14ª Villlamartín de Valdeorras . Quiroga

Una de las cosas que más me gusta de hacer el camino es que nunca puedes prever lo que va a ocurrir. Por mucho que planifiques las cosas al final todo se desarrolla siguiendo los propios criterios del Apóstol Santiago. Para Joseba el problema es que «El Santi» tiene muchos peregrinos a los que joderles en el camino francés y eso nos permite pasar desapercibidos hasta que gira un poco la cabeza, nos ve y nos la lía.
Otra característica del camino es que cuando peor parecen ponerse las cosas al final mejor salen, nunca llega la sangre al río y al final los árboles sí nos permiten ver el bosque.
Las perspectivas de esta mañana eran nefastas anoche al irnos a la cama. El albergue cutre de Villamartín (cutre es poco) despedía fuego y calor sin límites. La ventaja de esa temperatura es que seguro que cualquier bicho que campara por los lugares habría muerto frito sin compasión. Al calor tenemos que unir que la gente que lleva la piscina campa a sus anchas por todo el lugar y de vez en cuando un niño entra con su bici y recorre el albergue «como Pedro por su casa». Ni fuera se podía estar del calor que hacía y Joseba seguía preocupado por si nos dejaban la puerta de salida cerrada y teníamos que acabar saltando más de dos metros con la mochila para abandonar tal cutrerío.
Pero la realidad ha sido bien distinta: a media noche comenzó a refrescar hasta el punto que tuve que taparme con la sábana (tampoco hay que exagerar) y esta mañana estaba cubierto y con casi fresquito de camiseta de manga larga.
La programación de etapa era hacer camino rápido para evitar el calor y hemos salido poco más allá de las 6:30 con la intención de parar a desayunar en A Rua de Valdeorras, a 6 quilómetros. A esas horas el camino se ha convertido en un precioso paseo entre el fresco con alegrias y chascarrillos mientras esperábamos con ansia el café de la moral y rellenar las botellas de agua, sobre todo yo que la llevaba casi vacía. La parada en A Rua era obligatoria porque algo nos decía que después no íbamos a encontrar nada hasta el final, como así ha sido.
Pero todo se ha comenzado a torcer al entrar en A Rúa. El camino de forma incomprensible se divide en dos ramales: el de la izquierda marca al albergue y apunta directamente al centro de la ciudad mientras que el otro indica claramente el camino, un punto de información al peregrino y albergue privado. Por supuesto que hemos tomado esta segunda opción. El camino comienza entonces a subir alejándose del centro de la ciudad hasta sacarnos completamente por un lateral y mantenernos fuera todo el tiempo hasta dejar atrás A Rúa. Nada de bares, nada de casas, nada de nada salvo una cuesta enorme de subida y otra de bajada para evitar cualquier contacto humano y, eso sí, el albergue privado señalado todo el tiempo.
Una vez en esto las cosas han comenzado a complicarse. Subidas y bajadas que lo único que hacen es evitar carreteras secundarias y que llevan hasta aldeas deshabitadas para nuevamente volver a bajar. Es cierto que a esas horas aún el fresco de la mañana los llevaba bien pero poco a poco tanta cuesta añadida a las etapas últimas que hemos hecho han empezado a pasar factura.
Como casi no llevaba agua he ido economizando todo lo que he podido pero a falta de unos 12 quilómetros se me ha acabado. Desde allí a pelo hasta el final de etapa cuando además el calor empezaba a apretar de verdad y las cuestas seguían apareciendo por todas partes.
Al menos el paisaje ha ido cambiando y hemos entrado en Lugo por una carretera con vistas estupendas sobre todo el valle y el río con sus meandros y demás. Una zona de poco bosque pero más bonita que lo que vimos ayer.
Como no había más hemos apretado el culo y nos hemos puesto sin parar en Quiroga a las 12:30 para dejarnos caer sobre el primer bar que hemos encontrado. Yo he pedido una botella de litro y medio de agua que me he empinado sin parar hasta la mitad, luego un nestea y una clara. Para entonces había caído también una buena porción de tortilla recién hecha de huevos amarillos y una tapa de oreja al estilo de por aquí.
Luego hemos ido directos al albergue en el que nos espera otra sauna acompañados de 100 adolescentes que están de campamentos aquí. Al menos tenemos la suerte de que todos están en la planta primera y baja y nosotros solos en la segunda, esperamos que la noche no sea muy movida. El albergue es bastante viejo pero lo cierto es que está muy cuidado y limpio
Hemos comido en el Chapakuña 3 un menú muy bien en la relación precio-calidad y después hemos ido a descansar al albergue.
Mientras Joseba hacía sangre al colchón (pero tenemos hasta sábanas limpias) yo he estado un rato charlando con whatsapp.
Sobre las 7 hemos salido para comprar algo para el desayuno, agua y tomar algo fresco. En la puerta hemos encontrado un grupo de unos cincuenta adolescentes queriendo entrar al albergue pero no les hemos dejado porque los responsables no estaban. Alguno se ha mosqueado bastante pero Joseba ha puesto la pierna delante y ha cerrado la puerta en las narices del cabecilla de la revuelta. Tres veces hemos entrado y salido y las tres han intentado amotinarse ante la amenazante mirada de mi compañero de fatigas y de placeres (de los normalitos, mal pensados).
Ahora hemos regresado al restaurante porque tienen wifi y puedo publicar, luego imagino que cenaremos tras varias claras y oscuras para hacer tiempo.
Resumen de la etapa: 31,96 km en 5h y 57 minutos a una media de 4,88 km/h y un desnivel de subida acumulado de 534 metros y de bajada de 567 («pa’ habernos matao»).

