Pocas cosas que contar en Alvaiazere

Leer etapa año pasado
La noche en el hotel de Tomar ha sido moviliza por el tema del calor. Al final hemos optado por despojan nuestros peregrinos cuerpos de toda vestimenta aunque la ventana estaba abierta y daba a una galería por la que de cuando en cuando pasaban personas. De cualquier modo no tenemos nada diferente a los demás y lo primero es quitarse el calor de encima.
A la hora prevista teníamos el desayuno en la bolsa correspondiente y listos para salir. Este año no ha cambiado nada con respecto al año pasado: botellín de agua, bocata de queso y york, plátano y magdalena, aunque yo he dejado esta después de la experiencia del año pasado que casi me ahoga.
De Tomar salimos a una serie de caminos de tierra entre bosques de encina, pino y eucalipto en un constante sube y baja. Cada vez ganamos más altura total y eso se nota en las piernas, acostumbradas hasta ahora al llano. Definitivamente el terreno ha cambiado desde la orilla del Tajo hasta un terreno de media montaña y bosque no demasiado denso. También las grandes poblaciones han dado lugar a pequeñas aldeas sin ningún servicio, lo que dificulta la organización de infraestructura de la etapa.
Sigue sorprendiéndote mucho la cantidad de casas estupendas que hay por todas partes. Casas nuevas de diseños innovadores con materiales de primera tanto en fachadas como en carpintería de aluminio y demás. También poseen enormes jardines perfectamente arreglados y todo eso contrasta con la miseria de alrededor en las otras casas.
Hoy se trataba de la última de las 6 súper etapas y también prometía mucho calor. Es verdad que no ha defraudado nada pero lo cierto es que lo hemos notado menos porque el bosque hace que muchos trozos del camino transcurran entre sombra.
El problema principal era organizar las paradas ya que sólo había una posibilidad de tomar algo en Calvinos, a unos 10 km de la salida. Así ha sido y hemos tenido que hacer una parada técnica a unos 10 km de la llegada al borde de la carretera, en una sombra en la que hemos dado cuenta de un plátano y unos lazos que nos quedaban del desayuno del otro día. Cuando pasaban los coches nos miraban con asombro mientras nosotros descansábamos para afrontar el final de la etapa.
Ya digo que esta ha sido diferente y no hemos terminado a pleno sol por carretera sino entre árboles y por pistas de tierra.
Como resumen de estos seis días podemos decir que hemos superado la prueba del infierno. Días de más de 40 grados con finales sobre asfalto de más de 10km sin sombra y en etapas de más de 30km día. Yo llevo dos pequeñas ampollas en los talones y Mar en talones y juanetes además de una molestia en el empeine y otra molestia a la altura de la tibia. Nada grave y mucho menos de lo esperado dadas las circunstancias.
El hotel de Alvaiazere como siempre, lleno de plantas a la entrada, sencillo pero limpio y 35 euros. Comida de peregrino con un menú de 10 euros que incluye sopa (caldo verde), carne o pescado para reventar acompañado de ensalada, patatas fritas o cocidas, aceitunas, bebida, postre y café. El dueño muy atento aunque su portugués sigue siendo incomprensible para mí.
Uno de los problemas es que no hemos podido ver la carta porque el señor nos pregunta sólo carne o pescado, y si nos descuidamos nos pone lo que le parece. Además no para de revisar lo que hacemos para servirnos más y regañarnos si comemos poco. La verdad es que es muy atento y agradable en el trato. Uno de los dilemas de la comida es saber cuándo se le caerán definitivamente los pantalones ya que los lleva por debajo de su oronda barriga a una altura que rompe con cualquier regla sobre la ley de gravedad.
Hemos comido poco porque estábamos muy cansados y, aguantando la mala cara del dueño, nos hemos retirado a descansar un rato.
A media tarde hemos salido hasta la farmacia para comprar compeed para las ampollas pero no tenían de esa marca. Luego hemos tomado algo en un pequeño bar pero nos hemos subido porque el calor era insoportable y Alvaiazere sigue siendo un pueblo fantasma en el que no hay nadie, mucho menos a esas horas y a pleno sol.
A la hora de la cena hemos encontrado a los peregrinos franceses con el belga. Vienen destrozados porque la etapa les ha pillado con todo el calor porque salieron más tarde y su ritmo es más lento. Hemos hablado de nuestros proyectos y sobre gastronomía, pero luego ellos se han enzarzado en una discusión política y nosotros hemos desconectado.
Tras un flan estupendo que se ha tomado Mar nos hemos subido a la habitación a preparar las casa y descansar. Hemos preparado agua para el día ya que el consumo diario de líquidos lo llevamos en torno a los 5 litros por cabeza y día.
He tenido un problema y el resumen de la etapa está partido en dos e incompleto:
Ver resumen primera parte
Ver resumen de la segunda parte

