Tres días sin internet

En estos días se está haciendo muy difícil escribir porque no tengo cobertura 3G y de manera que internet no va o va muy lento. De hecho tenía escrita la entrada de la etapa de Hontanas a Boadilla pero la he perdido entera.
Resumiendo estos tres días diré que las protagonistas absolutas han sido las ampollas de Isa. El calor cada vez pega más y hay que tener cuidado para no andar en las horas de más sol.
La noche en Hontanas acabó después de un pequeño paseo por el pueblo y cena en la casa rural de enfrente al alegue. Habíamos decidido cenar allí porque el ambiente del albergue no nos ha gustado demasiado, muy poco atento al peregrino y más montado en plan negocio. Llevamos varios díasya notando ese cambio en el camino, cada vez más comercial y menos espíritu de servicio y acogida. No es que yo sea un integrista al respecto, pero creo que los negocios que se montan entorno al camino y a los peregrinos deberían procurar un trato mucho más personal y entrañable, aunque luego cobren lo que tengan que cobrar. Tampoco es cuestión de recordar los tiempos del «albergue» de Victorino y su habilidad pasta beber el vino que caía desde su frente hasta la boca. Recuerdo con nostalgia el albergue municipal de Hontanas regido por las señoras del pueblo y los platos de pasta que preparaban.
Cenamos una sopita castellana y un segundo muy apañado y muy amablemente atendido por la señora que al despedirse llamó a Isa por su nombre.
Al llegar a la habitación ya estaban todos en la cama menos nosotros y la vecina de litera de arriba de Mar que se aplicó varios tipos de pomadas y aceites para luego hacer una verdadera tabla de contorsionista y estiramientos hasta doblar partes del cuerpo que yo siempre había considerado rígidas en el mío.
Me desperté sobre las tres y ya dormí poco. A las 5 comenzaron a formar un follón tremendo en la habitación de arriba pero en la nuestra no se movía nadie. Habíamos puesto el despertador a las 5:30 pero le dije a Isa que íbamos a esperar porque todos seguían quietos. A las seis nos pusimos en marcha en vistas del panorama y salimos a montar nuestras mochilas arriba a la cocina, entre gente arreglando sus pies y otros calentando agua para el café.
Desayuno a las 6:30 sencillo y en el que nos confundimos y Mar madre se tomó el normal y yo el descafeinado, pero no le dijimos nada para que no se obsesionara.
Así salimos rumbo al arco del San Antón, por donde la carretera atraviesa una iglesia y pasa por entre sus arcos. Este es uno de los lugares emblemáticos del camino y siempre es especial pasar por allí.

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Desde allí ya se ve el castillo de Castrojeriz y las primeras casas aunque todavía faltan unos cinco km y el trayectomse convierte en un verdadero infierno si se trata del final de u
La etapa y uno viene de Burgos.

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El año del camino con Emilio estuvimos esperando más de una hora la puesta de sol y justo en el momento preciso una nube nos quitó una foto preciosa.
Cuando parece que has llegado ya todavía quedan casi dos quilómetros que se hacían eternos hasta el albergue de Resti, era otro de los personajes típicos del camino y uno de los primeros que ofrecieron atención a los peregrinos. Tenía mal carácter y una forma muy especial de entender el camino. Por la mañana te despertaba con música clásica y te ofrecía un desayuno comunitario. Allí estuve en mi primer camino a pie, ese en que llegué destrozado después de 49km desde Burgos en mi primera etapa a pie, haciendo todos los disparates que no se deben hacer. La primera vez habíamos dormido Emilio y yo en un teatro abandonado que ofrecían, las duchas eran los antiguos camerinos y sólo disponían de agua fría y para dormir tuvimos que colocar las colchonetas sobre el escenario.
Cuando hicimos el camino con los franceses tuvimos allí un momento precioso en el que Patrick nos contó por qué hacía el camino recaudando fondos para su asociación de ayuda a niños hospitalizados por cáncer, a los que había conocido en el hospital al ser tratado él mismo de un cáncer de pulmón. Estábamos todos reunidos junto a Resti y acabamos llorando de emoción.
La última vez que dormimos allí fue el año que lo hicimos Mar y yo, esa vez dormimos en el nuevo albergue público de San Esteban, un lugar muy sencillo ynde recursos muy básicos y en el que no pudimos pegar ojo en toda la noche porque era como un gran almacén comunitario lleno de ronquidos. Además de no dormir yo me había puesto malo en la cena y no pude terminar un maravilloso cordero lechal que me había pedido en el restaurante del centro.