Valle del Sil

Valle del Sil

Vista general del valle

Vista general del valle

 

Meandro del río

Meandro del río

Límite de provincia de Lugo

Límite de provincia de Lugo

Vistas de un meandro

Vistas de un meandro

En el camino

En el camino

Iglesia en Montefurado

Iglesia en Montefurado

Soldón

Soldón

13ª Las Médulas – Villamartín de Valdeorras

Alegres y muy calurosas tardes acompañan nuestros descansos peregrinos. Hoy con el aliciente de una piscina pública que permite alegrar nuestras mentes y nuestros ojos a la par que nos gustaría rememorar a Edipo en algún otro momento de desenfreno explícito de la carne.
Así me siento hoy después de 37 km recorridos desde las seis y media de la mañana hasta casi las dos de la tarde más un añadido de vuelta completa a Villamartín buscando algún restaurante para comer y que hemos encontrado en la carretera a casi un quilómetro del centro del pueblo: frente a un Puti-club que, para desgracias mayores de transeuntes y viajeros, duerme el sueño de los justos desde antes de que la nacional hubiera ensanchado los arcenes. Eso sí: desde las 8 bajo un sol abrasador que consumía nuestros cuerpos evaporando en forma de sudor todos los litros de líquido que íbamos metiendo cada vez que podíamos. Esta última frase la he construido para poder utilizar el verbo meter por primera vez en todo el camino.
En resumen podemos describir la ruta como un infierno de calor dado que atravesamos una ola sahariana (manda huevos, y no de los antimosquitos, que llegue hasta estas tierras). La etapa ha sido muy larga para poder cuadrar las siguientes y como sabíamos que sería así nos hemos tomado todo muy en serio desde el principio.
La salida de las Médulas es una preciosidad a esas horas ya que va ascendiendo suavemente hasta darnos unas imágenes impresionantes de despedida de la zona. Después un fuerte descenso nos lleva hasta Puente de Domingo Florez que representa el límite entre León y Galicia y nos adentra en la tierra del buen vino, del pulpo y los pimientos de Padrón, entre otras muchas cosas.
De puente de Domingo Flórez nos queda la duda de saber cuál es su puente de todos los que hemos pasado entre tantas vueltas como el camino da para coger la orilla del río. Vueltas y revueltas van sorteando centrales hidroeléctricas y otras variadas estructuras a las que no hemos sabido dar acomodo.
La etapa transita hasta El Barco sin grandes novedades por la orilla derecha del Sil. Siempre va por pistas de tierra muy cómodas de andar aunque con alguna que otra subida durilla sin mayores consecuencias. Hemos visto las primeras viñas cultivadas en terrazas, como se hace por aquí y varias explotaciones de pizarra que hacían mucho ruido y generan bastante polvo oscuro. La etapa no es demasiado bonita en el paisaje salvo por las vistas del río ya que el monte está bastante pelado y siempre vemos enfrente la carretera nacional.
En Sobradelo hemos parado a tomar algo fresco y rellenar botellas de agua. A esas alturas de unos 20 km yo había agotado ya un litro de agua que había rellenado al salir. Hemos recargado con una botella cada uno y yo he añadido un montón de cubitos de hielo.
Nueva parada en El Barco para tomar fuerzas y parada para comprar una pulsera antimosquitos que solucione mis problemas con esos bichos infames. He resulto el problema en parte ya que no sé si los mosquitos se irán pero Joseba no se acerca ni casi yo por el insoportable olor que desprende (y dura 15 días).
Del resto de la etapa casi nada más que quilómetros por una pista paralela a la carretera y a la vía del tren a pleno sol y casi al límite de nuestro ánimo. Hemos llegado muy bien a Villamartín a pesar de la hora y de nuestra evidente deshidratación. Para colmo el albergue está al final del pueblo al lado del río y nos ha costado bastante encontrarlo porque no aparecía ninguna referencia. Está en las piscinas.
El albergue es del tipo «los horrores». Una señora que debió perder la simpatía en estos lugares derretida bajo el sol nos ha recibido para colocarnos en una nave con 10 literas y unos baños. Las camas están fatal porque los colchones son muy viejos aunque por 3 euros adicionales hemos podido colocar sábanas de las de casa de la abuela. Al menos el sitio está aceptablemente limpio en el suelo (baños desde luego no y debajo de las camas y en los rincones tampoco porque están llenos de telarañas.
Ante las pocas alternativas que nos daba el lugar hemos salido a las 2 y media a buscar un sitio para comer. Nos hemos ido al centro del pueblo hasta un hostal que ponía que era restaurante pero al entrar la señora nos ha escupido a la cara que «lo había cerrado y que lo único que había estaba fuera del pueblo a 500 metros». Nosotros tenemos claro lo que significa 500 metros para un lugareño así que nos hemos dispuesto a terminar de derretirnos para llegar por la carretera hasta el puti-club que hay en la carretera y que tiene enfrente un estupendo restaurante donde hemos comido bastante bien una sopa y una chuleta de ternera aceptable.
El regreso ha sido más cómodo porque hemos podido venir directamente por el río y algo mejor si era que a pleno sol.
La siesta ha sido algo horrible hasta que me he salido fuera mientras un enano entraba dentro del albergue cada dos por tres a pasearse con su bici de niño de mierda. Fuera se estaba algo mejor y he acabado metiendo los pies en el río para refrescarme algo. Hemos ido mejorando algo con la temperatura y ahora parece que algo de viento se ha levantado: es caliente pero, algo es algo. Tras varios refrescos «sin alcohol» parecemos algo más hidratados y ahora nos iremos a cenar al mismo restaurante del mediodía, única opción viable por lo que hemos visto. Tampoco es que vayamos a investigar mucho dado el día que ha hecho.
Resumen de la etapa: 37 km en 7 horas y 31 minutos a una media de 4,91km/h.

