Hoy nos ha pillado la lluvia, no han sido más que unos diez minutos y nos hemos escapado por los pelos, pero la verdad es que nos hemos calado, sobre todo a Joseba que se ha empeñado en no ponerse la capa, es lo que tiene la gente de Bilbao centro. Cuando han empezado a caer las primeras gotas y he visto lo que venía por detrás sobre el pantano le he dicho que paráramos para cubrirnos pero él ha considerado que no era necesario porque no iba a llover mucho y además estábamos cerca: la conclusión es evidente: el llevaba la ropa colgada en la mochila y se ha mojado toda. Yo, por supuesto, cuando he visto lo que venía he parado y me he puesto el chubasquero. Cada uno con lo que se merece.

El tenderete de ropa de Joseba
Pero he comenzado por el final, retomemos nuestro relato justo en el punto en que lo dejamos ayer: os recuerdo que estábamos a punto de resarcirnos de nuestras penurias pasadas con una comida de las de verdad, un menú en un restaurante y además con la entrada de los callos de la tapa de la cerveza.
Nos hemos sentado en la mesa Joseba, Sancho Panza (ya explicaré por qué vuelve a ser el fiel escudero del enterao) y yo. Al poco de estar sentados nos ha llegado el camarero, el padre del señor de la barra, y nos ha ofrecido la carta del menú; paella, sopa extremeña y algo más de primero y ternera primavera o calamares de segundo, había alguna cosa más pero los tres hemos pedido paella y ternera, craso error. Al poco ha llegado un peregrino y le hemos ofrecido sentarse con nosotros: es catalán, de unos 52 años, bastante perdidete por lo que hemos visto, pelo canoso, regordete y bastante majo, quizás un poco pa’allá; también ha pedido lo mismo que nosotros y al poco rato nos ha llegado la ″paella″. Nos ha mosqueado un poco la rapidez con la que ha cuajado el arroz (no más de tres minutos) y el color amarillo intenso. Las apariencias no han engañado, sólo había tardado el tiempo de descongelarlo en microondas y estaba incluso más malo de lo que parecía. Todos comían con ganas después de dos días de dieta estricta, yo he perdido el apetito y apenas he comido medio plato, lo cual ya era un verdadero logro dada la textura del arroz. De segundo ternera, mejor que lo primero pero yo ya había perdido el apetito, Joseba no, se lo ha comido todo sin protestar. Así hemos ido terminando la comida entre charlas y anécdotas, nos ha sorprendido que Sancho Panza estaba nervioso porque no venían sus amigos, ha ido perdiendo la relación con nosotros e incluso se ha levantado de la mesa antes para ir a buscar a su jefe: el enterao. Él se había quedado un rato más en Cáceres con sus amigos y venían todos juntos: Pepe el de pelo blanco, el francés del puy y el enterao. A partir de ese momento Sancho Panza se ha desentendido de nosotros y el cuarteto se ha establecido, sobre todo los tres españoles porque el señor del Puy va un poco a su bola. Por esto he decidido que vuelve a ser fiel escudero y además ahora siempre van en grupo.
Nosotros nos hemos quedado con Federico, que así se llama nuestro peregrino de Barcelona y nos ha invitado a una copa después en el bar, no había orujo de hierbas y yo he preferido un pacharán, pero Federico y Joseba se han colocado un orujo de la casa (lo especifico para que Julio vaya anotando y de ese modo acepto su sugerencia).
Después hemos vuelto al albergue y yo me he puesto a trabajar un rato mientras Joseba iba a descansar: a planchar la oreja.
No ha parado de llover en todo el rato y sobre las siete hemos salido para ver el pueblo y por intentar encontrar algo para cenar dado que la perspectiva de volver al mismo sitio no nos agradaba demasiado.