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Al salir del pueblo del camino va por un valle completamente llano desde donde se ve la tremenda cuesta de matajudíos. Se trata de una subida sin piedad no demasiado larga pero sí muy empinada que acaba con las cuezas de muchos. Desde allí ya no hay mayores dificultades, salvo la propia bajada por la otra parte hasta llegar a la fuente del piojo.
Poco más allá está el albergue de los italianos junto al puente Fitero. Se trata de un albergue muy especial en el que se hacía una acogida espiritual de los caballeros de manta en el que se lavaba los pies a los peregrinos y se invitaba a un café por la mañana a los que pasaban a sellar.

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El puente sobre el Pisuerga marca el límite de provincia entre Burgos y Palencia. A pocos pasos de allí se encuentra Itero de la Vega en el que hicimos un descanso y tomamos algo. Allí tuve que curar una nueva ampolla a Isa que cada vez va más fastidiada aunque eso no le hace perder el buen humor y no le impide seguir dando ánimos a todos.

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El final de etapa hasta Boadilla del Camino es ya muy fácil con una suave pendiente hacia arriba entre campos de cereal y rapaces que sobrecuelan los campos y luego un interminable llano viendo ya a lo lejos la torre de la iglesia.
A la entrada de Boadilla hay un nuevo albergue de peregrinos algo singular, te recibe a toda pastilla de una música muy poco acorde con la peregrinación (al pasar nosotros estaba puesto el waka waka).nosotros nos fuimos directamente al alegue «el camino», un verdadero oasis para los peregrinos. La amabilidad de Eduardo y su familia te hace sentir como en casa desde el momento en que te reciben y te atienden. Llevan más de 15 años allí y yo le recordaba a Eduardo que la primera vez que le vi debía ser un adolescente de unos 15 años. Yo sólo había dormido allí el año que hice el camino con Maxi y Estíbaliz pero siempre que paso paro a desayunar, almorzar o descansar un momento y saludarles. Cuando hace seis años pasamos Mar y yo ella se quedó con unas ganas enormes de quedarse y esta vez sí que lo hemos cuadrado para estar allí.
Hemos pasado un día estupendo porque allí sí que entienden lo que son los peregrinos y lo que supone mantener un albergue.
A pesar de que Isa le preguntó sobre su gorro de lana y que Eduardo le prometió explicarle la causa de tal prenda de lana en el mes de agosto sobre su cabeza no le explicó su significado, queda como uno más de los mistemos del camino.
El día allí pasó tranquilo mientras algunos peregrinos tomaban el sol junto a la piscina, los perros pasaban por todas partes y cada vez hacía más frío.

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El trasiego de peregrinos es constante y se atiende a todos con amabilidad y cariño, incluso a los que no lo merecen por su actitud.
Un abrazo fuerte a vosotros y ánimo para seguir así mucho más, nos veremos la próxima vez que pasemos por allí y a ver si entonces le cuentas a Isa el secreto.

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Después de un día estupendo y un desayuno peregrino nos pusimos en marcha dando un abrazo a Eduardo, hasta la próxima.
El camino hasta Frómista es otro de los lugares bellísimos en el camino ya que discurre paralelo al canal de Castilla. Siempre que paso por allí pienso en tomarme unos días y hacer toda la ruta del canal. Al cruzar por las compuertas estás a la entrada de Frómista para visitar la más bonita iglesia románica del camino (con permiso de Santiago y de alguna otra)

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Al llegar a Frómista pasamos a visitar a nuestro amigo Nicolás y su precioso hotel Doña Mayor. Hemos pasado un rato estupendo en su compañía y hemos prometido volver pronto para pasar unos días allí para ver el románico palentino. Al salir hemos pasado por San Martín y hemos continuado ruta.

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Siempre es un placer volver a ver La ciudad. La primera vez que dormimos aquí el único albergue que había era un sencillo local que no tenía ni agua caliente. Las cosas han cambiado mucho desde entonces.

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El resto de la etapa discurre junto a la carretera por andaderos que facilitan el paso de los peregrinos. Pequeñas poblaciones con su iglesia y los mínimos servicios. En medio del calor nos ha parado un señor para enseñarnos su pequeña obra de arte, un peregrino hecho con el tronco de un árbol. Nos ha ofrecido unas ciruelas y se ha enfadado con las chicas cuando le hemos dicho que normábamos porque teníamos prisa.
Un abrazo a mi tía Luisa que sé que lee este blog y escribiría algún comentario si supiera. Un beso tita. Mañana seguiré publicando cosas porque la red hoy no da más de sí.