Vistas del Sil

Vistas del Sil

Valle del Sil

Valle del Sil

Orquesta para fiestas

Orquesta para fiestas

Señall del Camino de Invierno en Galicia

Señall del Camino de Invierno en Galicia

Vissta del Valle

Vissta del Valle

Llegando a destino

El Barco de Valdeorras

Pulsera Anti-mosquitos

19ª Poladura de Tercia-Pajares: por fin Asturias

Hoy casi he tocado el cielo subiendo el puerto de Pajares. Está sea probablemente una de las etapas más bonitas que he hecho en todos mis caminos y encima he tenido buen tiempo casi toda la etapa para poder disfrutarlo.
Anoche fui a recoger la comida a la casa rural porque les había pedido algo ligero. El menú fue una ensalada enorme y una fuente de carne en salsa sobre un manto de patatas y calabacines asados, para completar con un yogurt especial de leche de cabra que se hace por aquí. Me fui con la comida al albergue y me encontré con que habían llegado dos peregrinos ciclistas a última hora. Se trata de una pareja en la que ella no paró de hablar en todo el rato que estuve sentado con ellos. Me contó todos sus caminos, sus enfermedades deportivas, su profesión y mil cosas más. Yo apenas podía decir nada mientras intentaba comerme aquella monstruosidad de cena y la chica se empeñaba en que me guardara las sobras para hoy. Después de un rato de cortesía y de haber dado cuenta de una parte importante de la cena me fui a dormir sin más.
La mañana ha amanecido a las 6:30 aunque he oído levantarse al holandés a las 6. Me he preparado y me he comido un sobao de los que compré el día anterior para desayunar (ya sólo me quedan 3 en la mochila). La mañana estaba muy fresca y me he tenido que poner de inico la camiseta de manga larga. La mañana estaba completamente despejada y eso me ha permitido disfrutar de una bellísima subida al puerto que empieza nada más salir del pueblo.
En los primeros dos quilómetros se asciende con cierta suavidad pero a partir de aquí las rampas se hacen muy duras hasta el 7, luego una bajada de algo menos de un quilómetro y otros dos de una muy dura subida.
La subida es verdaderamente impresionante con los picos rodeando todo y con una niebla baja que cubría el fondo del valle en el que está Poladura. La llegada hasta la cruz de San Salvador es espectacular sobre un risco desde el que las vistas hacia León son impresionantes.
Pero si es bonita esta primera parte lo que sigue es ya algo increíble. Los picos de Europa aparecen en todo su esplendor poblados de una verde y densa vegetación que alterna con prados de mil tonos de verde en el que pastan apaciblemente las vacas. Varias han sido las ocasiones en que he tenido que cruzarme con ellas con cierta intranquilidad porque casi siempre se retiran al paso del hombre pero a una le ha costado bastante quitarse y se me ha encarado un poco.
El camino de hace muy duro por la dificultad del terreno ya que los senderos suelen se muy estrechos, de suelo irregular y con mucha piedra suelta. Si la subida se complica mucho, la bajada se hace verdaderamente peligrosa. Apenas algunos tramos de camino ancho permiten descansos a la atención con la que tenemos que caminar.
Casi llegando a la carretera en el Puerto de Pajares me he encontrado con el holandés que iba «bramando en arameo» por las piedras y las bajadas. Para colmo ha seguido la carretera en lugar del camino y creo que ha dado una vuelta. Iba con un dedo ensangrentado porque se ha cortado con un alambre de espinos de los que hay que saltar en varios lugares del camino.
En el bar del puerto he tomado un café con leche y unas galletas caseras muy ricas que me ha ofrecido la señora. Repuesto he continuado camino detrás del bar siguiendo las indicaciones de la señora. En realidad no las he seguido porque me he liado y he comenzado a subir un pedazo de monte y luego a bajarlo de un modo absurdo. Desde aquí se toma una bajada terrible al cruzar un cercado de espino junto a una torreta de la luz que lleva directo a la carretera para cruzarla.
El camino de bajada hasta el pueblo de Pajares es uno de los tramos más bonitos que he hecho en todos los caminos. La bajada es dura pero muy variada en todo: sendas, caminos, bosques, prados… En medio de todo he encontrado una pareja de paisanos que subían dos vacas con sus terneros. Hemos hablado un buen rato sobre muchas cosas como lo duro del clima aquí, lo bonito o la proliferación de lobos que matan terneros y el aumento de osos. Mientras hablaba con ellos he visto pasar a lo lejos al holandés por la carretera y he pensado que iba a seguir ruta hacia Campomanes por lo menos.
Disfrutando del resto de camino y con las lágrimas en los ojos contemplando tal maravilla ha comenzado a chispear un poco y a bajar las nubes hasta hacerme poner el chubasquero. Nada grave hasta llegar al albergue.
Al llegar estaba cerrado y he llamado a Marisa que es la hospitalera con la que hablé ayer para decir que venía. Al poco rato ha venido y me ha mostrado algo que es mucho más que un albergue: limpio, cuidado, con wifi, ordenadores para usar, calefacción encendida y todo ese tipo de lujos peregrinos que un caminante agradece de verdad. Duchas limpias y servicios impecables. Marisa es una señora muy amable y atenta que te ofrece posibilidades de menú casi a la carta y te atiende en todo lo que necesites. Uno de los mejores albergues en los que he pernoctado.
El contraste lo pone el bar del pueblo: he ido a tomar un vino al medio día y estaba lleno pero cuando he regresado a media tarde ha cerrado, y eso que el día de descanso es los martes. Parece que no tienen muchas ganas de vender y hay que tener en cuenta eso sí eres peregrino de paso y te confías.
De comer Marisa me ha puesto unas estupendas fabes y un bonito en salsa con una ensalada, todo muy rico.
Después he aprovechado la wifi para hablar por Skipe con la familia y hacer tiempo porque la tarde está cubierta con una niebla muy densa que no deja ver nada. Acaba de llegar Marisa a prepararme la cena: sopa y pollo guisado, me ha dicho. «Esto sí que es vida»
Resumen de la etapa: 16,34 km en 4h 11min con 618 metros de subida acumulada a una media de 4,22 km/h. Enlace a Wikiloc.
Sigo sin poder publicar fotos y las de hoy son una preciosidad, las incluiré cuando tenga una buena wifi.

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Camino inglés desde Ferrol

El día 5 de agosto mi compañero de viaje, Joseba, y un servidor nos fuimos con nuestros coches para coincidir una vez más en otra aventura. Se trata del camino inglés hasta Santiago. Dejamos los coches en Santiago de Compostela y tomamos un autobús para llegar a Ferrol en dos horas interminables de recorrido en transporte público.

En Ferrol nos alojamos en el hotel Silva, bien situado, cómodo, a buen precio y la gente amable. Algo simple y alejado del centro de Ferrol pero estupendo para la salida al camino.

Al llegar nos fuimos hacia el puerto a dar una vuelta, cenar algo y charlar sobre todas nuestras últimas aventuras. Había un mercado y bastante gente por todas partes. Ferrol es una ciudad bastante grande y desangelada sin mucho encanto, salvo en el centro pero cuenta con todo tipo de servicios.

