemos dejado porque los responsables no estaban. Alguno se ha mosqueado bastante pero Joseba ha puesto la pierna delante y ha cerrado la puerta en las narices del cabecilla de la revuelta. Tres veces hemos entrado y salido y las tres han intentado amotinarse ante la amenazante mirada de mi compañero de fatigas y de placeres (de los normalitos, mal pensados).
Ahora hemos regresado al restaurante porque tienen wifi y puedo publicar, luego imagino que cenaremos tras varias claras y oscuras para hacer tiempo.
Resumen de la etapa: 31,96 km en 5h y 57 minutos a una media de 4,88 km/h y un desnivel de subida acumulado de 534 metros y de bajada de 567 («pa’ habernos matao»).

Valle del Sil

Valle del Sil

Vista general del valle

Vista general del valle

 

Meandro del río

Meandro del río

Límite de provincia de Lugo

Límite de provincia de Lugo

Vistas de un meandro

Vistas de un meandro

En el camino

En el camino

Iglesia en Montefurado

Iglesia en Montefurado

Soldón

Soldón

13ª Las Médulas – Villamartín de Valdeorras

Alegres y muy calurosas tardes acompañan nuestros descansos peregrinos. Hoy con el aliciente de una piscina pública que permite alegrar nuestras mentes y nuestros ojos a la par que nos gustaría rememorar a Edipo en algún otro momento de desenfreno explícito de la carne.
Así me siento hoy después de 37 km recorridos desde las seis y media de la mañana hasta casi las dos de la tarde más un añadido de vuelta completa a Villamartín buscando algún restaurante para comer y que hemos encontrado en la carretera a casi un quilómetro del centro del pueblo: frente a un Puti-club que, para desgracias mayores de transeuntes y viajeros, duerme el sueño de los justos desde antes de que la nacional hubiera ensanchado los arcenes. Eso sí: desde las 8 bajo un sol abrasador que consumía nuestros cuerpos evaporando en forma de sudor todos los litros de líquido que íbamos metiendo cada vez que podíamos. Esta última frase la he construido para poder utilizar el verbo meter por primera vez en todo el camino.
En resumen podemos describir la ruta como un infierno de calor dado que atravesamos una ola sahariana (manda huevos, y no de los antimosquitos, que llegue hasta estas tierras). La etapa ha sido muy larga para poder cuadrar las siguientes y como sabíamos que sería así nos hemos tomado todo muy en serio desde el principio.
La salida de las Médulas es una preciosidad a esas horas ya que va ascendiendo suavemente hasta darnos unas imágenes impresionantes de despedida de la zona. Después un fuerte descenso nos lleva hasta Puente de Domingo Florez que representa el límite entre León y Galicia y nos adentra en la tierra del buen vino, del pulpo y los pimientos de Padrón, entre otras muchas cosas.
De puente de Domingo Flórez nos queda la duda de saber cuál es su puente de todos los que hemos pasado entre tantas vueltas como el camino da para coger la orilla del río. Vueltas y revueltas van sorteando centrales hidroeléctricas y otras variadas estructuras a las que no hemos sabido dar acomodo.
La etapa transita hasta El Barco sin grandes novedades por la orilla derecha del Sil. Siempre va por pistas de tierra muy cómodas de andar aunque con alguna que otra subida durilla sin mayores consecuencias. Hemos visto las primeras viñas cultivadas en terrazas, como se hace por aquí y varias explotaciones de pizarra que hacían mucho ruido y generan bastante polvo oscuro. La etapa no es demasiado bonita en el paisaje salvo por las vistas del río ya que el monte está bastante pelado y siempre vemos enfrente la carretera nacional.
En Sobradelo hemos parado a tomar algo fresco y rellenar botellas de agua. A esas alturas de unos 20 km yo había agotado ya un litro de agua que había rellenado al salir. Hemos recargado con una botella cada uno y yo he añadido un montón de cubitos de hielo.
Nueva parada en El Barco para tomar fuerzas y parada para comprar una pulsera antimosquitos que solucione mis problemas con esos bichos infames. He resulto el problema en parte ya que no sé si los mosquitos se irán pero Joseba no se acerca ni casi yo por el insoportable olor que desprende (y dura 15 días).
Del resto de la etapa casi nada más que quilómetros por una pista paralela a la carretera y a la vía del tren a pleno sol y casi al límite de nuestro ánimo. Hemos llegado muy bien a Villamartín a pesar de la hora y de nuestra evidente deshidratación. Para colmo el albergue está al final del pueblo al lado del río y nos ha costado bastante encontrarlo porque no aparecía ninguna referencia. Está en las piscinas.
El albergue es del tipo «los horrores». Una señora que debió perder la simpatía en estos lugares derretida bajo el sol nos ha recibido para colocarnos en una nave con 10 literas y unos baños. Las camas están fatal porque los colchones son muy viejos aunque por 3 euros adicionales hemos podido colocar sábanas de las de casa de la abuela. Al menos el sitio está aceptablemente limpio en el suelo (baños desde luego no y debajo de las camas y en los rincones tampoco porque están llenos de telarañas.
Ante las pocas alternativas que nos daba el lugar hemos salido a las 2 y media a buscar un sitio para comer. Nos hemos ido al centro del pueblo hasta un hostal que ponía que era restaurante pero al entrar la señora nos ha escupido a la cara que «lo había cerrado y que lo único que había estaba fuera del pueblo a 500 metros». Nosotros tenemos claro lo que significa 500 metros para un lugareño así que nos hemos dispuesto a terminar de derretirnos para llegar por la carretera hasta el puti-club que hay en la carretera y que tiene enfrente un estupendo restaurante donde hemos comido bastante bien una sopa y una chuleta de ternera aceptable.
El regreso ha sido más cómodo porque hemos podido venir directamente por el río y algo mejor si era que a pleno sol.
La siesta ha sido algo horrible hasta que me he salido fuera mientras un enano entraba dentro del albergue cada dos por tres a pasearse con su bici de niño de mierda. Fuera se estaba algo mejor y he acabado metiendo los pies en el río para refrescarme algo. Hemos ido mejorando algo con la temperatura y ahora parece que algo de viento se ha levantado: es caliente pero, algo es algo. Tras varios refrescos «sin alcohol» parecemos algo más hidratados y ahora nos iremos a cenar al mismo restaurante del mediodía, única opción viable por lo que hemos visto. Tampoco es que vayamos a investigar mucho dado el día que ha hecho.
Resumen de la etapa: 37 km en 7 horas y 31 minutos a una media de 4,91km/h.