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Golega a Tomar tomando el sol a tope

Para leer la etapa del año pasado

La mañana se levantó igual que todas, previsiones de más calor en la parte final con una distancia similar a los días anteriores. Por lo menos a partir de hoy el terreno ha comenzado a cambiar y encontramos algunos trozos de bosque, casi siempre eucaliptos, y algunas subidas que cargan nuestras piernas pero se agradecen entre sombras.
Pero los primeros 15 quilómetros son sólo un espejismo de lo que nos aguarda ha el final de etapa, un calor sofocante que a Mar ya le ha hecho sospechar en alguna ocasión que nos iba a dar algo (ella, como siempre viendo la parte positiva de las cosas).
Hablando de Mar, os prometí un ejemplo de sus teorías y esta mañana se ha producido uno perfecto. Acabábamos de salir de Golega tras tomar nuestro desayuno a base de lazos y banana cuando hemos encontrado sobre el asfalto unas pieles de melocotones. Muy sería me dice: esto van a ser los restos del desayuno de la pareja de peregrinos japoneses que nos dijeron los franceses que iban por delante. Seguro que son una pareja mayor y deben estar pasándolo fatal con este calor. Todo esto lo ha dicho del tirón y sin la menor duda, cualquiera que no lo supiera diría que conoce perfectamente a la pareja japonesa, sus gustos y sus problemas,de salud. Yo me he quedado mirándola muy fijamente a los ojos y le he dicho ¿te hablan las pieles de la fruta o es que esta mañana has tomado una medicación diferente? El caso es que nunca hemos visto a los peregrinos japoneses y las pieles podrían ser de cualquiera, peregrino o no que pasara por allí.
Como este tipo de historias suelen ser todas las de Mar.
Después de analizar la etapa del año pasado hemos decidido no cometer los mismos errores y así hemos parado a tomar café en el bar cutre de la entrada a Atalaia, que por cierto no era tan cutre y que nos ha hecho el papel hasta con camarero simpático.

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Después hemos tenido mucho cuidado en no perdernos justo donde el año pasado y hemos visto que el fallo estuvo en que hay una flecha que parece indicar que se sale por el camino primero a la derecha de la carretera pero es el siguiente camino pasada la indicación de final de pueblo.
La etapa hasta Guerreira discurre con varias subidas, algunas fuertecillas entre eucaliptos,y cada vez más calor.
En Guerreira tampoco hemos cometidos el error de para el el primer bar y Mar se ha quedado alucinada al comprobar que, efectivamente hay como 8 ó 10 en un radio de 200m. En el que mejor pinta tenía hemos tomado una canaca y una cola (que cada uno lo reparta como quiera) y hemos hecho un descanso mayor de lo aconsejado, lo que hemos pagado en los 8 quilómetros finales.
La entrada en Tomar se hace eterna porque el camino da muchas vueltas evitando la general (especialmente puñetera es la última que te lleva a pleno sol hasta tomar otra carretera y luego volver al origen y quedándose uno con cara de tonto (deshidratada, eso sí). Una vez en la ciudad, que no se ve casi hasta el final la entrada por la parte nueva se hace eterna.
Hemos llegado a la Pensión Uniao para ducha rápida y salida a comer un plato del día al mismo restaurante del año pasado, con el mismo camarero amable que este año nos ha echado un sermón sobre las virtudes de la vida contemplativa y su relación con Fátima.
Y tras una pequeña siesta nos hemos subido al castillo a eso de las 4. A pesar del calor la visita ha impresionado a Mar hasta hacerle pensar que ha merecido la pena. El castillo es verdaderamente impresionante y la visita sólo se ha visto alterada por un grupo de chicas de oro portuguesas en visita tipo inserso con más ganas de otras cosas que de visitar Tomar (no haré el juego de palabras fácil que ahora pega). Mar se ha sentido especialmente alucinada al comprobar que las,celdas de los monjes tenían puertas interiores que hacían que se pudieran comunicar entre ellos sin necesidad detener que salir al pasillo; yo la he tranquilizado diciéndole que era para rezar juntos sin tener que dar explicaciones saliendo por la puerta del pasillo.