La lluvia nos ha ido acompañando de forma intermitente toda la tarde aunque sin demasiado problema.

 

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1ª Etapa: Ferrol-Miño

Nada más levantarnos descubrimos que estamos de verdad en Galicia: diluviando con mala leche. Nos quedamos un rato en el bar del hotel por ver si paraba un poco y cuando vimos algo despejado el tema (y porque sabíamos que nos íbamos a calar de todos modos) decidimos ponernos en marcha. Los primeros quilómetros son un suplicio de asfalto por ciudad. Una enorme avenida que parece no tener fin entre tráfico, ruido y lluvia: los principales elementos que pueden fastidiar a un caminante.

El camino remonta hasta el principio de la ría para cruzarla justo antes de entrar en Neda, lugar en el que se puede hacer una primera parada en la que olvidarse un poco del tráfico y del sonido de los coches. Un pequeño bar a la salida del pueblo nos volvió a colocar en lo que se supone que es un verdadero camino.

La siguiente parte de la etapa ya sí es mucho más bonita hasta llegar a Pontedeume, vamos todo el tiempo entre la ría de Ferrol y la de Betanzos y recorremos una de las zonas más bellas de Galicia, y de las más turísticas. La etapa podría concluir perfectamente en Pontedeume, de hecho es lo aconsejable para cuadrar mejor las etapas en cinco pero nosotros íbamos a hacer sólo cuatro, uno de los errores que hemos cometido.

Nuestro fin de etapa estaba en Miño, lugar de veraneo tradicional con un pequeño casco urbano y el resto de la población muy diseminada. Tiene una playa muy bonita con algunos restaurantes en los que reponer fuerzas y cuenta con un albergue de peregrinos algo básico y un poco a desmano, sobre todo para entrar y salir de la etapa.

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2ª Etapa: Miño-Bruma

Como había llovido muchísimo el día anterior esta etapa nos preparaba una recompensa: nos llovió todavía mucho más. Sin parar de diluviar desde que salimos de Miño hasta el final de etapa. Esta probablemente sea una de las etapas más duras que hemos hecho en el camino porque acumulamos 40 quilómetros con más de 1.000 metros de desnivel y encima con el terrible inconveniente de la lluvia.

El día fue un verdadero infierno que se completó con la llegada al albergue de Bruma: de lo peor del camino, bastante descuidado, pequeño y permiten alojarse a mucha más gente de su aforo. La gente acaba durmiendo en el salón en varias colchonetas y no se dispone ni de una por persona por lo que acabas intimando con el que te toca a cada lado, salvo si estás en un lateral. Poca higiene, poca atención al peregrino y pocas alternativas ya que no hay nada y hasta te traen la comida desde fuera en un coche.

Está claro que la alternativa normal para esta etapa es acabar en Betanzos, una ciudad preciosa y esencia de Galicia. Nosotros no pudimos disfrutarla mucho porque mientras estábamos allí no paró de llover a todo lo que permite el cielo. Para colmo la parte final tiene un puerto bastante duro de pendiente sin apenas servicios para tomar algo.

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3ª Etapa: Bruma-Sigüeiro

Esta tercera etapa fue mucho más suave que la anterior, por fin el sol comenzó a aparecer y nos permitió disfrutar del camino. Sin grandes dificultades llegamos hasta Sigüeiro para comer algo y descansar un rato. En el pueblo no hay ningún alojamiento aconsejable y tuvimos que continuar hasta un hotel de carretera un poco más adelante. Las referencias que nos han dado del que se encuentra en el pueblo no nos daban muy buena impresión. Hemos acabado en el Hotel San Vicente, en la carretera. Bien en la relación calidad precio, básico pero amables con los peregrinos. Está alejado de todo y eso lo hace menos atractivos. No dan comidas algunos días y sólo ofrecen cenas. El hotel es una solución aceptable para hacer las etapas finales y llegar sin demasiadas complicaciones a Santiago.

 

4ª Etapa: Sigüeiro-Santiago

Una bonita etapa para llegar a Santiago desde otro lugar diferente a los que ya hemos hecho otras veces. El camino llega por la parte norte por una zona de Santiago que está muy bien salvo por el trozo de polígonos industriales. La entrada en la ciudad se hace agradable y sencilla.

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En la última etapa coincidimos con unos peregrinos malagueños muy majos con los que compartimos una estupenda tarde en el hotel y luego en Santiago. Poco más que contar.

Algunos consejos para este camino que hay que tener en cuenta es que es algo duro, cuidado con la etapa posterior a Betanzos, sobre todo si se hace como nosotros la hicimos. También hay que tener en cuenta las cuestiones de infraestructura porque son bastante básicas. Como parte buena es uno de los caminos más bonitos que puedes hacer, ideal para una semana de camino entre ida y vuelta y recorrido. Aconsejable aunque teniendo en cuenta el tema de la lluvia, que para eso estamos en Galicia.

 