Vistas del Sil

Vistas del Sil

Valle del Sil

Valle del Sil

Orquesta para fiestas

Orquesta para fiestas

Señall del Camino de Invierno en Galicia

Señall del Camino de Invierno en Galicia

Vissta del Valle

Vissta del Valle

Llegando a destino

El Barco de Valdeorras

Pulsera Anti-mosquitos

12ª Ponferrada – Las Médulas

Después de dar algunas vueltas por la ciudad del castillo y de cenar en una pizzería, como conté ayer, nos fuimos a dormir al hotel en el que nos alojábamos. Escribir entrada y fin de jornada.
Hoy hemos amanecido a las 6 para comenzar pronto y así aprovechar bien el día que se nos presentaba: muchos quilómetros, mucho calor y visita turística a Las Médulas.
Como teníamos casi 30 km nos hemos propuesto hacer la etapa rapidito con el fin de llegar pronto y así poder hacer alguna ruta aquí. Todo se ha puesto de cara desde el principio.
Al bajar de la habitación nos hemos encontrado con la agradable sorpresa de que el bar estaba abierto y podíamos desayunar opíparamente. El camino de invierno está muy bien señalizado desde el principio a la salida de la ciudad. Transita casi todo el tiempo por pistas de tierra con bastantes tramos entre arbolado y evitando los principales problemas del camino. La etapa de hoy incluía algún que otro problemilla como el par de subidas de un desnivel de más de 300 metros así como que no había nada para parar hasta Borrenes.
Pese a las dificultades todo ha salido perfecto, incluso la dura subida al castillo de Cornatel pasando antes por el increíble pueblo de Villavieja y sus peligrosos perros sueltos.
Hemos tenido una desastrosa parada en Borrenes, cuando la señora del bar no nos ha querido ofrecer su hospitalidad a cambio de un puñado de euros. Se trataba del mismo bar en el que fueron tan amables hace unos años cuando estuvimos de vacaciones allí, parece que mucho han cambiado las cosas desde entonces. Al final nos hemos podido tomar un refresco comprado en la tienda de enfrente aunque al sentarme en el banco me he pegado un chicle en el pantalón.
El tramo final desde Borrenes es una subida constante no muy dura pero que se atraganta algo, por carretera y con mucho calor ya. De todos modos la etapa la hemos hecho muy bien y hemos llegado a Las Médulas sobre las 11:30 y nos hemos ido directos al hotel para dejar mochilas e informarnos de las distintas rutas para hacer aquí.
Mientras yo iba a informarme de todo Joseba me esperaba en el bar dando cuenta de un par de «refrescos» y unas tapitas de cecina y embutido. El plan es el siguiente: Visita al lago inmediata, comida en el hotel, visita guiada a la zona baja de las Médulas y final subiendo al mirador y los canales de Orellán.
Todo ha salido a la perfección incluyendo una comida estupenda y una siesta de la que ha disfrutado Joseba mientras yo me peleaba con la wifi intentando hacer un trabajo que me habían pedido sobre el abiesweb.
A las cinco, con la fresquita, nos hemos ido a la oficina de información a esperar la visita guiada que nos ha llevado casi dos horas entre castaños entre las explicaciones «profesionales» de la guía de turno sobre romanos, astures y capas de sedimentos con niveles de oro para explotar.
Al finalizar la visita hemos tomado la senda que sube directamente al mirador. Se trata de 900 metros de recorrido con una subida de 250 metros con rampas de más del 20%. Arriba hacía aún mucho sol y no hemos podido aprovechar la sesión fotográfica ante las espectaculares vistas. Hemos podido visitar las galerías tomando un refresco después de la deshidratación de la subida y del infame picoteo de las mosca incluso en nuestras zonas más íntimas, sobre todo cuando la naturaleza me ha obligado a hacer una pequeña parada sobre la marcha.
Una vez completados los casi 8 quilómetros de rutas por la zona hemos bajado al hotel para darnos una ducha, revisar la etapa de mañana y tomar una clarita. La cena la hemos hecho en el hotel, algo suave pero muy aceptable: sopa y bacalao para mí y bocata de lomo con pimientos para Joseba.
Al terminar la cena hemos tenido que entrar en el bar porque fuera nos comían los mosquitos, sobre todo a mí. Esa ha sido parte de nuestra perdición porque a mi querido compañero se le ha ocurrido la brillante idea de charlar con un lugareño que ha resultado ser de bilbao. El resultado han sido dos orujos de hierbas «de los que hacemos nosotros caseros» ofrecidos por la dueña del hotel.
Estamos en el Hotel Agoga, en una suite estupenda a un precio algo caro para lo que es una vida peregrina (75 euros) aunque nos han tratado muy bien y nos han hecho descuento en las consumiciones por ser peregrinos.
Tras nuestra hidratación hemos regresado a la habitación entre calores sin fin (vaya broma lo de camino de invierno) para Joseba ir directo a dormir al compás del ventilador y yo para escribir la entrada.
Mañana nos espera un día complicado ya que no tenemos claro cómo lo vamos a planificar: tenemos la opción 27 km, la opción 36 ó la opción 43, ya veremos.