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Después hemos entrado a una cafetería para escribir la entrada, nos ha dejado encantados el escuchar un buen rato a Lisa Ekdahl (Youtube) a la que he descubierto gracias al shazam.
Luego hemos hablado con las niñas por FaceTime y nos hemos ido a cenar. Por cierto, tengo que hacer una precisión en este punto: después de haber estado dos veces ya en Santarem tengo que decir que lo que pasa en esa ciudad no es normal, en el resto de Portugal la gente sale a la calle, a las terrazas y a los restaurantes. Eso de que Santarem se convierte en una ciudad fantasma a partir de media tarde y sólo encuentras un restaurante con cena recalentada no es normal en el resto del país, debe ser que allí son así.
En Tomar la ciudad se iba llenando de gente porque además coincidía que estaban en fiestas y en el parque había casetas y música. Nosotros, para evitar el desastre del año pasado hemos ido a un restaurante pequeñito que estaba abarrotado de lugareños y allí hemos degustado unos estupendos caracoles, unas mollejas de pollo en cazuela buenísimas y alguna delicia más, todo esto por la módica cantidad de 18 euros.
Para completar de día hemos tomado un helado (el mío, como siempre de limón y chocolate a pesar de mi médico) Y a dormir que al día siguiente nos quedaba aún la última etapa larga de las 6 previstas.
Por cierto los pies de Mar comienzan a parecer los de siempre, la diferencia está vez es que las ampollas le han salido mucho más tarde y las tenemos bastante controladas, siguen su proceso pero las hemos pillado al principio. Es normal por el calor que hace, hasta a mí me han salido dos en los talones, aunque serían de las que Joseba llamaría sólo «am», porque les falta la «polla».
Resumen de la etapa. Pinchar aquí

