Historias de trenes

Al final el aviso del niño capullo no ha sido para tanto porque le han dado una maquinista de juegos y no ha vuelto a respirar en todo el viaje. Mientras Mar terminaba con su siesta borreguera yo he visto una película sobre cocineros franceses que no ha estado mal; lo peor de todo ha sido el audio que hacía un ruido infernal que rozaba el castigo.
Cuando el niño de delante ha dejado de incordiar ha tomado el relevo una enana tamaño botijo (y forma) que al terminar el juego de su iPad ha montado la de Cristo. Yo me he quedado asombrado de que el chico del asiento de al lado no hacía nada por calmarla y he pensado que menudo morro. Cuando Mar ha despertado se lo he comentado y ella, mirándome fijamente a los ojos con cara de asombro me ha espetado: «pero si no tienen nada que ver, el chico estaba ya en el tren cuando se,ha subido la madre y la hija».
El resto del viaje sin novedad hasta Chamartín. Plato combinado sencillo y económico mientras hacía uso de mi infraestructura para recargar dispositivos con el ladrón.
A la hora prevista os hemos montado en nuestro tren hotel, visita a la cafetería rápida y poco más. La noche no va a dar mucho más de sí porque esto es muy estrechó y sólo permite estar tumbados en la litera (cada uno en la suya, que son estrechas). Mañana os cuento si hemos logrado dormir.

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