Señal del camino de Invierno en León

Señal del camino de Invierno en León

Puente de salida en Ponferrada

Puente de salida en Ponferrada

Vista del castillo de Cornatel

Vista del castillo de Cornatel

Lago de Sumido

Lago de Sumido

Vista general de Las Médulas

Vista general de Las Médulas

Vista desde el mirador de Orellán

Vista desde el mirador de Orellán

Vista general de las Médulas

Vista general de las Médulas

Desde la  cuevona

Desde la cuevona

Vista desde la galería de Orellán

Vista desde la galería de Orellán

Galerías

Galerías

11ª Gradefes – Mansilla de las Mulas

Estuvimos un buen rato en la terraza del bar del pueblo mientras yo escribía la entrada. Luego vimos algunas cosas de infraestructura para la etapa de hoy como el hotel en Ponferrada, los horarios de bus desde Mansilla a León y el tren desde León a Ponferrada. Según internet teníamos un bus en Mansilla a las 12 y un tren a Ponferrada a las 14:30.

Mientras nos decidíamos por el Hotel Castillo en Ponferrada, gracias a una nueva oferta de Booking, los mosquitos comenzaron a dar cuenta de nosotros, sobre todo de mí. Dado que el huevo no vale un idem decidimos irnos al albergue a disfrutar de nuestra cena peregrina.
Una botella de vino blanco, unos berberechos, una ensalada de tomate y pepino acompañados de un revuelto de gulas y setas fue nuestra maravillosa cena peregrina acompañada de una verdadera charla de las que solemos tirarnos de vez en cuando mi compa y yo sobre el sentido de la vida (sexo contrario-enemigo), algo de fútbol y también algo de política.
Poco después Joseba estaba durmiendo a pierna suelta (literal) mientras yo seguía los comentarios de los compas con el resultado del congreso y mantenía una metafísica charla por whatsapp con Mar (incluidos fundidos en negro).
La planificación de la etapa para hoy consistía en que teníamos 24 km que recorrer para llegar a Mansilla antes de las 11 y algo y así poder coger el bus sin problemas. Joseba sigue con su manía de ganar todas las etapas y su ritmo me deja atrás todo el rato. Yo voy quedándome entre paradas técnicas por cuestiones fisiológicas, fotos, revisión de mochila o simple contemplación del paisaje. Para colmo hoy también me ha retrasado un rato alguna que otra llamada de teléfono.
La etapa era toda en suave descenso, llana casi sin apenas modificaciones. Muchos tramos por pistas y alguna carretera secundaria hoy sin coches dado que era muy temprano y, además, domingo.
Atravesamos por varios pueblos sin ningún servicio y eso ha hecho que hagamos todos los km de golpe sin paradas. Seguimos siempre las acequias que distribuyen el agua de riego entre plantaciones de chopos y maíz.
A la salida del último pueblo antes de llegar a Mansilla yo iba hablando por teléfono y la distancia que me llevaba Joseba era tal que ya no lo veía por ninguna parte. En ese momento he visto que el camino daba un vueltazo enorme pero que había una pista que en pocos metros acortaba toda esa vuelta. Me he ido por ahí adelantando a Joseba que, como no se había dado cuenta, se había ido por el camino largo. He tenido que esperarlo un buen rato porque había ganado un montón de metros.
Sin ninguna otra novedad hemos llegado a Mansilla y hemos parado a tomar algo en El Puente (donde hemos dormido alguna vez nosotros). Allí hemos descubierto que los domingos no hay ningún bus a León hasta las 6 de la tarde. La única opción para ir a coger el tren es un taxi. Al llamar el señor del bar hemos descubierto que los taxistas del pueblo están de vacaciones y el único que está disponible tardará más de una hora en regresar.
La situación se complicaba al no tener opciones de ir a León. Para colmo el señor del bar se ha marchado sin confirmarnos si el taxi vendría a llevarnos. Hemos llamado a radio-taxi de León pero nos cobraban 35 euros por el viaje. En esas estábamos cuando ha llamado el taxista de Mansilla a decirnos que en media hora llegaba y nos llevaba, por 20 euros que es la tarifa oficial en Mansilla.
Así ha sido y poco antes de la 1 estábamos en la estación de tren para coger un intercity a las 13:30 a Ponferrada.
Cerveza para hacer tiempo y ruta sin novedad para llegar a Ponferrada a las 3 y poco. Nos hemos ido a comer directamente mientras el calor nos derretía literalmente. Luego nos hemos ido al hotel para ducharnos, lavar la ropa y descansar un rato. Como no hemos conseguido saber cómo se pone la ducha hemos acabado bañándonos en la bañera, un extra de relax en nuestra noche de peregrinos vip.
Después de un buen rato de descanso hemos comenzado a preparar las etapas próximas porque el tema está bastante complicado. Para colmo, mi compañero ha decidido que tenemos que llegar pronto a Santiago, no vaya a ser que se nos escape el santo o quizás siguiendo el rastro de quién sabe que deseos inconfesables que le esperan en Mundaka. El caso es que su propuesta es que hagamos etapas de más de 35 km, a lo que yo me he opuesto ante la imposibilidad de poder hacer tantos quilómetros entre raciones de pulpo, caldo gallego, pimientos de padrón y vinos del terreno (pasamos a recorrer la Ribeira Sacra). Lo hemos dejado un poco todo en el aire a la espera de ver cómo es el terreno, los desniveles y, sobre todo, el calor. Eso sí, hemos programado para mañana hotel en Médulas: parece que tenemos una suite especial a un precio razonable en Booking, aunque no barato. La idea es salir mañana muy temprano para llegar pronto ya que queremos hacer la ruta de las Médulas que son más de cinco km.
Luego hemos salido a tomar algo mientras veíamos pasar peregrinos y paisanos confundidos entre el ruido y el calor. Nuestra cena ha sido en una pizzería de la plaza del ayuntamiento en la que nos han calzado dos orujos de hierbas por 5 euros y que pensábamos que eran ofrecimiento de la casa tal y como nos había dicho el camarero.
Después hemos ido a hacer algunas fotos al castillo y hemos regresado al hotel para que yo charlara un rato con la familia ofreciendo un bate de beísbol a Isa para resolver sus problemas con la asignatura esa de la que parece que debemos tomar alguna medida radical.