Las mochilas que caminan solas

Leer etapa del año pasaado

Una de las ideas que más claras me está quedando en este camino, aparte de la transformación de Mar hacia terrenos peregrinos, es que este camino corre serio riesgo de convertirse en un segundo parque temático al más puro estilo del francés. Tiene dos ventajas que le hacen acercarse peligrosamente al modelo de desarrollo de su hermano mayor: la belleza de su recorrido y la facilidad de la orografía.
En estos últimos días venimos observando cómo los errores en la gestión que llevaron a una masificación absurda se repiten en demasiados lugares a partir de Tui. Lejos quedan la hospitalidad de los portugueses, la tranquilidad de sus caminos y lo ajustado de sus precios en una relación de calidad más que aceptable.
Es verdad que existe mucho listillo que intenta aprovechar el tirón peregrino pero no es menos cierto que los propios caminantes suelen ponerlo fácil buscando una aventura de selva amazónica limitada por el saldo de la visa. El resultado es una variada serpiente multicolor de razas, lenguas costumbres que viven el espíritu peregrino detrás de una tortilla de patatas precocinada y un vino de brick servido en taza cutre de riverio, eso sí a precio de marisco de ría.
Un ejemplo de las guerras entre bares lo hemos vivido hoy en el camino en San Amaro: lo típico de uno que monta un cutre bar y se forra un tiempo porque está colocado justo el único en 10 quilómetros sin nada y con una buena cuesta para abrir apetitos y de pronto otro más listo que le monta la competencia cinco casas más arriba y se lleva a todos los peregrinos porque está antes. Ejemplos de esto los hemos visto en el francés desde hace más de 20 años. Recuerdo uno de los más célebres entre dos bares el Cowboy en El Ganso.
Una chica nos espera justo delante del primer bar para decirnos que el segundo es mejor y más barato. Mi primera intención ha sido pasar de largo de los dos pero ha prevalecido la necesidad de sellar a mitad de etapa y hemos tomado café en el segundo.
El camino está lleno de peregrinos y la etapa de hoy es quizás la más sencilla de las hechas hasta ahora. No tiene casi desnivel y es muy cómoda de terreno, salvo por algún que otro tramo por la general muy peligroso y los desvíos por obras de la línea de tren que imagino que estarán acondicionando para el AVE.
A buena hora hemos llegado a Caldas y allí hemos vuelto a comprobar lo de las guerras del camino. Nosotros teníamos claro que nos íbamos a quedar en el hotel del año pasado O Cruceiro y hemos ido directos. Nos llamaba la atención la guerra de pegatinas entre un albergue llamado O Cruceiro que es del mismo hotel y otro que decía ser un albergue oficial del camino. El caso es que en Caldas no hay albergue público de peregrinos desde hace años y sorprendía ver cómo algunos de los carteles estaban arrancados en clara señal de guerra.
Al llegar al hotel nos lo han contado todo, tras saludar a esta estupenda gente y recordar nuestra visita del año pasado. El Cruceiro es un hotel estupendo, trato genial, amable y muy profesional. Ofrece unos precios estupendos para el peregrino y para cualquier otro que venga aquí y además ha montado un albergue. Se trata de una parte del hotel que han habilitado con los servicios fundamentales para el peregrino a un precio de 12 euros muy bien invertidos. Son las habitaciones del mismo hotel con su baño incluido con 2, 4 y 6 plazas. Todo está muy limpio y cuidado y además con wifi, salón, cocina básica y demás.
El otro albergue es un antro infecto, La posada de doña Urraca, pinta deprimente y no hay más que leer los comentarios en la guía Eroski Consumer. Parece que los segundos intentan llevar peregrinos a toda costa allí y han plagado todo el pueblo de pegatinas diciendo que es un albergue oficial. Que cada uno decida lo que quiera pero nosotros nos quedamos en O Cruceiro donde además la cocina del restaurante es excelente y tienen un menú de 9 euros digno de restaurante de primera y en el que te dejan servirte todo el caldo gallego que quieras y no son rácanos con el vino de mesa del menú, que además está bastante bueno.
Como conclusión decir que este es el camino, un lugar en el que algunos disfrutamos del paisaje, de la cultura, del aire libre, de caminar o de una conversación entre nosotros o con cualquiera que se molesta en saludarte. Este es el lugar en el que otros se machacan los pies con botas imposibles, duermen en antros de dudosa condición higiénica o se obsesionan buscando un transporte para la mochila (algunos llevan maletas de más de 30 quilos que parecen tener vida propia porque aparecen en cada albergue día a día esperando a sus dueños).
Por cierto, ayer disfrutamos de una cena estupenda en compañía de mi compa de Insti Inma y su marido, que están pasando unos días en Combarros. Me mandó un mensaje y quedamos para cenar en Pontevedra. Una agradable velada lejos de de nuestros queridos niños del PCPI y demás.
A Mar esto de ir caminando sin ampollas, sin molestias y con buena forma física, además de comer todo lo que pilla (incluidas mis patatas fritas) y beber a mi ritmo… le está sentando muy bien. Ya incluso me pide subir el ritmo cuando pillamos cola de peregrinos hasta haber superado la media de 5,5 en la etapa de hoy. Y eso que con este programa las medias son más bajas que las mediciones de otros años por lo que sí los comparamos aún será mayor. Sólo le tengo que decirle que se adelante un par de veces al día (creo que se queda atrás para verme ese culete que se me está quedando de tanto andar) e incluso se saca las piedras de las sandalias en marcha. Ya sólo le falta evacuar sin pararse y será como Joseba, eso y lo de dormir con mochila, que por las mañanas le cuesta ponerse en marcha. Tanto es así que hoy incluso le he lavado la ropa mientras ella se duchaba compensando que el otro día ella hizo lo mismo por mí, sin que sirva de precedente, que no se acostumbre.

