Lisboa 2

El segundo día en Lisboa se planteaba como algo de turismo y descanso antes de comenzar a andar. Nos levantamos sobre las 8 y bajamos a desayunar con un bouffet bastante más simple de lo esperado y que permitía poco más de café y algo de acompañamiento.
Una vez completado el ritual matinal (como le gusta a Joseba), nos bajamos a Cais do Sodré para tomar el bus que nos llevara a la zona de Belem, objetivo matinal siguiendo las indicaciones que nos había dado la noche anterior Juanfra.
Con el primer bus que pasó nos pusimos en poco rato a las puertas de los Jerónimos, en la cola para visitar el claustro y, sorpresa: era el día del espectador, o algo así y la entrada era gratuita.
Fotos, vueltas y revueltas por el claustro gótico con montones de turistas de todo color chillando sin parar y con más calor del deseado.

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Para entrar en la iglesia tuvimos que esperar un poco más porque había una cola grande ya que sólo dejaban pasar a poca gente porque dentro había misa. Además había un tipo en la puerta que iba dando pañuelos a las turistas que enseñaban más carne de la permitida en lugar sagrado, de modo que nada de tetas al aire ni hombros descubiertos. Menos mal que Mar iba muy discretita con su camiseta quechua y no tuvo que colocarse el pañuelo reutilizable de múltiples usos sobre todo tipo de hombros.
Una vez dentro nuestra suerte nos volvió a acompañar. De entre las vigilantes de buenas maneras y que impedían a los turistas pasar poco más de unos metros en la iglesia, para no molestar la misa a una le debimos parecer lo suficientemente beatos como para invitarnos a pasar a la zona de misa. Nos colocó en medio de la iglesia permitiendo que saltáramos el cordón de seguridad para turistas y así poder ver bien la iglesia. Claro que todo esto fue a cambio de tragarnos toda la misa portuguesa incluido sermón e incluso anuncios para la semana próxima. Y encima Mar me hizo dar dinero a la beata que pasaba la cesta y que comprobaba cada entrega con mirada controladora.
Después nos dimos un largo paseo hasta la torre de Belem teniendo cuidado de no acercarnos a los carriles bici, sobre todo después de ver a una señora ciclista atropellar a una peatona que iba por ese carril, ,muy indignada porque había ocupado su espacio y dando a entender que en Portugal los carriles-bici permiten a los ciclistas atropellar a los peatones que osan entrar en su terreno. Finalmente regresamos al hotel directamente en bus ya que encontramos uno que nos dejó justo en la plaza del Marqués de Pombal.

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La idea era ir a comer al restaurante al que habíamos ido el día anterior o a otro que había un poco más abajo y que también tenía buena pinta. Al llegar allí los dos estaban cerrados y finalmente encontramos una marisquería un poco más abajo en la que acabamos degustado un arroz con mariscó un tanto extraño pues mezclaba productos frescos como almejas con otros congelados y palitos de mar. Por supuesto con la correspondiente dosis de vino del terreno.
Tras la comida nos fuimos al hotel para disfrutar de una reparadora siesta y ver acabar la carrera a Fernando Alonso pero al subir a la habitación nos quedamos parados porque aún no la habían arreglado. Tras mi queja en recepción y el consiguiente cabreo de Mar perdimos toda opción de ver a Alonso remontar hasta la tercera posición y abandonar a Vettel.
El resto de la tarde fue de descanso, iPad y tele. Al atardecer fuimos hacia el Barrio alto al mirador de San Pedro de Alcántara a disfrutar de las vistas de la ciudad al atardecer y de allí a cenar al mismo restaurante de la noche anterior ya que intentamos ir al que nos había llevado Juanfra pero estaba cerrado.
Luego regreso al hotel para sufrir con la aplastante derrota de España frente a Brasil mientras Mar disfrutaba de un profundo sueño nada futbolero.

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