Cena peregrina en el Albergue

Cena peregrina en el Albergue

Adornos del camino

Adornos del camino

Camino

Camino

Llegada a Mansilla

Llegada a Mansilla

Muralla de Mansilla

Muralla de Mansilla

Tren a Ponferrada

Tren a Ponferrada

Casttillo

Casttillo

Ponferrada

Ponferrada

Castillo

Castillo

 

Pocas cosas que contar en Alvaiazere

Leer etapa año pasado
La noche en el hotel de Tomar ha sido moviliza por el tema del calor. Al final hemos optado por despojan nuestros peregrinos cuerpos de toda vestimenta aunque la ventana estaba abierta y daba a una galería por la que de cuando en cuando pasaban personas. De cualquier modo no tenemos nada diferente a los demás y lo primero es quitarse el calor de encima.
A la hora prevista teníamos el desayuno en la bolsa correspondiente y listos para salir. Este año no ha cambiado nada con respecto al año pasado: botellín de agua, bocata de queso y york, plátano y magdalena, aunque yo he dejado esta después de la experiencia del año pasado que casi me ahoga.
De Tomar salimos a una serie de caminos de tierra entre bosques de encina, pino y eucalipto en un constante sube y baja. Cada vez ganamos más altura total y eso se nota en las piernas, acostumbradas hasta ahora al llano. Definitivamente el terreno ha cambiado desde la orilla del Tajo hasta un terreno de media montaña y bosque no demasiado denso. También las grandes poblaciones han dado lugar a pequeñas aldeas sin ningún servicio, lo que dificulta la organización de infraestructura de la etapa.
Sigue sorprendiéndote mucho la cantidad de casas estupendas que hay por todas partes. Casas nuevas de diseños innovadores con materiales de primera tanto en fachadas como en carpintería de aluminio y demás. También poseen enormes jardines perfectamente arreglados y todo eso contrasta con la miseria de alrededor en las otras casas.
Hoy se trataba de la última de las 6 súper etapas y también prometía mucho calor. Es verdad que no ha defraudado nada pero lo cierto es que lo hemos notado menos porque el bosque hace que muchos trozos del camino transcurran entre sombra.
El problema principal era organizar las paradas ya que sólo había una posibilidad de tomar algo en Calvinos, a unos 10 km de la salida. Así ha sido y hemos tenido que hacer una parada técnica a unos 10 km de la llegada al borde de la carretera, en una sombra en la que hemos dado cuenta de un plátano y unos lazos que nos quedaban del desayuno del otro día. Cuando pasaban los coches nos miraban con asombro mientras nosotros descansábamos para afrontar el final de la etapa.
Ya digo que esta ha sido diferente y no hemos terminado a pleno sol por carretera sino entre árboles y por pistas de tierra.
Como resumen de estos seis días podemos decir que hemos superado la prueba del infierno. Días de más de 40 grados con finales sobre asfalto de más de 10km sin sombra y en etapas de más de 30km día. Yo llevo dos pequeñas ampollas en los talones y Mar en talones y juanetes además de una molestia en el empeine y otra molestia a la altura de la tibia. Nada grave y mucho menos de lo esperado dadas las circunstancias.
El hotel de Alvaiazere como siempre, lleno de plantas a la entrada, sencillo pero limpio y 35 euros. Comida de peregrino con un menú de 10 euros que incluye sopa (caldo verde), carne o pescado para reventar acompañado de ensalada, patatas fritas o cocidas, aceitunas, bebida, postre y café. El dueño muy atento aunque su portugués sigue siendo incomprensible para mí.
Uno de los problemas es que no hemos podido ver la carta porque el señor nos pregunta sólo carne o pescado, y si nos descuidamos nos pone lo que le parece. Además no para de revisar lo que hacemos para servirnos más y regañarnos si comemos poco. La verdad es que es muy atento y agradable en el trato. Uno de los dilemas de la comida es saber cuándo se le caerán definitivamente los pantalones ya que los lleva por debajo de su oronda barriga a una altura que rompe con cualquier regla sobre la ley de gravedad.
Hemos comido poco porque estábamos muy cansados y, aguantando la mala cara del dueño, nos hemos retirado a descansar un rato.
A media tarde hemos salido hasta la farmacia para comprar compeed para las ampollas pero no tenían de esa marca. Luego hemos tomado algo en un pequeño bar pero nos hemos subido porque el calor era insoportable y Alvaiazere sigue siendo un pueblo fantasma en el que no hay nadie, mucho menos a esas horas y a pleno sol.
A la hora de la cena hemos encontrado a los peregrinos franceses con el belga. Vienen destrozados porque la etapa les ha pillado con todo el calor porque salieron más tarde y su ritmo es más lento. Hemos hablado de nuestros proyectos y sobre gastronomía, pero luego ellos se han enzarzado en una discusión política y nosotros hemos desconectado.
Tras un flan estupendo que se ha tomado Mar nos hemos subido a la habitación a preparar las casa y descansar. Hemos preparado agua para el día ya que el consumo diario de líquidos lo llevamos en torno a los 5 litros por cabeza y día.
He tenido un problema y el resumen de la etapa está partido en dos e incompleto:
Ver resumen primera parte
Ver resumen de la segunda parte