Ver resumen de la etapa

Pimientos de padrón, pulpo a feira y alvariño

Con esta dieta creo que he sobrevivido varios caminos ya en Galicia y este no parece que vaya a ser una excepción. Joseba me mira con cierta resignación cada vez que llegamos a cualquier lugar y, tras pedir la carta añado, ¿Tienen pimientos para freír una racióncita mientras llega la comida? Lo siguiente es esperar a quién de los dos será el primero al que le toque el que pica mientras el otro tiembla pensando que será el siguiente.
Todo este preámbulo lo que viene a decir es que hemos llegado a Galicia, atrás ha quedado el vinho verde, el bagazo y las sopas de verduras para acabar la comida. Han sido unos días estupendos que hemos aprovechado al máximo y de los que nos quedan recuerdos y momentos precisos que nos hacen plantearnos una vuelta a no muy largo plazo por estas tierras quizás ya cada uno por nuestra cuenta. Nuestra próxima aventura creo que se desarrollará por tierras Italianas, pero para eso faltan algunos años aún, ya hablaremos.
Estar en Galicia tiene también su parte negativa: los peregrinos van saliendo de todas partes como el musgo a las piedras, por poner una imagen algo más suave a la realidad. Los peregrinos que encuentras son de todos los tipos aunque abunda, sobre todo el «yovoydeperegrinoporqueenelalberguemecomounosespaguetisconlacuchipandi» es decir, se van agrupando por afinidades, por grado de lavarse, por número de vinos que te bebes antes de los orujos, y por el tema de quién acabará en la cama con quién. Nosotros hace mucho tiempo que dejamos ese tipo de drogas y eso nos hace mantenernos muy desconectados del ambiente «peregrino» en general. Es cierto que de vez en cuando encuentras gente normal, majos, divertidos y con ganas de pasar un buen rato sin complicaciones.
Vayamos por partes, es día de ayer nos sorprendió con un maravilloso sol cuando pensábamos que íbamos a tener que usar barca para salir. Desayunamos con dos parejas de peregrinos que estaban también alojados allí, una francesa y otra española. Ya habíamos cenado con los franceses porque los españoles son algo más reservados aunque por la mañana hemos estado en buen ambiente y yo,para variar, he gastado alguna broma y contado alguna historia.
Un camino maravilloso que hace honor a la despedida de Portugal nos llevó hasta Valença do Minho, preciosa ciudad amurallada que es el contrapunto perfecto a la española Tui. Una pequeña ascensión y un brusco descenso nos ha llevado entre alegría y la conexión a telefonía española hasta nuestro destino final portugués.
Un paseo breve dentro de las murallas entre turistas españoles mayoritarios nos ha dejado la sensación de que Valença merece ser final de etapa en otra ocasión. La anécdota la han ofrecido dos señoronas españolas sentadas en la mesa junto a nosotros porque han pedido una tapa de pulpo ya otra de bacalao y al traerlas le han dicho al camarero que no las querían poque eran muy grandes (y caras). El camarero se ha marchado bramando en portugués y al verme detrás para pagarle se me ha escapado en mi mejor castellano un «es que son españolas, qué esperabas. El comentario ha supuesto el despiporre general de todo el personal y ha roto la situación.
Lo demás ha sido llegar a Tui, ciudad desierta a esas horas hasta el hostal que hemos reservado y que se encuentra en la salida de la ciudad. Lugar sencillo pero limpio. Nada más llegar el tiempo ha cambiado y ha comenzado a diluviar. Nosotros ducho, ropa y comida, por fin Gallega. Lástima que no había pimientos pero sí hemos dado cuenta del primer pulpo a feira, una merluza de pincho a la gallega y un orujito de hierbas con hielo para el desengrase. Hemos comido muy bien y la gente es muy amable.
Tras un breve paso por la habi junto a varias jugadas de apalabrados y disfrutando por fin de mi whatsapp recuperado, hemos salido a ver la catedral y todo lo demás. Allí había un cartel prohibiendo hacer fotos que yo, por supuesto, me he pasado por el forro porque pago la restauración de este tipo de edificios con mis impuestos.
Después las calles se han ido llenando porque había procesión, cientos de personas alumbraban una pequeña imagen de un Santiago que ha recorrido la ciudad al compás de una bande de gaitas y otra de música.
La noche ha sido una agradable cena en un mesón junto al albergue privado subiendo la cuesta que viene de la playa fluvial, un verdadero espectáculo al atardecer frente al Miño y con Portugal enfrente.
Hemos amenizado los pimientos correspondientes (dos platos para recuperarle mediodía) con dos botellines de un vinito gallego del terreno muy suavecito. Una tapita de oreja y una brocheta maxi de ternera, pimientos rojos y más. Contentos y tras charlar amigablemente con la mesonera del local hemos encaminado nuestros pasos hacia la cama con mayor alegría de lo habitual, imagino que por lo agradable de la noche y por el sentimiento de patria que a ambos nos embarga, a Joseba sobre todo después de haber recuperado como español a su teléfono que había decidido independizarse y seguir siendo portugués.
Noche plácida y fresquita que nos ha levantado para un camino completamente gallego por un terreno bastante bonito en la primera parte pero que luego atraviesa varios polígonos industriales de la cercana Vigo.
Al llegar hemos entrado en el albergue de peregrinos pero una marea de turigrinos abarrotaba sus instalaciones. Ante tal situación hemos buscado alternativa en forma de albergue privado al que habíamos visto anunciado en la carretera. Al llegar no había nadie y hemos llamado al tf que aparecía y un señor me ha dicho que nos instaláramos que ya aparecería. Sitio sencillo, básico, elemental y poco cuidado aunque con lo mínimo confortable. Ducha, lavar ropa y buscar restaurante para comer.
Un mesón muy aceptable nos ha ofrecido un menú por 10 euros al que no le ha faltado el añadido de unos pimientos y dos orujos al final. Esta noche promete ser lugar de tapeo para nuestros agradecidos estómagos. Luego siesta y espera para ver si venía el del albergue, nada de nada.
Al final hemos ido a dar un paseo hasta la ría observando los espectaculares puentes metálicos para el tren y una parte de la Ría de Vigo. Redondela es una ciudad agradable llena de rincones bonitos, plazas llenas de terrazas y callejas. En una de esas terrazas es donde ahora escribo mientras Joseba ha ido a pagar el albergue y pedir licencia para ir a dormir algo después,de las 10, según reza en un cartel a la entrada.
Resumen etapa 18: 22,9 km en 5:33 a una media de 4,1 km/h, porque dejé conectado el GPS durante el paseo por Valença.
Etapa 19: 32,29 en 5:19 a una media de 6,0 km/h gracias a que mi querido compañero ha decidido que nos dejemos los pies tirados por la cuneta,antes de llegar a Santiago.

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Una verdadera noche peregrina