Subiendo por montes pero con café

Aunque las previsiones de cena ayer eran inmejorables los resultados no estuvieron a la altura de las expectativas, o el sitio no era el que nos aconsejó el señor del hostal o su nivel de calidad no es el mismo que el nuestro. Una sopa para mí, para variar y un filete de ternera en salsa junto a las patatas, arroz y ensalada de siempre fueron la opción. No estamos teniendo mucha suerte con el tema de las comidas porque las cartas en los restaurantes a los que vamos suelen ser muy cortitas y casi lo único que ofrecen es plato único de carne o pescado acompañado de lo mismo y la sopa de verduras tipo crema clara con caldo de pollo. No está mal del todo y lo mejor es que el precio suele estar siempre por debajo de los 10 euros por cabeza pero yo echo de menos algún guiso o similar.
Tras pagar 16 euros, vino incluido, nos fuimos a recoger la ropa del tendedero y dormir.
La mañana ha amanecido hoy a las 5:45 porque Joseba tuvo la brillante idea anoche de que comprobáramos cómo estaba de clara la mañana para salir a las seis, a pesar de mis quejas y de mi convicción de que a esas horas todavía no están puestas ni las calles. En el mostrador de recepción nos habían dejado como desayuno una bolsa con un bocadillo de queso, un plátano, una magdalena y una botella de agua que hemos ido comiendo desde la habitación y por las calles de salida de Tomar. La ciudad estaba vacía y aunque el día comenzaba a aclarar aún era algo difícil ver las flechas amarillas al menos hasta que hemos pasado junto a la plaza de toros, a la salida de Tomar.
El camino de hoy ha cambiado completamente en su recorrido, hemos abandonado las llanuras junto al tajo y las carreteras rectilíneas para tomar vías entre bosques de eucaliptos y algunas encinas y en constante sube y baja. La etapa ha sido bastante dura y al final hemos acumulado una subida total de casi 900 metros.
Aunque a la salida de Tomar hemos visto nubes pasar veloces sobre nuestras cabezas lo que refrescaba sensiblemente el ambiente ha sido sölo un espejismo: la etapa ha sido una vez más de intenso calor.
Pero hoy sí se han cubierto las previsiones y hemos tomado café sobre las 8 enuna aldea que ha sido casi la única opción en toda la mañana. La cerveza del mediodía nunca se ha llegado a producir porque los últimos 20 kilos hemos hecho del tirón.
Lo que también hemos encontrado hoy ha sido un grupo de peregrinas, tres chicas irlandesas que se han asombrado de vernos tanto como nosotros a ellas. Durante un buen tramo nos han seguido de cerca lo que nos imposibilitaba la parada técnica sobre la marcha para desalojar líquidos. Al final las hemos perdido de vista y han llegado al residencial en el que estamos cuando nosotros comenzábamos a comer.
Joseba ha ido bastante mejor de su molestia en el tobillo aunque ahora tiene una ampolla en la parte externa del talón del otro pie, serán algunos días de molestias sólo en parte mitigadas por los compeed.
Y así hemos llegado a Alvaiazere, lugar sin nada especial y que lo único que tiene es el museo que no hemos podido visitar porque hemos llegado cuando cerraban.
Para comer la opción era el restaurante del hotel. Medio entendiéndonos hemos comido un menú peregrino consistente en una sopa de verduras (para variar), una ensalada de judías de estas que hacen por aquí con atún y una ensalada de verduras a la que yo le he despojado del melocotón que ha disfrutado mi sufrido compañero, para que luego no diga que no le cuido.
Lo siguiente ha sido una suculenta siesta que a Joseba se la ha prolongado más de lo previsto y que ha aguantado nuestro paseo por la ciudad hasta cerca de las 6. De cualquier modo para lo que el pueblo tiene que ver sólo nos ha impedido llegar a la hora de ver el museo, como ya he dicho antes, lo demás ha sido pedir unas cervezas y organizar las etapas próximas.
El problema que tenemos es que la etapa de mañana marca hasta Rabaçal con unos 30 km y después Coimbra otros treinta, pero en Rabaçal no hay posibilidad de alojamiento. La primera opción sería la de quedarnos unos 8 km antes que hay un residencial pero eso haría una etapa de llegada a Coimbra de 39 km. Esto nos machacaría además de complicarnos la visita a la ciudad ya que llegaríamos muy tarde y cansados.
La segunda opción sería llegar mañana hasta Condeixa a Nova pero eso supone hacer 44 km algo que no creemos que con este calor y terreno sea viable teniendo en cuenta lo que supondría en los pies de los dos y sobre todo en los machaques de Joseba.
Después de mucho darle vueltas hemos decidido que vamos a ir caminando hasta Ansiao, a unos 14 km y desde allí buscar bus o taxi hasta Condeixa, ya que esta ciudad parece algo más grande. Con esta opción no nos pegamos la pasada de etapa y además nos ofrece la posibilidad de visitar Conímbriga puesto que está a las afueras de Condeixa a Nova.
Ahora, mientras yo escribo Joseba se prepara sus pies con lo que hemos ido a comprar a la farmacia para reponer. No hemos encontrado compeed y hemos tenido que coger de otra marca lo que parece que no funcionara demasiado bien. También hemos comprado esparadrapo (para que veas que lo digo bien, Isa) del blanco que se pega muy bien. Por último anti fila atoros y el correspondiente paracetamol (tranquila, Mar, el estómago de Joseba no sufrirá).
Por último felicitara mi querido compañero por su aniversario de boda al mismo tiempo que desearle mucha suerte y salud a Tere par que pueda seguir aguantando esta cruz que le ha tocado soportar durante todos estos años descontando el tiempo que se lo robo yo para hacer caminos. De todos modos mi enhorabuena porque aunque algo folló euro en el fondo es buena gente y algo le habrás visto bueno para aguantarlo todos estos años que son más de lo que un preso soporta como condena por los peores crímenes.
También felicidades a Olatz a quien se le escapa ya la treintena y entra en la edad de la verdad, esa de la que algunos ya estamos a punto de salir y otros ya han salido hace algún tiempo.
Resumen de la etapa 31,3 km en5:45 min a 5,4 km/h con sol de justicia y 840 metros de subida total.