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Golega a Tomar tomando el sol a tope

Para leer la etapa del año pasado

La mañana se levantó igual que todas, previsiones de más calor en la parte final con una distancia similar a los días anteriores. Por lo menos a partir de hoy el terreno ha comenzado a cambiar y encontramos algunos trozos de bosque, casi siempre eucaliptos, y algunas subidas que cargan nuestras piernas pero se agradecen entre sombras.
Pero los primeros 15 quilómetros son sólo un espejismo de lo que nos aguarda ha el final de etapa, un calor sofocante que a Mar ya le ha hecho sospechar en alguna ocasión que nos iba a dar algo (ella, como siempre viendo la parte positiva de las cosas).
Hablando de Mar, os prometí un ejemplo de sus teorías y esta mañana se ha producido uno perfecto. Acabábamos de salir de Golega tras tomar nuestro desayuno a base de lazos y banana cuando hemos encontrado sobre el asfalto unas pieles de melocotones. Muy sería me dice: esto van a ser los restos del desayuno de la pareja de peregrinos japoneses que nos dijeron los franceses que iban por delante. Seguro que son una pareja mayor y deben estar pasándolo fatal con este calor. Todo esto lo ha dicho del tirón y sin la menor duda, cualquiera que no lo supiera diría que conoce perfectamente a la pareja japonesa, sus gustos y sus problemas,de salud. Yo me he quedado mirándola muy fijamente a los ojos y le he dicho ¿te hablan las pieles de la fruta o es que esta mañana has tomado una medicación diferente? El caso es que nunca hemos visto a los peregrinos japoneses y las pieles podrían ser de cualquiera, peregrino o no que pasara por allí.
Como este tipo de historias suelen ser todas las de Mar.
Después de analizar la etapa del año pasado hemos decidido no cometer los mismos errores y así hemos parado a tomar café en el bar cutre de la entrada a Atalaia, que por cierto no era tan cutre y que nos ha hecho el papel hasta con camarero simpático.

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Después hemos tenido mucho cuidado en no perdernos justo donde el año pasado y hemos visto que el fallo estuvo en que hay una flecha que parece indicar que se sale por el camino primero a la derecha de la carretera pero es el siguiente camino pasada la indicación de final de pueblo.
La etapa hasta Guerreira discurre con varias subidas, algunas fuertecillas entre eucaliptos,y cada vez más calor.
En Guerreira tampoco hemos cometidos el error de para el el primer bar y Mar se ha quedado alucinada al comprobar que, efectivamente hay como 8 ó 10 en un radio de 200m. En el que mejor pinta tenía hemos tomado una canaca y una cola (que cada uno lo reparta como quiera) y hemos hecho un descanso mayor de lo aconsejado, lo que hemos pagado en los 8 quilómetros finales.
La entrada en Tomar se hace eterna porque el camino da muchas vueltas evitando la general (especialmente puñetera es la última que te lleva a pleno sol hasta tomar otra carretera y luego volver al origen y quedándose uno con cara de tonto (deshidratada, eso sí). Una vez en la ciudad, que no se ve casi hasta el final la entrada por la parte nueva se hace eterna.
Hemos llegado a la Pensión Uniao para ducha rápida y salida a comer un plato del día al mismo restaurante del año pasado, con el mismo camarero amable que este año nos ha echado un sermón sobre las virtudes de la vida contemplativa y su relación con Fátima.
Y tras una pequeña siesta nos hemos subido al castillo a eso de las 4. A pesar del calor la visita ha impresionado a Mar hasta hacerle pensar que ha merecido la pena. El castillo es verdaderamente impresionante y la visita sólo se ha visto alterada por un grupo de chicas de oro portuguesas en visita tipo inserso con más ganas de otras cosas que de visitar Tomar (no haré el juego de palabras fácil que ahora pega). Mar se ha sentido especialmente alucinada al comprobar que las,celdas de los monjes tenían puertas interiores que hacían que se pudieran comunicar entre ellos sin necesidad detener que salir al pasillo; yo la he tranquilizado diciéndole que era para rezar juntos sin tener que dar explicaciones saliendo por la puerta del pasillo.