No hace falta decir mucho para que todo el mundo entienda que el día de ayer fue uno de esos en los que recuerdas por qué vienes al camino. Es verdad que te duelen los,pies, que pesa la mochila y que tienes calor pero todo eso lo olvidas en cuanto llegas a un lugar agradable, te das una ducha y la gente con la que coincides son estupendas.
Después de comer regresamos al albergue y yo me puse a escribir la entrada del día y a hablar por Skype con la familia puesto que tenía wifi en el patio. Poco a poco el albergue se había ido llenando de gente, primero dos parejas de jóvenes italianos que ocuparon la litera de matrimonio de abajo y una habitación aparte con dos camas. No puedo decir nada más de ellos porque no se molestaron ni en dirigirnos la palabra y ya contaré más sobre como ha sido la madrugada peregrina.
Luego llegó un señor francés con el que intercambié breves palabras de cortesía general y que marchó rápido al pueblo a tomar algo. Ya nos pareció que sería el típico francés de albergue que se mete en la cama a las ocho y no deja moverse a nadie pero que luego a las 5 está de punta molestando a todo el mundo. Este se colocó en la litera de arriba de la mía que yo había elegido por su cercanía a un enchufe con el que recargar todos mis aparatos.
Después llegó una chica joven a colocarse sobre la litera de matrimonio, esa estaba justo al lado de la que tenía Joseba de modo que sólo quedaba libre la de encima suyo para completar la habitación. De la chica no sabemos nada porque ni abrió la boca en todo el rato.
Y ya avanzada la tarde se presentó una pareja de alemanes bastante mayores y gruesos. En ese momento la chica que estaba a cargo del albergue me pidió el favor de que dejara mi litera a la señora ya que su volumen le dificultaba subir a la litera sobre Joseba. Como os podéis imaginar me sentó regular (tampoco hay que ser grosero). Joseba les entendió decir que finalmente la pareja dormiría fuera pero al ir a preguntar a la chica si la cama había que dejarla confirmó que sí.
De este modo tuve que reorganizar las cosas para acabar durmiendo sobre,mi compañero por segundo día consecutivo.
La cena fue otra historia. Nos fuimos a la plaza a la feria gastronómica y en la caseta de los coros y danzas tenían como plato especial sardinas asadas. No que decir tiene que nos dispusimos a disfrutar de una buena ración junto a una botella ta de vino.
En este punto del relato debo hacer una aclaración, podéis comprobar que en los últimos días no he hecho alusión alguna al «problema» de Joseba. En realidad lo de beber alcohol es una terapia para curar las ampollas, me ha dicho que tiene que beber mucho porque sólo de esa forma el alcohol para desinfectar sus heridas en los pies le llega desde dentro. Como lleva todo vendado la única forma de ponerle alcohol es desde dentro. Yo no lo tengo muy claro pero eso es mucho mejor porque con la medicación con la que se está tomando tengo la impresión de que le están creciendo tetas. Claro, mientras tanto yo tengo que hacer un esfuerzo por acompañarle y acabo atún todas las noches: «lo que hay que hacer por la amistad…»
Pues eso, que una botella ta de vinho verde estupenda acompañó a una docena de sardinas, una ensalada grande y un caldo verde para mí. Para conseguir que la chica me vendiera doce sardinas tuve que hacer malabares porque ella no entendía la cantidad, en realidad es que las raciones eran de cuatro sardinas por plato y no comprendía que yo quisiera 3 raciones para dos. Después de convencerla también descubrimos otra cosa curiosa de Portugal. En esta zona el caldo verde se lo toman después de comer. Ya me había extrañado que la noche que pedí el buey de mar y el caldo el señor no lo trajo antes, al pedirlo me miró con extrañeza y me preguntó si es que lo quería antes del buey a lo que le contesté que por supuesto y él me lo llevó con cara de extrañeza. Ahora entiendo el tema, se toma al final.
Al llegar al albergue ya estaban todos en sus camas y la luz encendida. Al mirar hacia el techo descubrí con horror unos veinte mosquitos que estaban esperando ansioso a picarme por todo el cuerpo sin piedad. Horrorizado ante la noche que me esperaba supliqué a Joseba que apagara la luz para que no vinieran más y me tapé con la sábana hasta mitad de la cabeza para intentar cubrir la mayor parte de mi cuerpo de los miserables enemigos.
La noche ha sido tan infernal como imaginaba. Para colmo la sábana era pequeña y apenas cubría mi cuerpo. A cada momento escuchaba volar los miserables insectos picando en la frente, las orejas y hasta en los párpados. Si casualmente me daba la vuelta y dejaba al descubierto una pequeña parte de una pierna o un brazo al instante los cabrones me lo recordaban con un picotazo sin piedad. Para colmo hacía un calor insoportable que se acrecentaba con tener que estar tapado hasta los ojos. Así he pasado toda la noche con la única esperanza de que quizás en algún momento todos se hubieran llenado con mi sangre y ya dejaran de picarme para permitirme dormir aunque fuera un ratito.
Y cuando parecía que los mosquitos se habían saciado completamente para semanas con mi sangre con sabor a vinho verde porque dejaron de picarme entonces los italianos han decidido que era la hora de actuar como auténticos peregrinos de los que salen de noche para luego alcanzarlos al poco rato, mueven todas las bolsas varias vece, encienden las linternas, se les cae todo, hacen risitas y tú acordándote de toda su parentela.
Por fin se han marchado, han cerrado la puerto entonces Joseba me ha dicho que eran las seis y que teníamos que salir.
Hoy el camino ha sido muy agradable, la primera parte por sendas entre bosques y pequeñas calzadas con adoquinado. Una tremenda niebla nos ha acompañado durante una buena parte de la etapa refrescando bastante el ambiente. Al poco de salir hemos cruzado el Río Ave por un lugar precioso.
Al llegar a Sao Pedro de Rates la gente salía de misa. Eran las 8 de la mañana y aquello parecía una fiesta. Es una ciudad preciosa con una iglesia románica excelente típica del camino con su ajedrezado y todo. El ábside me ha recordado al de Frómista.
Hemos desayunado en el bar, lugar de gran acogida a peregrinos en el que hay dos paneles llenos de fotos de gente que ha pasado por allí.
Una pequeña visita a la ciudad y ruta hasta el final de etapa. El camino transcurre por un paisaje que ha ido cambiando mucho en los últimos días. Cada vez se parece más a Galicia, a la Galicia abierta de Coruña más que a la lucense. Las casas son de piedra y todo está muy bien cuidado. Se nota un poder adquisitivo alto con casas estupendas, muy arregladas en general. Todo está muy limpio y cuidado por esta zona y las referencias al camino son cada vez más evidentes. El único problema es que sigue habiendo mucha carretera secundaria por la que transitar los peregrinos es una verdadera aventura dada la velocidad a la que van los coches.
Tras mil vueltas y desvíos hemos llegado a Barcelos, ciudad de gran tradición y mucha historia en Portugal y que es origen de una leyenda de gallo que canta similar a Sto. Domingo de la Calzada.
La guía nos aconsejaba el Hotel do Terço por hacer precios especiales a los peregrinos. Para entrar debes cruzar un centro comercial que te descolora completamente pero que lo que hace es evitar que des un gran rodeo a toda la manzana. Efectivamente por 35 euros habitación estupenda y cómoda en la que resarcirnos de la pesadilla de la noche anterior y en la que poder ver la final de baloncesto de los JJOO.
Para comer nos hemos decantado por el restaurante Solar Real que nos aconsejaba la guía y hemos acertado de pleno: botellita de vinho verde (la uña del dedo gordo del pie de Joseba mejora día a día con la desinfección) y arroz con polvo de lo mejor que hemos comido en todo el camino y que iba aliñado con hierba buena.
Luego partido de baloncesto en el hotel disfrutando del equipo nacional y su juego (unos más que otros) y paseo turístico por la ciudad, hoy algo más que de costumbre aunque tampoco para matarse.
Ahora en una plaza en la que no paran de pasar zumbados gritando porque están borrachos y hay una fiesta de baile tipo tercera edad en la plaza de al lado. Mucho ambiente festivo que se acompaña de unos 14 grados de temperatura que invitan a ponernos el polar para envidia de nuestros lectores españoles que creo que ya estaràn cocidos a fuego lento.
Resumen del día: 28,82 km en 5:09 aúna media de 5,6 km/h mientras otros dos zumbados se pelean delante de nosotros.