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A Tomar sin tomar ni café

El final de la tarde ayer pasó según lo previsto: paseo, vueltas, cerveza y cena en el mismo restaurante que habíamos comido al mediodía porque no encontramos nada diferente abierto y además habíamos estado bien.
Tengo que mencionar algo que ayer olvidé por completo y es que pasamos por Azinhaga, pueblo natal de José Saramago. Me hice la respectiva foto en la placa que recuerda su lugar de nacimiento y otra en la plaza en la que hay una estatua de él sentada en un banco y que es bastante fiel salvo por su tamaño estilo cabezón que hace que el que se sienta a su lado parezca Tyrion Lannister. Fue un momento emotivo e inesperado que me hizo recordar los grandes momentos que he pasado leyendo sus libros y escuchándolo.
La cena fue normalista tirando a floja a base de chocos que aquí son sepias pequeñitas a la plancha. El paso siguiente fue retirarnos a nuestra habitación a escuchar algo de música yo mientras Joseba pone la tele portuguesa para verla aproximadamente 15 segundos antes,de dormirse.
Cuando nos hemos levantado esta mañana algo en el ambiente presagiaba problemas, los dos andábamos más espesos de costumbre y así Joseba ha tenido que hacer casi un master para aprender a abrir la puerta del camping con la tarjeta que nos habían dado. Yo, por mi parte apenas atinaba a recoger las cosas y meterlas en la mochila siempre con la sensación de que me dejaba algo.
Al salir de Golegā hemos pasado por la misma calle que ayer pateamos varias veces. Mi empanamiento me ha hecho retrasarme bastante mientras Joseba cogía carrerilla como quien espera tomar un café bien pronto (que lejos quedaba eso para nosotros aunque entonces no lo sospecháramos).
La previsión era hacer los 8 primeros quilómetros hasta Vila Bona de Barquínha y tomar café porque la guía marcaba que tenía todos los servicios, de todos modos 3 quilómetros más allá estaba Atalaia también con todos los servicios según la guía. Hemos hecho el primer tramo sin problemas, bastante fresquito y animados porque hoy la etapa era algo más pequeña de lo que hemos hecho hasta ahora y nos la queríamos tomar con un poco más de relax. Al llegar al primer pueblo no hemos visto nada, se trata de urbanizaciones modernas de duplex y viviendas única militares situadas en amplias avenidas pero de bares o supermercados nada de nada. Hemos pensado que quizás el camino en lugar de pasar por el centro iba por una esquina y por eso no había,os encontrado nada y como a 3 km teníamos el otro pueblo allí tomaríamos el ansiado café de la moral y llenaríamos la bolsa del agua con fresca embotellada porque llevábamos poca cantidad dado lo mal que sabía y lo calentona que estaba.
Al entrar en Atalaia hemos visto un pueblo hermoso, grande, bastante rico y que parece lugar de recepción de turismo y de familias con segunda residencia para vacaciones. Nada más al entrar había unas mujeres sentadas en una mesa tomando un café pero no había ningún cartel anunciando el lugar salvo un cartón de helados, en el interior parecía entreverse un mostrador y cuando hemos pasado le he dicho a Joseba que mejor buscábamos otro bar mejor más adelante no nos fuera a pasar lo del otro día que pararnos en el primer cutrebar del pueblo y luego nos encontramos uno mucho mejor algo más adelante.
Incluso nos hemos llegada encontrar una casa de turismo rural pero los pocos bares que hemos pasado estaban todos cerrados.
Así hemos salido del pueblo sin café, sin agua, con calor, tras 11 km ya pateados y con otros siete por delante antes de encontrar algo.
Para colmo de males nada más salir del pueblo el camino cambia bruscamente para meterse en un bosque bastante cerrado con una fuerte subida y por una senda estrecha, poco transitada y con poca señalización. Cuando llevábamos un buen rato andando me he comenzado a mosquear porque llevábamos el sol a la izquierda y he mirado rápidamente el GPS del iPhone: ¡Nos habíamos perdido! Habíamos salido del track sin darnos cuenta y íbamos en dirección contraria al objetivo. Por si todo esto no fiera suficiente no llevábamos mapas de este trozo porque misteriosamente se han borrado del teléfono y, además, el iPhone ha dejado de marcar la ruta porque se ha bloqueado.
Después de reiniciar el teléfono para recuperar la señal del GPS y de encontrar un camino que nos llevaba hacia la izquierda hemos comenzado a caminar con la intención de volver a recuperar el track. Durante una media hora hemos ido acercándonos cada vez más al camino correcto atravesando sendas abandonadas y poco transitables entre bosques de eucaliptos en los que los árboles no nos dejaban ver el bosque hasta que después de dos o tres quilómetros hemos alcanzado finalmente el track para alivio nuestro. El camino se ha mantenido en un constante sube y baja por pistas llenas de piedras sueltas y poco señalizado. Menos mal que Joseba parecía andar hoy mucho mejor de su tobillo y así algo nos hacía ver las cosas de una forma más positiva.