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Después hemos entrado a una cafetería para escribir la entrada, nos ha dejado encantados el escuchar un buen rato a Lisa Ekdahl (Youtube) a la que he descubierto gracias al shazam.
Luego hemos hablado con las niñas por FaceTime y nos hemos ido a cenar. Por cierto, tengo que hacer una precisión en este punto: después de haber estado dos veces ya en Santarem tengo que decir que lo que pasa en esa ciudad no es normal, en el resto de Portugal la gente sale a la calle, a las terrazas y a los restaurantes. Eso de que Santarem se convierte en una ciudad fantasma a partir de media tarde y sólo encuentras un restaurante con cena recalentada no es normal en el resto del país, debe ser que allí son así.
En Tomar la ciudad se iba llenando de gente porque además coincidía que estaban en fiestas y en el parque había casetas y música. Nosotros, para evitar el desastre del año pasado hemos ido a un restaurante pequeñito que estaba abarrotado de lugareños y allí hemos degustado unos estupendos caracoles, unas mollejas de pollo en cazuela buenísimas y alguna delicia más, todo esto por la módica cantidad de 18 euros.
Para completar de día hemos tomado un helado (el mío, como siempre de limón y chocolate a pesar de mi médico) Y a dormir que al día siguiente nos quedaba aún la última etapa larga de las 6 previstas.
Por cierto los pies de Mar comienzan a parecer los de siempre, la diferencia está vez es que las ampollas le han salido mucho más tarde y las tenemos bastante controladas, siguen su proceso pero las hemos pillado al principio. Es normal por el calor que hace, hasta a mí me han salido dos en los talones, aunque serían de las que Joseba llamaría sólo «am», porque les falta la «polla».
Resumen de la etapa. Pinchar aquí

De Santarem a Golega y más calor

etapa del año pasado

A estas alturas podemos confirmar que está haciendo aún más calor que el año pasado. Es insufrible terminar las etapas y los últimos 10km se convierten en un verdadero infierno. Aunque hemos mejorado mucho en la primera parte y también encontramos algunos,lugares para recuperar fuerzas, el resultado final es llegar al borde de la deshidratación. Lo mejor de Todo quizás sea que seguimos caminando, a pesar del calor y que los problemas que van surgiendo son superables. Así mis picaduras siguen su evolución normal gracias a la pomada con cortisona que compré hace dos años en Mansilla y que afortunadamente aún no ha caducado. A Mar le ha,salido un sarpullido en los tobillos por el calor y el roce de los calcetines que ha tenido que medicar con un producto comprado en la farmacia.
El descenso de Santarem fue muy fácil gracias a que yo llevaba el track grabado del año pasado y gracias a eso está vez no nos hemos perdido. Hemos salido dichos por la puerta del sol.

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La primera parte de la etapa ha sido una delicia entre campos de maíz junto a carreteras secundarias sin mucho tráfico y abiertas para permitir que llegue la brisa de la mañana. El único inconveniente han sido los charcos del camino, algunos nos,impedían pasa y en uno de ellos Mar ha metido el pie con avaricia hasta mojar toda la bota y el calcetín. De todos modos no hay problema, con el calor que va haciendo se ha ido secando todo rápido.

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Las paradas han sido las previstas aunque antes de Azinhaga han modificado el trazado del camino y eso nos ha despistado un poco. Nosotros hemos seguido nuestro propio itinerario porque queríamos descansar algo en Azinhaga y hacer alguna foto junto a la estatua de Saramago, porque esté es su pueblo de nacimiento.

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Desde aquí hasta el final un desierto sobre asfalto. Así hemos llegado a la charca que hay antes de Golega. Le he dicho a Mar qué le parecía la laguna y ella, ciega de calor ha respondido ¡pero si está todo seco! Lo que ha ocurrido es que la charca está cubierta de vegetación y ella ha pensado que era campo y estaba medio seco, así íbamos de ciegos a esas alturas de etapa.
La llegada al camping bien y habitación por 29,12 euros la doble. Está algo más descuidado que el año pasado pero bien.
Lo mejor de la etapa volver a comer el arroz con langosta del restaurante central. Sobremesa con bagazo incluido y con ingesta de cervezas varias que nos han hecho un consumo total de líquidos en todo el día de más de 6 litros.

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Después lavar, pequeña siesta y escribir entrada hasta las 6:30 porque no se podía salir a la calle.
Hemos ido al súper a comprar algo para el desayuno y un par de botellas de agua y hemos encontrado a los peregrinos franceses tomando algo en el café central junto a otro peregrino belga y un paisano. Tertulia interesante sobre diversos temas y nos han contado que,están haciendo algunas etapas en bus por el calor. Están alojados en los bombeiros.
Luego han llegados dos chicos de Alicante en bici, uno de ellos, Javier resulta que estuvo trabajando en el instó de mar hace muchos años, en mecánica, es de Crevillente. El otro vive en Barcelona por cuestiones de trabajo y los dos van hasta O Porto.
El señor mayor de Golega ha estado hablando un buen rato con Mar, es un tipo interesante que conoce mundo y que nos aconsejado encargar pollo asado para cenar porque lo hacen muy bueno.
Nosotros hemos ido a dar un paseo de 10 mn y luego otra vez en el café hasta la cena. Ha sido una cena peregrina regada con anécdotas y risas, y algo de vino y cerveza.