Albergue de Casar bajo la lluvia
Imposible porque no había nada abierto, casi todos los bares que hemos visto están cerrados y los que están abiertos no ofrecen nada de comer. Hemos visto la ermita de Santiago, la iglesia por fuera, y poco más porque el pueblo no tiene nada. Es curioso que siendo un pueblo relativamente grande es una porquería, no tiene casi servicios. Hemos regresado al albergue convencidos de que la cena sería otra vez en el mismo sitio y nos hemos resignado a nuestra suerte.
Al llegar al albergue hemos encontrado Mariano e Isabel (la pareja balear-francesa) que habían comprado una torta de Casar, producto típico del terreno. Nos han ofrecido generosamente probarlo y han abierto la torta siguiendo el manual de instrucciones. Puede parecer absurdo que un queso lleve un manual de instrucciones, y quizás así sea, pero el caso es que lo lleva y da varios consejos: que no se use el microondas para calentarlo ya que se puede derretir la corteza, que se abra por arriba y sólo la parte del queso que se va a consumir para que no se reseque el resto, y que se consuma a temperatura ambiente de unos 21 grados. Cuando estás en el camino tienes tiempo de todas estas tonterías, como leerte las instrucciones de una torta del casar. Ellos han ofrecido probarla a todos los peregrinos que han ido llegando.
Para completar la fauna del albergue nos ha llegado otro guarro: este es francés y tenemos la suerte de que va haciendo el camino al revés; nada más llegar le hemos visto el tema y ya le he dicho a Joseba que no se iba a duchar, el tipo no paraba de hablar con todo el mundo pero de ducha nada, ha explicado que va haciendo el camino hasta Sevilla y que encuentra dificultades para las señales ya que tiene que ir mirando al revés, yo le propondría que vaya de espaldas a ver si tiene suerte y se cae en un charco para lavarse. El olor corporal no es tan intenso como el del guarro alemán pero su aspecto espeso no le va a la zaga, pantalón corto y color moreno mezcla de melanina y mierda. Además se ha juntado con un canadiense que lleva un chubasquero de camuflaje y que tampoco se ha duchado, luego me contó Joseba que a la hora de dormir había pensado ir a ducharse pero que al final nada de nada.
Yo he charlado un poquito con el señor del Puy que es bastante simpático y que se ve un tipo sensato, va caminando con Pepe el de las canas y da la sensación de que le ayuda mucho por el hecho de que no sabe casi castellano.
Una prueba más de que el equipo del enterao van a su bola es que han preparado una tortilla de patatas para ellos solos, no han dicho nada a nadie y se han montado la fiesta ellos por su cuenta. Creo que es algo de muy mala educación el, al menos, no ofrecer participar a los demás.
No mucho más, nos hemos ido a cenar y allí hemos encontrado a Federico, ya había empezado el partido del Villareal y le habían metido el primer gol. Hemos tomado una cerveza (lleva la cuenta Julio) con una tapita de chorizo picante y hemos entrado a cenar. No teníamos mucha hambre y hemos pedido una sopita extremeña nosotros y Joseba un bocata de jamón del terreno. Yo había pedido también calamares pero cuando hemos visto la sopa hemos decidido prescindir. La sopa sí estaba recién hecha y además buenísima, huevo cuajado y pan con un caldito de sopa de ajo. Para mí estaba de vicio y hemos dicho a la señora que no nos preparara el segundo (botellita de vino también Julio).
Yo he gastado varias bromas a Joseba sobre el tema independentista que creemos que Federico no ha entendido (sobre todo cuando he comenzado a contar los logros del generalísimo) y poco más, fin de fiesta en el albergue a las 10 menos cinco. Tiempo de preparar un poco todo para ir a dormir. Yo me he quedado despierto un rato porque tenía acceso a internet en la cama y he visto los resultados de fútbol y he leído la prensa. Sobre las 11 he cerrado todo y a dormir.
Hemos dormido estupendamente, a pesar de las perspectivas que había y sobre las seis me he despertado porque estaba lloviendo bastante. El equipo A (Pepe el de las canas, el enterao, Sancho Panza y el francés del Puy han decidido prepararlo todo e ir a desayunar a algún lugar secreto que ellos conocían que abría pronto pero que no nos han comunicado, han dejado las mochilas para recogerlas luego y el enterao ha decidido encender la luz, a pesar de que la Isabel y Mariano seguían durmiendo. ¡Eso es educación!, pero ya sabemos que el enterao es así, sus conocimientos en todos los campos le permiten incluso decidir cuándo tenemos que levantarnos los demás. (luego hemos descubierto que han ido a una churrería).
Nosotros nos hemos arreglado más o menos rápido y hemos salido a tomar un café a un bar que había enfrente, parecía que dejaba de llover y que quizás nos íbamos a salvar. Hemos tomado un café con leche (Joseba con dos magdalenas del pleistoceno) y nos hemos puesto en marcha bien abrigados con todo lo que podíamos y preparados para la lluvia.

Vista del camino
Sorprendentemente poco a poco ha ido abriendo, incluso ha habido un rato en que ha salido el sol. Hemos ido paralelos a la antigua calzada romana en muchos tramos por un paisaje que iba cambiando por zonas de roca caliza cada vez más despobladas de vegetación y típicas de ganado vacuno y de ovejas (algunas del tamaño de un burro). Hemos cruzado varias fincas y en una de ellas nos ha dado un susto de muerte un pedazo de perro del tamaño de un elefante que nos ha salido al paso. En realidad se trataba de un cachorro y sólo quería jugar con nosotros pero su apariencia bien podría haber sido la de un come-peregrinos. Se ha limitado a ofrecer sus juegos a Joseba y a lamerle el pantalón que llevaba colgado de la mochila, que le ha llenado de babas caninas para deleite de mi querido compañero.

Ejemplar de perro come-peregrinos
Tras pasar la verja lo hemos dejado atrás y ya nada nuevo hasta la llegada al pantano. Poco a poco se ha ido poniendo oscuro hasta llegar a llover.