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De lo que pudo haber sido, y fue mejor

Después de una maravillosa tarde en Oporto esperando la puesta de sol, tras deleitar nuestro paladar con una jarrita de vinho verde en una terraza junto al río y después de una excelente cena, a pesar de la actitud del camarero jefe… Nos fuimos a dormir a nuestro espectacular alojamiento. Tal y como era previsible la habitación tenía dos compañeros más que, a pesar de mis indicaciones a Renato por la mañana, no estaban a la altura de lo que esperábamos en cuanto a edad ni sexo. Una pareja de maduritos franceses han tenido el placer esta noche de compartir nuestros ronquidos entre la fiesta infinita de la calle que no ha parado hasta las cinco de la mañana. Y es que el alojamiento se encuentra en una calle que debe ser el lugar más concurrido y marchoso de Oporto los viernes noche porque la fiesta y sus consecuencias llegaba hasta la cuarta planta en la que estaba nuestra habitación. De cualquier modo el cansancio era tan grande que hemos dormido aceptablemente hasta que las seis han marcado el momento de la puesta en marcha.
Hemos sacado las cosas lo más silenciosamente posible y nos hemos arreglado en el pasillo. Joseba ha subido a ver si nos daban la ropa que habíamos dejado a lavar la mañana anterior porque entre estas estaban mis pantalones y tampoco era cuestión de ir por ahí en calzoncillos.
Tras varios intentos ha conseguido despertar al chico que nos esperaba arriba para ofrecernos el desayuno y que debía darnos la ropa.
Un desayuno sencillo pero agradable y abundante nos ha predispuesto positivamente ante la etapa que nos esperaba y que nos dejaría a 40 km de Oporto entre asfalto y calor.
La salida de la ciudad son más de 10 km de casas sin fin por una calle recta llena de bares y padarias que ya no nos hacían falta porque habíamos desayunado. Mientras íbamos haciendo quilómetros Joseba me ha recordado la teoría de que en el camino si te hace falta algo seguro que no lo encuentras, como el otro día un lugar para tomar café, pero si ya no te hace falta vas a ver cientos sin problema.
Saliendo de Oporto hemos encontrado unas chicas españolas que han salido de Oporto y nos han contado que ellas se quedaban en Vilarinhos porque les habían dicho que había albergue. Este es el lugar en el que habíamos buscado sitio para dormir porque evitaría el pasón de etapa de hoy y los 16 previstos para mañana hasta igualar ambas. Encantados ante esta perspectiva hemos devorado quilómetros de asfalto entre un Oporto sin fin y con un paisaje cada vez más «gallego» en el que las casas de piedra, el verde y los olores cada vez recuerdan más nuestro destino final.
Café de recuperación y llegada a Vilarinhos en el que nos aguardaba una conjunción de estrellas que vienen a recordarnos por qué nos gusta tanto esto de hacer el camino.
Al llegar una pequeña indicación nos mandaba al albergue a la derecha. A la puerta había un grupo de peregrinos que nos han dicho que había que llamar pero ellos no se quedaban porque en realidad iban a comenzar la etapa a esa hora.
Una señora nos ha abierto la puerta y nos ha dicho que debíamos esperar un cuarto de hora porque estaba arreglando la habitación. Hemos ido a tomar una cerveza al bar de al lado para hacer tiempo.
Al regresar nos ha abierto un señor para ofrecernos alojamiento por 10 euros, sábanas, toallas, jardín fresquito, wifi en el patio y además nos han dicho que en el centro del pueblo hay una fiesta gastronómica en la que ellos tienen un puesto con comida para que vayamos después.
Es decir, de 40 km a pleno sol con sol de justicia para llegar a ningún sitio hemos hecho 25 km estamos en un albergue chulísimo que tiene hasta jabón para lavar la ropa y un cercado con patos e incluso un cerdo, en medio de una feria gastronómica en la que degustar manjares típicos de la zona y para colmo con un fresquito estupendo que corre a la sombra mientras escribo con la wifi del lugar.
Dicho y hecho, tras ducha y lavado de ropa nos hemos ido al pueblo, no más de 300 metros y allí estaban nuestros anfitriones ofreciendo una botella de vinho verde y callos con judías (plato típico de la región, tripas al estilo de Oporto) y Joseba una carne en salsa también típica de aquí. Parece que el al albergue lleva abierto unos cuatro meses y ya ha recibido un montón de peregrinos, es un lugar agradable y la gente que lo llevan parecen estupendos, ya os contaré mañana.
Resumen de la etapa: 25,71 en 4:32 a 5,7 km/h de media, sol con algunas nubes y todo asfalto y casas. El último tramo pasa por una carretera estrecha sin arcén muy peligrosa porque va entre muros y la gente va disparada. Debe ser que eso de velocidad controlada es sólo por estadísticas porque aquí los conductores no le hacen ni caso y casi perdemos las barbas (o peor)

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