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Desde allí a dormir porque mañana espera un día duro y de mucho calor otra vez, penúltima etapa de 30.
Resumen de la etapa. Pinchar aquí

Santarem, igual pero con más calor

La etapa del año pasado

Las previsiones para el día eran de mucho calor y se han cumplido de sobra.
Desde primera hora se ha visto claro que la etapa iba a ser muy dura por el tema del calor y a esto se añadía mi temor, cada vez más evidente de que los bichitos de cama se habrían empleado a fondo sobre mi sabroso cuerpo.
Aunque al levantarme no notaba casi nada yo recordaba de la vez anterior en el camino francés que esas picaduras se empiezan a notar a partir de las doce horas de haberte acostado.
El desayuno fue un café en el bar de la esquina, sencillo aunque no tan marrano como parecía desde fuera. Mar intentó comprar un bollycao pero el amable-simpáticoconella-senil camarero le aconsejó, con la mayor de sus desdentadas sonrisas que no se lo pidiera porque estaba caducado (como él pensé yo en un arrebato de celos no por ella sino porque todas las alabanzas de este camino son para mi compañera cuando siempre estoy acostumbrado a ser yo el objeto de tales situaciones cuando viajo con Joseba).
Cogimos un par de botellas de agua y con todo listo nos lanzamos al polvo del camino tras cruzar la carretera y las vías del tren por un paso elevado, demasiado para tan poco pueblo.
Nada más salir vimos a lo lejos la silueta de dos peregrinos a los que poco después alcanzamos y con los que pude poner en práctica mi oxidado francés. Se trataba de dos señores entrados en años (el tipo de mi compañera) que ya habían hecho varios caminos juntos (la plata, el francés y desde París, que son de esa región). Tras un ratito de charla nos adelantamos con la idea de que Mar pudiera retirarse a un recodo del camino a satisfacer las necesidades básicas de su condición humana lejos de las miradas indiscretas de paseantes y demás. A tales urgencias coincidió una recuperación milagrosa de los franceses en su ritmo de marcha que casi pilla a mi compañera en situación de desventaja de pantalón. El caso es que poco después los volvimos a adelantar porque se pararon a almorzar en el sitio en el que empieza el muro de contención del Tajo. Se trata de un muro de dos o tres metros de altura que separa el río de las poblaciones y campos y que vamos a llevar hoy al lado durante casi todo el resto de etapa, algunas veces incluso transitando sobre él.

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Al llegar a Valada paramos a tomar un café qué incluyó tostadas. Había en la puerta una pareja de peregrinos de los que nos habían hablado los franceses, se trata de irlandeses, una pareja peculiar en la que ella toma te y él todo lo demás del bar, podríamos,decir que la barriga de él eclipsa toda la figura de ella.
El caso es que nosotros vamos a lo nuestro: tras desayunar convenientemente nos dispusimos a afrontar los 20 km que nos quedaban en medio de una llanura sin fin entre el muro y cañaverales que impedían el paso de cualquier brisa y caminos interminables de polvo.
Para colmo de males el final de etapa lleva regalo puesto que los últimos dos quilómetros tienes una subida bastante fuerte hasta el pueblo. Poco antes de llegar a la cuesta no le rompí un bastón en la espalda a Mar porque no los llevo. Resulta que en medio de ningún sitio y abrasados de calor me dice que si podemos parar un momento. Yo le respondo que claro, que qué le pasa, si tiene una piedra en el zapato o le molesta algo. Entonces ella me responde: no, sólo es por descansar un poco… 40 grados a la sombra, ni una pequeña brisa, casi 30 km hechos y ella quiere parar en mitad de ningún sitio. Son las cosas de llevar tantos km bajo el sol.
Subiendo hemos encontrado una fuente en la que refrescar nuestros cuerpos y finalmente, sobre la s 13:30 hemos llegado.
He llamado al residencial del año pasado pero han subido hasta 45 euros desde los 30 del año pasado, así que hemos,buscado otra cosa y en el lugar de una antigua pensión hemos encontrado un apartamento para alquilar con cocina y todo por 50 euros.
La comida ha sido tarde y recalentada, una chuleta de cerdo y arroz que estaba buena a pesar de llevar hecha todo el día.
Una cosa que me ha sorprendido ha sido que hoy sí había gente por la calle en Santarem, he llegado a la conclusión de que la otra vez no había porque era agosto pero, craso error: a las 7 en punto todo se ha despejado y Santarem se ha convertido otra vez en una ciudad fantasma.
Nosotros hemos dado un paseo hasta el castillo y desde allí a cenar.