Después de un buen rato de caminos duros y con bastante calor hemos llegado al siguiente pueblo pero de bares nada de nada así que tres más hasta el siguiente.
Después de 22 km por fin a la entrada del pueblo hemos visto un cutrebar atendido por una ancianita antipática, espesita y poco dada a la conversación. En el bar hemos encontrado nuestra primera peregrina de este camino, una irlandesa con aspecto de monja que escribía con emoción en una libreta las palabras que iba encontrando en un diccionario de portugués mientras leía el periódico.
Joseba se ha pasado directamente a la garrafa (ya sabéis que es misión imposible) mientras yo intentaba convencer a la señora de que el café fuera algo más grande que una simple tacita. Luego la pelea ha estado por encontrar algo para comer entre los croisanes de chocolate prefabricados, las galletas de coco y varias bolsas llenas de cosas de difícil descripción. Tras luchar contra los elementos he acabado aceptando una bolsa que ponía algo así como boas de aceite que en lugar de alargadas eran redondos bollos de forma irregular tan difíciles de tragar sin agua como mal aspecto tenían. Esto no ha impedido que media bolsa cayera de un golpe acompañado por mi sufrido compañero y así nos hemos puesto en marcha hasta el gorro de la etapa, con la garganta al borde de la asfixia por los trozos de bollo que aún me quedaban pero agradecidos al menos de haber tomado algo y de que sólo nos quedaban 7 km para el final.
Pero al subir la calle hemos visto un bar estupendo, una cafetería moderna a la que sólo le hubiera faltado conexión wifi para ser perfecta, y luego otro, y otro… Así hasta 7 hemos encontrado en la calle de paso. Justo en el momento en el que yo me acordaba de todo el santoral bramando en arameo, mientras sapos y culebras salían por mi boca ha llamado Tere para preguntar a Joseba por su tobillo o quizás porque desde Mundaka había oído mis gritos de mala leche, y otro bar más, como para recochinearse. Era como si todos los bares que debíamos haber encontrado a lo largo de todo el día se hubieran concentrado en esa miniatura de pueblo, porque encima el pueblo era una simple aldea.
Al salir del pueblo hemos visto el cartel de 7 km a Tomar y eso nos ha animado ilusos nosotros y no escarmentados aún con que el día de hoy había salido torcido. El camino ha comenzado a desviarse una y otra vez haciendo piruetas absurdas que nos hacían subir colinas para luego bajarlas por el otro lado para seguidamente retomar el sitio casi por donde lo habíamos dejado. Otras veces nos mandaba al otro lado de la vía del tren para recorrer una senda que nadie debe haber pisado en años porque la vegetación casi lo cubre todo. En definitiva los 7 km previstos han debido llegar a más de 10.
Cabreados hasta el nivel máximo hemos llegado finalmente a Tomar después de unos últimos quilómetros a pleno sol sobre asfalto semiderretido y en constante sube y baja. Nos hemos puesto a buscar habitación con la ayuda del iPad.
Pero como una etapa como esa siempre tiene su compensación el resto del día nos ha ofrecido la otra cara del camino. Para empezar un hotel estupendo, cómodo y bonito atendido por gente muy amable y servicial, el Uniao. Después una comida estupenda atendidos amablemente por el dueño que ha acabado de conversación con nosotros y que nos ha permitido degustar a Joseba un bacalao y a mí una sopa de verduras y una ensopada de merluza (especie de merluza en salsa) regada con vino de la casa y acompañada, en el caso de Joseba para variar, de un buen bagazo del que yo he retirado un traguito para mi café en plan generoso y para que quitarle algo de vicio.
Seguidamente ducha en el hotel, lavado de ropa y salida turística porque nos esperaba una cuesta descomunal hasta el castillo de los templarios. Hemos quedado alucinados de la visita que por seis euros nos ha enseñado un edificio increíble en el que se conservan perfectamente las dependencias del convento. Reencuentro con turistas españoles a los que el arte barroco portugués les parece una simple imitación del español al mejor estilo comolodemicasanohaynadaentodoelmundo.
Resto de la tarde paseando, hidratando el cuerpo con líquidos y ahora que nos espera un restaurante que se llama la Grelha y que nos han recomendado porque se come muy bien, ya os contaré mañana.son las cosas del camino.
Resumen del puñetero día (encima se me ha borrado el track) más o menos 32,2 km en 6:05 a una media de sobre 5,4.

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