Vista al pantano de Alcántara

Cruzando el Tajo bajo la lluvia
Ahora nos encontramos en el albergue, hemos dado la ropa a lavar por cinco euros nada más, nos hemos dado una ducha calentita y ya llevamos dos cervezas por cabeza (apunta que son latas). Escribo esta entrada mientras acaban de llegar el equipo A al completo, primero el fiel escudero. También está por aquí un tipo nuevo alemán y alguno más que llega.
La mesa la está preparando el tío que lleva el albergue, parece que es holandés, simpático y buena gente, lo hace él solo todo. Yo tengo hambre pero no sabemos que nos puede deparar el menú del día. Tampoco tenemos otra alternativa, o eso o el pantano, aquí no hay nadie más. El equipo A se ha instalado en las colchonetas porque son gratis, el enterao parece que también es algo miserable porque han buscado colocarse en un rinconcito para compartir suelo y no ha querido poner una lavadora para los cuatro ya que suponía más de un euro por cabeza (1,25). Ahora lo veo nuevamente hablando idiomas (fuerte, tres veces y despacito, como os conté). La fauna continúa y nosotros esperando para saber si diluviará esta tarde o podremos secar la ropa, os recuerdo que lo tenemos todo en la lavadora, incluso yo he metido la bolsa de tela de la ropa, como he recordado varias veces a Joseba. Está muy quejoso Joseba porque dice que le pongo en el blog como un borracho y comilón ya que sólo cuento lo que él se bebe. Por supuesto que es así, el que escribe soy yo y no voy a ponerme de borracho teniéndolo a él. Como bien me conocéis todos yo no bebo casi nada y cuando lo hago es presionado por las circunstancias y por no dejarle solo, que beber solo es de borrachos y yo no quiero que nadie piense mal de mi querido compañero.
Creo Paco y Anabel que habéis hecho un cálculo equivocado, pensad que la falta de comida hace que tengamos que completar nuestra dieta con las calorías que aportan los varios alcoholes. De todos modos pensad que todo lo que escribo es pura ficción, al menos por mi parte. Joséba sí que se los bebe pero yo estoy todo el rato escribiendo.
Resumen de la etapa: 21,9 a 5,9 de media en 3:44 y con una altura de 256 metros.
No consigo tener acceso a internet y no puedo, por tanto publicar hoy la entrada; la tengo preparada y la publicaré mañana por lo que ahora, ya que no hay nada que hacer por aquí voy a continuar escribiendo ya que siguen pasando cosas.
El albergue en el que estamos es un poco especial, a estas alturas del camino decir eso tampoco es decir gran cosa ya que todo esto es especial. El local lo lleva un tipo que parece ser holandés, tiene varias habitaciones dobles y triples con baño que son sencillitas pero no están mal y luego ofrece unas colchonetas para todo el que quiera que son gratis, aunque no tienen derecho a ducha. Lo curioso es que haya gente que prefiere las colchonetas para ahorrarse unos euros aún a costa de perder la ducha ¡que hay que ser miserable!

Vista del albergue antes de cenar
El equipo A ha reservado las colchonetas por teléfono para que nadie se las quitara y así les saldría más barato. Nosotros estamos en una estupenda habitación en colores malva que se llama Marraquech.
A la hora de la comida nos hemos juntado el equipo A, nosotros, cuatro alemanes que estaban ya por aquí, una chica alemana que hemos estado viendo en los últimos días pero que no sabemos nada de ella y poco más.
También la comida ha sido algo digno de mención. El menú único consistía en una sopa de pollo, en realidad un poco de agua caliente con un trocito de pollo y dos o tres verduras flotando sobre el caldo que iba aderezado con orégano, además de algún que otro fideo. De segundo una especie de puré mezclado con apio y alguna otra verdura indefinible e inidentificable. De postre un yogurt de fresas y buenas tardes.
Hemos tomado un café y un par de orujos (más que nada por hacer tiempo, (Julio cuenta) el resto del tiempo viendo que cada media hora más o menos cae un diluvio y vuelve a los dos minutos a salir el sol. El equipo A se ha puesto a dormir la siesta y los ronquidos llegaban a todas partes. Justo antes de la primera lluvia hemos recogido toda la ropa que ya tenemos lavada de lavadora y seca, al menos eso sí ha salido bien.
Las perspectivas para la cena no son mucho mejores pero hemos de tener en cuenta que estamos en un lugar completamente aislado del resto del mundo y a gran distancia de cualquier intento de chuletón. Lo que hay es esto y sólo es cuestión de esperar un par de horas para la cena y encomendarnos a Santiago para que tenga una mínima consistencia. Por lo demás todo perfecto, seguimos animados, a pesar del agua que esperamos que nos caiga mañana, a pesar del equipo A, a pesar de la dieta estricta… Las cosas del camino.
¡Ataca, perro, ataca!
¡Cómete los peregrinos y no dejes ni un hueso!