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Y lo de cenar es un decir porque era pollo recalentado enfrente justo de nuestra habitación. Allí estaban también los irlandeses y la pareja de italianos que habíamos visto el primer día y que creemos que van en coche. Es normal porque ese cutre-restaurante es lo único abierto en todo el pueblo, incluido casa de putas y frontón, como diría Joseba.
Todos los peregrinos están en un hostal de peregrinos que estaba anunciado por el camino, todos menos nosotros que no lo hemos encontrado y por eso fuimos a este otro lugar.
Después de cenar hemos hablado con las niñas y yo me he dedicado a recontar todas las picaduras que llevo por el cuerpo y que han ido saliendo a lo largo del día, son más de 30 y molestan mucho aunque mi pomada especial está arreglando algo el tema de los picores.
Terminar la entrada y a dormir, que mañana nos ponemos en pie a las 5:30 para evitar el calor.
Para resumen de etapa pinchar aquí

De lo que pudo haber sido, y fue mejor

Después de una maravillosa tarde en Oporto esperando la puesta de sol, tras deleitar nuestro paladar con una jarrita de vinho verde en una terraza junto al río y después de una excelente cena, a pesar de la actitud del camarero jefe… Nos fuimos a dormir a nuestro espectacular alojamiento. Tal y como era previsible la habitación tenía dos compañeros más que, a pesar de mis indicaciones a Renato por la mañana, no estaban a la altura de lo que esperábamos en cuanto a edad ni sexo. Una pareja de maduritos franceses han tenido el placer esta noche de compartir nuestros ronquidos entre la fiesta infinita de la calle que no ha parado hasta las cinco de la mañana. Y es que el alojamiento se encuentra en una calle que debe ser el lugar más concurrido y marchoso de Oporto los viernes noche porque la fiesta y sus consecuencias llegaba hasta la cuarta planta en la que estaba nuestra habitación. De cualquier modo el cansancio era tan grande que hemos dormido aceptablemente hasta que las seis han marcado el momento de la puesta en marcha.
Hemos sacado las cosas lo más silenciosamente posible y nos hemos arreglado en el pasillo. Joseba ha subido a ver si nos daban la ropa que habíamos dejado a lavar la mañana anterior porque entre estas estaban mis pantalones y tampoco era cuestión de ir por ahí en calzoncillos.
Tras varios intentos ha conseguido despertar al chico que nos esperaba arriba para ofrecernos el desayuno y que debía darnos la ropa.
Un desayuno sencillo pero agradable y abundante nos ha predispuesto positivamente ante la etapa que nos esperaba y que nos dejaría a 40 km de Oporto entre asfalto y calor.
La salida de la ciudad son más de 10 km de casas sin fin por una calle recta llena de bares y padarias que ya no nos hacían falta porque habíamos desayunado. Mientras íbamos haciendo quilómetros Joseba me ha recordado la teoría de que en el camino si te hace falta algo seguro que no lo encuentras, como el otro día un lugar para tomar café, pero si ya no te hace falta vas a ver cientos sin problema.
Saliendo de Oporto hemos encontrado unas chicas españolas que han salido de Oporto y nos han contado que ellas se quedaban en Vilarinhos porque les habían dicho que había albergue. Este es el lugar en el que habíamos buscado sitio para dormir porque evitaría el pasón de etapa de hoy y los 16 previstos para mañana hasta igualar ambas. Encantados ante esta perspectiva hemos devorado quilómetros de asfalto entre un Oporto sin fin y con un paisaje cada vez más «gallego» en el que las casas de piedra, el verde y los olores cada vez recuerdan más nuestro destino final.
Café de recuperación y llegada a Vilarinhos en el que nos aguardaba una conjunción de estrellas que vienen a recordarnos por qué nos gusta tanto esto de hacer el camino.
Al llegar una pequeña indicación nos mandaba al albergue a la derecha. A la puerta había un grupo de peregrinos que nos han dicho que había que llamar pero ellos no se quedaban porque en realidad iban a comenzar la etapa a esa hora.
Una señora nos ha abierto la puerta y nos ha dicho que debíamos esperar un cuarto de hora porque estaba arreglando la habitación. Hemos ido a tomar una cerveza al bar de al lado para hacer tiempo.
Al regresar nos ha abierto un señor para ofrecernos alojamiento por 10 euros, sábanas, toallas, jardín fresquito, wifi en el patio y además nos han dicho que en el centro del pueblo hay una fiesta gastronómica en la que ellos tienen un puesto con comida para que vayamos después.
Es decir, de 40 km a pleno sol con sol de justicia para llegar a ningún sitio hemos hecho 25 km estamos en un albergue chulísimo que tiene hasta jabón para lavar la ropa y un cercado con patos e incluso un cerdo, en medio de una feria gastronómica en la que degustar manjares típicos de la zona y para colmo con un fresquito estupendo que corre a la sombra mientras escribo con la wifi del lugar.
Dicho y hecho, tras ducha y lavado de ropa nos hemos ido al pueblo, no más de 300 metros y allí estaban nuestros anfitriones ofreciendo una botella de vinho verde y callos con judías (plato típico de la región, tripas al estilo de Oporto) y Joseba una carne en salsa también típica de aquí. Parece que el al albergue lleva abierto unos cuatro meses y ya ha recibido un montón de peregrinos, es un lugar agradable y la gente que lo llevan parecen estupendos, ya os contaré mañana.
Resumen de la etapa: 25,71 en 4:32 a 5,7 km/h de media, sol con algunas nubes y todo asfalto y casas. El último tramo pasa por una carretera estrecha sin arcén muy peligrosa porque va entre muros y la gente va disparada. Debe ser que eso de velocidad controlada es sólo por estadísticas porque aquí los conductores no le hacen ni caso y casi perdemos las barbas (o peor)

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